La única organización presente en Naciones Unidas de carácter católico para la defensa de la Familia y Los Derechos Humanos informa que, después de tres años de negociaciones, la Asamblea General aprobó formalmente los Objetivos de Desarrollo Sostenible para los próximos quince años.
Estados Unidos interpuso una
reserva a los objetivos y metas al considerar que podría haberse ido más lejos
y abierto nuevos caminos en referencia a la salud sexual y reproductiva,
términos que encubren solapadamente la promoción del aborto y su legalización,
pues se insiste que siguen muriendo mujeres por no contar con una asistencia
médica de calidad cuando abortan.
El bloque africano, de 54
países, mantuvo que no puede considerarse que la salud sexual y reproductiva y
los derechos reproductivos crean o supongan el derecho al aborto y que hay que
excluir cualquier interpretación opuesta al derecho interno de cada país. La
Santa Sede expresó su esperanza de que todos los países se esfuercen por
proteger la vida en el seno materno.
En cuanto al asunto de los
derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales (LBGT) fue aún más
controvertido y muchos países se negaron a que la expresión “orientación
sexual y la identidad de género” debiera tenerse en cuenta para la
implementación del programa. Pero USA remarcó que el programa debería
implementarse teniendo en mente los derechos de LGBT.
El Consejo de Cooperación
del Golfo y el Grupo de África lamentaron la ausencia de reconocimiento alguno
al papel de la familia en el desarrollo sostenible y reiteraron que la familia
es producto de la unión entre un hombre y una mujer.
Al no haber podido conseguir
el reconocimiento de los derechos de LGBT en la ONU, Estados Unidos, países
europeos y sus aliados logaron bloquear del todo a la familia en los nuevos
objetivos mundiales de desarrollo. Es la primera vez que en un acuerdo
importante relacionado con la política social no se mencione la familia.
Ante la falta de avances
significativos en cuanto a los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y
transexuales en la ONU, el gobierno de Obama, con la ayuda de los defensores
LGBT, pasaron a minar los principios pro-vida y pro- familia, presentes en la
Declaración de los Derechos Humanos, presionando a los países que objetan los
derechos LGBT a que permanecieran callados en las negociaciones.
Aunque no han convertido el
aborto, los derechos LGBT ni la educación sexual en normas de la ONU, no
significa que hayan fracasado en su ofensiva ya que cuentan con medios y
fundaciones pudientes para continuar imponiendo políticas familiares y
natalistas perniciosas.
Ayer mismo, 8 de septiembre,
la comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior del
Parlamento Europeo, ha adoptado el informe de una eurodiputada que llama a la
legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en todos los Estados
de la Unión, sin respetar las competencias nacionales.
También llama este informe a
avanzar en el reconocimiento de la procreación asistida como un derecho
individual y a legalizar la práctica de vientres de alquiler, indicándose en el
mismo que hay más probabilidades de protección de los derechos de LGBT si
tienen acceso a instituciones jurídicas como la cohabitación, la unión de hecho
o el matrimonio.
Está claro, si en el mundo,
quedan defensores de la familia, en nuestra civilizada Europa y en nuestro
propio país, la tarea de demolición avanza imparable.
Francisco Rodríguez Barragán
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