Hay especialistas en agitación y
propaganda que van consiguiendo que la gente acepte
cualquier cosa
Me intranquiliza la
proliferación de manifestaciones que se están produciendo ya sea sobre la
independencia catalana, el rechazo de una sentencia o la reclamación del
aumento de las pensiones. Ya sé que la Constitución reconoce el derecho de
manifestación pacífica y sin arnas, aunque muchas de estas manifestaciones no
resultan nada pacíficas si pretenden la ocupación de un palacio de justicia o
el congreso de los diputados.
En una democracia consolidada,
como presumimos de ser, nuestros representantes, a quienes hemos votado para
que administren la cosa pública, serían los obligados a discutir para llegar a acuerdos satisfactorios para los
ciudadanos. Pero no es así. Los partidos que recibieron nuestro voto no
tienen en cuenta ni sus promesas ni a los españoles, ni colaboran entre ellos,
sino que se divierten en sus enfrentamientos personales.
El bien común no está,
desgraciadamente, por encima de los intereses partidarios. Más que una
democracia esto es una partitocracia, en la que las cúpulas de cada partido
deciden al margen o en contra de sus propios votantes, aunque luego estos
vuelvan a votarlos por costumbres o como mal menor.
Volviendo al tema de las
manifestaciones salta a la vista que están organizadas por verdaderos
especialistas de agitación y propaganda, que tienen bastante claro lo que
persiguen y que cuentan con los medios de comunicación, las redes sociales, la
difusión de noticias falsas o falseadas y subvenciones.
Es sospechosa la unanimidad de
los medios en repetir hasta la saciedad cualquier acontecimiento hasta
conseguir que los políticos terminen estableciendo las leyes que apoyen
determinadas ideas.
Paso a paso toda la población
termina aceptando como moderno y necesario el feminismo o la ideología de género. Como la lucha de clases no
motiva a nadie hay que abrir el camino a la lucha de sexos y hay que reconocer
que van ganando. Una palabra maldita machismo
está haciendo que los varones nos sintamos como los judíos en el nazismo, solo
falta que nos cosan una estrella amarilla.
La gran victoria del feminismo
ha sido que cualquier hombre pueda ser acusado de maltratador por una mujer,
sin más pruebas y ser detenido, fichado y encausado y arruinarle la vida. El
estado dedica dinero a campañas, teléfonos, asesores y asesoras para proteger a
la mujer maltratada. El varón siempre pierde.
Un paso más en esta dirección
han sido las movilizaciones, perfectamente sincronizadas, del caso de La
manada. Sin haberse leído la sentencia ni haber meditado sobre ella, el
feminismo busca que si una mujer señala
como violador a cualquier hombre se aplique la doctrina del machismo y la
violencia de género sin más trámite y el hombre acusado será condenado.
Es difícil hacerse oír si, en
lugar de sumarse a las manifestaciones, con brazo amenazante en alto, recuerdas
que la causa profunda de todo ello es la permisividad y el relativismo que todo
lo invade, la pornografía al alcance del móvil y el ordenador, la exaltación
del placer sin responsabilidad, la ingesta de alcohol y drogas, la falta de una
educación en valores que nos haga reflexionar y crecer como personas y no como
“manadas”.
Sobre las manifestaciones de
pensionistas también habría mucho que hablar y especialmente de los
desprestigiados sindicatos. No es solo que suban un determinado porcentaje a
los pensionistas sino saber cómo se gasta el dinero que se recauda por
cotizaciones.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en ACTUALL del 16 de
mayo de 2018
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