Los medios de comunicación se
han hecho eco últimamente de los datos aportados por el Instituto Nacional de
Estadística que demuestran que está disminuyendo nuestra población, al mismo
tiempo que se está envejeciendo, ya que la tasa de natalidad nos coloca en el
furgón de cola de Europa.
Hay unos hechos que nos debían
hacer pensar: cada vez hay menos niños, las mujeres que se deciden a traer un
niño al mundo lo hacen más allá de los treinta años, el número de abortos crece
sin cesar a pesar de todas las campañas anticonceptivas. Al parecer los medios
químicos y mecánicos para impedir la concepción deben resultan insuficientes ya
que se recurre al aborto como otro medio anticonceptivo más.
También ha caído en picado el
número de matrimonios y aumentan las rupturas conyugales, 303 matrimonios se
rompen cada día. Cada vez hay más parejas de hecho, su número se ha triplicado
en los últimos doce años. Imagino que también se romperán estas uniones aunque
no tengan que tramitar nada.
Es curioso que ahora que somos
tan cuidadosos de la ecología y de la biodiversidad, sea la especie humana la
más desprotegida. Destruir la nidada de huevos de un halcón peregrino es un
delito severamente castigado mientras que destruir una persona humana en
gestación, quieren convencernos de que es un avance en la conquista de
derechos.
La revolución sexual y la
ideología de género están marcando el devenir de nuestra civilización que no
creo que vaya a mejor precisamente. Que la sexualidad haya dejado de estar al
servicio de la vida y encuadrada dentro del amor entre un hombre y una mujer
para formar una familia ¿es un avance?
Nuestros gobernantes están
preocupadísimos con la economía. Todo se vuelve contar y recontar ingresos,
gastos, deudas, impuestos, cifras macroeconómicas y vender humo de esperanza en
un futuro que se va aplazando de un año para otro.
En cambio no parece
preocuparles gran cosa la situación de debilidad y ruina de la institución
familiar, piedra angular de toda sociedad. Parece más urgente contentar a
colectivos estériles que ayudar positivamente a las familias ya que estamos a
la cola de Europa en cuanto a ayudas y protección a las familias. No parece
existir siquiera un plan de conciliación entre la vida laboral y familiar, pero
se ha alumbrado en Andalucía y quizás en otras autonomías, leyes sobre la transexualidad, que no creo
que fuera demandada con urgencia por la población.
Me da la impresión de que
Occidente, que representó los mejores logros civilizatorios, está empeñado en
suicidarse, en dejar el espacio a otros pueblos y culturas que están
ocupándonos sin pausa. No deja de sorprenderme que el Edificio España de Madrid
haya sido adquirido por un millonario chino y que la plaza de toros de
Barcelona pueda terminar convertida en mezquita, mientras que escuchamos la
oferta de mercancías tan averiadas como las recetas de Podemos, las trapisondas
del señor Mas, los problemas sucesorios de los socialistas y las noticias de
los mil y un casos judiciales que se eternizan en manos del poder judicial.
Ojalá empecemos a pensar en las
cosas fundamentales, como la vida y la familia, los derechos y los deberes de
cada cual, sin esperarlo todo de un estado providente imposible de sostener.
Francisco Rodríguez Barragán
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