Andaba rumiando en este
tiempo preelectoral sobre los problemas de España: la economía, el desempleo,
la corrupción, el envejecimiento de la población, el fracaso escolar, el
separatismo, el poder judicial o el ocaso del bipartidismo, pero no, lo
importante para Don Pedro Sánchez Castejón es la eliminación de la asignatura
de religión y de los acuerdos Iglesia-Estado de 1979.
Luego me he dado cuenta de
la lógica que encierra su propuesta. Los partidos son tan democráticos que no pueden aceptar que exista una instancia
superior como fuente de la verdad y del bien y la única institución que lo
recuerda es la Iglesia. Resulta más progresista que sean las mayorías
parlamentarias las que decidan sobre lo bueno, lo malo, lo justo o lo injusto,
sin apelación posible.
Como la Iglesia enseña que
el matrimonio es una comunidad permanente de vida y amor entre un hombre y una
mujer y la familia la célula base de toda sociedad, pues hay que terminar con
tal “arcaísmo” y el todopoderoso parlamento decide que también son ¿matrimonios? las uniones entre personas del
mismo sexo y legislan sobre diversos tipos de familia, adopciones,
inseminaciones artificiales, que las parejas puedan separarse con el divorcio
exprés… y lo que nos quedará que ver.
Si para la Iglesia la
sexualidad es la transmisora de la vida y la vida es sagrada desde su concepción
hasta la muerte natural, es para los demócratas
otro “arcaísmo” a eliminar legislando sobre la licitud del aborto y la
eutanasia, utilizando eufemismos como el derecho de la mujer a decidir sobre el
concebido o la muerte digna para los enfermos incurables.
Al parecer nadie se alarma
de que la Junta de Andalucía adquiera lubrificantes anales y vaginales para no
sé qué programas de formación sexual en la enseñanza pública o que la Comunidad
de Madrid, regida por el Partido Popular, esté más preocupada por los derechos
de los animales y de los homosexuales, bisexuales y transexuales que por la
espantosa carnicería de los abortorios.
Entre los partidos con
opción de gobierno no hay diferencias sustanciales respecto a todas estas
cosas, si acaso los del PP dirán que las cosas se queden como están creyendo
que así contentan a sus potenciales votantes, pero no moverán un dedo para derogar
las leyes de las legislaturas de Zapatero para demostrar que puestos a
“progres” ellos los primeros.
Todos piensan en las
próximas elecciones pero nadie en las próximas generaciones. Los musulmanes
residentes en España van consiguiendo de forma lenta e imparable terminar con
nuestras tradiciones contando con la complacencia de los gobernantes
convencidos, al parecer, de las maravillas de la multiculturalidad. Pero los
musulmanes seguirán creciendo, reproduciéndose más que los españoles, sin contar
con los refugiados que nos asignen y llegará el momento de que lo que se enseñe
en las escuelas será el Corán y la sharia. Tiempo al tiempo. Otros países de
Europa nos llevan la delantera.
Solo me queda pedir para que
los cristianos españoles, muchos o pocos, sigan apostando por su fe, su
concepción de la familia, el respeto a la sexualidad y a la vida. A pesar de
nuestros super-demócratas, los todopoderosos parlamentos y sus efímeras mayorías
no pueden decidir sobre el bien y el mal, la verdad y la mentira, aunque cada
vez más ciudadanos lo acepten.
Francisco Rodríguez Barragán
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