Entre las múltiples
organizaciones no gubernamentales que pululan en las Naciones Unidas
defendiendo los más variados intereses, subvencionadas muchas de ellas por
potentes grupos de presión, solo conozco a una que defiende la familia y los
derechos humanos, desde el punto de vista católico, el Center for Family & Human
Rights, lo que representa un testimonio heroico.
En su último boletín de
noticias, accesible en internet, en el enlace: https://c-fam.org/friday_fax,
publican que la nueva encíclica del Papa Francisco sobre el medio ambiente
impactó en las tareas de la ONU, como una importante aportación sobre el cambio
climático.
En las negociaciones sobre el desarrollo sostenible en la Asamblea
General, la embajadora de Colombia dijo que la encíclica papal resultaba de lo
más pertinente para la agenda de desarrollo de la ONU para quienes en aquella
sede internacional hacen hincapié en las causas humanas del cambio climático.
Para los planes del
secretario general Ban Ki-moon, que trata de establecer un acuerdo mundial
vinculante sobre el cambio climático antes de fin de año, considera la
encíclica como un respaldo moral del Papa y de los mil millones de católicos que
él guía.
Uno de los conceptos que se
manejan en tales negociaciones es acerca de los «limites planetarios», que
manifiesta el temor de que la Tierra no tenga suficientes recursos para
sustentar a la población y el embajador que preside llamó la atención acerca de
si el Papa había abandonado la tradicional oposición de la Iglesia a las
ideologías que consideran a los seres humanos como parásitos.
Tratando de utilizar la
encíclica para sus intereses solo destacan los aspectos que les interesan, pero
no hacen mención de la expresa condena del Papa al aborto y al control
demográfico, así como las ideologías que los promueven como medios de reducir
el exceso de población.
También dice el Papa que no
es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto ni
parece factible un camino educativo para acoger a los seres débiles que nos rodean,
si no se protege el embrión humano, aunque su llegada sea causa de molestias y
dificultades.
El Papa también denuncia
incluso las formas sutiles de control demográfico que se presentan bajo la
apariencia de la asistencia al desarrollo. En lugar de resolver los problemas
de los pobres y de pensar en un mundo diferente, algunos solo atinan a proponer
la reducción de la natalidad, condicionando las ayudas económicas a ciertas
políticas de “salud reproductiva”.
El Papa también critica a
los ambientalistas que quieren límites para la ciencia cuando se trata del
medio ambiente y de los animales, pero se rehúsan a hacer lo mismo con la vida
humana, olvidando que el valor inalienable de un ser humano va más allá de su
grado de desarrollo.
También informa C-Fam de que
el Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz hará una presentación de la
Encíclica en la sede de la ONU, que quizás ayude a centrar la atención en la
preocupación del Papa por las más de 50 millones de víctimas del aborto cada
año.
A la vista de todo ello
pienso que por desgracia hay más interés acerca de si el planeta se caliente o
se enfría, si tal o cual araña, lagarto o pajarillo están en vías de extinción,
que por garantizar la vida de nuestra propia especie.
Francisco Rodríguez Barragán
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