Este día se celebra a San Juan de Dios que vivió para los pobres y comenzó su obra en Granada.
Sigue la disputa acerca de si
pueden celebrarse o no las manifestaciones del día de la mujer, aunque cuando se
publique este articulo tendremos cumplida noticia de lo ocurrido.
Por las calles andan con
pañuelos morados que seguramente no se refieren al tiempo de Cuaresma ni a
ninguna cofradía de penitencia, sino al partido político que las patrocina, que
parece más interesado en atizar el odio de las mujeres a los hombres que a la
defensa de la igualdad de derechos y obligaciones de hombres y mujeres.
Quizás tenga más interés
recordar que hoy la iglesia conmemora a San Juan de Dios, un portugués que
vendía estampas de santos a la entrada de Granada y que oyendo la ardiente
predicación de San Juan de Ávila decidió dedicarse a ayudar a los pobres y a
los enfermos que entonces no tenían otro amparo que la caridad que podía
brindarles la Iglesia o algunos de sus miembros.
A pesar de tanto blasonar de la
asistencia pública, la ruina que ha representado la pandemia del coronavirus ha
vuelto a llevar colas de gente a las puertas de las parroquias. Los cristianos
cada vez seremos menos y mal considerados pero los únicos capaces de conseguir
alimentos para los que se encuentran en situación de necesidad.
Los presupuestos del gobierno
tienen que atender muchas cosas, aunque quizás reduciendo el número y la
remuneración que percibe la inflada nómina de tanto político prescindible, las
cosas podrían mejorar algo.
Juan de Dios fue soldado en las
guerras del Emperador Calor V donde estuvo a punto de ser ahorcado, luego
estuvo en la defensa de Viena atacada por los turcos, pero vuelve a su oficio
de pastor, leñador o albañil para ganarse la vida. En Gibraltar se inicia en el
oficio de librero que ejercerá en Granada y cuando parece que ya ha dejado de
correr aventuras escucha a Juan de Ávila y sus palabras se fijaron en sus
entrañas, pide misericordia y se despoja de todo, incluso de sus vestidos.
Unos dicen que se ha vuelto
loco y otros que es un santo. Entra en contacto con los más desfavorecidos y lo
llevaron al manicomio establecido en un ala del Hospital Real. Se rebela contra
el trato que dispensan a los que ocupan el manicomio y pide a Dios que le dé
tiempo y gracia para hacer un hospital donde pueda acoger a los locos y desamparados
para servirlos.
En Granada se hace famoso al
dedicar su vida a los inválidos, huérfanos y desamparados sin más recursos que
las limosnas que consigue lanzando a sus oyentes la pregunta ¿quién se hace
bien a sí mismo dando a los pobres de Cristo?
Hay un fuego en el Hospital y allí acude con toda la ciudad para sacar a
los enfermos con éxito y con la ayuda del arcángel San Rafael.
En enero de 1550 tratando de
salvar a un joven que se estaba ahogando en el
rio Genil, enfermó gravemente y en su lecho de muerte entregó a su
sucesor Antón Martin y al arzobispo el libro de sus deudas y de los enfermos
asistidos.
Este año Granada no podrá
celebrar su fiesta como se merece, pero su obra sigue en pie mientras que otras
cosas se irán disolviendo con el tiempo sin ninguna duda.
Francisco Rodríguez Barragán
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