martes, 13 de mayo de 2014

¿Se puede cuidar mejor el dinero de los contribuyentes?



Los medios de comunicación nos ofrecen cada día los casos de corrupción que se encuentran en los juzgados y los nuevos que van aflorando y todos tienen como características comunes la implicación de políticos y la antigüedad de bastantes años desde que se produjeron los hechos delictivos y, lo que es más grave, el transcurso de un largo periodo de tiempo desde que los jueces  iniciaran el procedimiento y los pocos casos que vemos llegar a su final.

En tantos casos de corrupción de políticos pocos son los que han sido castigados,  ni siquiera con una inhabilitación temporal o permanente para poder presentarse a nuevas elecciones. De los que gozan de la condición de aforados no recuerdo ninguno, quizás por mi falta de memoria.

Tampoco recuerdo, quizás también por falta de memoria, de condenados que hayan devuelto un euro de los que afanaron fraudulentamente.

Pero si es condenable aprovecharse del cargo para aceptar coimas y sobornos, qué podemos pensar de los que dejaron entrampados a los ciudadanos con obras inútiles o insostenibles, aun en el caso de que no se hayan enriquecido, ¿están acaso exentos de responsabilidad por haber impulsado obras faraónicas,  aeropuertos sin viajeros, metropolitanos innecesarios, polideportivos o teatros en cada pequeño pueblo, instalaciones que pocos utilizan, etc. etc.?

Si una persona, física o jurídica, tiene mucho dinero y lo despilfarra, será su problema, pero si lo que se despilfarra es para llevar a cabo proyectos insostenibles  es el dinero ajeno, el que se extrae del sudor y el esfuerzo de los que trabajan ─y sus descendientes que tendrán que seguir pagando la deuda acumulada─, ¿no debería ser condenado, al menos, a no poder participar nunca en la cosa pública?

Si tenemos un sistema democrático en el que el gobierno de cada ente se distribuye entre gobierno y oposición y ─todos cobran sus sueldos─, ¿qué clase de oposición es ésta que no consigue frenar ningún proyecto insostenible, ningún desastre económico? A mi parecer es poca justificación alegar solo que votaron en contra, aunque será que no hay previstas acciones ni procedimientos para evitar tales descalabros o que nos conformamos con que estos malos gobernantes pierdan las próximas elecciones, lo cual una veces ocurre y otras no. ¡Oh, el caciquismo…!

Tenemos un ley reguladora de la contratación pública pero, quien hizo la ley hizo la trampa, y se utilizan multitud de argucias para burlarla, por ejemplo con rebaja de la oferta a cambio de futuros reformados. Los criterios de la mesa de contratación para elegir entre los licitantes no son a menudo claros y los que resulten excluidos no pleitearan ¿para qué?

Si para depurar responsabilidades hay que esperar a una sentencia judicial habrá que decir aquello de “cuán largo me lo fiáis”. Como más vale prevenir que curar hay que potenciar a los interventores, profesionales responsables, dependientes de la Intervención General del Estado, cuyos reparos no puedan ser ignorados olímpicamente, ni puedan ser puenteados por ingenierías presupuestarias ni contables. Toda administración pública, incluidas las empresas, fundaciones  y organismos que ella misma cree,  así como los partidos y los sindicatos, deben estar bajo la supervisión previa de la Intervención, pues se trata de dinero público, dinero del ciudadano, dinero del contribuyente, que no puede ser objeto de malversación ni despilfarro.

Ojalá que la crisis que estamos padeciendo nos lleve a una acción política clara, transparente, responsable, que no necesite dirimirse en la tupida y garantista maraña judicial.

Francisco Rodríguez Barragán



http://www.diarioya.es/content/¿se-puede-cuidar-mejor-el-dinero-de-los-contribuyentes/


 

 

 

El género, el sexo y la Junta de Andalucía



En la estela de ingeniería social del inefable Zapatero y sus musas Aído, Pajín y otras, el Parlamento de la Junta de Andalucía publicó en su boletín oficial del 22 de febrero pasado su Proposición de Ley integral para la no discriminación por motivos de identidad de género y reconocimiento de las personas transexuales de Andalucía, que ha sido admitida a trámite con la aprobación de todos los partidos, incluido el Partido Popular.

Han necesitado ocho páginas de exposición de motivos para avalar la necesidad y utilidad de su propuesta. Parece mentira que hayamos podido vivir  milenios sin esta ley que, al parecer de los políticos, están exigiendo los ciudadanos.

En su artículo primero dice que la Ley tiene por objeto establecer un marco normativo adecuado para garantizar el derecho a la autodeterminación de género de las personas que manifiestan una identidad de género distinta a la asignada al nacer y en el segundo se dice que toda persona tiene derecho al reconocimiento de su identidad de género libremente determinada.

Doy por perdida la batalla del lenguaje. Aunque todos los lingüistas han explicado que las personas no tienen género sino sexo y que el género, en español, es un accidente gramatical o una palabra aplicable a las cosas que tengan ciertas similitudes, pero puestos a hablar de la identidad de género hay que advertirle a la Junta de Andalucía que Australia ha llegado a distinguir que los seres humanos tenemos,  nada menos,  que veintidós géneros diferentes y si cada cual puede determinar libremente su identidad de género habría que ver si la ley admite un cambio o varios. Los caracteres que la naturaleza fijó con claridad pueden resultar la mar de confusos con estos modernismos tan “científicos”.

La Comunidad Andaluza se compromete en esta Ley a proveer a los andaluces que lo soliciten las acreditaciones acordes con la identidad de género manifestada y a tomar las medidas oportunas para que sean tratados de acuerdo con su identidad de género libremente determinada.

En el caso de los menores tales acreditaciones tendrán que ser solicitadas por sus representantes legales y en la comunidad educativa tendrán derecho a que en toda la documentación administrativa se refleje la identidad de género y el nombre que hayan elegido libremente y a recibir educación y ayuda de acuerdo con ellos para desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente (sic).

Se me ocurre que algún niño que decida “libremente” ser niña, o viceversa, cuando sus hormonas se revolucionen,  podrá cambiar su identidad de género aunque no me extrañaría que recibiera “ayuda psicológica” para mantenerlo en su decisión de renuncia a la propia naturaleza.

Se decía del parlamento inglés que podía hacerlo todo “excepto cambiar un hombre en mujer”, pero los políticos de la Junta de Andalucía y sus mentores educativos, están dispuestos a demostrar con esta ley que también se puede cambiar de sexo, ─aparentemente, claro─ con toda la batería de medidas de ingeniería social que vienen utilizando.

En mis años de estudiante algún profesor versado en antropología nos explicó que podía determinarse si eran masculinos o femeninos los restos óseos encontrados en cualquier excavación. Si hablamos de sexo solo hay dos, pero si hablamos de género, recuerden que los australianos han tipificado veintidós, lo cual me parece un lío tremendo que no hay que favorecer.

Francisco Rodríguez Barragán





 

La deuda que nos llevó a la crisis, según FOESSA


Como decía en mi anterior artículo sobre el informe FOESSA, hay otro capítulo en dicho informe que vale la pena comentar, el que parte de preguntarse cómo hemos llegado hasta aquí, para tratar de los orígenes del endeudamiento.

Aporta el informe los datos del vertiginoso incremento de la deuda pública, que en 2007 representaba un 36,3% del PIB, para llegar en 2014 hasta el 100% de este indicador económico y el gigantesco volumen de la deuda privada, sobre todo de empresas privadas y entidades financieras. Si a finales del 2012 el total de la deuda representaba un 435% del PIB, el 330,8% de esta cifra era deuda de empresas, instituciones financieras y hogares, es decir más de tres veces el valor total de bienes y servicios producidos por la economía española en ese año.

También es un motivo preocupante el elevado componente externo de la deuda acumulada. El saldo de la deuda externa neta, deuda menos lo que se nos debe, alcanza el 98% del PIB.

El proceso de endeudamiento ha sido protagonizado por las instituciones financieras en la medida que han actuado de intermediarias que captaban financiación exterior para conceder préstamos a empresas, hogares e incluso al mismo Estado.

El endeudamiento del Estado, al principio de la crisis no fue motivado por el rescate a entidades financieras, aunque sí lo fue después en forma de avales, garantías e importante ayudas públicas. Además la crisis representó un crecimiento considerable del gasto público al tener que hacer frente al pago de la prestación de desempleo del enorme y creciente número de parados, mientras descendía la recaudación y las cotizaciones sociales.

Acerca de la forma cómo se ha gestionado la crisis de deuda, margen de maniobra y opciones seguidas, dice el informe que desde que se dispara la deuda el margen de maniobra para la política económica se estrecha. El elevado nivel de endeudamiento externo impone la necesidad de que el dinero que entra en el país sea mayor que la que sale, para lo que se recorta el gasto y se suben los impuestos.

Tanto la deuda en sí misma y su coste así como la dependencia financiera de la economía española y las exigencias impuestas por las autoridades europeas llevan a dar prioridad a los intereses de los acreedores por encima de cualquier otra consideración, lo que supone un deterioro democrático ante la merma de derechos y el incremento de los niveles de desigualdad.

Para los autores del informe la política de austeridad es una insensatez, pues lo adecuado serían políticas activas de lucha contra el desempleo y la pobreza. Dicen además que habría que revertir la política de recortes y pasar a políticas expansivas, indispensables para reanimar la economía a costa, sin duda, de mayor inflación y alguna forma de impago. Por desgracia no nos dicen en que podría consistir esa política expansiva y en qué sectores habría posibilidades de llevarla a cabo. Creo que la burbuja inmobiliaria fue, a mi parecer, una política expansiva que, llevada sin control ni disciplina nos llevó a la crisis.

 Añade el informe los ejemplos de Suecia o Islandia en los que la recapitalización bancaria se hizo, en primer lugar, a costa de los accionistas, propietarios de los bancos y el resto del agujero fue de aportación estatal, pero no podemos olvidar que las causantes de buena parte del desastre español son las Cajas de Ahorros, instituciones que no tienen accionistas, que se desviaron de sus orígenes fundacionales y que pasaron a ser regidas por los partidos y los sindicatos, aunque de ello no se hable en el informe.

Francisco Rodríguez Barragán.