Hay dos costumbres inveteradas cada vez que empieza el año: desearse felicidades unos a otros, y hacer predicciones sobre los acontecimientos que puedan producirse a lo largo del tiempo.
Por mi parte deseo a los míos:
éxito en sus estudios, en sus trabajos, en su elección de pareja que hago
extensivo a todos los demás. Para los que ya estamos viejos deseamos que
nuestros achaques no resulten dolorosos, penosos ni latosos para los demás.
Respecto a las predicciones es
más difícil pues nuestro mundo está sometido a fuerzas y tensiones complicadas
y contrarias. Me gustaría predecir un mundo pacífico y amistoso donde todos
colaboraran para hacerlo cada vez más amable y habitable, pero las noticias que
recibo hablan de otras cosas.
Poderosas fuerzas están
empeñadas, por ejemplo, en disminuir la población del planeta utilizando
cuantos medios se pongan a su alcance. A pesar de que el mundo lleve
subsistiendo millones de años sin sus iniciativas, grandes magnates, naciones e
instituciones internacionales tratan de convencernos de que a este planeta le
sobran de miles de millones de habitantes y hay que disminuir la población o que
está calentándose demasiado, el famoso calentamiento global, y hay que
disminuir el CO2.
No sé si la pandemia que sufrimos
y las variantes que se anuncian forman o no parte de sus planes, pero existe la
duda.
Para disminuir la población
llevan mucho tiempo atacando a la familia, promocionando el aborto, la
eutanasia o la ideología de género. Está claro que si se acepta el matrimonio
homosexual la natalidad resultará inexistente. Claro que otros pueblos, que
ahora tratan de entrar en este imaginario paraíso, suplan con creces la
disminución de habitantes que estos brujos, con apariencia de sabios están
promocionando en occidente.
Si pasamos a hacer predicciones a
escala política nacional, además de seguir los mandatos progresistas de las
altas instituciones internacionales, continuaremos con las luchas partidarias
en las que cada bando, o banda, busca su propio beneficio antes que el de los ciudadanos
a cuya costa viven y no saben que puede pasar con su trabajo, su sueldo, su
vivienda o su hipoteca.
(Pienso que lo único seguro que
podemos vaticinar es que Jordi Hurtado seguirá un año más presentando en la
segunda cadena de televisión el programa “saber y ganar”).
Hay quienes hablan de que estamos
en tiempos apocalípticos y que se aproxima el fin del mundo. Eso solo Dios lo
sabe. Lo que sí es seguro es que los viejos, como yo, nos iremos muriendo poco
a poco, salvo que declaren obligatoria la eutanasia lo mismo que han declarado
obligatoria la vacunación o la mascarilla.
Pero no solo nos moriremos los
viejos, también lo harán muchos jóvenes por mor de la droga, la conducción
imprudente o cualquier otra cosa. Lo importante es que “Dios nos coja
confesados” que no es una frase hecha sino una necesidad vital y definitiva.
Después de esta vida, en la que podemos ser manejados por otros, hay otra en la
que todos tendremos que dar cuenta de nuestras acciones sin excusa ni pretexto
ante quien nos regaló la existencia e hizo lo posible para que fuéramos
salvados, aunque el que no quiera salvarse pues se condenará ya que ha sido la
elección de su propia libertad.
Os deseo de corazón que el 2022
sea mejor que el 2021.
Francisco Rodríguez
Barragán
Publicado en
https://www.diariosigloxxi.com/firmas/franciscorodriguez
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