Pero hace tiempo que entró en
nuestras vidas a través de los poderosos medios
que nos gobiernan
Cada
vez se emplea más a menudo la palabra “posverdad” que la Real Academia Española
incluyó hace poco en el diccionario definiéndola como “distorsión
deliberada de una realidad, con el fin de crear y modelar la opinión
pública e
influir en las actitudes sociales, en la que los hechos objetivos
tienen menos influencia que las apelaciones
a las emociones y
a las creencias personales.”
No sé si somos conscientes de
la gravedad de este hecho que ha ido creciendo
desde hace tiempo como técnica de manipulación masiva que no solo cuenta
con los medios de comunicación, prensa, radio y televisión, sino que se ha
ampliado con el crecimiento de las llamadas redes sociales que, sin ningún
control, todos utilizamos desde nuestros teléfonos móviles, nuestras tablets o
nuestros ordenadores domésticos.
Si Goebbels, ministro alemán de
propaganda del III Reich, proclamó que una mentira repetida miles de veces se
convertiría en verdad, no podía imaginar la rapidez de los medios técnicos
actuales para “convertir en verdad, o mejor en posverdad, cualquier mentira.”
Se ha producido una importante
mutación social por la que se ha abandonado la búsqueda de la verdad
sustituyéndola por la aceptación de cualquier afirmación que cuadre con las
ideas y sentimientos de cada cual. La verdad no es más que lo que yo decida que
sea.
Estamos cada vez más lejos de
la frase de Machado: ¿Tu verdad? no, la verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela.
La búsqueda de la verdad que, desde tiempo
inmemorial, ha sido el gran motor de la civilización ha sido abandonada por
nuestra insensata posverdad que no es la humilde aceptación de que otros pueden
pensar de otra manera y podemos llegar a entendernos, sino que yo creo lo que
me parece y puedo imponer la verdad que me gusta si colaboro en difundirla en forma de un tuit viral,
y casi siempre anónimo, a través de Whatsapp, Twiter, Messenger etc. que el
receptor volverá a transmitir a sus contactos si coincide con sus ideas y sin
más examen.
Si lo pensamos atentamente nos daremos cuenta
de nuestra propia responsabilidad en la difusión de mentiras, insultos,
descalificaciones o simple chocarrería indecente, pues nuestro ingenio para la
inútil o lo soez es inagotable.
Es la verdad la que
nos hace libres y la mentira esclavos, de aquí la importancia de buscarla
con tesón y saber distinguirlas. Esto requiere esfuerzo pero vale la pena.
Nuestra conciencia está orientada hacia la verdad, no queremos que nadie nos
mienta, pero si cada cual decide sobre cualquier cosa sin dedicarle el esfuerzo
de pensar y analizar para aceptar lo bueno, lo noble, lo correcto y rechazar lo
malo, lo torcido o lo falso, no tendremos derecho a quejarnos de que las cosas
vayan mal y será inútil que salgamos a la calle a dar voces en lugar de meditar
atentamente a quien damos nuestro voto, quien nos ofrece más garantías, o qué puedo hacer yo para servir al bien
común.
Ya sé que los medios de comunicación y las
redes sociales son una fuerza formidable por es necesario que seamos capaces de
ponerlas al servicio del bien común, al servicio de la verdad sin decir con
displicencia como Poncio Pilatos: ¿qué es la verdad? Y lavarse las manos.
Empecemos por los mensajes que recibamos y analicemos si sirven al bien común y
a la verdad o es mejor borrarlos.
Francisco Rodríguez Barragán
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