El diccionario de la Real
Academia define la palabra eufemismo como manifestación suave o decorosa de ideas cuya
recta y franca expresión sería dura o malsonante. Si ponemos atención
podremos advertir que de forma permanente recibimos mensajes que evitan la
recta y franca expresión de ideas duras y por nuestra parte las utilizamos sin percatarnos
de que las palabras eufemísticas van configurando sin resistencia nuestra forma
de pensar.
Hay cientos de eufemismos.
Resulta menos agresivo hablar de actualización de precios que hablar de subida
de precios, hablar de apropiación indebida que llamarlo lisamente robo, para
evitar decir: despidos, hablamos de regulación de empleo o de amortización de
puestos de trabajo. Para no decir que
las cosas van mal en la economía se habla de crecimiento económico negativo o se llama pomposamente
residencia para la tercera edad a lo no pasa de ser un asilo.
La interrupción voluntaria del
embarazo (IVE) se utiliza sin
empacho evitando decir que se trata de la destrucción de un feto en gestación
por medios físicos o químicos a petición
de la embarazada. En este caso se ha ido mucho más allá, llamándolo derecho
a decidir de la mujer o justificándolo con eso de proteger su salud sexual y
reproductiva que utilizan los voceros antinatalistas. Presentado el aborto como
signo progresista está produciendo réditos políticos a los partidos a quienes
importan más los votos que la vida.
Un suceso de estos días ha
lanzado a los medios y a la gente el eufemismo muerte digna y algún
partido ya anunciado que si llega al poder legislará sobre ello, aunque ya
exista mucho camino recorrido por los gobiernos autonómicos y su propaganda
sobre el derecho de cada persona a dejar establecido un testamento vital en el
que exprese su voluntad de ser enviado al otro mundo por medios expeditivos
cuando alguien dictamine que está en las últimas.
La palabra eutanasia parece que
no ha tenido demasiado éxito y desde los medios se está usando profusamente la
de muerte digna para no decir muerte
rápida y así nos evitamos demoras y complicaciones.
Si el abuelo está en las últimas
y ya ni nos conoce, pues muerte digna y dejan de sufrir el abuelo y su parentela y podemos
seguir con nuestras vidas y nuestras vacaciones. Dicho así ¿verdad que suena
duro y desagradable?
Hay países de Europa en los que
si una persona tiene determinada edad no le harán ninguna costosa intervención
ni le facilitarán siquiera un marcapasos. Aquí en España se les atiende,
cualquiera que sea su edad (por ahora). La sostenibilidad de los servicios
sociales está siempre presente y el envejecimiento de la población también.
Lo mismo que la llamada interrupción
voluntaria del embarazo ha producido más de cien mil muertos en el año,
habrá que estar preparado por si la muerte digna aligera la nómina de
las pensiones.
Si hemos callado ante la muerte
de los niños en gestación ¿tendremos derecho a protestar si a nosotros, los
mayores, se nos aligera la muerte?
Desde que comenzamos a creer
que el bien y el mal lo deciden los parlamentos
democráticos y que podemos decidir sobre la vida y la muerte sin reconocer que
es un don de Dios que nos pedirá cuentas, seguiremos buscando eufemismos para
no llamar recta y francamente a las cosas por su nombre.
Francisco Rodríguez Barragán
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