Desde la familia a las
organizaciones internacionales, pasando por nuestro barrio, nuestra ciudad,
nuestra comunidad autónoma y nuestra nación, vivimos inmersos en una sociedad
compleja, cuyo buen funcionamiento exige que todos y cada uno de nosotros tengamos
un comportamiento ético en nuestro actuar de cada día. La ética es el conjunto
de principios y reglas morales que regulan las relaciones humanas.
Lo anterior puede ser
compartido por mucha gente, al menos a nivel teórico. Pero es necesario
descender a la práctica de cada día de los españoles y veo que aunque mucha
gente se comporta bien normalmente, no reacciona frente a los que actúan mal,
unas veces por no complicarse la vida y otras por una tolerancia mal entendida.
A nivel familiar no hay una
exigencia generalizada de que todos los miembros, incluidos los hijos,
colaboren en las cargas y tareas del hogar familiar, por lo que la educación es deficiente, la
conducta de los padres en exceso permisiva. Hay una creciente inestabilidad de
los matrimonios y los cambios de pareja se están aceptando como normales. Estos
comportamientos ¿son éticos?
Podemos comprobar cada día pintadas
en las paredes de nuestras casas y monumentos y destrozo del mobiliario urbano.
No hay un rechazo social suficiente de estos vándalos y pintamonas, ni de los
que ensucian las calles, arrojan basura, cortan las flores de los jardines. La
mayoría de las personas no hacen estas cosas,
pero tampoco hacen nada por erradicar estos desmanes, por educar en el
respeto a las cosas comunes.
Conseguir una baja laboral o
alargarla de forma fraudulenta no es una conducta rara entre nosotros, aunque
nadie se considera un delincuente por hacerlo. Llegar tarde al trabajo o rendir
poco, es bastante habitual en algunos compañeros; el jefe o patrón puede
llamarles la atención, pero los demás callan, aunque los critiquen por lo bajo.
Copiar en un examen sería algo
muy mal visto en otros países, aquí no es cosa que extrañe, se acepta como
normal y nadie protesta. ¿Es ético conseguir un aprobado, un título, un puesto
de trabajo, sin mérito y capacidad demostrada?
Si pasamos de todas estas cosas
y nos fijamos en los políticos, la falta de ética de muchos de ellos se está
señalando constantemente por los medios de comunicación, pero sus desmanes y
despilfarros, solo producen el rechazo de los políticamente contrarios. ¿Podemos
presumir de ser un estado ético, cumplidor de sus compromisos?
Los manifestantes de cada día,
se repite constantemente en sus pancartas que están por la defensa de lo público, pero la cosa pública, la res publica, parece más una ubre de la
que disfrutar sin control que algo que haya que administrar de forma más
escrupulosa que lo propio.
Los bienes comunes son el
resultado de las aportaciones y sacrificios de varias generaciones de
españoles. Su administración eficaz y eficiente exige la ética de todos y la
integridad de los gobernantes. ¿Cuántos españoles estamos de acuerdo en ello?
Revisemos cada cual nuestro
comportamiento, sin engañarnos a nosotros mismos, quizás todos tengamos algo
que rectificar.
Francisco Rodríguez Barragán
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