Creer en el Dios anunciado por
Jesús ¿es razonable? Si nadie ha visto a Dios con sus propios ojos ¿cómo
podremos creer en Él? ¿Qué será más sensato creer o no creer? ¿Creer en Dios
puede significar abdicar de nuestra responsabilidad personal ante la verdad de
nuestra vida, que es lo único que tenemos en nuestras manos?
Si entramos dentro de nosotros
mismos nos encontramos con tendencias contradictorias. Existimos sin que esa
existencia dependa de nosotros. Ansiamos una vida plena y gozosa pero a menudo
nos encontramos limitados y desgraciados. Nuestra vida exige un fundamento.
Formamos parte de la naturaleza, pero sentimos que somos algo distinto y más
valioso que los animales, las plantas, las estrellas. Todas las especies siguen
pautas ciegas de comportamiento. Ningún animal, ninguna planta, se interroga
sobre sí mismo.
No hemos visto a Dios pero la
creación entera que se muestra a nuestros ojos nos da noticia de su autor. Alguien
ha tenido que dar el ser a todo lo que existe. Es razonable buscar respuestas a
nuestros interrogantes existenciales. Buscad y encontraréis nos dice el
evangelio de Jesús. Es un acto de nuestra voluntad libre la decisión de creer,
un acto radical y arriesgado, pero imprescindible para encontrar a Dios que
siempre sale al encuentro del que lo busca.
Si por el contrario nuestra
decisión es no creer, la resistencia a la fe en Dios no nace de la falta de
razones para creer, no es una cuestión de inteligencia, sino que nace en el
corazón que no está dispuesto a reconocer a nadie que pueda pedirle cuenta de
su vida, pequeña y limitada vida, que se
alza orgullosa llena de amor a sí mismo.
Solo
el orgullo, el deseo irracional de ser dueño absoluto de la propia vida, sin
querer reconocer la soberanía de Dios, explica la negación formal de la fe en
Dios y en su enviado Jesucristo. El rechazo de Dios es la consecuencia del amor
desmesurado de sí mismo, de loa propia independencia y de los bienes de este
mundo.[i]
Nuestra ansia humana de
plenitud y de verdad, sólo puede ser colmada por Aquel que nos llamó a la
existencia por amor. Este es el mensaje de Jesús: que Dios nos ama, nos perdona
y nos salva del mal si nos unimos a él en su vida, muerte y resurrección. Pero
¿podemos creer en Jesús que vivió hace dos milenios? ¿No será un mito, una
bella fábula?
Es curioso que nadie dude de la
existencia y las obras de los filósofos griegos, pero haya quienes ponen en duda la de Jesús, cuando
una ininterrumpida sucesión de testigos ha hecho llegar hasta nosotros su mensaje,
avalado con sus propias vidas.
Pilatos preguntó displicente
¿qué es la verdad? Tenía delante la
verdad de Jesús, pero su apego al poder, al cargo, le impidió verla y dejó
morir a quien sabía que era inocente, aunque con ello cumpliera lo profetizado:
que Cristo moriría en la Cruz, pero resucitó al tercer día y su mensaje sigue
llegando a todos los que quieren creer.
Francisco Rodríguez Barragán
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