Políticos y estadistas
Hay una frase de Bismark o
de Churchill o de ambos cargada de razón: los políticos solo piensan en las
próximas elecciones, los estadistas en las próximas generaciones. Aquí como no
tenemos ningún estadista, nadie se preocupa de las próximas generaciones, pero
los políticos que nos han tocado en suerte andan preocupados por las próximas
elecciones, ya sean las gallegas, las vascas o la repetición de las generales.
Como los políticos buscan
antes su interés que el servicio al ben común de la nación a la que dicen
representar, andan a la greña sin pudor alguno y quieren resolverlo haciéndonos
votar otra vez, a ver si el resultado resuelve lo que ellos no son capaces de
resolver. ¿Debemos prestarnos los ciudadanos a ello? ¿Cuántas veces?
Hablan de paquetes de
medidas, cientos de medidas, para regenerar el país, pero los verdaderos
problemas son la deriva de nuestra sociedad manipulada que exalta la lujuria
pero prohíbe la fecundidad. Este curso empieza con menos alumnos que el
anterior. Perdemos población: nacen menos que los que se mueren y nos hemos
convertido en un país de viejos.
En vez de construir
familias, buscamos parejas eventuales en las que tener un hijo es un estorbo,
mejor comprar un perrito, de esos que parecen de juguete y dedicarle nuestro
cariño comprándole piensos-delicatessen, lacitos y ropita. Cada vez hay más
secciones para mascotas en los grandes almacenes pues todo el mundo ha
descubierto su amor por los animales y eso es un negocio.
Quizás nadie piensa en las
próximas generaciones porque no las habrá. Aquí, como en Europa, ellas serán
las de otros pueblos, que viven ya junto a nosotros, pero sin compartir
nuestras formas de vida que seguramente les parecerán vacías. Nada de
multiculturalismo, simplemente seremos sustituidos de forma más o menos rápida
pero imparable. ¿Hay políticos que
piensen en esto?
El llamado pomposamente
estado de bienestar es un camelo insostenible. Lo único cierto es que padecemos
un estado depredador que nos grava el consumo (IVA) y la renta (IRPF) y para
pagar las pensiones detrae de empresas y trabajadores más del cuarenta por ciento
de los sueldos y salarios. A pesar de todo ello seguimos emitiendo deuda pues
las distintas administraciones gastan más de lo que ingresan y lo que proponen
los políticos es gastar más. El cuento de que lo pagarán los ricos ya no cuela,
todos sabemos que serán los asalariados los que serán gravados con más
impuestos. ¿Nadie piensa en terminar con este desmadre de administraciones?
El dinero que cada uno gana
con su esfuerzo es esquilmado por el estado, que gasta sin control, sin
necesidad, sin estudio previo de la viabilidad y beneficios de la inversión. ¿Qué
se hizo de los planes hidrológicos? ¿Qué pasa con un pantano lleno de agua pero
sin canalizaciones para llevarla a los cultivos que la necesitan? (Hablo de la
presa de Rules, terminada hace años, y de los cultivos tropicales de la costa
granadina que se pierden por falta de riego). Los edificios administrativos que
se siguen construyendo por la administración central o las autonómicas ¿son
acaso necesarios?...
La corrupción no es solo
cobrar comisiones por las obras, sino emprender obras innecesarias a costa de
los ciudadanos y de esto nadie habla.
Nuevas elecciones, pactos de
investidura, catálogos de medidas que nadie sabe si llegarán a ponerse en
práctica, para qué seguir. ¡El panorama es desolador!
Francisco Rodríguez Barragán
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