Hay
oscuras fuerzas que pretenden configurar nuestro mundo a su antojo y pueden conseguirlo si nos
dejamos.
Entiendo que siguiendo el Evangelio,
y a través de la virtud de la caridad, pueda llegarse a la fraternidad
universal pero cada vez recibo más mensajes que ofrecen llegar a tal fraternidad al margen de Dios.
Desde el repertorio de
propuestas de la New Age para encontrar la iluminación a través de posturas, ejercicios y
meditaciones para identificarse con el todo (o más bien la nada) a las miles de
iniciativas de colaboración inter-religiosa, incluidos los que se declaran
ateos, para promover la fraternidad universal, la misma que trataba de
conseguir la Orden de los “illuminati”, sociedad secreta del siglo XVIII, y que
no sé si sigue viva y actuando a través de las logias masónicas o que los
masones son los mismos “illuminati”.
De cualquier forma creo que
todos estos movimientos lo que tratan es de probar que el hombre puede
organizar el mundo al margen de Dios y que la presencia de Cristo y su iglesia
en el mundo de hoy resultan innecesarias. Es más pienso que de alguna manera
hay una decidida actuación para ocupar la Iglesia y convertirla en una pieza
más de su pretencioso ideal.
Si el mandato de Cristo a sus
seguidores fue id y evangelizar al mundo
entero hoy más bien parece que es el mensaje del mundo el que se va
introduciendo en la Iglesia. Quieren ir desnaturalizando el mensaje de Jesús
para adecuarlo, dicen, a las
circunstancias actuales y me temo que lo van consiguiendo.
Alarmados por la decreciente
presencia de los cristianos en los templos o la falta de vocaciones religiosas,
muchos piensan que es mejor no mentar el pecado ni el juicio de Dios ni el
infierno a ver si los jóvenes vuelven, ¡pero ni por esas!
Lo que parece que engancha a la
gente joven es el “compromiso social” o la defensa del planeta y en eso son
maestros los que llevan tres siglos promoviendo la fraternidad universal, pero
siempre que ese compromiso no los obligue, por ejemplo a dominar la sexualidad en sus múltiples manifestaciones,
ni a hacer oración, ni a frecuentar los sacramentos, ni a confesar, ni a
contraer matrimonio indisoluble y fiel…
El alejamiento de Dios y del
evangelio está produciendo, en nuestro mundo, la aceptación social del aborto,
de la ideología de género, de la lucha de sexos, del feminismo feroz contra un
sedicente “machismo heteropatriarcal”, el abandono de la educación por la
familia y el adoctrinamiento desde el Estado, el hundimiento de la natalidad y
el envejecimiento de la población, un
auténtico suicidio colectivo que nos condena a ser sustituidos por otros
pueblos. ¿Será esta la fraternidad universal que promueven los gobiernos en
la sombra, las logias masónicas, las mafias de la emigración o la economía, los
“illuminati” actuales?
Entretenidos con nuestros
juegos políticos, nuestras divisiones partidarias, nuestra corrompida
democracia, pienso que no meditamos suficientemente en unas realidades que
pretenden cambiar nuestras vidas y nuestras almas, (porque tenemos alma aunque
mucha gente no se lo crea).
Dotados de razón y libertad no
nos dejemos adoctrinar ni manejar por las oscuras fuerzas que quieren dominar
el mundo. Desconfiemos de los que nos dicen al oído que nosotros somos nuestros
propios dioses, que hay que adaptarse a los nuevos tiempos y olvidar el pasado…
seguro que son sugestiones demoniacas.
Francisco Rodríguez Barragán
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