En nombre de la libertad sólo
tendríamos derechos y en nombre de la igualdad, la sociedad solo tendría deberes
Hemos tenido en las calles las
manifestaciones del día de la mujer, ¿feminismo contra quién? Quizás feminismo
contra machismo, donde el feminismo es algo bueno mientras el machismo ya ha
sido condenado sin remisión.
Ambos términos me parecen las
dos caras de una misma moneda. Si hay un machismo feroz también hay un
feminismo igual de feroz. Es una nueva versión de la vieja lucha de clases,
pues siempre que se intenta la revolución, ¿nueva o la misma? Siempre es unos
contra otros, en lugar de buscar puntos de encuentro, de colaboración, para
hacer una sociedad más justa, más
fraterna.
El mítico mayo del 68 va a
cumplir dentro de poco cincuenta años. Fue cuando los hijos de los burgueses hicieron
una revolución, que se decía comunista, pero más bien fue una asonada
universitaria contra el mundo de sus padres que ya estaba bastante cuarteado.
Todas las normas que habían
estructurado la sociedad saltaron por los aires. Las relaciones entre los sexos
que había hecho posible la familia a lo largo del tiempo, quedaron derruidas.
Aquella generación renegaba de las normas familiares proclamando el amor libre,
la comuna promiscua, la eliminación de cualquier norma. Prohibido prohibir fue
un lema exitoso.
Seguimos diciendo algo
parecido. Todos somos iguales, todos tenemos los mismos derechos por eso hay
que defender cualquier minoría racial o sexual, cualquier grupo que nos parezca
que está infravalorado. Reclamar derechos, cualquier derecho, exigirlo sin contemplaciones
ya sea el cambio de sexo, las uniones libres, el derecho al aborto, la ocupación de viviendas, la salud, la
educación, el salario social, las prestaciones a la dependencia y tantas otras
cosas.
Pero cualquier derecho lleva
anejo un deber, ¿de quién? Pues de quién va a ser, pues del gobierno y el gobierno solo puede
hacerlos efectivos recaudando más impuestos o emitiendo deuda. Ya sé que los
voceros de los derechos señalarán a las grandes empresas o los bancos para que
sufraguen el gasto, pero esto nunca ha funcionado, después de cualquier rodeo siempre
son los mismos los que pagan, los trabajadores, las clases medias, ¿salario
social? ¿alquiler social? ¿para quién?
¡En nombre de la libertad solo
tendríamos derechos y en nombre de la igualdad la sociedad sólo tendría deberes!
Pero la sociedad somos nosotros mismos…
Esto que es bastante
elemental y que cualquiera puede
entender, queda oscurecido por la demagogia de los políticos, siempre
dispuestos a proponer leyes que otorguen derechos para unos sectores u otros de
la sociedad, (los que esperan que los voten), ya se trate de la juventud o de los
pensionistas, los alumnos de las escuelas y universidades, las mujeres o los gay.
La revolución de mayo del 68,
sigue cincuenta años después tratando de fomentar la lucha de unos contra otros
y este último episodio de mujeres contra hombres es sorprendente. La revolución
femenina ya tuvo lugar cuando llegaron los anticonceptivos y decidieron,
disfrutar del sexo, pero sin hijos. Ahí está el hundimiento de la natalidad,
del matrimonio y de la familia.
Recomiendo la lectura de
Lisistrata, una comedia de Aristófanes, en la que las mujeres deciden renunciar
al sexo si sus maridos no paraban la guerra, aquello tenía bastante sentido
común.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
Publicado en el brief de
ACTUALL de 12 de marzo 2018
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