viernes, 25 de diciembre de 2009

EXAMINAR NUESTRAS RELACIONES

Nuestra vida está hecha de las relaciones que vamos trenzando con las cosas, con las personas y con Dios. El constante devenir de nuestro propio ser depende de la forma en que se desarrollen estas relaciones, por eso vale la pena que las examinemos con frecuencia. Cuando damos por terminado un año y vamos a comenzar otro, como cualquier empresa, podemos hacer balance de los resultados y proyectar las mejoras necesarias.

Vivimos en constante relación con las cosas que nos ofrece la naturaleza y a las que tenemos que tratar con respeto. No podemos viciar el aire, ni ensuciar las aguas, ni destruir el paisaje. El mundo vegetal que hace posible la vida de hombres y animales hay que cuidarlo con esmero, con mimo. Hay que evitar activamente la deforestación de nuestros bosques por el fuego o la codicia, también la desertización de la tierra o su degradación por el uso inadecuado de productos químicos. Todos producimos basura nociva para los campos, los ríos, los mares. Tratar con respeto a la naturaleza significa conservarla en el mejor estado posible. Tenemos que preguntarnos seriamente si colaboramos en su conservación o en su destrucción.

En un proceso acumulativo de descubrimientos y mejoras, la humanidad ha conseguido fabricar multitud de cosas con las que estamos constantemente en relación. Energías transformadoras que canalizadas, mueven las fábricas, las minas, los transportes, iluminan, calientan o refrigeran nuestras casas, nuestras ciudades. Objeto maravillosos que nos permiten una vida más agradable al ahorrarnos esfuerzos y fatigas, o nos brindan distracciones al alcance de la mano o nos facilitan conocimientos y comunicaciones al instante. Tratar con respeto todas estas cosas exige evitar el despilfarro y hacer un buen uso de ellas. Si las usamos mal, en lugar de servirnos, nos estarán esclavizando. Si dependemos de todas estas cosas hasta el punto de sentirnos desgraciados cuando nos falta cualquiera de ellas, es síntoma claro de que hemos dejado de ser libres para ser esclavos de la comodidad, de la informática, del teléfono móvil, de la televisión…

Nuestras relaciones con las personas son de carácter distinto, pues las personas no son cosas ni están a nuestra disposición para usarlas y desecharlas cuando se nos antoje. Todas las personas son sagradas, aunque ellas mismas no lo sepan o lo hayan olvidado, y hemos de tratarlas como a tales. Cada persona tiene en su interior un espacio misterioso e inviolable en el que late el Espíritu con una oferta de eternidad. No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti, nos pone a todos en un nivel de igualdad, pero lo supera el precepto de amar a tu prójimo como a ti mismo, porque amar significa buscar activamente el bien de los demás y el bien absoluto es Dios que, de alguna manera, habita el interior de cada persona, como nos reveló Jesús. Nuestra relación con las personas sólo puede entenderse en términos de amor, de búsqueda del bien. Quedan por tanto excluidas las relaciones de dominación o de servidumbre.

Aunque ahora se quiere introducir en la mente de las nuevas generaciones que las relaciones entre las personas hay que verlas en términos de placer, de sexualidad sin compromiso, esto significaría dejar de ser personas para ser cosas sin alma, desechables, intercambiables, efímeras y sin sentido. La sexualidad forma parte de nuestra persona y es un bien destinado a darse en una recíproca donación de amor para siempre, abierta generosamente a la vida.

Forma parte de nuestra vida la relación con Dios. Somos criaturas suyas y nos relacionamos con Él, aunque esta relación sea de amarlo, de ignorarlo, de negarlo incluso de odiarlo, de forma parecida a nuestra actitud hacia otras personas. Pero la relación con Dios es la más importante. De ella depende el sentido total de nuestra vida. Por eso conviene reflexionar sobre ella. Si creemos que somos tan sólo el resultado de una evolución ciega destinados al placer, al dolor y a la extinción ¿Por qué sufrimos con la injusticia? ¿Por qué distinguimos entre lo bueno y lo malo? ¿Existe el bien y el mal?

Pero si creemos que somos criaturas que vivimos, nos movemos y existimos en Dios que nos creó por amor, qué duda cabe que tendríamos que responder con amor a su amor, tendríamos que amar a las demás criaturas y respetar toda la creación.

Ahora que termina el año, reflexionemos sobre todo ello, por favor.

Francisco Rodríguez Barragán

miércoles, 16 de diciembre de 2009

ALEGRAOS

Cada año, cuando llegan estos días, nos ocupamos de hacer llegar a nuestros amigos algún mensaje que les haga saber nuestro deseo de que sean felices. Por mi parte utilizo las palabras de San Pablo: estad alegres, os lo repito, alegraos. Pero ¿qué motivos hay para estar alegres, cómo podemos estar alegres en medio de tanta crisis, tantos problemas, tanto dolor?

Lo que os deseo no es que hagáis un pequeño paréntesis, unos días de jolgorio, para volver a los mismos problemas, las mismas dificultades, sino que os instaléis en una permanente alegría que nada ni nadie os pueda arrebatar. Dentro de nosotros existe una hondura, casi siempre inexplorada, donde podemos encontrarnos con Aquél que es fundamento de todo lo que existe, la roca segura donde edificar nuestra vida, donde ponernos a salvo.

En el correr inestable de los días, sufrimos el suplicio de los acontecimientos favorables o adversos que se suceden sin tregua. Nuestros deseos, siempre incolmables, nos zarandean cada día, nos inquietan los logros que deseamos alcanzar, nos asusta lo que podemos perder, sufrimos hasta por cosas que no llegan a ocurrir. La felicidad quizás sea algo que recordamos del pasado o algo que esperamos de un futuro incierto.

Las olas del océano pueden levantarse embravecidas en la tormenta, pero debajo de la superficie hay calma y estabilidad. Lo mismo pasa en nosotros. Debajo del agitado devenir de los días, tenemos en el espesor de nuestra alma un espacio sagrado y seguro. Sólo hay que armarse de valor y bajar a estas profundidades de nuestro ser donde, despojados de todos nuestros disfraces, nos encontremos a nosotros mismos ante Dios, fuente de alegría, sostén de toda esperanza.

Los problemas, las preocupaciones o los sufrimientos no van a desaparecer pero habremos descubierto el lugar donde encontrar la paz y la alegría, una alegría que nadie nos podrá quitar, distinta a la que ofrece el mundo, hecha de consumo y diversión. Una alegría que podemos compartir, sin que se agote nunca, con la gente que nos rodea. Podemos ser personas que viviendo los mismos problemas que los demás mantengamos la paz y la alegría y demos razón de nuestra esperanza.

Esa es la alegría que deseo a todos mis amigos, de la tuvimos noticias gracias a Jesús, el Hijo de Dios, cuyo nacimiento vamos a celebrar, que nos mostró el amor que Dios no tiene y que ha hecho morada dentro de nosotros.

Francisco Rodríguez Barragán

jueves, 10 de diciembre de 2009

LOS FALLOS DE LOS EXPERTOS

Los expertos son aquellas personas capaces de explicar “científicamente” por qué las cosas no ocurrieron como ellos pronosticaron. El colegio de augures de Roma, creo que contaba tan sólo con cuatro miembros, que se dedicaban a predecir el resultado de las acciones políticas o militares de la República o el Imperio, escudriñando el vuelo de las aves, su forma de comer o el estado de sus vísceras. Ignoro las veces que acertaron o se equivocaron, aunque en otras ocasiones sus dictámenes sirvieron para suspender las acciones consultadas.

Ahora, que pensamos estar más civilizados que entonces, en lugar de augures contamos con expertos, miles de expertos. Ellos elaboran estadísticas, proyecciones, índices y otras herramientas sobre las cuales se planifica la política, la economía, la educación, la población, la guerra, el clima, el futuro, en fin.

Naturalmente ese futuro resulta a menudo bastante diferente a lo previsto, pero los expertos explicarán, sin inmutarse, los procesos causales de la nueva realidad y propondrán de inmediato otros planes y otras soluciones.

Pensemos en cualquier obra pública, cuya planificación y ejecución ha sido encargada a expertos altamente cualificados. Lo más probable es que el costo y el tiempo de ejecución de la misma sean muy superiores a lo previsto.

Los americanos deciden ir a la guerra para la que cuentan con una gigantesca red de expertos en todo, armas eficaces y recursos económicos. Ellos pondrán orden rápidamente en cualquier punto del planeta, ya sea Corea, Vietman, Kuwait, Irak o Afganistán. Pues no, las cosas no salen como pensaban y esto pasa una y otra vez. Las victorias que alcanzaron contra los españoles en Filipinas, contra los alemanes en dos guerras mundiales o contra los japoneses, lanzándoles la bomba atómica, quizás les hicieron creer a sus expertos que lo mismo pasaría con las demás. Las cosas siempre ocurren de forma distinta. Ni Corea ni Vietman, parecen haberles enseñado nada.

Armados de una potente doctrina revolucionaria, un poder omnímodo y unos decididos planificadores, los soviéticos fueron hundiendo a medio mundo en la miseria, plan tras plan, hasta la implosión de su régimen en 1989. En Occidente y en América Latina, muchos expertos en marxismo siguieron y siguen organizando sus partidos comunistas, sin enterarse de nada.

Después de la caída del muro y el fin del régimen comunista, las democracias capitalistas se sintieron satisfechas con el crecimiento de su desarrollo técnico, de sus libertades, de sus instituciones, de su nivel de vida. Como las cosas iban viento en popa, los políticos y sus expertos asesores, pensaron que todo podía seguir así. Pero de pronto aparece la crisis financiera y el mundo entero entra en convulsión. Uno puede preguntarse cómo es posible que los expertos financieros, que pueblan los gabinetes de los grandes bancos, no barruntaran la catástrofe y siguieran invirtiendo en Lehman Brother, por ejemplo.

Pienso que pueden fabricarse teorías, proyecciones, planes, índices y leyes de economía sostenible, pero no hay manera de tabular la conducta humana. No sé si los expertos llegarán a reconocer, alguna vez, que no pueden prever las ocurrencias de los políticos, el egoísmo de los financieros o el rencor de los terroristas entre las variables de sus estadísticas, de sus previsiones.

El afán de ganancia de los financieros, la búsqueda de votos de los políticos, los intereses de las poderosas multinacionales, los designios de cambiar la sociedad desde posiciones poderosas, nada democráticas. Todo ello y muchas cosas más, hacen que vivamos en un mundo complicado con un futuro incierto, por más que miles de expertos crean que tienen la solución.

Cada vez soy más escéptico con tantos planes, tantas reuniones de alto nivel, tantas conferencias internacionales pero creo que hay valores que no cotizan en bolsa pero que son los únicos que pueden garantizar nuestra existencia: el trabajo bien hecho, la honestidad, la honradez, el cumplimiento de la palabra dada, la sobriedad, el esfuerzo, la búsqueda de la verdad y en definitiva el amor, la única fuerza capaz de construir un mundo nuevo donde habite la justicia.

Francisco Rodríguez Barragán

sábado, 5 de diciembre de 2009

TIEMPO DE CONVERSIÓN

Los cristianos creemos que el Hijo de Dios se hizo un hombre como nosotros y nació de María en Belén en tiempos del rey Herodes. Este acontecimiento, que pasó quizás bastante desapercibido, salvo para algunos pastores, es para nosotros el cumplimiento de la promesa de Dios, recordada una y otra vez por los profetas de Israel, de que enviaría a la humanidad un Salvador, el Mesías, el Señor.

La Iglesia celebra cada año este misterio: la Navidad, un hecho permanente que se actualiza para que los cristianos adoremos estremecidos a Dios hecho niño. Las cuatro semanas anteriores es el tiempo de Adviento, tiempo de conversión y de preparación.

¿Qué queda hoy de todo esto? De la alegría por la llegada del Hijo de Dios, hemos ido pasando a una fiesta para consumir, para comer y beber, para divertirnos y regalarnos. El misterio tremendo de Dios hecho hombre, se ha ido alejando, difuminando sus contornos, hasta hacerlo irreconocible entre luces de colores, reclamos publicitarios y grotescas figuras de Papá Noel.

Debilitado el mensaje y su significación estamos pasando a otro acto en el que se rechaza expresamente su significado religioso, invocando falsas razones de multiculturalidad, de convivencia, de respeto a las demás religiones, de descarado laicismo. He visto anunciada la conferencia de un autodenominado filósofo cuyo título era nada menos que ”Laicismo, garantía de democracia” Creen que eliminando a Dios va a instaurarse una paz universal, sin querer ver que están demoliendo nuestra sociedad, dejándola sin raíces, envejecida y sin futuro, el reemplazo generacional deviene imposible.

Pero en esta funesta tarea están colaborando muchos de los que se dicen cristianos, pero se pliegan al empuje de esta ola que se proclama progresista. Son, o quizás somos, los cristianos que hemos olvidado que el adviento es tiempo de conversión y no sólo de compra de regalos y juguetes.

¿Tiene sentido para nosotros los cristianos la llamada a la conversión como preparación de la Navidad? ¿De qué tenemos que convertirnos? Por desgracia hemos perdido hace muchos años la conciencia de pecado. No nos sentimos pecadores. Pensamos que el pecado es un fantasma para niños de otros tiempos. Si descubrimos el mal, siempre es en el prójimo, no en nosotros mismos. Tenemos una extensa lista de razonadas sinrazones para justificar nuestra conducta ante nosotros mismos.

El 15% de los cristianos que, según las encuestas del CIS, vamos a misa los domingos, comenzamos la celebración confesando ante Dios todopoderoso y ante los demás hermanos que hemos pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, pero sin creérnoslo demasiado. Los confesionarios están bastante vacíos.

Si examinamos nuestra conciencia podemos ver que estamos lejos de amar a Dios sobre todas las cosas. Si creemos que Dios nos creó por amor y en Él vivimos, nos movemos y existimos, tendríamos que amarlo sobre todas las cosas. En cuanto a amar a los demás como a nosotros mismos, ¿qué tal lo llevamos? ¿Y el mandato de Jesús de amar a los enemigos…?

Amar a los demás porque todos somos hijos de Dios y por tanto hermanos nuestros, se nos hace cuesta arriba, ¡incluso a los enemigos!, porque Dios hace nacer el sol sobre buenos y malos y el mandato de Jesús es llegar a la perfección: sed perfectos como Dios es perfecto.

Alguno pensará que si nos ponemos así, es gana de amargarnos las navidades, pero a Jesús, el Hijo de Dios que se hizo hombre para salvarnos y pasó haciendo el bien, lo torturaron y lo mataron en una cruz. Él nos advirtió que nos pasaría lo mismo y que el mundo no nos aceptaría. Pero estamos en el mundo y tenemos que dar testimonio con nuestra vida familiar, profesional, ciudadana, de lo que creemos y luchar por hacer un mundo más justo, más humano, más fraterno, lo cual es imposible sin Dios. La buena noticia de Jesús es que Dios nos ama y que lo mismo que Él ha resucitado también resucitaremos nosotros para una eternidad de plenitud en la que Dios lo será todo en todos.

Francisco Rodríguez Barragán

viernes, 27 de noviembre de 2009

LIBRANOS DEL MAL

La mentira trata siempre de presentar como bueno y deseable lo que es malo y destructivo para las personas. Una y otra vez caemos en el engaño. En vez de asumir el papel de criaturas obedientes a su creador, aceptamos el viejo embuste de la serpiente que nos dice que somos como dioses, conocedores del bien y del mal.

Hemos llegado a negar la misma existencia de Dios, adjetivándola como hipótesis innecesaria. Hemos abolido la trascendencia, no hay nada más allá, solo queda gozar de la vida con una libertad sin fronteras.

Pero hemos de reconocer que el mal está presente en nuestro mundo y sigue utilizando la poderosa arma de la mentira para extraviarnos. Lo bueno y lo malo ya no lo decide Dios, ni la religión, ni siquiera nuestra conciencia. Lo deciden la patulea de “expertos” que han ido ocupando los organismos internacionales, los parlamentos de cada país, los medios formadores de opinión, los poderosos grupos de presión, logias, clubes, o como se llamen.

Nos dicen que la humanidad no es lo más valioso de la creación sino una especie de cáncer que le ha salido al planeta tierra. Para salvar a la tierra, la Pachamama, hay que reducir la población ¡como sea! Han encontrado medios. Han roto la conexión entre sexualidad y matrimonio, entre sexualidad y procreación. La sexualidad es solo un objeto de disfrute ilimitado. Un “nuevo derecho emergente”: gozar del placer sexual desde la misma infancia, sin limite ni responsabilidad. Hay que evitar la concepción de nuevas vidas pero si se producen ¡a eliminarlas! Un nuevo derecho de la mujer: el derecho a abortar, a matar en su vientre cualquier vida. A esto llaman el derecho a la salud sexual y reproductiva.

Si alguien se opone se le moteja de ser de extrema derecha, carca, desfasado, o enemigo del progreso. Si alguien en nombre de su conciencia quiere hacer valer su objeción a todo esto, pues se le persigue, su nombre se incluye en la lista negra de quienes se encontrarán con toda clase de dificultades. La Iglesia que contra viento y marea denuncia la perversión de llamar bien al mal hay que hacerla enmudecer, reducirla al silencio, ¡prohibirle que toquen las campanas! Amenazarla con una ley que, para mayor escarnio, llaman de libertad religiosa.

La libertad que era nuestra gran conquista, la que nos posibilitaba la elección de nuestro propio camino, la de llegar a ser más persona mediante el estudio y el esfuerzo sostenido, se tacha de actitud insolidaria, pues hay que enseñar al nivel del más torpe. Si hay que sobresalir en algo, que sea en algún deporte. La gran “libertad” que nos ofrecen es para copular, para beber, para drogarse, (fumar debe ser cosa distinta), para vivir del cuento, sin hacer nada útil, a costa del subsidio o la subvención, y en último caso de la caridad. La libertad de iniciativa, de empresa, de innovación, está exhaustivamente regulada y habrá de ser administrativamente concedida.

Cuando ante todo esto defiendo mis convicciones con ardor, me encuentro que el mal que denuncio también me está corroyendo. Veo a los adversarios como enemigos y siento hacia ellos rabia, rencor, quizás odio. No estoy libre de la naturaleza corrosiva del mal.

Reflexionando sobre ello ha recordado a Kipling que advertía a su hijo que para ser un hombre, hay que ser capaz de “no añadir más odio al odio que te tengan y a pesar de todo luchar y defenderse”. He recordado también a un olvidado Carlos María, que en la guerra civil pedía a su pelotón de soldados: “tirad, pero tirad sin odio”. He recordado las veces que he sufrido injusticias de otros y mi reacción de desearles a los causantes males y castigos.

Al rezar por la noche el Padre nuestro comprendí las dos últimas peticiones que hacemos a Dios los cristianos: que no nos deje caer en la tentación y nos libre del mal. Por nosotros mismos no somos capaces de resistir a las tentaciones de plegarnos a lo que aparenta ser verdad y es mentira, ni de librarnos de ese mal ubicuo que nos envuelve, que se nos presenta engañador, que convierte en enemigos a odiar a los adversarios y nos impide amarlos, a pesar del mandato de Jesús de amar a nuestros enemigos. La fuerza del mal nace del odio y la mentira y solo puede oponérseles la verdad y el amor pero ambas cosas hemos de recibirlas como dones de Dios si las buscamos con humildad.

Francisco Rodríguez Barragán

sábado, 21 de noviembre de 2009

ESO DE LA SOSTENIBILIDAD

El adjetivo sostenible se aplica hoy a las más variadas realidades. Que algo sea sostenible es sin duda importante, por ello yo me pregunto si la España actual es sostenible. La situación se ha agravado con la crisis pero ya venía de antes, quizás desde que los padres de la Constitución pensaron que el sistema autonómico iba a resolver un par de viejos problemas y en lugar de ello crearon otros, hasta un total de diecisiete.

Son muchas las voces que han alertado de que una nación troceada en 17 autonomías con sus respectivos parlamentos, gobiernos, administraciones, tribunales, televisiones, etc. era insostenible. No se trató de organizar una administración más ágil y barata, más próxima a los ciudadanos, sino de reproducir 17 veces al Estado central, llegando incluso a establecer embajadas propias. Se ha destruido la igualdad y la solidaridad entre españoles. Las que tenían una lengua propia se aferraron a ella como signo identitario de una diferencia que tenía que llegar hasta la independencia. Las que no tenían otra lengua, se lanzaron a buscar otras señas bastante peregrinas, olvidando siglos de convivencia. Todas se pusieron a fabricar su memorial de agravios, de victimas, para justificar su derecho a llevarse algo más que las demás o han hecho valer sus votos, en un infame mercadeo, para conseguirlo.

Nadie está dispuesto a terminar con esta situación, los nacionalistas porque disfrutan del poder en su autonomía y de su posición, tantas veces decisoria, sobre los demás y los partidos nacionales porque además de poder del Estado se reparten el de las distintas autonomías. Todo ello trufado de corrupciones y corruptelas sin un control judicial independiente y con un nefasto sistema electoral que pone todo el poder en manos de las cúpulas partidarias, cada vez más alejadas de los ciudadanos que se limitan a votar de vez en cuando, sin ningún control sobre los que dicen representarlos.

Antes o después todo este sistema tiene que venirse abajo. La crisis económica y el creciente endeudamiento de todas las administraciones pueden quizás acelerar el derrumbe.

Los dos sistemas básicos del estado de bienestar, el de salud, transferido a las comunidades autónomas y el de pensiones, que afortunadamente sigue centralizado, están igualmente amenazados de insostenibilidad. El de salud porque cualquier servicio que se oferte a coste cero para los usuarios, tiende hacia un gasto infinito y el de pensiones, porque cada vez hay más pensionistas y menos cotizantes. La tasa de natalidad en España está, desde hace tiempo, por debajo del nivel de reemplazo generacional. Situación que se ha gestado con la incitación a una sexualidad irresponsable y la masacre del aborto, bajo las banderas del progresismo.

En esto también nos acompaña gran parte de Europa, empeñada en suicidarse. No es la explosión demográfica de la que hablaba Erlich la que nos hará desaparecer, sino por el contrario, será la implosión demográfica, el derrumbe desde dentro de nuestras sociedades opulentas, mientras que otros pueblos esperan sustituirnos. Los presentimientos de Oriana Fallaci me parecen más realistas que las profecías del extrañamente galardonado Erlich.

Como no sabemos lo que puede ocurrirnos en el futuro, podemos mirar al presente y observar si nuestras Comunidades Autónomas en manos de distintos partidos se parecen demasiado o si, aparte de las diferencias en renta per cápita, que nos ofrecen los ranking al uso, hay Comunidades que gestionan con honestidad y transparencia el dinero de los contribuyentes, si ponen todo su empeño en una educación de calidad, en la búsqueda de la excelencia, en la formación de la juventud para que sean más y mejores personas, si están comprometidas con la vida y ponen todos los medios para que disminuyan los abortos, si en lugar de reclamar más derechos exclusivos están dispuestas a compartir lo que tienen con los demás, si son respetuosos con la libertad de los ciudadanos y no tratan de adoctrinarlos para conseguir sus votos, si cada puesto se cubre en función del mérito y la capacidad y no existen clientelas políticas…

Por favor examinen su propia comunidad autónoma con esta lupa y obren en consecuencia.

Francisco Rodríguez Barragán


Publicado en Bitácora de Rebelión Digital el 19-11-09
Publicado en Análisis Digital el 21-11-09
http://www.analisisdigital.com/Noticias/Noticia.asp?id=43839&idNodo=-5

martes, 17 de noviembre de 2009

LA VIOLENCIA EN LA PAREJA

Cada día nos llegan noticias de mujeres víctimas de malos tratos y de mujeres asesinadas a manos de su pareja, de denuncias y de ordenes de protección, pero, como todas las noticias, las escuchamos un momento y pasamos de inmediato a otras distintas, sin tiempo para reflexionar sobre ninguna. Por eso hay que agradecer al Instituto de Política Familiar que haya dedicado su boletín monográfico on line de octubre pasado al estudio de la Violencia en la Pareja en el 2008, aportando datos de su evolución en el periodo 2001-2008. Seleccionamos algunos capítulos de este trabajo:

A partir de los datos del Instituto Nacional de Estadística, al finalizar el 2008 existían en España 11.489.100 parejas de las cuales 10.265.400 (89%) eran matrimonios y 1.223.700 (11%) parejas de hecho con relaciones sentimentales sin vínculo reconocido.

Según los datos del Consejo General del Poder Judicial durante el año 2008 se produjeron 102.363 denuncias, se realizaron 109.906 atestados policiales, se dictaron 41.439 órdenes de protección y se produjeron 81 homicidios por violencia en la pareja.

Las órdenes de protección fueron 18.129 sobre un total de 10.265.400 matrimonios y 23.310 sobre 1.223.700 parejas de hecho. Por cada orden de protección que se produce en un matrimonio, se producen más de diez en las relaciones sentimentales.

De los 81 homicidios, 33 se cometieron entre 10.265.400 matrimonios y 48 sobre 1.223.700 parejas de hecho. Mientras se produce un homicidio cada 311.000 matrimonios, en las parejas de hecho se produce cada 25.000.

Hay que hacer notar de que de los 81 homicidios, 75 fueron mujeres y de ellas 31 eran extranjeras. Teniendo en cuenta la diferencia de población la tasa de víctimas extranjeras es cinco veces superior a la de las españolas. La misma tasa representan los agresores extranjeros.

Al poner estos datos en relación con el periodo 2001-2008 se comprueba que el número de parejas ha crecido durante el mismo en dos millones, 21%, pero el crecimiento espectacular ha sido el de parejas de hecho que han pasado de 553.000 en el 2001 a superar 1.223.000, un 121%.

Durante el periodo citado se han cometido 536 homicidios de los que 500 fueron mujeres y 36 fueron hombres. El crecimiento ha sido del 58% en siete años. Las órdenes de protección han crecido del 2006 al 2008 en un 14%. La tendencia en los homicidios ha sido creciente respecto a las parejas de hecho y decreciente entre los matrimonios. En las parejas de hecho y novios se pasó de 33 homicidios en 2003 a 48 en 2008. En las parejas con vínculo conyugal se ha pasado de 39 homicidios en 2003 a 33 en 2008.

Se comprueba además la gran incidencia que tiene la violencia en las parejas rotas, una de cada tres muertes se produce en parejas que han roto la relación, pero en las relaciones sentimentales rotas son dos muertes de cada tres.

Si en el periodo 2001-2008 dos de cada tres víctimas eran españolas en el 2008 casi la mitad de las victimas fueron extranjeras y en cuanto a los agresores, en el periodo citado 7 de cada 10 eran españoles, en el 2008 los agresores extranjeros fueron más del 40%.

Entre las conclusiones que presenta el Instituto de Política Familiar destacamos la 7 que dice que el matrimonio se ha convertido en el mejor antídoto contra la violencia en la pareja, al ser donde se producen menos homicidios y órdenes de protección, la 8 que indica que en la violencia de las parejas tienen una gran incidencia las rupturas.

Pienso que el crecimiento de las parejas de hecho, que la sociedad va aceptando sin resistencia, está incidiendo en el creamiento de la violencia al tratarse en muchos casos de uniones ocasionales, sin proyecto de vida, sin visión de futuro, siempre provisionales y frágiles. En cuanto surgen desavenencias y problemas el fracaso y la violencia hacen su aparición.

Irse a vivir juntos será muy moderno pero debemos preguntarnos si es el mejor camino para conseguir una familia estable y satisfactoria. Desde el punto de vista cristiano se trata de una situación inadmisible.

Francisco Rodríguez Barragán

lunes, 9 de noviembre de 2009

PODER E IMPUNIDAD

La última catarata de actuaciones judiciales del juez Garzón contra políticos de algunos partidos, acompañadas de un gran despliegue de filtraciones, registros y detenciones televisadas, podría demostrar, al parecer, la falsedad del lamentable aserto que dice que poder es impunidad.

Con independencia de lo que pueda resultar de todo ello en un futuro incierto, pienso que, por desgraciada, el aserto citado se confirma permanentemente. Los actos de nuestros políticos con poder quedan siempre impunes. Queda impune el juego socio de todos contra todos, las mentiras, las manipulaciones, el incumplimiento de los programas, el clientelismo político pagado con el dinero de todos, la permanente corrupción en la que todos chapotean, el mal uso del poder que en lugar de buscar el bien común favorece a los amigos.

Admito que hay políticos honrados que no se lucran con la corrupción, pero tampoco luchan decididamente contra ella, sobre todo si se da en su propio partido. Se ha llegado a decir que la fidelidad al propio partido está por encima de la propia conciencia o algo así, pero un político honesto se debe al bien común y debía representar a sus olvidados votantes. Las acciones de unos, las omisiones de otros y la estructura de los partidos, (alguien ha dicho: las listas las hago yo) hacen imposible una regeneración de nuestra democracia.

A nadie obligan coactivamente a formar parte de un partido, por tanto el que entra en cualquiera de ellos, debía plantearse si lo mueve la búsqueda del bien común o la búsqueda de sueldos y prebendas superiores a los que tendría en su profesión, si es que la tiene. El cursus honorum en los partidos políticos puede llevar a ser incluido en alguna de las listas electorales o a la obtención de un puesto de libre designación. Mantenerse en el disfrute de lo que obtenga exige la fidelidad al partido por encima de todo.

Alguien puede argumentar que para contrapesar al poder político existe el poder judicial. Para nadie es un secreto que nuestro sistema judicial es manifiestamente mejorable, pero ningún gobierno, hasta ahora, ha querido dotarlo de unos medios técnicos equiparables a los que tiene el Ministerio de Economía y Hacienda. Los asuntos se eternizan y cualquier sentencia dictada con varios años de retraso, ya es injusta de por sí.

Si el poder judicial es el vigilante del poder político, hay que preguntarse quién vigila al vigilante y nos encontramos que ese vigilante ha sido conformado por el mismo poder político, incluido el Tribunal Constitucional. Aquí también se da lo de poder es impunidad. Algún importante juez expedientado por falta grave, ha tenido como pena el pago de una cantidad equivalente a una multa de tráfico. Las sanciones más graves siempre recaen en jueces menos importantes.

Hay otro vigilante de las administraciones y los partidos, el Tribunal de Cuentas. No sé lo que pasa con sus informes y sus reparos, nadie parece tomar medidas contra los que hicieron adjudicaciones sin cumplir la ley, los que gastaron lo que no tenía presupuestado, los que presentan unas cuentas embrolladas.

Y quizás la pregunta del millón: los condenados por corrupción, apropiación, malversación, o cohecho ¿han devuelto el dinero robado o lo pusieron a buen recaudo para disfrutarlo sin problemas? Creo recordar que uno de los implicados en el asunto de los fondos reservados devolvió el dinero. No recuerdo otro, quizás no tengo buena memoria.

También hay poderes económicos y financieros con indiscutible poder y este poder también los hace impunes, salvo los casos de Mario Conde, Javier de la Rosa y no sé si alguno más.

Pero los políticos siempre dicen que sus responsabilidades son políticas y cuando repiten triunfo en las siguientes elecciones se consideran absueltos de sus mal gobierno y de todas sus mentiras y engaños.

El bien común que defiendo exige una justicia independiente, imparcial, eficaz y rápida y unos políticos a los que se les pueda hacer el juicio de residencia, como en los tiempos de las colonias americanas. Nada se conseguirá si los ciudadanos no nos implicamos en reivindicar el valor moral de la honestidad y la responsabilidad, no solo política sino penal, de los gobernantes deshonestos.

Francisco Rodríguez Barragán

Publicado en Análisis Digital el 08-11-09
http://www.analisisdigital.com/Noticias/Noticia.asp?id=43576&idNodo=-5

domingo, 1 de noviembre de 2009

Mercado negro, economía sumergida

Cuando la crisis fue de escasez de alimentos la medida puesta en práctica por el gobierno para solucionarla fue la famosa cartilla de racionamiento. Con esta solución no aumentaba la producción de mercancías necesarias, pero nacía el mercado negro. Para mantener el negocio del mercado negro, rentable pero opaco para la hacienda pública, era necesario que también se mantuviera el sistema de racionamiento, esa forma de intervencionismo que no resuelve el problema sino que lo agrava. No hay más que recordar los años 40 y 50 en España.

Ahora tenemos una crisis económica y financiera muy grave. Como no hay crédito las empresas cierran, los trabajadores pierden su empleo, el consumo disminuye. Como disminuye el consumo más empresas cierran, más trabajadores pierden su empleo, es una espiral sin fin. Para el desempleo tenemos un seguro, pero como todos los seguros, está pensado para una situación de normalidad en los que una pequeña parte de los trabajadores pierde el empleo durante un periodo de tiempo, pero si cerca de cinco millones se quedan en el paro por un tiempo indefinido no hay seguro que pueda soportarlo. Pensemos en que la mitad de los automóviles sufrieran accidentes, ninguna aseguradora podría soportarlo.

Me sorprende que tanta gente espere soluciones de este gobierno que no quiso ver la crisis a pesar de que llevábamos años hablando de la burbuja inmobiliaria, del excesivo endeudamiento de las familias, de nuestra escasa competitividad, de un sistema educativo en quiebra. En lugar de administrar honestamente el país e intentar arreglar alguno de estos problemas, se dedicó a embaucarnos con sus delirios de transformar la sociedad con una nueva moral, unos nuevos derechos, unas nuevas libertades, la alianza de civilizaciones y otras zarandajas por el estilo. Mientras crecía la corrupción en esa especie de mercado negro de recalificaciones y pelotazos urbanísticos, clientelismo político y despilfarro.

Ahora presenta unos presupuestos imposibles y sube los impuestos, pero el crédito sigue sin fluir por misteriosos intereses de los bancos. Es el caldo de cultivo apropiado para otro mercado negro: la economía sumergida. Todos los parados que puedan, además de cobrar la prestación de desempleo, buscan afanosamente trabajar en la precariedad de la chapuza para aumentar en lo posible sus magros ingresos. Todas nuestras fachadas y farolas están llenas de papelitos en los que se ofrecen fontaneros, albañiles, pintores, cuidadoras de ancianos y hasta profesores a precios económicos.

Muchos empresarios contratan a trabajadores que están cobrando el desempleo para pagarles menos. Pero muchos trabajadores piden trabajo sin alta en la Seguridad Social para evitar el embargo de sus sueldos. Aquí respondemos de las deudas con todos nuestros bienes presentes y futuros y así el piso que nos embargan por no haber podido seguir pagando la hipoteca no es el único bien que responde de la deuda, sino también el sueldo o la pensión.

La economía sumergida es la respuesta a las políticas desacertadas, que impide el saneamiento de las cuentas públicas, el mantenimiento del sistema de pensiones, provoca la huída de capitales, la deslocalización de empresas, la regeneración política, la administración honesta y transparente. La economía sumergida puede evitar el estallido de cólera de millones de trabajadores en paro que, cuando no puedan comer, saltarán violentamente por encima de los inútiles sindicatos con imprevisibles consecuencias.

Cada vez desconfío más de este gobierno, de estos partidos y de esta orgía de administraciones despilfarradoras. La sociedad civil debe tomar conciencia de la situación y ejercer la soberanía que teóricamente le corresponde. Los incapaces de administrar, sean del color que sean, deben irse a casa.

Francisco Rodríguez Barragán

Publicado en Análisis Digital el 01-11-09
http://www.analisisdigital.com/Noticias/Noticia.asp?id=43367&idNodo=-5

miércoles, 28 de octubre de 2009

La Tribu

Con la excepción de los responsables de todas las administraciones que padecemos, que creen que lo están haciendo estupendamente, la mayor parte de los ciudadanos estamos convencidos de que la educación en España deja mucho que desear. El fracaso escolar no puede ocultarse, en la evaluación de nuestros centros no abunda la excelencia, cada vez ocupamos puestos más bajos en el ámbito europeo.

No parece que estén dando resultado medidas tan progresistas como bajar el listón de exigencias, pasar de curso sin aprobar todas las asignaturas, ofrecer compensaciones económicas a quienes agotan el tiempo de educación obligatoria sin aprovechamiento o querer reducir el número de suspensos con incrementos salariales a los profesores, no por enseñar más, sino por suspender menos.

Los profesores han sido despojados de su autoridad, pasan la mayor parte de su tiempo en las aulas tratando de imponer al menos silencio, temen a los padres de los alumnos a los que hay que castigar, porque en lugar de colaborar para su corrección lo que hacen es amenazarles e incluso agredirles. No es extraño que muchos suspiren por jubilarse, hartos de aguantar a los niños y a sus padres.

Dice José Antonio Marina que para educar a un niño se necesita toda la tribu. De acuerdo, pero pienso que la tribu en la que cada cual tenía asignado un papel, que todos reconocían, en la que todos transmitían a los que iban naciendo el rico caudal acumulado de experiencias, saberes, habilidades y valores, ya no existe. Ahora lo que hay una masa amorfa de individuos cuyo papel más definido es el de consumidores de todo lo que le ofrece la publicidad. El trabajo, para la mayoría, no es sino el medio para poder consumir, no un medio la realización personal, sino de rendimiento económico, a lo que se dedican todas las energías. No hay historia, ni saberes, ni valores por los que luchar ni transmitir.

Todos nos sentimos con muchos derechos y pocas obligaciones. Convencidos de que el llamado estado del bienestar tiene que resolver todos nuestros problemas, esperamos que garantice nuestro puesto de trabajo, nuestro salario, la educación de nuestros hijos, la asistencia sanitaria, la pensión de jubilación o el cuidado de nuestros mayores y nuestros enfermos.

Como esperamos tanto del Estado, hemos ido dejando en manos de nuestros políticos nuestras propias vidas. Pero a ellos lo que más les interesa es disfrutar del poder y sus privilegios y se han aplicado con entusiasmo a irnos sometiendo a través de una táctica indolora. Nos han convencido de que somos libres para disfrutar sin límite ni responsabilidad. Nos aseguran que ellos se ocupan de todo, de que no es necesario pensar por nuestra cuenta, sólo adherirnos a las ideas que nos imponen con el pomposo nombre de Educación para la ciudadanía o a las que ofrecen cada día, desde todos los medios de comunicación, los forjadores de opinión.

¿Dónde está la tribu en la que los padres ejerzan de padres? ¿Dónde está la tribu en la que los maestros sean respetados? ¿Dónde esta la tribu en la que cada uno se sienta reconocido en su propio papel? ¿Dónde están los jóvenes deseosos de aprender a ser personas? ¿Cuándo los jóvenes llegan a adultos y se integran en la tribu?

He leído en algún lado: “piensa, es gratis”. Efectivamente, la mejor de nuestras facultades es la de utilizar nuestra cabeza para pensar, para razonar, para interrogarnos sobre nosotros mismos, para aprender de la sabiduría acumulada a lo largo de, al menos, veinticinco siglos de pensamiento. Aprender a pensar es aprender a ser. Esto es lo que tendría que impulsar la educación pero que, a mi parecer, no se hace, no se quiere hacer. La gente que piensa siempre es peligrosa para los que mandan, pues pueden empezar por cuestionar el fundamento mismo de su autoridad. Por eso ellos prefieren que los jóvenes beban, se diviertan, gocen del sexo irresponsable y ¡claro! los voten agradecidos por tantos “beneficios”.

Francisco Rodríguez Barragán

jueves, 22 de octubre de 2009

DE TODAS MANERAS

A mi buen amigo Manuel A. Bobenrieth lo han nombrado profesor emérito de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Su discurso de agradecimiento por tal distinción, que fue rubricado por un largo y caluroso aplauso de los asistentes, contiene un pasaje del mayor interés porque pone de manifiesto su calidad humana y su actitud ante la vida. Como sus palabras pueden ser útiles para todos, le pedí y obtuve su autorización para hacerlas llegar a mis lectores. Las copio a continuación:

“Los años de formación médica y los cincuenta y dos años subsecuentes de ejercicio profesional en Chile, Estados Unidos de Norteamérica y España, en los campos de medicina familiar, epidemiología, gestión de hospital universitario, salud pública, educación en atención médica, publicaciones científicas, docencia en metodología de investigación, escritura científica y lectura crítica de los artículos publicados, me enseñaron entre muchas otras lecciones:
Que la gente actúa, con nosotros a veces, en forma irracional y egoísta: queramos a la gente de todas maneras;
Que la gente suele ser desconfiada y obra muchas veces solo por su interés, buscando su propio beneficio: confiemos en la gente de todas maneras;
Que el bien que hacemos hoy suele ser olvidado mañana: hagamos el bien de todas maneras;
Que si compartimos nuestro saber como vocación y sentido de misión, alguna gente puede sospechar que actuamos por motivos mezquinos ulteriores: compartamos nuestro saber con respeto, inteligencia y corazón de todas maneras;
Que si tenemos éxito en el cumplimiento de nuestra misión y en nuestra relación, algunas veces ganaremos falsos amigos y verdaderos enemigos: cumplamos con éxito y lealtad nuestra misión de todas maneras;
Que el hombre más digno con las ideas más grandes y nobles puede ser desacreditado por el hombre más vil con la mente más pequeña y retorcida: actuemos con dignidad de todas maneras;
Que lo que nos costó tanto construir a lo largo de años puede ser devastado y hasta destruido de un día para otro: construyamos con optimismo de todas maneras;
Que el proceder con honestidad y franqueza a veces nos hace vulnerables: seamos francos y honestos de todas maneras;
Que alguna gente necesitada recibe nuestra ayuda; pero esta misma gente también nos puede olvidar y rechazar cuando necesitamos su apoyo: ayudemos a la gente de todas maneras;
Que los alumnos son –a veces– inquietos, desconfiados, escépticos, pasivos, distraídos, hipercríticos: reconozcamos, comprendamos y comprometámonos con los alumnos, con dedicación y amor, de todas maneras;
Que no hay triunfo sin sacrificio, ni éxito sin dolor: batallemos por el triunfo y el éxito de las causas justas, nobles y compasivas de todas maneras;
Que el opinar con sinceridad nos puede causar penas, daños y perjuicios: cultivemos y manifestemos con sinceridad, con prudencia y oportunidad de todas maneras;
Que la gente a menudo nos valora más por la autoridad, el poder, la influencia y los bienes materiales que poseemos, que por lo que verdaderamente somos: seamos verdaderos, pacientes, comprensivos, esforzados, modestos y solidarios de todas maneras;
Que la gente muchas veces interpreta nuestra actitud de respeto, de prudencia, de ecuanimidad y de sensibilidad como signo de debilidad y de complacencia: seamos respetuosos, prudentes, ecuánimes y sensibles de todas maneras;
Que la gente puede captar erróneamente nuestra comprensión y tolerancia como síntomas de pusilanimidad: seamos comprensivos y tolerantes de todas maneras;
Que los avatares de la vida cotidiana con sus esperanzas fallidas y penas inmerecidas tienden a perpetuar un presente de pequeño poder circunstancial, limitado y mezquino: pensemos en un futuro grande, trascendente, abierto y generosos de todas maneras.”

Creo que merece la pena haberlas copiado para ustedes.

Francisco Rodríguez Barragán