Si el estado de bienestar era el que
nos cuidaría desde la cuna a la tumba parece
claro que ha fracasado, pero aun no se han enterado
Cada vez son más los mayores
que ven con preocupación su vejez pues al ir alargándose la esperanza de vida
van llegando a edades en las que necesitan cuidados y atenciones, es ser
dependientes de otros para poder seguir viviendo.
En otros tiempos los viejos
eran cuidados por sus familias, pero en la actualidad no siempre es posible, pues o no tuvieron
hijos o los pocos que tengan están a menudo lejos, sin posibilidad de
prestarles la atención que necesitan.
Las residencias de ancianos
suelen costar bastante más de la pensión que cobran, salvo las pocas que
dependen de los servicios sociales, insuficientes para cubrir la demanda de
plazas tanto de válidos como de asistidos, aunque con el tiempo todos necesitan
ayuda para levantarse, para el aseo personal, para vestirse y para comer, por
ello las residencias privadas resultan tan caras.
La prolongación de la esperanza
de vida que estimamos como positiva tiene el reverso de que tal prolongación
significa a menudo soledad, enfermedades y problemas.
Las ayudas a la dependencia, si
llegan a conseguirse, no resuelven la soledad de los ancianos, ni su necesidad
de cariño y comprensión, si sus hijos no pueden o quieren dedicarles el tiempo
que necesitan, están lejos o simplemente no existen.
Es un auténtico drama cuando
fallece uno de los cónyuges y el otro se queda solo, a menudo con menos
ingresos, que le dificultarán mantener el hogar en el que vivieron. Cualquier
cambio produce en los ancianos una gran inquietud pues comprenden que le va a
resultar difícil la adaptación a una residencia, o a ir rotando de hijo en
hijo, si los tienen, y acuerdan acogerlo determinado número de meses al año.
Quizás el amor al prójimo, al próximo, debería ser
prioritario el que dediquemos a nuestros mayores en su difícil etapa de
ancianidad y hacerlo extensivo a amigos y vecinos que estén en esta situación.
Los políticos pueden seguir
discutiendo el problema de las pensiones y si sigue siendo válido el sistema
actual, aunque lo más seguro es que
decidan subir los impuestos y se pierdan en índices de crecimiento, PIB o PIN,
para seguir parcheando la situación de los mayores con la mirada puesta en los
votos que puedan conseguir para alcanzar el poder o mantenerse en él.
Lo cierto es que se ha
producido un cambio social que no sabemos gestionar pues la pirámide de
población se ha invertido, la natalidad va cayendo cada vez más y la familia ha
dejado de considerarse la institución básica de la sociedad y no se le apoya ni
promociona. El nuevo orden mundial parece preferir a individuos sin arraigo,
sin historia ni creencias, convencidos de sus libertades, pero que
consuman, voten y paguen impuestos para
seguir manteniendo unas administraciones monstruosas.
Debemos estar locos los que
pensamos que el único pacto necesario es el que decidiera revisar la utilidad
de tanta administración, de tanto organismo, de tanto parlamento, de tantos
políticos, consejeros y asesores que viven bastante bien a costa de los
ciudadanos.
Sería pedir un milagro, pues
sigamos pidiéndolo y dejemos de confiar en que la Unión Europea va a resolver
nuestros problemas.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
Publicado en Actuall del 19 de
marzo de 2018
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