Son las armas de manipulación masiva
de la propaganda y las guerras que estamos
perdiendo cada día sin enterarnos
Aunque la revolución comunista
no consiguió extenderse a la Europa Occidental después de la II Guerra mundial,
los revolucionarios neo-marxistas siguen
empeñados en provocar constantes revoluciones. Gramsci ya advirtió que para
imponer el totalitarismo era necesario hacerse con la educación, ocupar desde
los parvularios a las universidades.
Noam Chomsky ha teorizado sobre
todo ello y ha acuñado el lema de “armas
silenciosas para guerras tranquilas” como un método eficaz para ir
transformando el mundo entero con un Nuevo Orden Mundial, empezando por
Occidente o mejor quizás por Hispanoamérica, donde llevan bastante adelanto en
la tarea revolucionaria.
Lo importante para esta
revolución en curso es dejarnos sin identidad y lo están consiguiendo. Nuestras
señas de identidad han sido siempre: ser hombre o mujer, formar parte de una
familia, tener una patria y una historia pues a la vista está que todo ello se
está hundiendo abatido por las armas silenciosas de la manipulación masiva de
todos los medios posibles.
Hemos pasado rápidamente de lo
impensable a lo aceptado socialmente, y desgraciado de quien se oponga.
¿Quién podía pensar que la
sexualidad dejara de formar parte de la intimidad de cada persona para
ofrecerse en espectáculo de mal gusto? ¿Quién podía pensar que cualquier
hombre, por el hecho de ser hombre, iba a ser sospechoso de machismo? Una cosa
es el derecho de cada persona a no ser discriminado y otra que los
discriminados seamos los demás. Orgullo ¿de qué?
El feminismo feroz y la
ideología de género, un par de “armas
silenciosas”, aunque ruidosas, están ganando la batalla en estas “guerras tranquilas”. No hay cañonazos
ni disparos en esta guerra pero sí hay bajas: millones de niños abortados sin
remordimiento.
El canto de sirena de una
libertad sin ataduras, y la propaganda de varios modelos de familia, están
acabando con la familia compuesta de un padre y una madre, abierta a unos hijos
a quienes educar, a quienes transmitir valores compartidos, base esencial de la
sociedad. Las rupturas familiares, los hijos extramatrimoniales y los hogares
sin hijos, son también las ruinas que producen las batallas de esta “guerra
tranquila”
Otra seña de identidad era la
vivencia religiosa, que va quedando reducida a manifestaciones folclóricas o a
ONGs ocupadas en labores asistenciales y reparto de alimentos, pero sin decidida
proclamación del Evangelio de Jesús en toda su integridad. Otra batalla que
también se va perdiendo.
Y por si fuera poco han
conseguido introducir el multiculturalismo como una forma de ir sustituyendo a
una población por otra.
Como imaginara Orwell, la
historia se está reescribiendo constantemente para que las nuevas generaciones
no tengan claro nada de su pasado, el que nos fue constituyendo como nación
soberana y que, cada vez más, es una seña de identidad perdida, de la que no se
habla si no es para vituperarla y arrancarla de cuajo o para irla rompiendo
rápidamente estimulando nacionalismos egoístas y disgregadores, mientras se va
cayendo en una Unión Europea que, paso a paso, merma la soberanía de sus socios.
La derecha, la izquierda, el
centro ¿son conscientes de que estamos en una guerra, por muy tranquila que se
presente, o solo les interesan los beneficios de la política, del poder?.
No es casualidad que el magnate
Soros se haya apresurado a visitar al presidente del gobierno, seguro que para
darle instrucciones sobre lo que se espera de él en el proceloso mundo del
dinero.
Imagino que todo esto se ha
planeado con escuadra y compás ¿entendido?
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
Publicado en ACTUALL del 13 de
julio de 2018
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