SE
BUSCAN LIBERTADES Y SE HUYE DE RESPONSABILIDADES
La libertad no significa que
podamos hacer nuestro capricho, sino tener la posibilidad de ejercitar nuestra
propia voluntad para elegir el contenido de nuestras acciones y hacernos
responsables de sus consecuencias. La libertad tiene el pesado reverso de la responsabilidad.
Quizás por ello todos reclaman libertades pero huyen de las responsabilidades.
Las libertades que se invocan a
cada momento se presentan como reclamación de derechos a disfrutar, pero no
tanto como responsabilidades a asumir. A mi juicio, entre la libertad como atributo
que me constituye como persona y “las libertades” de las que se habla a menudo,
no hay una verdadera identidad.
Si en otros tiempos y sociedades
se distinguía y se valoraba con claridad la condición de libre o esclavo, de
señor o de siervo, ahora que se reconoce a todos los hombres como libres, la
distinción se marca entre estar en libertad o estar en prisión, como puede
verse en el artículo 17 de nuestra constitución.
Pero si la posibilidad de
perder la libertad presupone el reconocimiento de la responsabilidad de cada
cual, respecto a las acciones tipificadas en las leyes penales como faltas o
delitos, una amplia corriente de pensamiento trata de eximir de tal
responsabilidad a muchos delincuentes invocando que sus condiciones sociales o
familiares, son en último término las determinantes de sus acciones.
Este razonamiento determinista cuando
se amplía a la generalidad de las conductas, sirve a una mayoría para
exonerarse de responsabilidad, con lo cual la propia libertad queda vacía de
contenido. Si estoy en la pobreza o no he conseguido un puesto más relevante en
la sociedad, o no ha funcionado mi relación matrimonial, es culpa de mis circunstancias
familiares, de no tener influencias o de la mala suerte, pero pocas veces se
asume la propia responsabilidad por haber utilizado mal la libertad, por
ejemplo: elegimos divertirnos en lugar de prepararnos, elegimos gozar de la
sexualidad sin compromisos en lugar de dominar nuestros instintos, etc.
Una sociedad libre no puede
funcionar si sus miembros no asumen que ocupan el lugar que se deduzca de sus
acciones y la acepte como resultado de sus propios merecimientos. Pero una
sociedad libre es aquella que promueve la libertad y no determinadas
“libertades”. Una sociedad libre es la que ofrece oportunidades para que cada
uno use de sus talentos y determine sus metas y objetivos.
Pero no será libre nunca una
sociedad manipulada, en la que se haga creer a los ciudadanos que existe un
estado providencia que cuidará de ellos de la cuna a la tumba, que todos tienen
los mismos derechos con independencia de sus conductas y de su aportación al acervo común que los
gobernantes se encargarán de redistribuir a su conveniencia.
Una sociedad libre y
democrática puede subsistir solamente si
logra el fortalecimiento de la personalidad de los ciudadanos para ser dueños
de su voluntad y de su pensamiento para ejercerlo en libertad y responsabilidad.
Recordar la intrínseca conexión
entre libertad y responsabilidad me parece imprescindible en estos momentos en
que muchos gobernantes pueden resultar indemnes de la responsabilidad derivada
de sus decisiones y en el que muchos ciudadanos tampoco queremos asumirla en la
parte que nos toca.
Francisco Rodríguez Barragán
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