Progresar es desarrollar nuestra capacidad de ser mejores
Hoy quizás debería escribir
algo sobre los problemas de Cataluña o sobre los voraces incendios de Galicia,
pero pienso que sobre todo ello hay mucha gente que escribe sesudos artículos o
exabruptos incomprensibles, por ello dedicaré mi pequeño artículo semanal a
otras cosas, que pienso pueden resultar útiles a los que se les ocurra leerme.
Cada vez que muestro mi
desagrado por algunas de las cosas que pasan hay quien me advierte que estamos
en otros tiempos, que hemos progresado y que esta es la época de la “pos
verdad”, expresión que no logro entender, pues para mí las cosas son verdaderas
o falsas.
Respecto del progreso, de que
tanto se alardea, me parece que no hay tal progreso sino cambio. Progresar sería
el proceso de llegar a ser cada vez de mejor manera mediante el desarrollo
armónico de su propia naturaleza, pero lo que observo es que lo que hay es un
mero cambio.
Nos dicen que hemos progresado
al admitir que hay varios tipos de familia, pero la familia
progresaría si desde su intima naturaleza fuera desarrollando cada vez con más
plenitud su papel de célula básica de la sociedad, donde los esposos consiguen
unificar sus vidas en el amor y transmitirlo a sus hijos, pero si llamamos
familia a cualquier tipo de unión temporal y evanescente, no hay tal progreso
sino mero cambio, al que siguen denominando familia de forma engañosa e
inapropiada. ¿Progresa la institución familiar con parejas del mismo sexo, que
por su propia naturaleza no pueden procrear e intenten crear una falsa
descendencia?
También nos quieren vender como
progreso el divorcio, cada vez más exprés, cuando lo que nos ofrecen es
simplemente el cambio de pareja, en una especie de poligamia sucesiva. La ruptura
de una relación de pareja no es ningún progreso sino un fracaso lamentable y si
hay descendencia una desgracia para los hijos. Las rupturas de pareja, con
divorcio o sin divorcio, siempre son traumáticas.
También nos vende como progreso
la libertad sexual y me pregunto si el ejercicio de la sexualidad como simple
búsqueda de placer, sin freno ni compromiso,
¿hace progresar a las personas para llegar a ser mejores? Seguro que no.
La sexualidad como algo sagrado para intercambiarlo en una relación de amor
estable, en el que cada uno busca el bien del otro, sería un auténtico progreso
personal. El libertinaje es destructivo, aunque se le llame “hacer el amor”.
Por supuesto que también pasa
por progreso la difusión de todos los métodos anticonceptivos, incluido el
aborto, que ha pasado de delito a derecho en una pirueta sorprendente. La
rentable industria de los anticonceptivos facilitó la explosión de la libertad
sexual, que no creo que nos haya hecho progresar como personas sino todo lo
contrario. No hay tal libertad sino esclavitud y dependencia.
Habrá ocasión de reflexionar
sobre otros muchos cambios en educación, en historia, en economía o en política
que nos quieren hacer pasar como progreso, para lo que cuentan con multitud de
medios de difusión.
Hay que utilizar la propia
razón para no dejarnos engañar. Las cosas solo pueden ser verdad o mentira,
nada de pos-verdades tramposas. Quizás sea más necesario ejercitarse en
descubrir trampas que distraerse con vaciedades televisivas.
Francisco Rodríguez Barragán
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