El
estado de alarma nos ha encerrado en nuestras casas: aprovechemos el tiempo para pensar como hacer un
mundo mejor.
Según la postura de cada cual
el enemigo siempre es el otro. Para unos el malo de la película será Trump,
para otros China, otros le echarán la culpa a los rusos y otros señalarán que
desde Corea del Sur se siguen disparando cohetes y hasta llegará una niña mal
encarada acusándonos a todos del cambio climático, de la desforestación del
Amazonas o de las emisiones de combustibles fósiles.
Y ahora resulta que un virus
que solo se puede ver al microscopio, una bolita con antenas, lo pone todo
patas arriba con una gripe para la que, al parecer, no tenemos todavía vacuna.
Ahora que nos obligan a
quedarnos en casa, sobre todo a los viejos como yo, tenemos tiempo de
reflexionar sobre una virtud de la que no se habla apenas: la humildad que nos
recuerda nuestra pequeñez, la responsabilidad de nuestro voto, la necesidad de
una honradez a toda prueba para gobernantes y gobernados.
Por mucho que nos
enorgullezcamos de que somos libres, de que podemos hacer lo que nos venga en
gana, sin tener que darle cuenta a nadie, ni a Dios, en el que mucha gente no
cree, llega una bichito y nos manda a todos a freír espárragos.
Nuestros gobernantes, que se
creen muy por encima de los demás, no han estado a la altura de las
circunstancias y han actuado tarde y mal, empeñados en promover una
manifestación feminista –mujeres contra hombres- cuando era desaconsejable
cualquier aglomeración.
Algunas “miembras” del gobierno
se proveyeron de guantes de látex para evitar contagios en la manifestación,
mientras que otras se han infectado y están en cuarentena.
Decretar el estado de alarma ha
sido algo así como los trabajos de Hércules. El gobierno de coalición que
empezó con abrazos amorosos, ha demostrado su enfrentamiento y su ineficacia. A
lo mejor hay que agradecerle a la pandemia que termine este experimento
político.
Y puestos a reflexionar en
estos días de encierro no estaría de más pensar seriamente a quienes otorgamos
nuestros votos. Hay que elegir personas honradas, sin tacha, que no busquen su
propios beneficio sino con capacidad de sacrificarse por los demás, que busquen
el bien común antes que el de su partido, que no estén dispuestos a pactar con
el enemigo, que piensen más en las próximas generaciones que en las próximas
elecciones, como dijo algún político sensato.
Aunque tristes, me parecen
mejor las calles vacías que llenas de encapuchados quemando contenedores, me
parecen mejor los que ofrecen su colaboración al gobierno, que los que quieren
sacar tajada para sus sueños supremacistas, los que estén dispuestos a
renunciar a sus prebendas cuando llegue la crisis, que a los que afilan sus
uñas para sacar tajada de la misma crisis.
Por último señalar que el
ingenio que hemos demostrado los españoles para hacer chistes y enviar whatsApp
lo apliquemos a buscar como rendir más en nuestro propio trabajo o recuperar
los días lectivos perdidos.
Que esta inesperada cuaresma nos
lleve a un glorioso tiempo pascual en el que los cristianos celebremos con gozo
la resurrección de Cristo.
Francisco
Rodríguez Barragán
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