Con
tanto número de muertos en cada telediario, los de la eutanasia pueden pasar desapercibidos.
Parece que la aprobación de la
ley de la eutanasia es cosa hecha, una vez aprobada por el Senado. Por lo visto
nuestros gobernantes han comprobado que el número de muertos es algo que ha
dejado de inquietar a los ciudadanos, por lo que si se añaden otros más por la
eutanasia no se va a notar.
Recuerdo el salvaje atentado
del 11 de marzo de 2004 que produjo 191 muertos y nos puso en un estado de
excitación considerable durante unos días. La verdad de aquello no se supo y
sigue sin saberse aunque se lo adjudicaran los jueces a un Grupo Islámico de Al
Qaeda. Sirvió para modificar el resultado de las elecciones inmediatas, las
victimas se movilizaron con ahínco, pero después de 17 años nadie ha querido
llegar al fondo del asunto.
Las víctimas de la pandemia,
que se cuentan por decenas de miles, se están utilizando para abrir los
telediarios con cifras y más cifras de contagiados y muertos que sus familiares
habrán sentido y nada más.
En este ambiente de
indiferencia ante la muerte la ley de eutanasia va a pasar casi inadvertida.
Los políticos la califican de avance, de progresismo, y no quieren oír hablar
de la necesaria prestación sanitaria de cuidados paliativos, aunque grupos de
profesionales médicos hayan mostrado su juicio desfavorable pues el médico,
desde los tiempos de Hipócrates, Celso o Galeno de la antigüedad clásica hayan
promovido el respeto a la vida.
Nuestros políticos, no solo de
España sino de toda Europa, que se creen más listos que nadie han puesto en
marcha la eutanasia de la que dicen que forma parte del derecho humano a la
autodeterminación. Todas las garantías de voluntad que pueda firmar el que se
está muriendo no es más que una patraña.
Pero seguramente será aceptada
por los ciudadanos, lo mismo que hicieron leyes legalizando el aborto, el
cambio de sexo o el matrimonio homosexual.
Comprendo que hay que tener
valor para enfrentarse con tanta gente que se cree que estas cosas son signos
de progreso cuando en realidad son signos de degeneración.
Cada vez nos vamos hundiendo
más en una sociedad podrida que está destruyendo la familia, la educación y
hasta la historia, mientras que propone, nada menos, que salvar el planeta
comenzando por partir de cero y reiniciar la vida humana y las relaciones entre
las personas.
Para este objetivo sobran los
viejos, sobra la historia y sobra la religión. ¿Se han percatado de más de un
alcalde que arranca la cruz de su pueblo que quiere explicar como medida de
progreso? y esperará ser premiado por este gobierno que comenzó su andadura desenterrando
un cadáver. Por aquí se dice que desenterrar un muerto trae “mal fario”.
Rezo porque la ley de eutanasia
no llegue a aprobarse, pero también creo que Dios respeta nuestra libertad ya
que tiene toda la eternidad por delante para premiar o castigar a cada uno de
nosotros no solo por lo que hayamos hecho sino por lo que hayamos dejado de
hacer.
Callar ante el desmadre,
aceptar las barbaridades que quieran imponernos y pensar que se trata del
progreso de la humanidad es una auténtica memez, impropia de los que se crean
personas adultas y formadas.
Por favor, ¡despertemos y
actuemos, antes de que nos arrastre la corriente!
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
https://www.diariosigloxxi.com/firmas/franciscorodriguez
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