¿Hay alguien
que se ocupe del bien común?
No sé si la corrupción está
comprobada de forma indubitable pues los procesos más ruidosos que se inician
con actuaciones de desconocidos investigadores, amparados en unas determinadas
siglas, al cabo del tiempo, de años de muchos años, resultan para los
tribunales inconsistentes, viciados de las más elementales garantías
procesales.
Cualquier procedimiento que se
declara secreto, de inmediato es filtrado a los medios de comunicación y a los
investigados, imputados, o como quiera que se les llame, se les impone la
extrajudicial pena de telediario, su nombre es vilipendiado hasta la saciedad y
cuando sale la sentencia todo se disuelve como un azucarillo, menos el sufrimiento
de los afectados.
No recuerdo haber visto que se
castigue a los investigadores que alentaron procedimientos fraudulentos, ni a
los filtradores de los procesos, ni a los que se beneficiaron políticamente de
la ruina moral, profesional y económica de los ciudadanos que sufrieron y
sufren los desmanes de unos poderes sin control ni responsabilidad.
Lo que no necesita ninguna
investigación, pues está a la vista, es el despilfarro de las distintas
administraciones, que siempre acabamos pagando los sufridos ciudadanos.
¡Cuántas obras faraónicas a mayor gloria de capitostes y partidos políticos,
que eran perfectamente prescindibles! Como he dicho más de una vez primero se
hacen las obras y luego se piensan. Nada de estudios serios de la viabilidad de
ningún proyecto.
En mi ciudad llevamos una
década de obras para un metropolitano innecesario cuya inauguración se va
aplazando y cuyo costo para el usuario,
si llega a ponerse en servicio, será mucho más caro que los autobuses. Estoy
seguro que el trenecito turístico que recorre la ciudad resulta rentable para
su empresa mientras que el metropolitano será una ruina.
Pero ¿quién se preocupa del
bien común? ¿Qué es eso del bien común? El estado autonómico que padecemos es
ruinoso con tantos parlamentarios, consejeros, altos cargos y prebendas para el
partido que gana las elecciones. Se habla de la reforma de la Constitución de
forma evanescente porque la mejor reforma sería terminar con las ruinosas
autonomías, pero ¿cómo van a renunciar los políticos al amplio y bien surtido
pesebre del que disfrutan?
Quizás los ciudadanos
tendríamos que dejar de votarles para hacerles saber que si no trabajan por el
bien común no nos representan. Ya sé que esto no daría resultado. Quizás
podríamos pedir que ningún político pudiera cobrar su substancioso sueldo
mientras que la comunidad autónoma, diputación o ayuntamiento deba un solo euro.
El despilfarro de la mala administración que repercuta sobre los
administradores, lo mismo que si una empresa va mal es el empresario quien
pierde su dinero.
El partido gobernante tiene la
virtud de aguantar como un buzo bajo agua, pero sin resolver ningún problema.
La economía de la que se ufana ¿mejora por su acción o simplemente porque
estamos en una coyuntura favorable?
Del partido socialista, salvo
su obsesión de desalojar a Rajoy de la Moncloa, desconocemos su programa, si es
que lo tiene, aunque ello tampoco sería suficiente pues el PP tenía uno y se
olvidó de aplicarlo cuando pudo hacerlo. De los partidos emergentes, el que
capitaliza el odio, su influencia sería nefasta y el que se dice abanderado en
la lucha contra la corrupción, quisiera saber cómo consiguió dar el salto a la
política nacional, mientras que UPyD se hundía por falta de financiación.
Francisco Rodríguez Barragán
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