¿Cuándo
habrá debates sobre lo que de verdad importa?
Todos los medios de
comunicación de gran audiencia nos ofrecen cada día debates y discusiones
políticas, pero estos se reducen a elucubrar acerca del próximo gobierno y las
posturas de los partidos ante la posibilidad de unas terceras elecciones,
pactos y componendas, radicalismos, cerrazón y desplantes cara a la galería.
Por mi parte, saco en
consecuencia que todos buscan el poder y sus prebendas y los que se dicen
liberales no sé muy bien qué libertades promocionan, los que se dicen
social-demócratas tampoco explican claramente en qué consiste su rimbombante
título y los populistas viven en un cacao mental notable, pero todos son
unánimemente intervencionistas, aspirantes a dominar los mecanismos de los
variados boletines oficiales y los centros de decisión.
En cuanto a los que se dicen
nacionalistas hablan de romper con España, como si eso fuera posible, pero
también son intervencionistas a ultranza y enemigos de libertades que no sean
las que ellos concedan...
El gobierno del PP, todavía
en funciones, es continuista del anterior del PSOE pues las leyes de Rodríguez
Zapatero no han sido alteradas en lo más mínimo, a pesar de todo lo que dijera
el programa del PP, que le dio una aplastante mayoría absoluta y del que, sin
duda, quieren olvidarse y pasar página, amparados en su mayoría relativa.
Aunque una buena parte de
los españoles se confiesen cristianos no parece que les inquiete demasiado la
fragilidad de la familia, el descenso de la nupcialidad y el de la natalidad,
el envejecimiento imparable de la población, la aceptación social del ¡aborto
como derecho! o la convivencia sin matrimonio.
Bajo el señuelo engañoso de
luchar contra la discriminación social de determinados colectivos minoritarios,
todos los partidos imponen a la mayoría unas leyes absurdas y totalitarias que
promueven la elección del sexo por parte de los niños diciendo que la libertad
individual para ello está por encima de cualquier realidad biológica y tal
aberración ha de enseñarse en los colegios y quienes se opongan pueden ser
acusados, juzgados y multados por la Gestapo ideológica que se nos viene
encima.
Sobre estas cosas los medios
de comunicación importantes no facilitan ningún debate continuado, sino más
bien al contrario, colaboran a que tales leyes, las aberraciones sexuales, la
destrucción de la familia y hasta los vientres de alquiler, sean aceptados
socialmente.
Los cristianos, escasamente
evangelizados, aceptan sin discusión que la Iglesia, de la que teóricamente
forman parte, no deba inmiscuirse en política, lo cual forma parte del credo de
todos los partidos, que en el mejor de los casos los tolera y en los demás, sin
llegar a perseguirlos abiertamente, los combate con un laicismo agresivo, con
un ateísmo militante.
También es cierto que dentro
de la misma Iglesia hay gente que busca agradar al poder, evitar
enfrentamientos y conservar lo que pueda en colegios y obras asistenciales pero
ha renunciado a evangelizar, a ser luz que ilumine las conciencias, a ser sal de
la tierra, a recordar que ningún partido puede salvarnos sino Jesús, el Crucificado,
que advirtió a sus seguidores que serían perseguidos por su causa, pero les urgió
a anunciar el reino de Dios al mundo entero, a todas las realidades, incluido
el gobierno de cada nación, de cada organización política. ¿Para cuándo ese
debate?
Francisco Rodríguez Barragán
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