Si en este tiempo de Adviento solo pensamos en pasarlo bien cuando llegue la Navidad, como cristianos no hemos entendido nada.
Hemos entrado en tiempo de
Adviento pero ¿qué esperamos?
Celebrar la Navidad como fiesta familiar, jolgorio y cena pero escasa relación
con el acontecimiento único del nacimiento en Belén del Hijo de Dios que vino al
mundo para redimirnos del pecado.
Por desgracia hay mucha gente
que no cree en el pecado, ni en Dios, ni…en el demonio, solo en disfrutar de
una fiesta que este año anda en dificultades por las normas de los gobiernos
sobre la pandemia.
Pero además de recordar un
hecho maravilloso del pasado, adviento también significa la espera de la
segunda venida de Cristo para juzgar a los vivos y a los muertos. En el credo
que recitamos en la misa, los que aún siguen yendo, decimos creer que
Jesucristo está sentado a la derecha del Padre y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin. Es el fin de los
tiempos que llegará sin duda, aunque muchos no lo crean.
¿Estará llegando este fin de
los tiempos? En el capítulo 17 del evangelio de San Lucas, Jesús habla
largamente del reino de Dios y de las tribulaciones que los hombres sufrirán
cuando llegue su segunda venida. Si la primera vez llegó como un Niño que nace
pobre en un portal, la segunda será muy diferente, llegará en gloria y majestad
para juzgarnos. En el versículo 8 del capítulo 18 del mismo evangelio Jesús
hace una pregunta inquietante: Cuándo venga este Hombre ¿encontrará fe en la
tierra? También los otros evangelistas advierten de ese final, la Parusía,
donde el mundo entero se tambaleará y
las gentes temblarán.
Si cuando llegue este final de
los tiempos ya hemos muerto será lo mismo, ya que resucitaremos para este
juicio universal. Muchos no creen en esto y piensan que después de la muerte no
hay nada o que el infierno está vacío. Nos jugamos la eternidad. En este tiempo
de Adviento hay que pensar en todas estas cosas además de la pandemia y el
número de comensales que podamos juntarnos en Nochebuena.
Pasando a otro tema, confieso a
mis lectores que estoy muy contento con el inicio del proceso de beatificación
de Don Andrés Manjón que fundó aquí en Granada, donde nací y vivo, las Escuelas
del Ave María a las que también asistí como alumno durante mi lejana infancia
en el barrio del Albayzin.
Este sacerdote que cruzaba el
barrio del Sacromonte para ir desde la Abadía a la Universidad, donde era
catedrático de derecho canónico, comprobaba cada día el abandono de los niños
gitanos y consiguió con su esfuerzo y la colaboración de los granadinos
levantar unas escuelas llenas de alegría, con una ideas pedagógicas plenamente
válidas y actuales. Desde luego las ideas del Padre Manjón sobre educación
están muy por encima de las que han inspirado tantas fallidas leyes españolas,
que cada poco tiempo van modificando, siempre a peor.
También me alegra mucho el
avance que se ha producido en la canonización de Isabel la Católica, la reina
que tanto hizo por la unión de los reinos de España, la finalización de la
reconquista y el descubrimiento de América. La leyenda negra, que no cesa, no
quiere que se le rindan los honores que merece esta extraordinaria mujer.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
http://www.diariosigloxxi.com/firmas/franciscorodriguez
http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/38827/2020-12-04.html
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