Ante
tanto dislate acerca de la ideología de género es una satisfacción leer el
comunicado del Colegio Americano de Pediatras en el que advierte del abuso
infantil que constituye condicionar a los niños a creer que pueden elegir su
propio sexo como se está introduciendo en la educación pública y, lo que es más
grave, en las leyes “progresistas” que se elaboran por unos parlamentos que se
arrogan unos poderes absurdos.
Dice
el Colegio Americano de Pediatras que no existe un tercer sexo pues la
sexualidad humana es un rasgo biológico objetivo binario. Nuestros cromosomas
XY y XX son marcadores genéticos saludables. Somos concebidos como hombre o
como mujer, siendo su finalidad obvia la reproducción y crecimiento de nuestra
especie, lo cual es evidente por sí mismo. También dice el citado Colegio que
nadie nace con un género sino con un sexo biológico.
Nadie
nace con conciencia de ser hombre o mujer sino que se va desarrollando con el
tiempo, aunque puede desviarse a consecuencia de percepciones subjetivas del
niño, de sus relaciones y experiencias adversas desde la infancia y quienes se
identifican como del sexo opuesto o como algo intermedio, no conforman un
tercer sexo sino que siguen siendo hombres o mujeres biológicos.
Que
un niño se crea niña o una niña se crea niño es un problema psicológico
objetivo en su mente pero no en su cuerpo, es una disforia de género y debe ser
tratada como tal. Utilizar bloqueadores hormonales en la pubertad o la
mutilación quirúrgica de sus órganos sanos es una barbaridad respaldada por el lobby
de lesbianas, gay, bisexuales y transexuales con grandes influencias en
organismos internacionales.
El
pasado 21 de marzo tres obispos españoles publicaron su reflexión sobre la «Ley
de Identidad y expresión de Género e Igualdad Social y no discriminación»
aprobada por la Asamblea de la Comunidad de Madrid en la que señalan que el
“supuesto derecho” al reconocimiento de la identidad de género libremente
manifestada, es mera ideología nacida de la revolución sexual y la dictadura
del relativismo que pretende en nombre de la libertad abolir cualquier norma
moral que impida el imperio de la libertad absoluta de la técnica.
Dicen
también los obispos que el contenido de esta ley no es algo separado del proyecto
de ingeniería social que se viene propiciando en España y también a nivel
mundial, del que forman parte la anticoncepción, la esterilización, el aborto,
el amor libre, las técnicas de reproducción asistida, la usurpación deliberada
de la filiación natural de los niños, manipulación hormonal y extirpación
quirúrgica para la reasignación de la identidad personal, la eutanasia, el
suicidio asistido, la manipulación de embriones, etc. en una tarea de
deconstrucción del hombre que avanza inexorable.
El
campo educativo en manos de los poderes públicos es una herramienta decisiva en
esta tarea, a través de la implantación de una educación sexual, promovida por
la Organización Mundial de la Salud que afecta a los niños desde la escuela
infantil hasta el bachillerato, sin contar para nada con la voluntad de los
padres y otorgándoles la capacidad legal para definir su orientación sexual.
Como
puede verse los políticos hablan de “derechos” al mismo tiempo que conculcan
los que teníamos como personas y como padres.
Francisco
Rodríguez Barragán
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