martes, 31 de diciembre de 2019

Mis deseos para un año que empieza


            Podemos construir un mundo mejor o seguir estropeando éste
Me dispongo a escribir mi articulillo semanal cuando un año está a punto de morir y otro a punto de nacer y deseamos a nuestros amigos que sea un año feliz.
Para mí sería un año feliz y estupendo si durante el mismo consiguiéramos olvidarnos de los malos gobernantes, de los fatuos enterradores del pasado que también quisieran destruir nuestro presente como nación y como pueblo.
Sería un año estupendo si no volviéramos a ver más a encapuchados cortando carreteras ni quemando contenedores de basura.
Sería un año estupendo si acatáramos las leyes y no nos empeñáramos en burlarlas invocando patrañas.
Sería un año estupendo si todas las comunidades autónomas rivalizaran en conseguir mejores servicios a los ciudadanos y menos gastos inútiles.
Sería un año estupendo si la división de poderes se ejerciera de forma escrupulosa y pudiéramos confiar plenamente en la justicia.
Sería un año estupendo si desde la escuela a la universidad, los docentes se dedicaran a impartir saberes y conocimientos y nunca adoctrinamiento político.
Sería un año estupendo si nuestra población creciera y se rejuveneciera porque no se abortaran los niños por nacer ni se destruyera la familia con ideologías disolventes.
Sería un año estupendo si la distancia entre ricos y pobres disminuyera y el trabajo estuviera al alcance de todos los que de verdad quieran trabajar y no vivir del cuento.
Sería un año estupendo si la Unión Europea fuera más respetuosa con las naciones que la forman y sus normas útiles y necesarias.
Sería un año estupendo si nuestros hermanos del otro lado del mar se vieran libres de dictadores y dictaduras que los condenan al hambre.
Sería un año estupendo si la Organización de las Naciones Unidas sirviera para lograr la paz y proponer acuerdos y no para imponer las ideas cocinadas en tenebrosas logias.
Sería un año estupendo si los medios de comunicación, fueran veraces en la información y honestos en la exposición de sus opiniones.
Sería un año estupendo si desaparecieran tertulias televisivas “comecocos” que tratan de imponer las propias ideas de sus conductores y que no facilitan que cada cual piense por sí mismo y sea respetado por ello.
 Sería un año estupendo si desapareciera la ocupación ilegal de viviendas porque todo el mundo pudiera disponer de un hogar.
Sería un año estupendo si dejáramos de ensuciar nuestro planeta con basura, aunque no esté en nuestra mano modificar el clima.
Sería un año estupendo si nadie tratara de imponernos ideas marxistas ni neo-marxistas, que solo han producido dolor y opresión desde el fatídico manifiesto comunista.
Sería un año estupendo si pudiéramos controlar el alcohol, la droga o la prostitución para que dejaran de ser un turbio negocio que degrada a las personas.
Sería un año estupendo si todos nos propusiéramos buscar el bien común y no el triunfo de nuestras propias banderías…
Cuando den las doce campanadas no estaré atragantándome con las uvas sino rezando para que puedan hacerse realidad los buenos deseos de todas las personas de buena voluntad.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 24 de diciembre de 2019

Tierra de milagro y lotería



            Vivimos en una España débil y sin pulso, pero creo que podemos ser     capaces de despertar de la pesadilla y hacer oír nuestra voz en toda Europa.

Ayer fue el sorteo de la lotería de Navidad y desde bien temprano comenzaron al unísono todas las cadenas televisivas a mostrarnos a los afortunados que habían conseguido premio, las administraciones que vendieron los décimos, los niños que cantaron los números y los premios y toda la parafernalia que se monta cada 22 de diciembre en el teatro real de Madrid.
Unas cuantas puertas más abajo de mi casa hay una administración que vende lotería y otras apuestas y yo, que nunca juego ni lotería ni cupones, salvo en navidad, quedo sorprendido al comprobar cada mañana la cola que espera la apertura del establecimiento: todos viejos ilusionados con recibir algún premio.
El sorteo de Navidad que muestra el bombo donde se vuelcan bolas de cien mil números y otro bombo, mucho más pequeñito donde se depositan los premios, a simple vista se puede colegir que las posibilidades de obtener un premio realmente importante son bastantes escasas, lo cual no desanima a los jugadores recalcitrantes.
Me ha venido a la memoria unos versos de Don José María Pemán, poeta injustamente ignorado, seguramente por haber sido clasificado como “no de los nuestros” por la izquierda cerril que se cree en posesión de la verdad. Y tiene redaños suficientes para imponérnosla a todos.
Volviendo a los versos que he recordado de su obra “Cuando las Cortes de Cádiz” los vecinos, sin distinción de clases, están levantando las defensas para evitar el asalto de los franceses y un inglés, el marqués de Wellesley acude con un ofrecimiento de ayuda que es rechazada y ante la extrañeza del inglés que ve la plaza desguarnecida, uno de los defensores de Cádiz le pregunta si duda de la capacidad española para repeler la agresión y la respuesta de Wellesley es una maravilla:
“…tiene esta nación
tan extraña condición
y suertes tan extremosas,
que siempre acierta en las cosas
que están fuera de razón.
Suele este pueblo al azar
en lo leve fracasar
y en lo grande ser fecundo.
Sabe descubrir un mundo.
No lo sabe administrar.
Ni la mayor fantasía
profetizar osaría
lo que el porvenir encierra
para esta nación, que es tierra
de milagro y lotería.

Me gustaría saber que en la situación actual, cuando todo está en peligro y no sabemos lo que nos deparará el futuro, pero no el futuro lejano, sino el cercano, si seguimos confiando en nuestras propias fuerzas para enderezar el desaguisado que puede terminar descuartizando a España.
Necesitamos la llamada del clarín para dejar de lado todas nuestras diferencias y aplicarnos con denuedo y afán a restaurar la unidad de España, aunque la Europa que quizás nos odia, desde que la atravesábamos victoriosos por el camino español hasta Flandes, compruebe que a pesar de esta debilidad pasajera, nuestra voz no se ha apagado ni extinguido y exigirá el castigo de los politicastros que no buscan el bien de España sino el suyo propio.
Francisco Rodríguez Barragán
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miércoles, 18 de diciembre de 2019

¿La navidad sigue siendo una festividad religiosa?


            Eliminar la religión de nuestras vidas ¿ha sido positivo o no?

La eliminación de lo religioso de la vida de la mayor parte de los españoles se ha ido imponiendo lentamente. Los restos que pueden quedar seguramente se deben a la publicidad turística, como por ejemplo la Semana Santa que sirve de lucimiento a imágenes y cofrades con capirote y vara alta.
En estos días hay que referirse a otra vivencia religiosa totalmente devaluada: la Navidad. Se comenzó introduciendo elementos foráneos como Santa Claus, Papá Noel, o el pino adornado de luces y bolas de colores, qué vaya usted a saber lo que representan. Se siguen armando Belenes gracias a algunos establecimientos y particulares que, en una especie de concurso de belenistas, cada año muestran las últimas curiosidades y  sus pequeños inventos.
En muchos hogares españoles, creo, que se está más pendiente de la cena de noche buena que  del misterio del nacimiento del Hijo de Dios hace dos mil años para salvar a todos los hombres. La salvación eterna no preocupa a la gente. Las estadísticas, que se hacen para todo, indican que la clientela parroquial y la asistencia a la misa dominical van disminuyendo año a año.
Quizás lo que mejor representa esta navidad sin valores cristianos, sin alma, sea el belén de Ada Colau, unos cuantos cachivaches de los que almacenamos en buhardillas y trasteros, entre los que hay alguna imagen del Niño Jesús, la Virgen y San José, pero sin formar ninguna escena religiosamente reconocible.
Cuando en la Semana Santa o las Fiestas patronales veo la cantidad de gente que acude, me quedo perplejo, pues si tanta gente actuara como cristianos, no habríamos aceptado sin rechistar las imposiciones políticas que padecemos con una forma de feroz inquisición, atizada desde muchos medios de información.
Hoy leo la noticia de que una niña de catorce años ha apuñalado a otra de trece. Seguramente no ha recibido educación religiosa en su casa ni en el colegio. ¿Siguen siendo responsables los padres de los crímenes y delitos que cometan sus hijos menores o no?
Los chicos del Arandina han sido condenados a una sentencia monstruosa por haber quizás “disfrutado”, con o sin su consentimiento, de los favores de una menor a la que seguramente nadie educó en el propio recato. ¿Esta sentencia es o no inquisitorial?
Una justicia que quiera ser ejemplarizante ya hace tiempo que tenía que haber puesto en cuestión la validez constitucional de la ley de violencia de género. Hemos llegado al sinsentido de que asesinar a una persona resulta penalmente más favorable que una violación más o menos confusa.
Si dejas el coche mal aparcado, en un rato te lo retiran, pero si alguien ocupa tu vivienda por la fuerza, seguirá disfrutando de ella hasta que sus señorías tengan a bien fijar el juicio dentro de unos años. ¡Otro día seguiremos con más cosas de este jaez!
Navidad es una fiesta que habría que santificar como dice el tercer mandamiento de la ley de Dios, pero los mandamientos que recibió Moisés en el Sinaí están arrumbados en el trastero pues, para mucha gente, fornicar, mentir, robar, son antiguallas a las que no hay que dar importancia. Como somos muy listos hemos dejado que nuestros insolventes políticos determinen lo que es bueno o malo y así nos va. No me atrevo a desear a nadie feliz Navidad, porque no sé lo que van a entender por Navidad.
Francisco Rodríguez Barragán
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miércoles, 11 de diciembre de 2019

Sistema democrático y pensamiento único



            No está nada claro que en esta democracia podamos defender con           libertad nuestras opiniones, valores y creencias
No es esto, ¡no es esto!, el sistema democrático de libertades que creía vigente compruebo cada día que no existe, que ha sido sustituido por otra cosa. Algo así como una dictadura de pensamiento único, en la que tanto las personas como los partidos de derecha o izquierda, tengan que acatar unos principios inflexibles, -que no son los de la constitución del 78-,  pues en caso contrario serán perseguidos y expulsados a las tinieblas exteriores por la orwelliana policía del pensamiento único.

¿Exagero?, me explico: la aceptación de que el hombre, por serlo, es un machista capaz siempre de matar a una mujer y que la mujer siempre lleva razón si acusa, sin necesidad de probarlo, vulnera todos los principios del derecho, pero se convirtió en ley votada en cortes bajo los auspicios del nefasto Rodríguez Zapatero y las presiones consiguientes al tribunal constitucional, que ha denunciado a destiempo Alfonso Guerra. Si algún partido pretende la más mínima modificación no lo conseguirá y turbas de mujeres se manifestarán desaforadamente en defensa de “sus derechos”.

Defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural es hoy tarea prácticamente imposible.  Las personas que lo intentan son perseguidas y denigradas simplemente por querer ofrecer información y ayuda a las embarazadas. Lo que empezó como “despenalización del aborto en determinados supuestos” en el año 1985, se amplió en el 2010 bajo la égida de Rodríguez Zapatero, hasta convertirla en un derecho absoluto llamándola con el tramposo título de “interrupción voluntaria del embarazo”. El Partido Popular que anunció la interposición del oportuno recurso se “olvidó”  de ello o estimó que le convenía mantenerla y pasar por “progre”.
En un horizonte cada vez más próximo, se va perfilando el establecimiento del derecho a la eutanasia,  llamándola igualmente con el tramposo nombre de “muerte digna”. ¿Quién se atreverá a combatirla?
La ideología de género, con su bandera arco iris y sus carnavalescos desfiles, ha conseguido un extraño reconocimiento social que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo o la difusión de la transexualidad en las escuelas infantiles, tanto psicológica como hormonal y hasta quirúrgica. Todos los partidos, al parecer, están confabulados para mantener este tinglado y perseguir a los que ofrezcan ayuda a los que quieran salir voluntariamente de unas situaciones dolorosas de transexualidad.
La emigración, activada por mafias y ONGs confabuladas para llevar a cabo un trasvase de pueblos desde África a Europa, es peligroso criticarla pues puedes ser señalado como xenófobo y arrastrar el sambenito por el mundo. Si alguien trata de defender nuestras fronteras y poner algún orden en este desmadre, se le etiqueta de ultra que debe desaparecer tragado por el pensamiento único.
Quizás la última ocasión, por ahora,  para imponernos un pensamiento único sea el cambio del clima. De forma autoritaria el presidente del gobierno, en funciones, ha lanzado su anatema inapelable: sólo los fanáticos no creen en la emergencia climática. A mí me escama tanto interés en evitar la emisión de gases o la combustión de materias fósiles, pero me temo que todo va encaminado a encarecernos el consumo de energía a partir de enero próximo.
Aquello que  nos dijeron de  que en una sociedad democrática cada cual puede defender sin peligro sus opiniones, valores y creencias, pues va quedando en menos, por lo menos a mi parecer.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 3 de diciembre de 2019

Los dogmas de pensamiento único que padecemos


            ¿Será posible decir: hasta aquí hemos llegado?
Creo que el sueño de cualquier detentador del poder, persona u organización, ha sido y es establecer el pensamiento único, una colección de dogmas en los que todos crean a pié juntillas, sin discusión, pues poner en duda cualquiera de ellos puede ser severamente castigado y el atrevido que lo intente arrojado a las tinieblas.
La técnica del convencimiento persuasivo ha ido perfeccionándose progresivamente, sobre todo desde que los ciudadanos esperan más cosas del Estado, sin caer en la cuenta de que “nuestros amados líderes” repartes las migajas de lo nos esquilman constantemente.
En los tiempos del comunismo leninista el pensamiento único se impuso a sangre y fuego, pero luego, otras versiones solapadas del mismo comunismo llegaron a descubrir que si conseguían tener en sus manos la educación de la gente joven, la cosa podría marchar sobre ruedas. (Gramsci)
Para ello era necesario ir eliminando todas las instituciones que venían transmitiendo sus propios valores, especialmente la familia y la religión, que cayeron sin apenas ruido, cuando la gente aceptó la ideología de género como un dogma inatacable, para cuya defensa se elevó a la mujer por encima del hombre, que fue acusado de machista y a todo el sistema anterior de hetero-patriarcal.
La mujer fue pronto convencida de su “derecho a abortar” con el lema ampliamente coreado de “nosotras parimos, nosotras decidimos”. ¿Hay algunos valientes que se opongan al aborto? Los que lo hagan pueden verse en apuros con las leyes que promulgaron los gobiernos “progresistas” y no se atrevieron a derogar los que alguna vez se proclamaron conservadores.
El matrimonio, la natalidad y la familia, apenas si resisten el empuje de  la imposición del pensamiento único que abarca un área amplísima de naciones, apoyados por organismos parasitarios como la ONU, la UNESCO, y sus diversos tinglados o la UE que acogen y difunden, dándole un carácter de aparente respetabilidad a la reducción de la población, la difusión de métodos anticonceptivos o la última bomba: “el calentamiento global” dogma inapelable que si niegas estás perdido y desacreditado.
Todo esto se ha ido preparando al ofrecer a la gente una sexualidad sin responsabilidad, sin hijos, sin obligaciones. Aquello que empezó en Mayo del 68 con lo de “haz el amor y no la guerra” ha tomado carta de naturaleza y se ve como normal vivir en pareja y cambiar de pareja cuando les apetece.
Otro dogma inapelable que ha sido aceptado casi sin oposición es la ideología de género. No somos hombres o mujeres, sino lo que cada cual decida ser escogiendo entre un amplio surtido de géneros ambiguos y naturalmente los gobiernos “progresistas” se han apresurado a reconocerlo como un avance de la humanidad y amenazar a los que intenten protestar con las más severas penas.
Hay otros dogmas pequeñitos, locales, en fase de crecimiento, como el derecho a decidir si quiero ser español, catalán, vasco o baturrico. Estos dogmas pueden terminar con la existencia de España, pero desgraciadamente a lo peor lo acabamos aceptando si “nuestros amados líderes” lo ordenan, en su propio beneficio, aunque nos cuenten que lo hacen por nuestro bien.
¿Cuántos nuevos dogmas nos estarán preparando y cuántos seguiremos dispuestos a aceptar o rechazar? Bueno, lo de rechazar, cada vez nos lo van poniendo más difícil pues la presión de los medios es irresistible y hace falta mucho valor.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 26 de noviembre de 2019

Estamos perdiendo nuestras raíces: nuestra fe y nuestra historia


        

            ¿Podremos acaso confiar en nuestras políticos?
Cada uno de nosotros somos el resultado de la historia. La prehistoria se queda para los que se dicen científicos. Estamos hechos de trozos de historia, de la que nos han contado o de la que nos han ocultado, son nuestras raíces, las que nos nutren y dan vida. Lo malo es que muchos piensan que es mejor cortar las raíces que nos agobian como un cepo y así nos sentiremos totalmente libres.
Entretenidos con los últimos inventos tecnológicos nos vamos marchitando por falta de un suelo vital que dé razón de nuestra existencia. El hombre sin historia es fácil presa de cualquier ideología, que desconoce, pero que le dicen es moderna y progresista, aunque sea vieja de siglos. Ni la familia ni la escuela lo han enseñado a pensar, pero inevitablemente lleva a cuestas un pesado fardo de guerras, paces, revoluciones, que no entiende, pero que están conformando su existencia.
Somos incapaces de distinguir entre la democracia y la tiranía, entre el viejo liberalismo y el también viejo comunismo y nos piden que votemos sin que tengamos nada claro lo que votamos y así nos va.
El sueño de los revolucionarios ha sido y es eliminar la familia como institución transmisora de la historia y establecer una escuela única y adoctrinadora para modelar a los hombres del mañana: dependientes siempre del Estado, del que lo esperan todo, pero que no da nada que antes no haya extraído de las mismas personas, de su trabajo, de su esfuerzo, de su patrimonio familiar.
Es lo mismo que están haciendo los comunistas en toda la América hispana, en África o en Asia, volver al comunismo cada vez más vivo, desde Cuba o desde Bolivia, desde China o la misma Rusia. El muro de Berlín cayó en vano, pues en su lugar nació una unión europea, con mandil pero sin alma, ni historia, dispuesta a dictar sus leyes, sus ideologías, sus consignas a todos y ¡desgraciados los países de ponen objeciones!, los que tienen una historia y una fe que están dispuestos a defender, pues es posible que sean expulsados de ese selecto club, la UE, y arrojados a las tinieblas exteriores.
Si cuidáramos nuestras raíces históricas y religiosas estaríamos nutridos y rebosantes de vida, dispuestos a multiplicarnos y organizarnos, pero sin raíces hemos dejado de de formar matrimonios estables y disminuido el número de hijos. (¡Esa España vieja y vacía!). Terminaremos invadidos por otros pueblos con más empuje, porque tienen viva su historia y sus tradiciones e iremos desapareciendo  viejos y decrépitos.
Hemos renunciado el futuro a cambio del placer sin compromiso, de los juguetes electrónicos, del alcohol, de la droga o la pornografía…
¿Estamos a tiempo aún de rectificar? Nos sobran politicastros, nos sobran negociantes que medran con nuestros vicios, nos sobran elecciones inútiles, nos sobran gobernantes aprovechados que hace tiempo dejaron de buscar el bien común y nos falta fe en nuestras creencias religiosas, nos falta fe en España, nos falta fe en que el cambio es posible todavía.
Invito a todos a buscar nuestras raíces antes de que nos marchitemos definitivamente, a pensar por nuestra cuenta, a buscar nuestra propia historia, dejar la pantalla del televisor o del móvil y ponernos en pié.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 19 de noviembre de 2019

El abrazo de Vergara y un resumen de nuestra historia



            ¿Seremos capaces de redactar una Constitución que nos dure al menos           200 años?
El abrazo entre los dos políticos del momento, Sánchez e Iglesias, me ha hecho recordar otro célebre abrazo, el de Vergara, entre el general isabelino Espartero y el general carlista Maroto en agosto de 1839, que puso fin a la primera guerra carlista, pero en el que se acordó el restablecimiento de los fueros para el territorio vasco-navarro, lo que traería cola desde el ya lejano siglo XIX hasta el afectuoso abrazo de Sánchez e Iglesias, que puede envolver graves acuerdos contra la unidad de España, aceptando, a cambio de votos, las reivindicaciones que hoy están invocando otras regiones españolas aprovechando la debilidad del gobierno.
El acuerdo de Vergara provocó problemas administrativos, ya que colisionaba con la unidad territorial que había establecido el motrileño Javier de Burgos durante el gobierno de Martínez de la Rosa en 1833 y que ha estado vigente hasta la nefasta instauración del sistema autonómico de la Constitución del 78, a mi parecer.
Pero al desempolvar la historia de España del siglo XIX me doy cuenta de que las luchas por el poder de las distintas facciones que con diversos nombres han jalonado nuestro pasado –isabelinos contra carlistas, exaltados contra moderados, liberales contra conservadores...-, y la gente, el pueblo, como masa a movilizar en permanentes algaradas, de cuya suerte pocos se preocupaban.
Mientras que hay naciones que se rigen por constituciones centenarias, España ha cambiado de constitución siete veces en el siglo XIX, desde la primera de 1812 a la de 1876. Siempre las Constituciones son obra de la burguesía y sus gerifaltes. Desde 1808 a 1869 será la burguesía revolucionaria y desde 1874 a 1931 de la burguesía conservadora, según La Historia de España Alfaguara.
La burguesía conservadora, Cánovas y Sagasta,  que dieron vida a la Restauración y a la Constitución de 1876,  y fue beneficiosa para España, se topó con un proletariado que estaba asumiendo las ideas revolucionarias del marxismo, del socialismo o del anarquismo a las que el gobierno de Alfonso XIII no supo hacer frente, dando paso a la Dictadura de Primo de Rivera, héroe de la guerra de África, que fracasó y lo mismo el general Berenguer que le sucedió. Sin encontrar ningún apoyo, Alfonso XIII sale de España y se proclama la II República (la primera fue la cantonal de 1873 que terminó con más pena que gloria)
La república de 1931 tampoco resultó viable por su sectarismo, enfrentamiento permanente entre derechas e izquierdas y el resurgir del catalanismo separatista. En Asturias se produjo un alzamiento revolucionario, se impidió gobernar a la derecha (CEDA) y una izquierda vengativa comenzó con acciones que llevarán a la guerra civil. La constitución de 1931 no tiene defensores del orden y se produce un alzamiento militar que triunfa y gobernará España de forma dictatorial el general Franco hasta 1975, en que muere.
El régimen de Franco no intentó establecer una nueva Constitución sino que dictó una serie de leyes que llamó Fundamentales del Reino como la de Principios del movimiento, Fuero de los Españoles, Fuero del Trabajo, ley Constitutiva de las Cortes, ley de Sucesión en la jefatura del Estado y otras por el estilo que se han archivado sin leerlas.
Cuando fallece, los llamados Procuradores en Cortes dan cumplimiento a la sucesión en la jefatura del Estado en la persona de Don Juan Carlos de Borbón e inician la redacción de una nueva Constitución, capaz de superar viejos enfrentamientos y contentar a todos los que querían aprovechar la ocasión de conseguir sus aspiraciones forales o separatistas.
Y en eso estamos. Está claro que será necesario reformar la constitución del 78 pero no está nada claro que todos los partidos políticos tengan buena voluntad sino más bien ansias de poder e incluso de revivir viejos odios y enfrentamientos.
Por favor ¡una Constitución para un par de siglos!
Francisco Rodríguez Barragán
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jueves, 14 de noviembre de 2019

¿Superioridad moral de la izquierda, de la derecha, de quién?



            Buscar el poder a cualquier precio y disfrutarlo todo el tiempo posible.
Con pajarita y sin tapujos es el título del libro que va a publicar Inocencio Arias como ha anunciado en el diario ABC. Parece que la idea, al menos del primer capítulo, es su intento de desmontar la falsa superioridad moral de la izquierda que se mantiene gracias a sus propias mentiras que ha conseguido difundir a través de todos los medios. Quizás su superioridad está en la manipulación constante de la historia con la que viene adoctrinando a varias generaciones.
Pero si es justo desmontar la superioridad moral de la izquierda, por ello no hay que adjudicar a la derecha ninguna superioridad moral, entre otras cosas porque a menudo ha traicionado los valores que decía defender y está pagando en las urnas la desidia de los gobernantes del Partido Popular que, en lugar de derogar las leyes de Zapatero, cuando tuvieron una legislatura entera para hacerlo, han hecho un seguidismo cobarde de tales leyes, memoria histórica, violencia de género, ampliación del aborto, ideología de género, contemporización con los criminales de ETA y los separatistas que pretenden romper España, quizás porque han sido abducidos por la nefanda idea de la izquierda de que esto es lo que constituye el progreso.
Aunque puestos a pensar mal de la izquierda y la derecha, puede que ambos reciban instrucciones de algún poder superior y secreto que desde la sombra dicta a toda Europa los principios que tienen que obedecer. Cualquiera que se oponga lo tiene crudo, será etiquetado de fascista (aunque la mayor parte de la gente no tenga ni idea de lo que fue el facismo) o de franquista, cuando los que vivimos durante la vida de Franco somos una minoría en proceso de desaparición.
Tanto la izquierda como la derecha española tienden a ocupar el poder y disfrutar del mismo todo el tiempo posible, a costa de los ciudadanos, revolcándose en la corrupción caciquil, (el clientelismo del PER o los fondos de formación, los famosos ERES andaluces) las comisiones a cambio de adjudicaciones (la Gurtel, Bárcenas, la púnica…) El famoso tres por ciento en catalán, Banca catalana etc. desde Pujol que sigue libre disfrutando de sus fechorías hasta el infeliz de Urdangarín que sigue preso)
Derecha, izquierda, centro ¿quién tiene la más mínima superioridad moral? Quizás por ello la aparición de un partido nuevo, que dice cosas distintas, ha metido el miedo en el cuerpo a los demás y sin rebozo alguno quieren eliminarlo del mapa con falsedades que se encarga de difundir la Brunete mediática. Ignoro si cuando lleguen al poder, si llegan, también se corromperán o mantendrán el tipo.
Desde el día de las elecciones a hoy están pasando muchas cosas sorprendentes y todas malas o problemáticas, con el jefe del Estado enviado a Cuba, quizás para que no estorbe abriendo el reglamentario el periodo de consultas.
Nadie impone orden en Cataluña. El señor Torra tiene la llave de los CDR a los que desconectó en día de reflexión y el de las votaciones, pero ha vuelto a activar para que corten la carretera que nos une a Francia.
Está claro que el ministro del interior, en funciones, no funciona. ¿Nadie le pedirá cuenta de su nefasta gestión? ¿Nadie procesará a Torra y a Torrent? ¿Con la patraña de España plurinacional pueden conseguir el número de votos que la faltan, a cambio de dinero, indultos y diálogo, mucho diálogo?
¿Superioridad moral?  Bah es el poder, ¡estúpido!
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 5 de noviembre de 2019

¿Tendrán arreglo los problemas de España?



            Quizás podamos hacer algo más que votar el domingo que viene
Quedan pocos días para las elecciones y confieso que estoy preocupado. Los electores votarán, pero el recuento final ¿quién lo hará? Desconfío de todo y de todos. Casi todos los candidatos llenan sus intervenciones de vana palabrería. No hay más proyecto que ganar como sea y borrar del mapa a los contrincantes. En lugar de buscar el bien de España y de los españoles buscan su propio bien: las prebendas que llevan anejas los diversos cargos.
Si se trata de la economía, que parece tambalearse,  nadie ofrece el programa obvio, reducir gastos, empezando por los miembros del gobierno, diputados y senadores y los mil y un cargos de la administración autonómica en buena parte duplicados o inútiles.
En cuanto a las leyes dañosas que nos dejó el nefasto Zapatero, nadie quiere eliminarlas para siempre, salvo alguna excepción, por miedo a no pasar por “progres” y modernos, aunque se destroce el matrimonio, la familia y la prole,  con el feminismo feroz, la ideología de género, la promoción del aborto, etc.
Se constata la triste realidad de una España vacía, pero nadie aporta remedios viables y lo mismo pasa con las pensiones. Todo el mundo habla de que tenemos un sistema inviable de seguridad social y que dentro de poco no podrán pagarse las pensiones. Ya hace tiempo que todos los partidos tenían que haberse puesto a estudiar el problema y la forma de resolverlo. Pero nuestros políticos no saben de nada, ni estudian nada, ni hacen otra cosa que atacarse unos a otros.
La paz entre los españoles no consiste en la mera ausencia de guerra ni se reduce a asegurar el equilibrio de las distintas fuerzas contrarias, la paz se define como obra de la justicia, pero no de la justicia penal o administrativa lenta y complicada sino la que cada cual procura realizar en el ámbito de su propia vida como ciudadano, como político, como patrono, como asalariado o como juez imparcial y diligente.
Si no hay muchos ciudadanos, que actúen como cortafuegos, el enfrentamiento será inevitable. Cortafuegos del odio, cortafuegos de la violencia, cortafuegos de la injusticia. Es necesaria gente más dispuesta a sufrir la injusticia o la violencia que a causarlas. Esto exige temple y educación ¿pero quién imparte educación en valores? Hemos pasado de la educación, que corresponde primariamente a los padres, al adoctrinamiento sectario.
Podemos recordar el poema de Kipling a su hijo “if”: si sintiéndote odiado, sin odiar tú a la vez, no obstante luchar y defenderte, o recitar la oración de San Francisco de Asís: Señor, haz de mí un instrumento de tu paz, que allá donde hay odio, yo ponga amor, donde hay ofensa yo ponga perdón, donde hay error, yo ponga la verdad, que yo no busque tanto ser consolado como consolar, ser amado, cuanto amar, porque es dándose como se recibe, perdonando como se es perdonado…
Como hemos alejado a Dios de nuestras vidas quizás todo lo que digo no sirva para nada, pero si hay alguien  que esté en esta misma onda, le invito a pensar, meditar, proponer, difundir que con estos políticos y esta democracia no se van a resolver los problemas. Piensen su voto para el próximo domingo y recen para que sirva de algo y después de las elecciones sigan rezando.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 29 de octubre de 2019

Ya somos como dioses pero esto funciona peor


            La vida es un regalo  que no sabemos agradecer.
No deja de ser curioso que nos pronunciemos por la salvación del planeta, incluso invocando a la Pachamama, y nos consideremos culpables de que se derrumbe un glaciar o pueda desaparecer alguna especie rara de lagartija o salamandra.
Forma todo ello parte de la actitud “progre” que trata de convencernos de que nuestra voluntad está por encima de todo, que todo depende de nuestra omnímoda libertad que no reconoce nuestra propia limitación. No concebimos la libertad como un don, un regalo, recibido de Alguien que está muy por encima de nuestra radical pobreza. Un día empezamos a vivir, otro moriremos y otro seremos olvidados.
Miramos la creación y pensamos que, con nuestra ciencia, podremos hacerlo mejor y nos ponemos a enumerar nuestras victorias sobre la enfermedad que se han ido acumulando en el transcurso de los siglos. Pero nadie a fuerza de discursos podrá añadir un codo a su estatura.
Nosotros y la mayor parte de los animales somos machos o hembras, pero como ello no depende de nuestra voluntad, sino de la biología, pretendemos modificarlo a nuestro antojo.
Quizás cuando Simone de Beauvoir dijo aquello de que no eres mujer sino te han hecho mujer, quizás reflexionaba sobre las tareas que recaían sobre las mujeres y que a ella no le parecían bien. Pero la magnífica tarea de transmitir la vida no me parece una carga sino un extraordinario privilegio de la mujer que comparte con todos los seres vivos.
Pues sobre estas palabras de Doña Simona se ha montado el gran escándalo (y el gran negocio) del aborto, de la ideología de género, que trata de convencer a la gente de que pueden decidir si ser machos o hembras o cualquier otra cosa, de la lucha de sexos como un nuevo intento revolucionario neo-marxista.
El satánico consejo: no hagáis caso de Dios sino gustad de la fruta prohibida,  la de la ciencia del bien y del mal,  y seréis como dioses, como ha quedado escrito en el primer libro de la biblia, seguimos escuchándolo y haciéndole caso.
Ahora nos hemos sacado de la manga que todo ha de ser pensado y dirigido por nosotros, con nuestro entendimiento y libertad, sin darnos cuenta de que tales cosas, junto con la misma vida, son un don gratuito que hemos recibido por amor.
Cualquiera que contemple el caldero de despojos de una clínica abortista, tiene que estar muy endurecido si no se le revuelve el estomago y sigue diciendo que eso está bien.
Hay testimonios de los que se han arrepentido de cambiar de sexo pero los gobernantes que han dictado esas leyes inicuas, multan y persiguen a los que tratan de ayudarles.
Hay que reconocer que desde que nos creemos libres para hacer lo que nos apetezca, sin cortapisas, el mundo va mucho peor. Envejecemos sin esperanza, hay más mascotas que niños, buena parte de nuestros pueblos están vacíos, la institución familiar está en crisis, hay más sexo que amor…
Podemos seguir votando y creyendo que las papeletas que metamos en las urnas van a resolver algo. Pues no lo creo ya que nuestra enfermedad es mucho más honda: queremos ser nuestros propios dioses y olvidarnos de Dios.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 22 de octubre de 2019

Historia y Constitución


            Los que siempre hablan de dialogo que dialoguen sobre la necesidad     de reformar   la Constitución
Desde 1833 han estado vigentes las provincias españolas que fijó el granadino, de Motril,  Javier de Burgos en tiempos de Cea Bermúdez, sin que hubiera ninguna urgencia en modificarlas. Todos los niños aprendimos, de memoria, las provincias de cada región: Galicia, Asturias, León, Castilla la vieja, Castilla la Nueva, Andalucía, Cataluña, Extremadura, Murcia, Navarra, Valencia, Vascongadas, Baleares y Canarias,
La primera república, la de 1873, estuvo a pique de dar al traste con aquella organización provincial y regional, no tanto por introducir modificaciones, como partir en dos a Andalucía o añadir Ciudad Real a Extremadura, sino porque fomentó un insano cantonalismo que provocó enfrentamientos y reclamaciones territoriales entre los cantones. Como por ejemplo: Granada reclama el pueblo de Alcalá la Real,  Murcia los pueblos de Castril o Huéscar, y el cantón de Cartagena,  se alza contra Murcia con las armas de la Armada que allí tenía su sede.
Esta república se hundió entre interminables discusiones y dimisiones que dejaron paso a la restauración  canovista, durante la cual España consiguió un aceptable desarrollo, sostuvo la guerra de Cuba y luego la de África, no pudo resistir la presión de Estados Unidos en el exterior y de las nuevas fuerzas, anarquistas y socialistas, en el interior; intentó la dictadura de Primo de Rivera y acabó en la segunda república y la huida de Alfonso XIII.
La dictadura de Franco, (que murió en su cama y ahora quieren sacarlo de su tumba), dio paso a los años de la transición y la redacción de una nueva Constitución que, sometida a referéndum, aceptamos con ilusión la mayor parte de los españoles.
La Constitución pretendió ser un traje que satisficiera a todos, cosa que no ha conseguido, porque en ella misma germinaban las semillas de nuevos problemas, especialmente la introducción de las autonomías y la falta de medidas que garanticen la unidad de España.
Con base en las libertades se ha aceptado la presencia de partidos que llevan en sus programas la reclamación de la independencia de su territorio, que otros países hubieran vetado y prohibido. Aquí repetimos que pueden conseguir la independencia mediante la reforma de la constitución, lo cual ningún independentista se cree, por lo que utiliza la debilidad de los sucesivos gobiernos para avanzar hacia su objetivo.
El propio sistema parlamentario, para la constitución del gobierno facilita a los partidos independentistas vender caros los votos de sus representantes tanto en dinero como en competencias. Tenemos la “chusca” situación de haber transferido a la comunidad catalana el control de prisiones, por lo que los políticos ahora condenados tienen directamente la llave de la cárcel para salir cuando quieran.
Pienso que hay que reformar la constitución respecto al papel de los partidos políticos, la formación de gobiernos estables, blindar la unidad de España, reducir las competencias autonómicas que están resultado letales para esa unidad como puede ser la educación o el uso de lenguas particulares en lugar del español que es hablado por cientos de millones en todo el mundo.
Vistos todos los problemas que padecemos es inaplazable abordar con seriedad la reforma de la constitución de 1978 para seguir siendo esta nación llamada España...
Francisco Rodríguez Barragán
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http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/38367/2019-10-23.html

martes, 15 de octubre de 2019

Un artículo en pausa



            Cuando no sabemos lo que nos traerá el mañana no hay que preocuparse que ya llegará.
Cuando me dispongo a escribir mi artículo semanal tengo como ruido de fondo una de las variadas y parecidas tertulias de la tele hablando de la sentencia del “proces” que seguramente no han tenido tiempo de leer, salvo las filtraciones interesadas ¡qué vaya usted a saber!
Cuando tenga la oportunidad de leerme los 500 folios de la sentencia puede que opine algo o mejor me calle pues nadie me ha dado vela en este entierro.
El otro tema en candelero es la exhumación de Franco que me hace recordar un libro, creo de Azcona, titulado “Los muertos no se tocan, nene” o el parte de Franco cuando acabo la guerra a la que habría que escribir un añadido: “el sector rojo” ha conseguido su primera victoria contra Franco, cuarenta y tantos años después y de forma un tanto discutible.
Esta exhumación es un acto de propaganda electoral ante el que la Junta Central calla como…p,  muerta. Debe ser una ideica del cerebro de Iván Redondo que no sé si le dará algún rédito electoral o no.
Lo que me resulta un tanto inconcebible es que los obispos españoles, sucesores de todos aquellos que fueron fusilados sin contemplaciones, no hayan sido capaces de decir nada quizás por miedo a que el gobierno elimine la crucecita de la declaración de la renta o se empeñe en cobrar el IBI a las catedrales y a todas las iglesias. Muy triste todo.
Ayer le di un vistazo a un viejo libro de Díaz-Plaja: El español y los siete pecados capitales. Seguramente muchos creerán que estos pecados han sido descatalogados en el sínodo amazónico y ni siquiera se los saben.
El primer capítulo lo dedica a la soberbia, -pecado y actitud- creo que sigue siendo actual, aunque los mejores representantes de la soberbia eran, cuando escribía Diaz-Plaja, los que tenía algún título de nobleza, puesto relevante en la política, la administración o la cofradía de Semana Santa y que le espetaban a cualquiera: “usted no sabe con quién está hablando” y este cualquiera se alejaba disculpándose, aunque él haría lo mismo cuando tropezara con alguien de menor categoría.
Ahora los soberbios son los políticos que, con escaso currículo, se sienten por   encima de todos los ciudadanos, los que le votaron y los que no, y si tienen apoyo suficiente entre los diputados puede cargar al ciudadano con cualquier impuesto u obligación y, lo que es más grave, nos imponga su manera de pensar, pasando por encima de la Constitución, de la Biblia y lo que se presente ya sea memoria histórica, ideología de género, educación obligatoria en lo afectivo-sexual a nuestros hijos, etc. etc.
Otra clase de soberbios, cum laude, son los opinadores de las tertulias televisivas, que repiten, como cotorras argentinas, sus soflamas en las que se adjudican etiquetas imborrables al resto de los mortales.
Algunos, para hacerme notar mi vejez, me espetan: en tus tiempos tal y cual. Aprovecho la ocasión para recordarles que mis tiempos son aquellos y estos, mientras que los de ellos solo son estos y que muchas de las cosas de que presumen las conseguimos los de “aquellos tiempos”. Ser viejo no es ninguna deshonra, a la hora de saber, les recuerdo el viejo refrán: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”.
Hasta la semana que viene.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 8 de octubre de 2019

¿Estamos al fin del ciclo fatal de cuarenta años?



            ¿Acaso somos demócratas por ir a votar una y otra vez?
Desde que fue aprobada la Constitución de 1978 creí que su título I, capítulo II, sobre los derechos y deberes fundamentales de los españoles era cierto,  nos convertía en un país democrático y nos ponía a salvo de la persecución y la arbitrariedad, pero pasados cuarenta años (siempre el fatídico período de cuarenta años) compruebo con tristeza que no es verdad. Que mis opiniones no sirven para nada si no coinciden con las del gobierno y que el gobierno, de unos u otros, se encarga de blindar, apoyar y subvencionar sus propias opiniones y si no las compartimos, peor para mí y los que opinen como yo.
Así que nada de país democrático, solo apariencia. El gobierno o mejor dicho los numerosos gobiernos que deciden por nosotros ya se encargan de dictar leyes sobre la educación, el feminismo feroz que ha destruido la igualdad de los ciudadanos ante la ley, la ideología de género y el matrimonio homosexual, y el aborto prácticamente libre, que está eliminando la familia. Nuestras propias viviendas, que pueden ser ocupadas impunemente, la imparable emigración subvencionada, etc. etc. y todo ello regado abundantemente con subvenciones de los ayuntamientos, de las comunidades autónomas o del estado.
Luego nos cuentan que hay una España prácticamente vacía, que hay bandas de menores emigrantes no acompañados, “menas” o “bandas latinas” de llegados de la América Hispana, que siembran el terror en bastante barrios de nuestras ciudades sin una acción punitiva y eficaz de nuestro sistema judicial ni penitenciario.
Se les llena la boca a nuestros gobernantes hablando de las prestaciones sociales o de nuestra sanidad pública, pero no consiguen garantizar las pensiones de los que trabajaron y cotizaron toda su vida.
Nuestros políticos no son siquiera capaces de ponerse de acuerdo para buscar el bien común de los españoles, pues cada uno persigue su propio beneficio, pero nos ordenan volver a votar otra vez, ¿para qué? ¿Cuáles son sus programas? ¿Significa algo votar a la izquierda o a la derecha? ¿Cuáles son las diferencias? ¿Es urgente desenterrar a Franco o derribar la cruz del Valle? ¿Se quiere poner punto final a la transición que nos pareció modélica?
La Ley de Memoria Histórica ¿para qué? Dejad la historia para los historiadores y dedicaros a la tarea urgente de gobernar sin aumentar la deuda, sin agobiarnos con impuestos, sin atizar discordias, pero sin aceptar la ruptura de España.
Seguramente que lo que yo piense o deje de pensar le importa un bledo a nuestros políticos, salvo que me oponga al aborto, al matrimonio homosexual al adoctrinamiento escolar de los niños o a la destrucción de la familia pues si consiguiera hacerme oír me mirarían con desprecio y me calificarían de facha.
Mi voz no llegará muy lejos, pero seguiré pataleando y gritando que esto no es ninguna democracia, que las libertades y derechos que aparecen la Constitución del 78 son papel mojado y que me siento engañado y desilusionado con un régimen que voté esperanzado.
¿Será verdad que en España cada cuarenta años todo se va al traste y hay que volver a empezar? No voy a vivir lo suficiente para ver lo que pasa, pero a mis hijos y nietos les deseo una España mejor.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 1 de octubre de 2019

Un recién nacido arrojado a un río


            Algunos comentarios sobre este triste hecho

Todas las cadenas de comunicación nos informaron hace unos días que habían arrojado un recién nacido al borde del rio. Allí estaban los guardias con sus perros buscando el cadáver del chiquillo hasta encontrarlo.
La información se completó con el dato de que era una pareja de jovenzuelos que habían decidido deshacerse del niño que ella había parido en la habitación de un hotel.
El hecho merece algunas reflexiones: Todos los días las clínicas abortistas eliminan recién nacidos que nadie busca ya que se trata de embarazadas a las que una, dicen que ley, autoriza a hacerlo. Estos bebés irán a parar a una trituradora de restos de quirófano, salvo que puedan ser comercializados por trozos. He leído que en USA hay una verdadero negocio de partes de bebé para experimentar con ellos y seguramente aquí en España no será menos.
También cuando aparece algún bebé abortado en un contenedor de basura la policía, de inmediato, realiza las oportunas diligencias para encontrar a la delincuente, pero a las que hacen lo mismo en las clínicas abortistas no las busca la policía ni tienen problemas. A mí me resulta inexplicable y monstruoso todo  esto, seguramente porque no soy progre, gracias a Dios.
También sé que las personas pro-vida que acuden a la puerta de los abortorios, para brindar ayuda a las que allí acuden, son los que pueden resultar denunciadas y perseguidas.
Desde aquella ley de 1985 que nos vendieron como “despenalización del aborto, pues no era justo cargar a las mujeres que tenían un problema con una pena judicial”, a la situación actual, post-Zapatero, que legalizó todo esto hay un abismo. La derecha recurrió al Tribunal Supremo este engendro de ley y seguramente allí también habrá abortado pues han pasado años y no han resuelto nada. También la derecha pudo derogarla cuanto tuvo mayoría, pero “alguien” le ordenaría no hacerlo o temieron no resultar tan progres como la izquierda.
Otra reflexión que se me ocurre es que todo esto es consecuencia de la llamada liberación sexual, que consiguió hacer pasar por normal la práctica sexual  desde la adolescencia (e incluso con asesoramiento de sus educadores) y la inhibición pusilánime de las familias, si es que quedan algunas,  que hacen la vista gorda ante la vestimenta, horario, etc. de sus hijas o incluso les recomiendan el uso del preservativo.
La liberación sexual no me parece que haya liberado de nada a los jóvenes sino los ha empujado a muchos a una rueda vertiginosa de alcohol, droga y sexo, en la que nadie se acuerda de píldoras ni preservativos, ya que siempre se puede recurrir “legalmente” al aborto.
La jovencita, o no tan joven,  que queda embarazada, después de una tarde o noche priápica, poca ayuda puede recibir del mozalbete que la hizo gozar un rato, que huirá de cualquier compromiso. ¿Quién podrá ayudarla? ¿Hallará esta ayuda en su familia? ¿A dónde acudirá? Pues seguramente a la clínica abortista a no ser que pueda contactar con algún movimiento pro-vida.
Se me revuelven las tripas cuando oigo hablar de gobiernos de progreso. Más que progresar retrocedemos a las bacanales y saturnales de la decadencia del imperio romano. El striptease patrocinado por la alcaldesa de Barcelona para espectáculo infantil o las carrozas del día del orgullo gay, son un ejemplo de nuestro retroceso histórico.
Francisco Rodríguez Barragán
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