¿Podremos superar la crisis de la institución familiar?
“Se casaron y fueron felices”
era la frase que, hace años, ponía fin a
novelas y películas. Se daba por supuesto que después de vencer problemas y
dificultades para llegar a la boda, una vez celebrada, la felicidad se producía
de forma automática. Nada más falso: en la vida real después de la boda es
cuando empiezan los verdaderos problemas
y dificultades.
Las parejas con un proyecto a
largo plazo de vida y de familia, revisable y actualizable, podrán superar las
dificultades y vivir su amor en plenitud, pero si no existe otro proyecto que
“pasarlo bien” el fracaso será inevitable.
Los matrimonios se divorcian de
forma creciente y las parejas que conviven sin formalizar su unión, ni se sabe.
Irse a “vivir juntos sin papeles”, aunque digan que no los necesitan, creo que
en muchos casos lo que piensan es que así les resultará más fácil la ruptura y el establecimiento de una nueva
unión.
La actividad sexual es cada vez
más precoz. Hay una persistente incitación a disfrutar de una sexualidad
promiscua y sin responsabilidades, gracias a los medios anticonceptivos. Se ha
convenció a la gente de que se puede disfrutar del sexo, sin miedo al embarazo,
pero la cifra de más de cien mil abortos al año nos advierte de que este
disfrute irresponsable tiene graves consecuencias para las mujeres y por
supuesto para los niños eliminados cuando crecían en el vientre de sus
progenitoras. (Me resisto a llamar madres
a las que matan a sus hijos en gestación)
Los datos demográficos que
publica el INE nos dicen que disminuye la tasa de nupcialidad y que los
matrimonios se contraen y el primer hijo llega a edades superiores a los
treinta años, pues se retrasa todo lo posible para poder “disfrutar de la vida”
y pocas veces se busca que lleguen otros. También ha caído la tasa de natalidad
hasta el extremo de que es imposible la reposición generacional, al mismo
tiempo que aumenta la esperanza de vida muy por encima de los ochenta años. Hay
un creciente envejecimiento de la población que hará insostenible el sistema de
seguridad social.
Ver a un matrimonio con unos
cuantos hijos pequeños nos parece algo raro. Los hijos para muchas personas no
son más que una carga. Se ha generalizado la expresión de hijo deseado o
no-deseado. Los no-deseados serán considerados como una carga y en el peor de
los casos serán eliminados mediante el aborto. El embarazo que puede
estropearnos las vacaciones, el viaje o el ascenso, no se acepta o solo a
regañadientes.
Hablamos constantemente de la
crisis económica, a la que nos ha llevado la codicia, la corrupción y las
insensatas políticas de los gobernantes,
pero la crisis más grave, a mi entender, es la crisis de la familia que es la célula básica de la sociedad y esta
célula está cada vez más debilitada.
El matrimonio es la base de la
familia. Solo la unión sólida de un hombre y una mujer, capaces de hacer un
proyecto de vida en común, basado en el amor mutuo, la fidelidad, la
estabilidad y abiertos a la vida, puede crear una comunidad familiar, donde
cada uno es amado aceptado como persona única e irrepetible, donde todos buscan
activamente el bien de los demás.
Seguramente esperamos que los
políticos nos saquen de la crisis económica, pero de la crisis familiar
tendremos que salir nosotros. Si no lo hacemos nuestra sociedad tiene un futuro
problemático.
Francisco Rodríguez Barragán
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