Con motivo de un
encontronazo entre el estrafalario líder del populismo ultraizquierdista y un
periodista se ha publicado la postura del señor Iglesias sobre los medios de
comunicación. Según su sesudo razonamiento, los medios de comunicación privados
no deberían existir, pues están al servicio de los intereses de sus
propietarios mientras que lo público estaría al servicio de los ciudadanos.
Resulta curioso que la
“nueva política” pretenda resucitar la prensa del Movimiento Nacional de la tan
vituperada dictadura y seguramente la censura previa de periódicos, revistas,
películas y hasta obras de teatro.
Naturalmente prefiero que
existan medios privados donde cada cual pueda elegir lo que considere oportuno,
aunque también hay que notar que los gobernantes que, hasta el momento se han
turnado en el poder, han manejado a su antojo y posible beneficio la
adjudicación de frecuencias y canales tanto de radio como de televisión.
Me refiero, claro está, a
las cadenas de propiedad privada que se oyen mayoritariamente, sometidas a la
preceptiva autorización administrativa como a la dictadura del famoso share que
“regula” la publicidad que mantiene todo el tinglado. Publicidad, por cierto,
que repercute en el precio del producto y que pagamos todos los españoles lo
mismo que el IVA.
Recuerdo el lema de La
Codorniz que decía “donde no hay publicidad resplandece la verdad” y otro lema
proclamaba que era “la revista más audaz para el lector más inteligente”. En
época de censura previa los que escribían en aquella revista eran gente
estupenda y leerlos una gozada: Mihura, Tono, Chumy Chumez, Álvaro de la
Iglesia, Kalikatres, la cárcel de papel o los dameros malditos de Conchita
Montes. ¡Qué tiempos aquellos!, decimos los viejos que tratábamos de oír la
radio Pirenaica, que estaba en Rumanía, para enterarnos de lo que prohibía la
censura.
Junto a los medios de
audiencia masiva ahora tenemos acceso a páginas de internet de muy variada
orientación, con blogs en los que se puede opinar y que cada cual elige según
sus preferencias, además contamos con facebook y twiter como medios de
intercambio permanente de noticias y opiniones,
aunque ignoro la incidencia de todas estas nuevas herramientas en los medios
de comunicación.
Las cadenas de televisión
que emiten en abierto no son solo las de propiedad privada, sino las gubernamentales,
autonómicas y municipales que viven de los presupuestos. Aunque todas dedican
amplios espacios a los problemas políticos a través de entrevistas y tertulias
periodísticas, con bastante audiencia en la población, son muchas más las horas
dedicadas a entretenimientos, incluso morbosos, con el fin de ganar oyentes.
En cuanto a los diarios de
papel pienso que están bastante decaídos y sus tiradas ignoro si aumentan o
disminuyen. En muchos casos creo que
sobreviven gracias a las cuentas de publicidad institucional, pues resulta más
barato echarles un vistazo en sus ediciones de internet que bajar a buscarlos al
kiosco.
Ya es bastante la voracidad
de los sucesivos gobiernos por ocuparlo todo con instituciones públicas,
sanidad pública, enseñanza pública, universidad pública, pero si llegaran a
gobernar los populistas pienso que sería aun peor. Sueñan con tener en sus
manos el Boletín Oficial.
La solución a nuestros
problemas no pasa por más estado
sino por menos estado, pero más
eficaz, transparente, económico y sostenible. No podemos pagar tantas
administraciones como nos agobian con sus leyes y reglamentos, desde los bandos
municipales a las normas de Bruselas.
Francisco Rodríguez Barragán
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