El
mundo en que vivo me resulta cada día más raro.
El Foro de Davos de 2016 puso en
circulación unos cuantos puntos para el futuro inmediato. El primer punto decía
“no tendrás nada, pero serás feliz”. Como no creo que los sesudos
componentes de tal foro estuvieran pensando en la pobreza de los monjes y ascetas
del siglo IV, la felicidad con que tratan de embaucarnos debe ser otra cosa.
Seguramente estará mas cerca de
las distopías, que del sermón de la montana y sus bienaventuranzas. El mundo
que nos relataban aquellas novelas futuristas como las de Orwell o Aldous
Huxley, lo que se ofrecía a cambio de someterse a su yugo era el “soma”, una
droga como el porro o el cannabis, después de la jornada de trabajo.
En aquellas novelas un grupo de
misteriosos personajes decidían quienes debía vivir y por cuánto tiempo,
fabricándolos en serie, según el trabajo que tuvieran que desarrollar y
eliminándolos en cualquier momento por medio de una especia de eutanasia.
¿Fantasías? Pues la historieta
del calentamiento del planeta se la han creído a pies juntillas y tratan de que
también lo creamos los demás.
Como han hecho con la pandemia
del COVID, que ha servido como ensayo general para someternos a su voluntad y
colocarnos unas mascarillas que nos hacen parecer asaltantes de bancos, ahora
manejan el precio de la energía eléctrica como una amenaza que nos devolverá al
tiempo de las velas y los quinqués.
En un mundo con 65 millones de
años, el aumento o la diminución de las emisiones de CO2, para salvar el
planeta, me parecen otro cuento de Caperucita para asustarnos.
Lo mismo que la “luminosa idea”
de reducir el consumo de carne para hacernos a todos veganos.
Todo esto me parecen locuras de
los “sabios” del Foro de Davos y de los sucesivos Foros que se convoquen, cuyas
intenciones no me parecen nada de buenas. Todo esto huele a imposiciones
políticas desde los altos organismos internacionales.
Lo cierto es que el aborto crece,
la familia se deshace, la sexualidad se la somete a las locuras de asociaciones
multicolores. Ya nada es lo que parece. Hay hombres que se dicen mujeres y
mujeres que se dicen hombres o se declaran bisexuales… ¡Que mundo más raro!
¿Para este embrollo hacen falta
organizar foros o crear altos organismos internacionales? ¿no sería mas sano
acabar con todos ellos?
Polonia y Hungría resultan
perseguidos y multados por defender su propia constitución frente a la de Unión
Europea. ¿Esto es lógico?
¿Es lógico tratar de borrar la
propia historia? ¿Es lógica la educación que pretende imponerse a nuestros
hijos?
Todo este lío me da vueltas en la
cabeza y lo único que me consuela es que, como me quedan pocos años de vida, no
tendré que ver más locuras.
Hasta el señor Putin, presidente
de Rusia, ha indicado el desquiciamiento de occidente.
Puede ser que los comunistas Marx
o Lenin que dominaron salvajemente la Unión Soviética, hayan pasado el testigo
a los socialistas progres de ahora para ver si tienen más éxito aplicando las
teorías de Antonio Gramsci.
Dios nos libre de todo lo que nos
amenaza y no nos damos cuenta.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
https://www.diariosigloxxi.com/firmas/franciscorodriguez
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