San
Benito: Patrón de Europa: ora et labora
Me pongo a escribir el día
de San Benito, nombrado patrón de Europa por el Papa Pablo VI en 1964. Nacido a
finales del siglo V murió a mediados del siglo VI, después de haber fundado
monasterios que conservaron la cultura de Roma y Grecia y que junto al cristianismo
conforman nuestras raíces, de las que parece habernos olvidado.
Su regla se sintetiza en dos
palabras “Ora et labora”, ora y trabaja, cuyo éxito ha quedado más que
demostrado, mientras que todas las fórmulas políticas que hemos ido ensayando
han terminado derrumbándose.
Orgullosos de nosotros
mismos, hemos creído que bastaba con el trabajo humano, el ingenio humano, para
construir naciones y grupos de naciones y está a la vista que todo es un hacer
y deshacer, sin encontrar un mundo donde el orden, la paz y la justicia queden establecidos
de forma duradera.
Decía San Benito que cuando
emprendas alguna obra buena, lo primero que has de hacer es pedir
constantemente a Dios que sea él quien la lleve a término, pues debemos
someternos a él en el uso de los bienes que pone a nuestra disposición.
Las personas en general no
somos conscientes de nuestra naturaleza de criaturas, cuya existencia hemos
recibido de Dios y al que debemos de rendir cuenta de nuestros actos. Lo que se
nos inculca por pensadores, filósofos y científicos es todo lo contrario: que
somos los amos y señores del mundo, que podemos organizar a nuestro antojo en
una lucha permanente por el poder frente a los demás bien se trate de otras
naciones, otros grupos u otros partidos dentro de casa. Aquello de que “seréis
como dioses”, que dijo el demonio, lo hemos asumido sin discusión, pero somos
unos pobres diosecillos, enanos que se creen gigantes, siempre prometiendo un
mundo feliz que nunca llega.
El salmo 126 ya nos advierte
que si el Señor no construye la casa en vano se esfuerzan los albañiles y si el
Señor no guarda la ciudad en vano vigilan los centinelas, advertencia que nadie
parece tener en cuenta. Hay mucho “labora” sin oración, es más, sin ningún
sentido del bien común. Todos intentas que triunfen sus ideas aunque se hunda
el mundo.
Estos días estoy viendo en
la tele los encierros de Pamplona y me pregunto la petición a San Fermín, antes
de que salgan los toros, de que los guie en el encierro, si tiene un contenido
verdaderamente religioso o meramente folclórico. También he observado que
algunos corredores, cuando oyen el estampido del cohete, se santiguan o besan
alguna medalla que llevan al cuello. ¿Son rescoldos de una antigua religiosidad
o mera superstición?
Aquí parece que las
manifestaciones de religiosidad están sometidas a fechas fijas, a actos
puntuales, Semana Santa, fiesta del Patrón, romería a la ermita, etc. pero lo
que ordenaba San Benito a sus monjes era una oración y un trabajo permanente,
una presencia de Dios constante y una confianza total en el Señor.
Las estadísticas mensuales
nos pueden decir los que trabajan, pero no hay ninguna estadística de los que además
oran. Seguramente se podrá argüir que quienes no tienen fe no tienen que rezar,
pero podrían rezar pidiendo la fe.
Querer alejar a Dios de
nuestras vida familiar, laboral o política, nos lleva al desastre una y otra
vez. ¿Aprenderemos?
Francisco Rodríguez Barragán
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