El análisis de FOESSA
nos dice que el acceso a un nivel educativo alto es una buena medida preventiva
de la exclusión social, pues las diferencias más destacadas entre unos tipos de
hogares y otros se dan justamente según el nivel de estudios del sustentador
principal, pues hay cuatro veces más proporción de excluidos en las personas
analfabetas que en las universitarias y todos los grupos que no consiguen un
nivel educativo superior a la secundaria obligatoria, tienen tasas de exclusión
superiores a la media y suponen 2/3 del espacio social de exclusión.
En la cuestión
educativa los datos que pueden consultarse fácilmente nos hablan de un
importante abandono temprano de los estudios, cuando acabados con éxito los
ciclos de educación obligatoria se desiste de continuar el esfuerzo a ciclos
superiores. También hay un importante abandono escolar, cuando no se llega
siquiera a completar los ciclos obligatorios. Las causas de estos abandonos están
sin duda en la situación familiar, pues los hogares víctimas de la exclusión
tienen menores posibilidades de superarlos.
Ya que tocamos el tema
educativo no está de más meditar sobre los malos resultados de los informes
PISA que se reiteran una y otra vez, lo que indica graves deficiencias en los
planes educativos y en la transmisión del saber del profesorado al alumnado.
Advierte el análisis de
FOESSA que la pobreza y la exclusión social no son cosas de la crisis, pues
antes de ella, en el informe del año 2007 se mostraba una sociedad muy marcada
por la precariedad, en la que amplios sectores de la población, más de la mitad,
se veían afectados en distinta manera por problemas económicos, políticos, de
acceso a la vivienda, la educación o la salud. En el extremo de estos grupos,
uno de cada 20 hogares resultaba afectado por intensos procesos de exclusión.
El impacto de desempleo
en el espacio social de la exclusión no se entiende solo en términos de
extensión relativa, sino en términos de intensidad, pues el 37% de los hogares
encabezados por un desempleado están en situación de exclusión severa, quince
puntos más que en el año 2007. En las situaciones de exclusión severa, es decir
con ingresos inferiores al 30% de la media, los hogares encabezados por una
persona desempleada son tres veces más que en el año 2007.
Profundiza el análisis
que comentamos en el hecho de que España carece de un sistema de renta mínimas
homologables al que existe en la mayor parte de los 15 países más avanzados de
Europa. Junto a la ausencia de un sólido sistema de prestaciones familiares, la
mayor parte de las CC.AA. carecen de un
verdadero sistema de rentas mínimas. De una política efectiva de rentas de
inserción apenas se habla ni funciona, por lo que precisa de una reforma
sustancial. Las deducciones familiares del Impuesto sobre la Renta de las
Personas físicas opera cuando tales personas tienen rentas, pero si no las
tienen o son insuficientes, el afectado no recibe nada.
Hay otro capítulo que
trataré de comentar en otro artículo: el que se pregunta cómo hemos llegado
hasta aquí y los orígenes del endeudamiento.
Nuevamente advierto que
mis pobres comentarios no hacen justicia a la riqueza del documento que les
invito a leer directamente.
Francisco Rodríguez
Barragán
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