Muchos cristianos bien
intencionados están
empeñados en llegar a algún tipo de compromiso con el mundo, a descafeinar el
mensaje de Jesús para que no se note la oposición entre las opiniones del mundo
y las del evangelio, pensando que así viviremos pacíficamente y seremos
aceptados por los poderes que hoy señorean a las naciones.
Me parece una enorme
equivocación querer jugar a dos barajas, seguir confesándonos creyentes y compartir
los valores mundanos, cuando Jesús ya advirtió a sus seguidores de la radical
incompatibilidad diciendo poco antes de ser detenido que el mundo nos odiará
porque no somos del mundo y pidió al Padre que no nos sacara del mundo sino que
nos guardara del Maligno.
Este Maligno es el mismo que
tentó a Jesús proponiéndole darle todos los reinos del mundo si postrándose
ante él lo adorara. La tentación sigue repitiéndose con los que siguen a Jesús
y muchos caen en la trampa y creen que pueden hacer compatibles el mundo y el
evangelio.
El enorme desarrollo de la
ciencia, en lugar de llevarnos a la contemplación de las maravillas de un
universo que no ha sido creado por el hombre sino por Dios, nos lleva a negarlo
para ser como dioses. Si Dios no existe el hombre es dios y puede organizar el
mundo como le parezca, incluso destruirlo.
El mundo ofrece soluciones políticas
y económicas muy diversas, sin que ninguna haya podido garantizar la mejora
integral de la humanidad, incluso proclama que hay demasiada gente en el
planeta y hay que reducir la población. Ni siquiera en aquellas partes del
mundo donde temporalmente se ha conseguido ofrecer un estado de bienestar, exclusivamente material, existe
seguridad de que sea sostenible.
El programa de Jesús es
realmente opuesto a los valores del mundo de su tiempo y de cualquier tiempo,
por ello fue condenado y ajusticiado, pero su resurrección acreditó que El era
el camino, la verdad y la vida.
El mandato de Cristo, el
Hijo de Dios, a sus seguidores fue ir al mundo entero para pregonar la buena
noticia y hacer nuevos discípulos, enseñándoles a guardar lo él que había
mandado, junto a su promesa de que estaría con ellos hasta el fin de los
tiempos.
Por eso más que andar
buscando compromisos con el mundo tenemos que seguir su programa que llama dichosos a los que eligen ser pobres, a los
que sufren, a los desposeídos, a los que tienen hambre y sed de justicia, a los
que son misericordiosos con sus prójimos, a los que tienen el corazón limpio de
odios, a los que trabajan por la paz, a los que viven perseguidos por su
fidelidad, a los que son perseguidos y calumniados por ser cristianos. Esto es
ser sal de la tierra y luz del mundo.
Los cristianos tienen que
ser los que van mucho más allá de la ley. Se dijo desde antiguo no matarás y si uno mata será condenado
por el tribunal, pero Jesús ordena que todo el que trate con ira a su hermano o
lo insulte también será condenado; se dijo no
cometerás adulterio pero Jesús nos dijo que quien mira a una mujer casada
con mal deseo ya adulteró en su corazón.
El capítulo 5 del evangelio
de Mateo puede leerse con provecho por quien quiera ser cristiano de verdad.
Francisco Rodríguez Barragán
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