La vicepresidenta del gobierno
ha anunciado que da carpetazo a la reforma de la Ley del aborto por las
divisiones que la misma suscita entre los miembros de su partido. Esta
lamentable noticia pone de manifiesto, una vez más, el error de muchos que los
votamos creyendo que podían solucionar los desaguisados del nefasto gobierno
anterior. Está visto que los partidos políticos utilizan los votos de los
ciudadanos como un cheque en blanco, que les faculta para hacer lo que les
venga en gana. Economía: sí. Aborto, educación, familia: ¡ya veremos!
También queda claro que vivimos
en una sociedad que se va quedando sin valores morales a defender. La familia
como base insustituible de una sociedad sana, el matrimonio entre un hombre y
una mujer fundado en la fidelidad y la estabilidad como base de la familia, la sexualidad como ejercicio responsable de
nuestra facultad reproductiva, el derecho del niño a nacer y a disfrutar de un
padre y de una madre, son cosas que debían estar asumidas por cualquier persona
razonable, pues establecer lo contrario resulta monstruoso.
Los recalcitrantes
anticlericales dirán que rechazan estos valores por ser los de la Iglesia. No
llegarán a enterarse nunca que los
valores morales no son valores ni morales porque los defienda la Iglesia sino
que la Iglesia los defiende porque son valores y son morales. Cualquier
persona dotada de razón que busque el bien y la verdad con honradez y sin
prejuicios lo entenderá, aunque no sea creyente.
Por desgracia se han ido
difundiendo en nuestra civilización occidental los gérmenes corrosivos que
terminarán por destruirnos. Una visión materialista y hedonista del hombre, la
perversa declaración de los llamados nuevos derechos para gozar sin deberes ni
responsabilidades, al mismo tiempo que la educación se dedica a manipular las
conciencias desde la infancia a la universidad, en lugar de enseñar a ser
personas capaces de pensar, de tener dominio sobre sí mismos, a prepararse para
contribuir con su inteligencia y su esfuerzo a hacer un mundo más justo y más
humano.
Quizás pueda parecer que la
actual lucha judicial contra la
corrupción y el despilfarro va a redimir a nuestra democracia de sus lacras. No estoy seguro. Aunque algunos lleguen a
pagar por sus delitos, serán legión los que queden impunes y los que se dicen
ateos ni siquiera podrán decir que Dios les pedirá cuenta, que Dios los
juzgará.
He escuchado a políticos de un
partido o de otro decir que la mayoría de ellos no son unos “chorizos” sino
gente honrada que trabaja por el bien común. Por supuesto que no todos serán
corruptos y ladrones, pero no han hecho nada por limpiar sus partidos de
gentuza. Nadie que quiere llegar a ser candidato de algo se atreve a molestar a
los que tienen el arbitrario poder de seleccionar los candidatos y el orden en
que van a aparecer.
No sabemos cómo ni cuándo
saldremos de la crisis económica, pero me preocupa aún más si llegaremos a
salir de la crisis de valores morales que padecemos. Para la economía se están
dedicando esfuerzos, mejor o peor orientados dentro de la cuestionable Unidad
Europea, para la moralización de nuestras vidas y costumbres, ¿qué podemos
hacer?.
Francisco Rodríguez Barragán
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