Algo
positivo es que haya perdido la señora Clinton.
Como no soy norteamericano
no tuve que elegir entre Trump y Clinton, pero desde la distancia me alegro de
que Hilaria Clinton, que se las daba de ganadora, haya perdido las elecciones.
Si de Trump no sé lo que
podrá hacer como gobernante, de la Clinton sí, seguro que hubiera continuado su
cruzada por el aborto, apoyando todas las consignas de los grupos de presión
que quieren reducir la población del planeta y terminar con la familia.
Con eufemismos como
preservar la salud sexual y reproductiva de las mujeres comenzaron por
introducir los preservativos y los anticonceptivos por todo el mundo, pero si
luego continuaron imponiendo el aborto como derecho de las mujeres y obligación
de los gobiernos, está claro que no sirvieron los preservativos ni los anticonceptivos
para evitar embarazos. El anuncio liberador ha sido: si el concebido te estorba
lo matas.
Desde que comenzó la cruzada
anticonceptiva, financiada por poderosos laboratorios, la sexualidad se
convirtió en algo banal, intrascendente, mero consumo de placer sin
responsabilidad. Por ello ni los preservativos ni los anticonceptivos podían
resolver el problema que ellos mismos habían creado, había que dar un paso más:
legalizar el aborto y dar vía libre a todas las tendencias sexuales, erigiendo
el sexo en elección personal al margen de la biología.
Si de una relación sexual,
sin compromiso ni futuro, surge una nueva vida, se la elimina. En el ejercicio
de otras variadas tendencias sexuales no se produce la concepción, pero si
quieren niños pueden adoptarlos o fabricarlos de encargo.
De esta deriva monstruosa la
señora Clinton era una abanderada, como protectora de esa organización
abortista y comercializadora de fetos llamada Planned Parenthood, que no
planifica la familia sino que la destruye y que ha venido recibiendo
sustanciosas ayudas del Sr. Obama.
Por ello si el nuevo
presidente consigue frenar esta deriva anti-familia y anti-vida, bienvenido
sea.
A este lado del Atlántico el
triunfo del Sr. Trump no parece haber sentado nada bien. Los medios de comunicación
ya andan imaginando un impeachement que le arrebate la presidencia. El que haya
salido un resultado diferente al que esperaban no parece ser digerible por
quienes se creen en posesión de la verdad.
En Europa una diputada ha
tenido la brillante idea de hacer una lista negra de aquellas organizaciones
que se declaren pro-vida y pro-familia. A quienes estamos por la defensa de la
vida y la familia puede que tengamos que llevar la estrella amarilla de
infausta memoria.
En España, que siempre
quiere quedar como más progresista que nadie, también está empeñada en mantener
todas las medidas que puso Rodríguez Zapatero: matrimonio gay, aborto, divorcio
exprés a las que varios gobiernos autonómicos han añadido el adoctrinamiento
infantil en la ideología de género y la presidenta de Madrid ya anda multando a
los que se oponen a que se les diga a los niños que hay niñas con pene y niños
con vulva.
No sabemos si los partidos,
que ahora andan de congresos, tienen una ideología clara, unos valores que
defender. El Sr. Ruiz Gallardón ha confesado que su partido viene actuando por
cálculos electores y no en defensa de los valores de la derecha. ¿Existe
realmente una derecha?
Francisco Rodríguez Barragán
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