lunes, 29 de enero de 2018

A más leyes, menos libertades


            Si nuestra clase política quiere buscar el bien común, empiecen por podar        la selva legislativa
Cada año el Boletín Oficial del Estado publica más de 15.000 disposiciones de carácter general a las que hay que añadir las que aprueban cada una de las comunidades autónomas, las diputaciones provinciales, los ayuntamientos y cualquier ente que esté dotado de facultades para obligar a los españoles a cumplir normas y más normas.
Como normalmente las normas que dan lugar a más normas parten de los que se sientan en el Congreso, gobierno y diputados, habría que pedir que hagan el esfuerzo de no seguir aprobando disposiciones sino que empleen su tiempo en aligerarnos de tantas obligaciones, dejando sin efecto todas las que no sirven o no aportan nada que beneficie al bien común.
Hay quien dice que cuanto más corrupto es el entramado político, más se legisla, más leyes se imponen a los ciudadanos, aunque la cosa viene de lejos pues los romanos dijeron algo parecido sobre la corrupción de la república y la abundancia de leyes.
Aunque cada grupo político que promueve una ley dice que es necesaria, lo cierto es que más que buscar el bien común de lo que se trata es de combatir a los adversarios, imponerles su ideario, a menudo, desde el rencor histórico, por falso que sea, por el morbo revolucionario,  por el enfrentamiento de liderazgos o por creerse en posesión de una superioridad moral más que discutible.
Los españoles acudimos a votar pensando, más bien equivocadamente, que vamos a elegir a los nuestros, a los que van a cumplir un programa maravilloso. Luego viene la desilusión: del programa nunca más se supo, ni por parte de los que se sientan en la Moncloa como de los que se sientan en la Carrera de San Jerónimo y una y otra vez seguimos votando a los mismos, a esos que solo están de acuerdo para subirse el sueldo.
Pero lo mismo que pasa a nivel nacional pasa en cada autonomía. En los ayuntamientos todavía se nota más. Rara es la corporación municipal en la que vayan todos a una buscando el beneficio de todos sus paisanos y no de parte de ellos ¿o no?
Ahora se habla mucho de que la soberanía reside en todo el pueblo. Si fuera verdad el pueblo soberano tendría que pedir cuenta de todo lo que se hace mal y tenemos que pagarlo entre todos,  de todas las mermas de nuestra libertad, del laberinto legislativo que tiene que sortear cualquiera que quiere crear una empresa, etc. etc. Parece que todas las responsabilidades políticas se dirimen en las siguientes elecciones pero que pierdan o ganen algo, medido en porcentajes o escaños no tiene que significar que la responsabilidad con los españoles ha quedado saldada.
Los malos gestores de la cosa pública, los que tienen por objetivo enfrentarnos con mentiras, los que nunca trabajaron y llevan años y años viviendo del cargo, los que quieren imponernos determinada ideología o determinado tipo de educación, los que nos amenazan con sanciones por pensar de otra manera… tendrían que ser expulsados definitivamente del escenario político.
Si solo es posible hacerlo a través de las elecciones tengámoslo en cuenta, por favor, cuando lleguen las próximas.
Francisco Rodríguez Barragán  
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Un recién nacido en una bolsa de basura


            Un niño muerto arrojado a un vertedero causa más interés mediático que          cien mil abortos
Hace pocos días fue hallado el cadáver de un recién nacido en una bolsa de basura, en la planta de residuos en una localidad cercana a Granada. El bebé estaba desnudo y conservaba el cordón umbilical por lo que fue denunciado el hecho ante la guardia civil que abrió la oportuna investigación.
Informan asimismo los medios que será el Instituto de Medicina Legal el que tratará de averiguar cuántas horas llevaba fallecido el recién nacido cuando fue arrojado a un contenedor de basura y si cuando lo tiraron este estaba muerto o aún tenía vida, pues todo ello puede cambiar el tipo de delito, si ha sido homicidio, asesinato o infanticidio, de cara al día en que se juzgue este caso.
No deja de sorprenderme el interés por este bebé muerto, cuando cada año se practican miles de abortos, es decir, se eliminan niños en estado de gestación, sin que ello inquiete lo más mínimo a los ciudadanos ni a nuestras autoridades, pues hay una ley que autoriza la eliminación de cualquier niño por decisión de su madre biológica, en supuestos bastante laxos, gracias a la nefasta política del presidente Zapatero, que su sucesor ha sido incapaz de derogar, no sé  si por compartir las mismas ideas o por simple desidia.
Tengo la sospecha de que, para la sociedad, todo queda en un simple problema de eliminación de residuos. Si los niños que son asesinados en los abortorios autorizados son incinerados o sometidos a la picadora del doctor Morín y arrojados a las instalaciones de saneamiento, no son ya noticia que merezca el más leve comentario.
Nuestros políticos se dedican a marearnos con cifras, índices y porcentajes para demostrar lo bien que vamos, pero el hecho cierto es que estamos perdiendo población cada año y que somos una sociedad cada vez más envejecida, suicidada o abortada, que será cada vez más incapaz de sobrevivir.
En el estudio sobre la juventud publicado por SM dice que los jóvenes consideran a la familia como muy importante, pero será la que paga sus gastos, porque estos jóvenes no parecen muy decididos a constituir nuevas familia, entretenidos en frágiles uniones de hecho, sin llegar al compromiso del matrimonio para toda la vida
Y de matrimonios fecundos, nada de nada. Las mujeres que llegan a tener hijos, los tienen bien pasada la treintena. Todos tienen “buenas razones” para no formar una familia: que si el trabajo, que si los sueldos, que si las dificultades de conciliar la vida familiar y laboral. Pero en tiempos pasados, con menos medios pero más valor, la sociedad entera avanzó. En aquellos tiempos en los que pasamos de la zapatilla al 600 todos teníamos un futuro por delante. Ahora el futuro es terminar siendo sustituidos por otras gentes, otros pueblos, que solo tienen que esperar a que nos vayamos muriendo de viejos.
Cada niño al que se impide llegar a la vida, por comodidad y egoísmo, es un fracaso de nuestra sociedad tecnológica, de nuestra democracia sin nervio ni futuro, de haber vuelto la espalda a los valores cristianos para poder copular sin obligaciones ni remordimientos. Comamos y bebamos que mañana moriremos.
Francisco Rodríguez Barragán
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sábado, 20 de enero de 2018

Jóvenes españoles entre dos siglos (1984-2017)


            Cada vez hay menos jóvenes y más viejos
La Fundación Santa María de la editorial SM ha presentado el informe “Jóvenes españoles entre dos siglos (1984-2017). Un concienzudo estudio de la juventud española y su evolución desde 1984, fecha del primer informe.
Su lectura me ha parecido sumamente interesante. Sirva este artículo de invitación a leerlo, pues sería pretencioso por mi parte hacer un comentario solvente de su contenido por lo que me limitaré a unos pocos datos que me han llamado particularmente la atención.
El primer dato es la disminución imparable de jóvenes y simultáneamente el aumento de personas mayores. Si los que cumplieron 18 años en 1993 eran unos 670.000, los que han cumplido  dicha edad en 2017, los nacidos en 1999, solo son 378.000, es decir apenas un poco más de la mitad. Este dato es mucho más grave que las variaciones económicas con las que nos bombardea el gobierno de forma constante.
Nuestro presente demográfico con una disminución de población que se va repitiendo en los últimos años es altamente preocupante y aun más nuestro futuro. Si no hay reemplazo de jóvenes, somos un país cada vez más envejecido, como casi toda Europa, empeñado en suicidarse. ¿Cómo podrá hacerse frente al creciente gasto asistencial de una población envejecida? Todos los cálculos en los que se apoyaba el “estado de bienestar” ─del que cada vez su habla menos─ no sirven para nada. 
La idea de que la pérdida de población puede resolverse con la emigración tampoco parece que funcione, como pensó algún inefable político. Quizás los emigrantes hispanoamericanos se asimilen sin esfuerzo a los españoles, pero rumanos, africanos o marroquíes no se han asimilado  en los sitios donde se han ido aposentando . Más que compartir nuestros valores y costumbre vienen dispuestos a mantener con sus connacionales sus propias normas culturales y religiosas, creando guetos crecientes. El multiculturalismo no funciona, simplemente esperan  a sustituirnos.
Otra cosa que me ha llamado la atención del informe de SM es el relativo a los valores morales, finales  y confianza en las instituciones en los que se constata un desgaste acelerado.
En todos los estudios realizados desde 1984 aparece como lo más importante para la casi totalidad los jóvenes encuestados la salud y la familia  mientras que la política y la religión ocupan los últimos puestos, es decir, no son aspectos importantes en la vida, con una caída más acusada en la religión desde 1994.
La permanente importancia de la salud resulta lógica y en cuanto a la familia seguramente la juventud percibe su importancia por su dependencia de la misma para subvenir a sus necesidades. Esta importancia de la familia de origen no se compadece con otros datos en los que estos jóvenes no tratan de formar sus propias familias sino que se unen en pareja sin vínculo civil ni religioso, cada vez se producen menos matrimonios y los hijos, si se tienen, lo son a edad cada vez más alta.
La escasa importancia que la juventud presta a la política resulta inquietante. Puede ser que la rechace por falta de políticos con los que poder identificarse o por estimar que poco se puede influir en ella. Los jóvenes son el sector de la población que menos acude a votar al contrario de los mayores que acuden con regularidad. Este vacío político generacional, en opinión, está siendo ocupado por los populismos disolventes.
En alguna próxima ocasión comentaré más cosas de este informe que recomiendo leer con atención.
Francisco Rodríguez Barragán
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Propósitos para un año que empieza


            San Francisco de Asís me ofrece un catálogo de propósitos que a mi ofrezco a             quienes me lean
La pasada semana traté del balance de fin del 2017 y en esta que comienza el 2018 pensé que debía hacer algunos proyectos y propósitos a cumplir durante el año. Pero dada mi edad comprendo que no es ya el momento de hacer proyectos, aunque quizás sí de hacer algunos propósitos.
No he podido recordar si al principio del 2017 hice alguno y si lo hice ya me he olvidado Dándole vueltas a  posibles propósitos, de golpe he recordado una oración atribuida a San Francisco de Asís, “hazme instrumento de tu paz”, la he leído y releído y quizás contiene un catálogo de buenos propósitos que voy a tratar de hacerlos míos.
Dice la oración que donde hay odio, yo ponga amor. ¿Podré hacerlo? Al menos me prohibiré  a mi mismo echar más leña al fuego de cualquier cuestión. Amparado en la libertad de crítica quizás me he dedicado a señalar a quienes, en mi opinión, son los culpables de tanto desaguisado. Vamos a ver si soy capaz de dejar de criticar y trate de amar a los que hasta ahora veía enfrente.
Sigue la oración diciendo que allá donde haya ofensa, yo ponga el perdón, donde haya discordia, yo ponga la unión. Son dos buenos propósitos que voy a tratar de cumplir en mi entorno como Dios me dé a entender. No ofender, perdonar siempre, evitar las discordias ¡casi nada!
Que donde haya error, yo ponga la verdad. Propósito difícil ya que habré de buscar humildemente la verdad, examinarla a fondo, pues a menudo “mi verdad” no es la verdad.
Que allá donde haya duda, yo ponga la fe. Mucha gente vive en la duda permanente ¿existirá Dios? Aquí mi propósito será transmitirles mi propia fe, aunque no me hagan caso.
Que allá donde hay desesperación, yo ponga esperanza, donde hay tinieblas, yo ponga la luz, donde hay tristeza, yo ponga la alegría. ¿Cómo podré cumplir estos propósitos? Necesito la ayuda de Dios para vivir en la esperanza, en la luz, en la alegría. Prometo pedirlas  cada mañana y trataré con  todas mis fuerzas de rechazar la desesperación, la oscuridad, la tristeza.
El camino también lo ofrece San Francisco cuando pide que yo no busque tanto ser consolado como consolar, ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar. ¿Seré capaz de consolar, comprender y amar a los demás, sean quienes sean? Me parece que me he metido en una aventura superior s mis fuerzas pero voy a intentarlo.
Dice San Francisco: Creo que es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno puede encontrarse, perdonando  como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna, ¿Creo esto?.
Seguramente que habré pensado y otros también piensan que todo esto no sirve para nada, que lo importante es el poder, el dinero, el placer. Llevamos siglos tratando de hacer un mundo mejor y no parece que lo hayamos conseguido, pero la solución seguramente está en amar al prójimo hasta dar la vida por él. El Evangelio, de verdad, está por estrenar.
Que el 2018 sea un año diferente para todos.
Francisco Rodríguez Barragán
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Cuenta de resultados del ejercicio


            Nos dicen que crece la economía, pero también crece la deuda que        habremos de pagar los españoles.
En estas fechas los consejos de administración estarán preparando la cuenta de resultados del ejercicio, activo y pasivo, pérdidas y ganancias, planes de futuro, etc. para presentarlas a los dueños de las empresas. El resultado de todo ello puede ser muy favorable para el dueño capitalista y, si lo es,  algo puede llegar a los trabajadores de la empresa aunque en la proporción que decida el dueño que, seguramente no dejará satisfechos a todos. Unos arriesgan su capital y otros su vida útil mientras lo sea.
En esta gran empresa llamada España su consejo de administración, el gobierno, también rendirá cuentas aunque no sé si ante los titulares de la soberanía, los españoles, o si ante las severas autoridades europeas.
Lo que ya está anunciado son las deudas de las variadas y complicadas administraciones que padecemos. No sé quiénes son los acreedores por tal deuda, si los bancos, el BCE, o los fondos de inversión. Lo que sí está claro es que tendremos que pagarlo todos los españoles de varias generaciones.
El viejo consejo de no gastar más de lo que se gana y no pedir nunca prestado, parece que no rige para los gestores de las variopintas administraciones que siempre andan a la greña unos con otros, pero están siempre de acuerdo para subirse sus sueldos, dietas y prebendas cada año.
Todos los ayuntamientos, diputaciones y autonomías se pasan el año exigiendo que el Gobierno realice las inversiones que dicen serían la mar de beneficiosas para los ciudadanos. Pareciera que todas las inversiones que haga el gobierno central no tengan que ser soportadas en cualquier caso por los ciudadanos (y ciudadanas), que salen a la calle con sus pancartas reivindicativas de trenes, carreteras, casas de la cultura, etc.
Tampoco ofrecerán ningún estudio detallado de los beneficios que hayan generado tan cuantiosas inversiones. Con decirnos que la economía está creciendo, todo el mundo a callar, aunque el común de los españoles no tengamos ni idea de la forma en que se mide tal crecimiento ni a quienes beneficia
La deuda pública parece no tener nada que ver con el gasto, más o menos justificado, que realizan los políticos y no quiero pensar, en absoluto, que los gastos e inversiones también signifiquen corruptelas y trapisondas.
La cuenta de resultados que en las empresas son pérdidas o ganancias, en lo público las pérdidas son las cifras de tanto gasto inútil y las ganancias lo que nos dicen que ha crecido la economía.
Los presupuestos de todas las administraciones cuentan con lo que recaude el gobierno central. El reparto siempre es motivo de enconadas luchas y para mayor desgracia también están las que exigen más tajada para no irse de casa y ¡hasta lo consiguen!  Claro que peor será que se vayan de casa y haya que seguir pagándoles los gastos.
Cuando oímos que en el Congreso se discuten los presupuestos nuestro interés es mínimo, pero debía ser máximo ya que los titulares de la empresa que se llama España somos los españoles a los que se nos llama para votar cada cuatro años, pero a pagar todos los días por IVA por IRPF, por sociedades o por sucesiones.
A pesar de todo tratemos de ser felices en estas fechas.
Francisco Rodríguez Barragán
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Una Europa en la que podamos creer


            La declaración de París es un manifiesto elaborado por intelectuales de             diez países europeos
El pasado mes de octubre encontré en algunas páginas de internet la noticia de la Declaración de París, un manifiesto, que lleva por título “Una Europa en la que podemos creer” elaborado por diez intelectuales europeos y que ha sido firmada también por bastantes intelectuales españoles.
El manifiesto alerta de la amenaza de una falsa Europa cuyos patrocinadores están fascinados por el mito del progreso inevitable y convencidos de que la historia está de su lado, por lo que son incapaces de reconocer los defectos de un mundo post-nacional y post-cultural que están construyendo, pero reprimen el disenso de quienes señalan que la Europa real tiene que ser otra cosa que enlace con la historia y el carácter de los estados-nación y con sus raíces cristianas.
En nombre de la igualdad y la tolerancia pretenden hacer tabla rasa con nuestro pasado, reprimiendo a los que se atrevan a mostrar su disconformidad con las directrices inapelables de Bruselas.
La Unión Europea o es una comunidad de naciones  con  nuestras lenguas, tradiciones y fronteras que aportan la diversidad pero también la unidad básica de nuestras raíces cristianas, griegas y romanas, o es volver a cualquier forma de imperialismo inaceptable.
Un estado-nación de Europa se enorgullece de gobernarse a su modo, de sus logros nacionales, de su propia identidad, aunque comparta con los demás países europeos unas raíces comunes. El manifiesto señala el peligro de estar perdiendo nuestro propio hogar frente a una Europa que se jacta de un compromiso sin precedentes con la libertad humana, pero en la realidad se trata de unas libertades parciales y discutibles como la libertad sexual, el hedonismo, la debilitación del vínculo matrimonial y la crisis de la familia.
Señala el manifiesto que al mismo tiempo que se alardea de una libertad sin precedentes la vida europea está siendo regulada hasta el último detalle y las normas confeccionadas por tecnócratas sin rostro, coordinados con poderosos intereses, gobiernan las relaciones laborales, las decisiones empresariales, las calificaciones educativas o nuestros medios de comunicación pero también la libertad de expresión y la libertad de conciencia.
Esta Europa que están construyendo desde Bruselas elimina de la vida pública las manifestaciones cristianas para no ofender al Islam y favorecer un multiculturalismo que cada vez se muestra más inviable. Los que se atreven a cuestionar la política migratoria son rápidamente arrastrados a los tribunales acusados de islamofobos.
Dice este manifiesto que hay una indudable mala fe en la tendencia hacia la globalización que poderos intereses quieren llevar a cabo levantando instituciones supranacionales que puedan controlar sin los inconvenientes de la soberanía popular de cada estado-nación.
Dice también que nuestras clases gobernantes están promoviendo los derechos humanos, combaten el cambio climático, construyen una economía de mercado o están supervisando los movimientos hacia la igualdad de género. ¿No habrá que ser escépticos ante tan generosa ayuda?  Europa está dominada por un materialismo vacío que parece incapaz de motivar a los hombres y las mujeres a tener hijos y formar familias…
En un pequeño artículo no soy capaz de condensar toda la riqueza de este manifiesto pero invito a quienes me lean a que lo busquen y descarguen de internet.
Aunque los medios de comunicación nos hablan todos los días de Europa esta Declaración no ha tenido la acogida que merece, seguramente que lo que dice no conviene e los que mandan.
Francisco Rodríguez Barragán
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¿Bienestar o malestar?


            Estamos necesitados de esperanza
Hasta hace poco se repetía mucho la expresión: estado de bienestar, como algo conseguido o en vías de conseguirse. Ahora ya no se habla de bienestar, quizás de malestar o de temor. Temor a no encontrar trabajo, temor a perder el que tenemos, miedo al futuro, qué pasará con las pensiones, y tantos otros temores que nos asaltan.
Siguiendo la moda del post, post-modernidad, post-cristianismo, post-verdad, quizás tendríamos que hablar del post-bienestar. Sigue abundando la riqueza, pero mal repartida, sigue nuestro sistema democrático, pero cada vez más desprestigiado, siguen los mismos partidos, diciendo las mismas cosas,  pero sin ofrecer ningún proyecto ilusionante. El europeísmo que levantó tantas esperanzas nos parece cada vez más como una superestructura de poder sin alma ni futuro. 
Dios ha desaparecido de nuestro horizonte como esperanza de que, más allá de la muerte, nos espera para darnos un mundo nuevo y una tierra nueva donde habita la justicia, donde ya no habrá más llanto ni dolor, sino la contemplación gozosa de Dios mismo.
La lectura de este último párrafo seguramente habrá hecho sonreír a más de uno que me reprochará que quiero mitigar los temores de hoy con la esperanza en un mañana glorioso pero… después de la muerte. Peor sería que tras la muerte solo halláramos el vacío, la nada. Pero de todas formas, ante los problemas y desazones que enfrentamos necesitamos una esperanza, un consuelo que no sea ilusorio.
Estamos en tiempo de adviento, de espera, de esperanza, de que Dios  hecho hombre siga estando entre nosotros, siga señalando el camino para conseguir un mundo más justo y más fraterno. Si nos empeñamos en construir un mundo diferente sobre el poder, el odio, o la revancha con ideas ya fracasadas, cada vez nos alejaremos más de la  paz que necesitamos.
Dios permanece siempre fiel y atento a nuestros problemas, pero respeta nuestra libertad, con la que podemos equivocarnos y hacer el mal y hasta llegar a echarle la culpa a Dios de nuestras desgracias o tomar pie de ellas para negar que exista o que nos ame. 
¿Qué podemos hacer? Necesitamos confiar en Dios con paciencia y esperanza, elegir el camino que Jesús nos indicó de amar al prójimo, amigo o enemigo, hasta llegar incluso a dar la vida por los demás. Elegir el camino de hacerlo todo y soportarlo todo por amor, exige constancia en la escucha de los demás. Nuestros prójimos, nuestros próximos, necesitan ser escuchados y amados antes que culpados y regañados.
Hay que apostar porque venga el reino de Dios, como decimos al rezar el Padrenuestro,  y hay que oponerse a las fuerzas del mal que lo combaten desde el poder político, financiero, corrupto o terrorista y desde el poder de la propaganda con su capacidad de influir, de contagiar, de crear opinión, de confundir. Naturalmente que oponerse a estos dos poderes no sale gratis y habrá que sufrir la marginación, el silencio y hasta la persecución.
Aunque es lamentable que muchos bautizados hayan dejado de sentirse cristianos no hay que darlos por perdidos. Su filiación de hijos de Dios en Jesús puede revitalizarse en cualquier momento. A ellos va mi llamada fraternal.
Francisco Rodríguez Barragán
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De la Constitución de 1812 a la de 1978


            Hay que releer las constituciones derogadas antes de reformar la vigente
La primera Constitución Española fue promulgada por las Cortes de Cádiz el 19 de marzo de 1812, día de San José, lo que dio pie para llamarla “La Pepa”. La hoy vigente se aprobó el 6 de diciembre de 1978, día de San Nicolás, por lo que podría ser apodada como “La Nicolasa”.
Entre estas dos fechas hay una accidentada historia constitucional, con el paréntesis de los años de la guerra y los del gobierno del general Franco (1936-1975) en los que no se formalizó ninguna constitución, sino determinadas leyes que se denominaron “fundamentales” pero que desaparecieron en la llamada transición para dar paso a la Constitución de 1978, que ahora se habla de reformar por parte de algunos o  de suplantarla por otra bien distinta de fondo revolucionario.
Ya ha sido todo un éxito su mantenimiento durante casi cuarenta años, pues las anteriores constituciones duraron mucho menos. Desde 1812 a 1931 se aprobaron y derogaron 10 constituciones nada menos.
Leyendo todas las constituciones encuentro algunos datos que quizás habrían de tenerse en cuenta para una eventual reforma. La primera es la presencia en todas ellas de los ayuntamientos y diputaciones como instituciones indiscutibles, que han venido funcionando desde tiempo inmemorial.
El sistema autonómico solo aparece en el proyecto de Constitución de la República Federal de julio de 1873, que terminó de mala manera y en la Constitución de la República Española de 1931 que abrió la posibilidad de constituirse en autonomías cumpliendo determinados requisitos.
En la vigente Constitución las autonomías de todo el país, con sus facultades legislativas y administrativas, posiblemente han duplicado los gastos que soportan los contribuyentes. Los beneficios de la nueva organización han redundado en favor de los políticos y sus partidos pero ¿han sido útiles para los ciudadanos?
Si las autonomías se pensaron como solución a las tendencias particularistas de algunas regiones, no ha sido así, por el contrario han contribuido a excitar los deseos separatistas, como estamos viendo ahora.
Si la Constitución de 1812 incluía a los españoles de “ambos hemisferios”, la mala política de Fernando VII provocó la DIU, declaración unilateral de independencia, de toda la América española.
Otra cosa que he observado en prácticamente todas las constituciones pasadas es que los diputados se determinan en función de la población. Un diputado por cada 50.000 almas (dice almas y no personas). Sistema mejor que el vigente del Real Decreto Ley 20/1977 con circunscripciones provinciales y ley D’Hondt, que viene confiriendo a los partidos separatistas una alta capacidad de chantaje y bloqueo. No es lógico que a igual número de votos un partido nacional obtenga menos escaños que uno nacionalista. ¿Cómo será el resultado del 21-D?
El profesor Serrano ha propuesto otro sistema: suprimir el Senado y dejar un Congreso de 400 diputados de los cuales 200 se elijan en pequeñas circunscripciones uninominales inferiores a la provincia (sistema mayoritario a la británica) y los otros 200 en lista nacional única con sistema proporcional.
Todas las constituciones establecen un completo catálogo de derechos de los españoles, pero no siempre se especifica a quien corresponde la obligación de satisfacerlos.
La igualdad de todos ante la ley no puede quedar en entredicho por las diferencias que se introducen en cada comunidad autónoma. Sería necesario restringir su capacidad legislativa para evitar desigualdades, gastos excesivos, endeudamientos, iniciativas anti familiares, manipulación de la enseñanza, hay que hacer efectivo el contenido del artº 3 de la CE sobre el español como lengua oficial del Estado, el deber de todos los españoles de conocerla y el derecho a usarla.
Francisco Rodríguez Barragán
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¿Qué votamos en la ONU?


            Parece que nadie va a defender los valores que hicieron Europa y          España
La ONU presentó a votación tres propuestas: la educación sexual de los niños y adolescentes desde los diez años, los derechos de los niños y de los niños discapacitados. De acuerdo con la orientación anti-familiar de los intereses que manejan los organismos especializados de la ONU, se buscó marginar a los padres de la educación de sus hijos, pero el resultado de la votación fue contrario y las propuestas no fueron aprobadas.
Es curioso que votaran a favor los países europeos y los americanos, con la excepción de los Estados Unidos que voto en contra y también lo hicieron en contra los países africanos y musulmanes, que mantuvieron el derecho de los padres a la educación sexual de sus hijos. Naturalmente que en una próxima ocasión las fuerzas que pretendan ir arrinconando a la familia volverán a intentarlo ejerciendo las presiones correspondientes.
Aunque de las cosas que pasan en la ONU nuestros medios de comunicación no suelen informarnos, al menos con la misma intensidad que el futbol o la violencia de género, es necesario poner de manifiesto que el canciller español votó con el bloque contrario al derecho de los padres, sin duda siguiendo las instrucciones del gobierno.
Si alguna vez el partido gobernante pareció defender nuestros valores, ello ya está olvidado y continua el seguidismo en la senda de Zapatero con sus leyes sobre el aborto, el divorcio exprés, el matrimonio homosexual y el decidido apoyo al feminismo feroz, la ideología de género y la manipulación educativa bajo el eufemismo de educación para la ciudadanía. Prueba de ello es que en sus cuatro años de mayoría absoluta, el PP, no hizo absolutamente nada y los recursos que presentó ante el Tribunal Constitucional hace más de siete años siguen sin resolverse, durmiendo en algún cajón por orden de quien sea.
Los graves problemas económicos que encontró este Gobierno en sus primeros cuatro años y el también grave de Cataluña, que está tratando de resolver después de haberlo dejado engordar demasiado tiempo, ocultan la falta de ideas claras, de valores auténticos, de un programa que vaya más allá de conservar (y disfrutar) del poder, hacen que este gobierno y este partido no respondan a las necesidades de los españoles. Quizás en Europa están contentos con el Sr. Rajoy y con eso se siente seguro.
 Pero Europa y en Europa España están envejeciendo a gran velocidad, a menos niños más viejos, es un suicidio anunciado. Hay activistas de la ecología y el calentamiento global que quieren reducir la población mundial en mil millones para, dicen, salvar el planeta. Anular la familia es el camino.
Al mismo tiempo,  la llegada de otros pueblos, especialmente musulmanes, a Europa no cesa. El proceso de islamización está en marcha, no porque los europeos se hagan musulmanes,  ni los yihadistas nos conquisten, sino porque cada vez habrá menos europeos e irán colmando el vacío, como ya lo están haciendo: ocupando barrios, hospitales, colegios…
No sé si habrá tiempo de reaccionar, pienso que no. Alguien está interesado en que Europa deje de existir y camine hacia la extinción.
¿Podremos hacer algo? Con estos políticos, seguro que no, pero el problema es que no hay otros mejores a la vista.
Francisco Rodríguez Barragán
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