martes, 31 de diciembre de 2019

Mis deseos para un año que empieza


            Podemos construir un mundo mejor o seguir estropeando éste
Me dispongo a escribir mi articulillo semanal cuando un año está a punto de morir y otro a punto de nacer y deseamos a nuestros amigos que sea un año feliz.
Para mí sería un año feliz y estupendo si durante el mismo consiguiéramos olvidarnos de los malos gobernantes, de los fatuos enterradores del pasado que también quisieran destruir nuestro presente como nación y como pueblo.
Sería un año estupendo si no volviéramos a ver más a encapuchados cortando carreteras ni quemando contenedores de basura.
Sería un año estupendo si acatáramos las leyes y no nos empeñáramos en burlarlas invocando patrañas.
Sería un año estupendo si todas las comunidades autónomas rivalizaran en conseguir mejores servicios a los ciudadanos y menos gastos inútiles.
Sería un año estupendo si la división de poderes se ejerciera de forma escrupulosa y pudiéramos confiar plenamente en la justicia.
Sería un año estupendo si desde la escuela a la universidad, los docentes se dedicaran a impartir saberes y conocimientos y nunca adoctrinamiento político.
Sería un año estupendo si nuestra población creciera y se rejuveneciera porque no se abortaran los niños por nacer ni se destruyera la familia con ideologías disolventes.
Sería un año estupendo si la distancia entre ricos y pobres disminuyera y el trabajo estuviera al alcance de todos los que de verdad quieran trabajar y no vivir del cuento.
Sería un año estupendo si la Unión Europea fuera más respetuosa con las naciones que la forman y sus normas útiles y necesarias.
Sería un año estupendo si nuestros hermanos del otro lado del mar se vieran libres de dictadores y dictaduras que los condenan al hambre.
Sería un año estupendo si la Organización de las Naciones Unidas sirviera para lograr la paz y proponer acuerdos y no para imponer las ideas cocinadas en tenebrosas logias.
Sería un año estupendo si los medios de comunicación, fueran veraces en la información y honestos en la exposición de sus opiniones.
Sería un año estupendo si desaparecieran tertulias televisivas “comecocos” que tratan de imponer las propias ideas de sus conductores y que no facilitan que cada cual piense por sí mismo y sea respetado por ello.
 Sería un año estupendo si desapareciera la ocupación ilegal de viviendas porque todo el mundo pudiera disponer de un hogar.
Sería un año estupendo si dejáramos de ensuciar nuestro planeta con basura, aunque no esté en nuestra mano modificar el clima.
Sería un año estupendo si nadie tratara de imponernos ideas marxistas ni neo-marxistas, que solo han producido dolor y opresión desde el fatídico manifiesto comunista.
Sería un año estupendo si pudiéramos controlar el alcohol, la droga o la prostitución para que dejaran de ser un turbio negocio que degrada a las personas.
Sería un año estupendo si todos nos propusiéramos buscar el bien común y no el triunfo de nuestras propias banderías…
Cuando den las doce campanadas no estaré atragantándome con las uvas sino rezando para que puedan hacerse realidad los buenos deseos de todas las personas de buena voluntad.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 24 de diciembre de 2019

Tierra de milagro y lotería



            Vivimos en una España débil y sin pulso, pero creo que podemos ser     capaces de despertar de la pesadilla y hacer oír nuestra voz en toda Europa.

Ayer fue el sorteo de la lotería de Navidad y desde bien temprano comenzaron al unísono todas las cadenas televisivas a mostrarnos a los afortunados que habían conseguido premio, las administraciones que vendieron los décimos, los niños que cantaron los números y los premios y toda la parafernalia que se monta cada 22 de diciembre en el teatro real de Madrid.
Unas cuantas puertas más abajo de mi casa hay una administración que vende lotería y otras apuestas y yo, que nunca juego ni lotería ni cupones, salvo en navidad, quedo sorprendido al comprobar cada mañana la cola que espera la apertura del establecimiento: todos viejos ilusionados con recibir algún premio.
El sorteo de Navidad que muestra el bombo donde se vuelcan bolas de cien mil números y otro bombo, mucho más pequeñito donde se depositan los premios, a simple vista se puede colegir que las posibilidades de obtener un premio realmente importante son bastantes escasas, lo cual no desanima a los jugadores recalcitrantes.
Me ha venido a la memoria unos versos de Don José María Pemán, poeta injustamente ignorado, seguramente por haber sido clasificado como “no de los nuestros” por la izquierda cerril que se cree en posesión de la verdad. Y tiene redaños suficientes para imponérnosla a todos.
Volviendo a los versos que he recordado de su obra “Cuando las Cortes de Cádiz” los vecinos, sin distinción de clases, están levantando las defensas para evitar el asalto de los franceses y un inglés, el marqués de Wellesley acude con un ofrecimiento de ayuda que es rechazada y ante la extrañeza del inglés que ve la plaza desguarnecida, uno de los defensores de Cádiz le pregunta si duda de la capacidad española para repeler la agresión y la respuesta de Wellesley es una maravilla:
“…tiene esta nación
tan extraña condición
y suertes tan extremosas,
que siempre acierta en las cosas
que están fuera de razón.
Suele este pueblo al azar
en lo leve fracasar
y en lo grande ser fecundo.
Sabe descubrir un mundo.
No lo sabe administrar.
Ni la mayor fantasía
profetizar osaría
lo que el porvenir encierra
para esta nación, que es tierra
de milagro y lotería.

Me gustaría saber que en la situación actual, cuando todo está en peligro y no sabemos lo que nos deparará el futuro, pero no el futuro lejano, sino el cercano, si seguimos confiando en nuestras propias fuerzas para enderezar el desaguisado que puede terminar descuartizando a España.
Necesitamos la llamada del clarín para dejar de lado todas nuestras diferencias y aplicarnos con denuedo y afán a restaurar la unidad de España, aunque la Europa que quizás nos odia, desde que la atravesábamos victoriosos por el camino español hasta Flandes, compruebe que a pesar de esta debilidad pasajera, nuestra voz no se ha apagado ni extinguido y exigirá el castigo de los politicastros que no buscan el bien de España sino el suyo propio.
Francisco Rodríguez Barragán
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miércoles, 18 de diciembre de 2019

¿La navidad sigue siendo una festividad religiosa?


            Eliminar la religión de nuestras vidas ¿ha sido positivo o no?

La eliminación de lo religioso de la vida de la mayor parte de los españoles se ha ido imponiendo lentamente. Los restos que pueden quedar seguramente se deben a la publicidad turística, como por ejemplo la Semana Santa que sirve de lucimiento a imágenes y cofrades con capirote y vara alta.
En estos días hay que referirse a otra vivencia religiosa totalmente devaluada: la Navidad. Se comenzó introduciendo elementos foráneos como Santa Claus, Papá Noel, o el pino adornado de luces y bolas de colores, qué vaya usted a saber lo que representan. Se siguen armando Belenes gracias a algunos establecimientos y particulares que, en una especie de concurso de belenistas, cada año muestran las últimas curiosidades y  sus pequeños inventos.
En muchos hogares españoles, creo, que se está más pendiente de la cena de noche buena que  del misterio del nacimiento del Hijo de Dios hace dos mil años para salvar a todos los hombres. La salvación eterna no preocupa a la gente. Las estadísticas, que se hacen para todo, indican que la clientela parroquial y la asistencia a la misa dominical van disminuyendo año a año.
Quizás lo que mejor representa esta navidad sin valores cristianos, sin alma, sea el belén de Ada Colau, unos cuantos cachivaches de los que almacenamos en buhardillas y trasteros, entre los que hay alguna imagen del Niño Jesús, la Virgen y San José, pero sin formar ninguna escena religiosamente reconocible.
Cuando en la Semana Santa o las Fiestas patronales veo la cantidad de gente que acude, me quedo perplejo, pues si tanta gente actuara como cristianos, no habríamos aceptado sin rechistar las imposiciones políticas que padecemos con una forma de feroz inquisición, atizada desde muchos medios de información.
Hoy leo la noticia de que una niña de catorce años ha apuñalado a otra de trece. Seguramente no ha recibido educación religiosa en su casa ni en el colegio. ¿Siguen siendo responsables los padres de los crímenes y delitos que cometan sus hijos menores o no?
Los chicos del Arandina han sido condenados a una sentencia monstruosa por haber quizás “disfrutado”, con o sin su consentimiento, de los favores de una menor a la que seguramente nadie educó en el propio recato. ¿Esta sentencia es o no inquisitorial?
Una justicia que quiera ser ejemplarizante ya hace tiempo que tenía que haber puesto en cuestión la validez constitucional de la ley de violencia de género. Hemos llegado al sinsentido de que asesinar a una persona resulta penalmente más favorable que una violación más o menos confusa.
Si dejas el coche mal aparcado, en un rato te lo retiran, pero si alguien ocupa tu vivienda por la fuerza, seguirá disfrutando de ella hasta que sus señorías tengan a bien fijar el juicio dentro de unos años. ¡Otro día seguiremos con más cosas de este jaez!
Navidad es una fiesta que habría que santificar como dice el tercer mandamiento de la ley de Dios, pero los mandamientos que recibió Moisés en el Sinaí están arrumbados en el trastero pues, para mucha gente, fornicar, mentir, robar, son antiguallas a las que no hay que dar importancia. Como somos muy listos hemos dejado que nuestros insolventes políticos determinen lo que es bueno o malo y así nos va. No me atrevo a desear a nadie feliz Navidad, porque no sé lo que van a entender por Navidad.
Francisco Rodríguez Barragán
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miércoles, 11 de diciembre de 2019

Sistema democrático y pensamiento único



            No está nada claro que en esta democracia podamos defender con           libertad nuestras opiniones, valores y creencias
No es esto, ¡no es esto!, el sistema democrático de libertades que creía vigente compruebo cada día que no existe, que ha sido sustituido por otra cosa. Algo así como una dictadura de pensamiento único, en la que tanto las personas como los partidos de derecha o izquierda, tengan que acatar unos principios inflexibles, -que no son los de la constitución del 78-,  pues en caso contrario serán perseguidos y expulsados a las tinieblas exteriores por la orwelliana policía del pensamiento único.

¿Exagero?, me explico: la aceptación de que el hombre, por serlo, es un machista capaz siempre de matar a una mujer y que la mujer siempre lleva razón si acusa, sin necesidad de probarlo, vulnera todos los principios del derecho, pero se convirtió en ley votada en cortes bajo los auspicios del nefasto Rodríguez Zapatero y las presiones consiguientes al tribunal constitucional, que ha denunciado a destiempo Alfonso Guerra. Si algún partido pretende la más mínima modificación no lo conseguirá y turbas de mujeres se manifestarán desaforadamente en defensa de “sus derechos”.

Defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural es hoy tarea prácticamente imposible.  Las personas que lo intentan son perseguidas y denigradas simplemente por querer ofrecer información y ayuda a las embarazadas. Lo que empezó como “despenalización del aborto en determinados supuestos” en el año 1985, se amplió en el 2010 bajo la égida de Rodríguez Zapatero, hasta convertirla en un derecho absoluto llamándola con el tramposo título de “interrupción voluntaria del embarazo”. El Partido Popular que anunció la interposición del oportuno recurso se “olvidó”  de ello o estimó que le convenía mantenerla y pasar por “progre”.
En un horizonte cada vez más próximo, se va perfilando el establecimiento del derecho a la eutanasia,  llamándola igualmente con el tramposo nombre de “muerte digna”. ¿Quién se atreverá a combatirla?
La ideología de género, con su bandera arco iris y sus carnavalescos desfiles, ha conseguido un extraño reconocimiento social que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo o la difusión de la transexualidad en las escuelas infantiles, tanto psicológica como hormonal y hasta quirúrgica. Todos los partidos, al parecer, están confabulados para mantener este tinglado y perseguir a los que ofrezcan ayuda a los que quieran salir voluntariamente de unas situaciones dolorosas de transexualidad.
La emigración, activada por mafias y ONGs confabuladas para llevar a cabo un trasvase de pueblos desde África a Europa, es peligroso criticarla pues puedes ser señalado como xenófobo y arrastrar el sambenito por el mundo. Si alguien trata de defender nuestras fronteras y poner algún orden en este desmadre, se le etiqueta de ultra que debe desaparecer tragado por el pensamiento único.
Quizás la última ocasión, por ahora,  para imponernos un pensamiento único sea el cambio del clima. De forma autoritaria el presidente del gobierno, en funciones, ha lanzado su anatema inapelable: sólo los fanáticos no creen en la emergencia climática. A mí me escama tanto interés en evitar la emisión de gases o la combustión de materias fósiles, pero me temo que todo va encaminado a encarecernos el consumo de energía a partir de enero próximo.
Aquello que  nos dijeron de  que en una sociedad democrática cada cual puede defender sin peligro sus opiniones, valores y creencias, pues va quedando en menos, por lo menos a mi parecer.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 3 de diciembre de 2019

Los dogmas de pensamiento único que padecemos


            ¿Será posible decir: hasta aquí hemos llegado?
Creo que el sueño de cualquier detentador del poder, persona u organización, ha sido y es establecer el pensamiento único, una colección de dogmas en los que todos crean a pié juntillas, sin discusión, pues poner en duda cualquiera de ellos puede ser severamente castigado y el atrevido que lo intente arrojado a las tinieblas.
La técnica del convencimiento persuasivo ha ido perfeccionándose progresivamente, sobre todo desde que los ciudadanos esperan más cosas del Estado, sin caer en la cuenta de que “nuestros amados líderes” repartes las migajas de lo nos esquilman constantemente.
En los tiempos del comunismo leninista el pensamiento único se impuso a sangre y fuego, pero luego, otras versiones solapadas del mismo comunismo llegaron a descubrir que si conseguían tener en sus manos la educación de la gente joven, la cosa podría marchar sobre ruedas. (Gramsci)
Para ello era necesario ir eliminando todas las instituciones que venían transmitiendo sus propios valores, especialmente la familia y la religión, que cayeron sin apenas ruido, cuando la gente aceptó la ideología de género como un dogma inatacable, para cuya defensa se elevó a la mujer por encima del hombre, que fue acusado de machista y a todo el sistema anterior de hetero-patriarcal.
La mujer fue pronto convencida de su “derecho a abortar” con el lema ampliamente coreado de “nosotras parimos, nosotras decidimos”. ¿Hay algunos valientes que se opongan al aborto? Los que lo hagan pueden verse en apuros con las leyes que promulgaron los gobiernos “progresistas” y no se atrevieron a derogar los que alguna vez se proclamaron conservadores.
El matrimonio, la natalidad y la familia, apenas si resisten el empuje de  la imposición del pensamiento único que abarca un área amplísima de naciones, apoyados por organismos parasitarios como la ONU, la UNESCO, y sus diversos tinglados o la UE que acogen y difunden, dándole un carácter de aparente respetabilidad a la reducción de la población, la difusión de métodos anticonceptivos o la última bomba: “el calentamiento global” dogma inapelable que si niegas estás perdido y desacreditado.
Todo esto se ha ido preparando al ofrecer a la gente una sexualidad sin responsabilidad, sin hijos, sin obligaciones. Aquello que empezó en Mayo del 68 con lo de “haz el amor y no la guerra” ha tomado carta de naturaleza y se ve como normal vivir en pareja y cambiar de pareja cuando les apetece.
Otro dogma inapelable que ha sido aceptado casi sin oposición es la ideología de género. No somos hombres o mujeres, sino lo que cada cual decida ser escogiendo entre un amplio surtido de géneros ambiguos y naturalmente los gobiernos “progresistas” se han apresurado a reconocerlo como un avance de la humanidad y amenazar a los que intenten protestar con las más severas penas.
Hay otros dogmas pequeñitos, locales, en fase de crecimiento, como el derecho a decidir si quiero ser español, catalán, vasco o baturrico. Estos dogmas pueden terminar con la existencia de España, pero desgraciadamente a lo peor lo acabamos aceptando si “nuestros amados líderes” lo ordenan, en su propio beneficio, aunque nos cuenten que lo hacen por nuestro bien.
¿Cuántos nuevos dogmas nos estarán preparando y cuántos seguiremos dispuestos a aceptar o rechazar? Bueno, lo de rechazar, cada vez nos lo van poniendo más difícil pues la presión de los medios es irresistible y hace falta mucho valor.
Francisco Rodríguez Barragán
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