Un niño
muerto arrojado a un vertedero causa más interés mediático que cien mil abortos
Hace pocos días fue hallado el
cadáver de un recién nacido en una bolsa de basura, en la planta de residuos en
una localidad cercana a Granada. El bebé estaba desnudo y conservaba el cordón
umbilical por lo que fue denunciado el hecho ante la guardia civil que abrió la
oportuna investigación.
Informan
asimismo los medios que será el Instituto de Medicina Legal el que tratará de
averiguar cuántas horas llevaba fallecido el recién nacido cuando fue arrojado
a un contenedor de basura y si cuando lo tiraron este estaba muerto o aún tenía
vida, pues todo ello puede cambiar el tipo de delito, si ha sido homicidio, asesinato o
infanticidio, de cara al día en que se juzgue este caso.
No deja de sorprenderme el interés por este bebé muerto, cuando cada año se
practican miles de abortos, es decir, se eliminan niños en estado de gestación,
sin que ello inquiete lo más mínimo a los ciudadanos ni a nuestras autoridades,
pues hay una ley que autoriza la eliminación de cualquier niño por decisión de
su madre biológica, en supuestos bastante laxos, gracias a la nefasta política
del presidente Zapatero, que su sucesor ha sido incapaz de derogar, no sé si por compartir las mismas ideas o por
simple desidia.
Tengo la sospecha de que, para la sociedad, todo queda en un simple
problema de eliminación de residuos.
Si los niños que son asesinados en los abortorios autorizados son incinerados o
sometidos a la picadora del doctor Morín y arrojados a las instalaciones de
saneamiento, no son ya noticia que merezca el más leve comentario.
Nuestros políticos se dedican a marearnos con cifras, índices y porcentajes
para demostrar lo bien que vamos, pero el hecho cierto es que estamos perdiendo
población cada año y que somos una sociedad cada vez más envejecida, suicidada
o abortada, que será cada vez más incapaz de sobrevivir.
En el estudio sobre la juventud publicado por SM dice que los jóvenes
consideran a la familia como muy importante, pero será la que paga sus gastos,
porque estos jóvenes no parecen muy decididos a constituir nuevas familia,
entretenidos en frágiles uniones de hecho, sin llegar al compromiso del
matrimonio para toda la vida
Y de matrimonios fecundos, nada de nada. Las mujeres que llegan a tener
hijos, los tienen bien pasada la treintena. Todos tienen “buenas razones” para
no formar una familia: que si el trabajo, que si los sueldos, que si las
dificultades de conciliar la vida familiar y laboral. Pero en tiempos pasados,
con menos medios pero más valor, la sociedad entera avanzó. En aquellos tiempos
en los que pasamos de la zapatilla al 600 todos teníamos un futuro por
delante. Ahora el futuro es terminar siendo sustituidos por otras gentes, otros
pueblos, que solo tienen que esperar a que nos vayamos muriendo de viejos.
Cada niño al que se impide llegar a la vida, por comodidad y egoísmo, es un
fracaso de nuestra sociedad tecnológica, de nuestra democracia sin nervio ni
futuro, de haber vuelto la espalda a los valores cristianos para poder copular
sin obligaciones ni remordimientos. Comamos y bebamos que mañana moriremos.
Francisco Rodríguez Barragán
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