viernes, 29 de marzo de 2019

Tiempo de cuaresma



            El tiempo de preparación para la Semana Santa ¿tiene sentido hoy?
He estado recordando el tiempo de Cuaresma cuando yo era joven e inevitablemente surge la comparación  con lo que ocurre ahora. Ya sé que tenemos la tendencia a idealizar el pasado, nuestros tiempos, aunque mientras sigamos vivos estos tiempos tan diferentes también son nuestros.
Desde que empezaba la Cuaresma había gran oferta de  charlas cuaresmales y tandas de ejercicios espirituales a las que asistí cada año y he de reconocer que me ayudaron, y me siguen ayudando, en la orientación de mi vida, de mi conducta de cada día que trato de ajustar al evangelio. Soy, sin duda, un pecador pero sin los estímulos y orientaciones que recibí en mi juventud es seguro de que sería mucho peor.
Ahora me parece que los ejercicios espirituales de San Ignacio están bastante ausentes de la cuaresma y de la vida de la personas. En la mayor parte de los templos a las misas dominicales asisten casi exclusivamente personas mayores y casi ningún joven. Las prédicas de estas misas prácticamente nunca plantean la maldad del pecado ni la necesidad de la conversión que yo entiendo como una tarea permanente.
Quizás el celebrante piense que la gente que asiste ya está convertida y no es necesario hablar del asunto, así que a hablar de Cáritas, del reparto de alimentos y del amor al prójimo sin señalar apenas que nuestros prójimos son los más próximos, esos a los que apenas saludamos, los familiares de los que estamos distanciados, los que están abandonados, sin apenas visitas, en una residencia de mayores, etc.
Tengo la impresión, tal vez equivocada, de que tanto los que van a misa como los que no van, están convencidos de que no tienen que complicar mucho su conciencia ya que de todas formas Dios es tan misericordioso que no nos pedirá cuentas de nada. Dios es para muchos más un abuelo bonachón que un padre exigente que quiere que imitemos a Jesús, el Cristo sufriente que dijo aquello de “el que quiera venir en pos de mí, cargue con su cruz y me siga”.
En las Cuaresmas de mi juventud había una exigencia ineludible: la confesión general, después de un severo examen de conciencia y un sincero sentimiento de culpa, de dolor del corazón. Hoy en las parroquias se organiza un día de confesiones rápidas, casi unas confesiones de rebajas.
Las iglesias están abiertas solo para los cultos y confesores a disposición de las personas bastante pocos. Claro que parece que de los diez mandamientos han sido descatalogados pecados como la fornicación, el adulterio, la mentira, el aborto o la falta de rendimiento en el trabajo.
Pero si la ley de Dios puede burlarse, el Estado lo ha suplantado y son pecados, o sea delitos, todos los que las leyes penales han decidido que lo sean y así es delito grave el maltrato animal pues tenemos que amar a los animales y evitarles cualquier dolor, ni cazarlos ni torearlos, quizás a los pollos o a los cerdos habrá que darle anestesia para sacrificarlos, los niños concebidos y no nacidos pueden  matarse sin más trámite. Si un hombre agrede de palabra o de obra a una mujer será perseguido sin misericordia pero si la mujer agrede al hombre o lo denuncia falsamente para conseguir un divorcio favorable no pasa de “pecado venial” y, por supuesto, tratar de pagar menos impuestos es más grave que no honrar a los padres.
Seguro que muchos dirán: estamos en otros tiempos ¿pero mejores? Lo dejo a su personal consideración.
Francisco Rodríguez Barragán
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viernes, 22 de marzo de 2019

Una propuesta de cien medidas respecto a la familia


            Hay que ver si los partidos quieren resolver problemas o solo vencer a    los contrarios
El Instituto de Política Familiar (www.ipfe.org) hizo públicas el pasado día 19 sus propuestas para una política Pública con Perspectiva de Familia, son 100 medidas de apoyo a la familia que esperamos tengan en cuenta los partidos que se presentan a las próximas elecciones generales, municipales, autonómicas a la hora de confeccionar sus programas.
La familia es la institución básica de la sociedad que está sufriendo los mayores ataques desde las ideologías que se dicen progresistas, sin duda, neo marxistas quisieran hacerla desaparecer para que el individuo pueda ser manipulado y adoctrinado desde los poderes públicos al quedarse sin las referencias y valores de la tradición familiar.
Las funciones que desempeña la familia son vitales y sin ella desaparecería la sociedad, razón por la cual necesita más que nunca de una protección especial por parte de las autoridades públicas que, en muchas ocasiones,  en lugar de protegerla la están erosionando.
Una verdadera protección a la familia representaría el cumplimiento del mandato constitucional mediante políticas activas que promuevan un apoyo efectivo para el cumplimiento de sus funciones, por ejemplo, reconociendo a los padres el derecho a tener el número de hijos que deseen, eliminando los obstáculos de toda índole a los que se enfrentan.
Asimismo reconocer e impulsar el derecho de los padres e hijos a una estabilidad conyugal y familiar, con políticas activas de formación y orientación familiar que eviten el escandaloso número de rupturas conyugales que se vienen produciendo desde la implantación del divorcio exprés, cuyas víctimas son los menores.
Reconocer el derecho a la conciliación de la vida laboral y familiar y arbitrar medidas efectivas para ello que se detallan entre las cien medidas propuestas, así como el derecho de los padres a la libre elección en la educación de sus hijos,  eliminando obstáculos y evitando adoctrinamientos desde los poderes públicos.
También se propone conseguir un pacto de Estado sobre la familia, la natalidad y la demografía con visión de futuro, evitando vaivenes electorales y con garantía de una política común. Las bajas tasas de natalidad están produciendo un claro envejecimiento de la población al no alcanzarse el nivel de reemplazo con graves incidencias respecto a las prestaciones de la seguridad social y la dependencia de los mayores.
También se señalan entre las medidas la necesidad de una convergencia gradual con Europa respecto al gasto social en familia, que solo alcanza el 1,3% del PIB mientras que en la UE es el 2,4% y la necesidad de una redistribución más equitativa de las prestaciones destinadas al concepto “familia”, o el incremento de la prestación de la ayuda directa por hijo a cargo hasta alcanzar la media europea, por ejemplo.
Se señala también la necesidad de una política decidida de revisión de la fiscalidad con una perspectiva familiar en la adquisición de bienes y servicios, incluida la vivienda y muchas medidas más que no caben en este pequeño artículo pero que pueden leer directamente descargando el documento.
Insisto en que merece la pena estar atentos a los programas de los partidos que concurren a las elecciones y comprobar si son receptivos a los problemas familiares que a todos nos afectan.
Francisco Rodríguez Barragán
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viernes, 15 de marzo de 2019

Denunciemos a los políticos que siembran odio



            Votemos a gente honrada y trabajadora que vaya a la política para servir a los    españoles durante unos años y volver a su trabajo.
Las manifestaciones del día de la mujer no me gustaron nada sino que me desagradaron profundamente. Lejos de ser una celebración festiva era una explosión de odio contra el hombre, contra la familia, contra la Iglesia. Los puños y los gestos amenazantes, los carteles soeces, las pintadas y grafitis blasfemos.
Los agentes del agit-prop conocen bien la fuerza del odio desde los tiempos de Lenin, por lo menos, y saben que da resultado desde enfrentar a los aficionados de un club de futbol contra otro, alterar el orden, hacer imposible el diálogo, señalar como enemigos a quienes disientan de esa patraña que hemos dado en llamar lo políticamente correcto y sobretodo tratar de alcanzar el poder político, a cualquier precio, para imponer su ideario, sus medidas dictatoriales, su férrea dictadura.
Quizás algunos crean que exagero, es posible, pero escribo las cosas como las veo. Cuando los “indignados” se organizaron crearon Podemos, a quienes los otros partidos no se atrevieron a señalar como extrema izquierda, cuando en realidad sus dirigentes eran y son neo-marxistas, pasados por las ideas de Gramsci y la Escuela de Frankfurt, son agitadores profesionales formados en la Cuba de Castro o la Venezuela de Chávez. Están tan preocupados por los pobres que quisieran que hubiera más para lanzarlos contra el capitalismo liberal, que no es ningún bendito, pero al menos crea riqueza.
Oí decir a la esposa de Iglesias el otro día, que “en el capitalismo se vive muy mal y no se pueden tener hijos” A ellos no les va mal, tienen niños y palacete pero siguen incitando al odio contra la derecha. Su color es el morado y de morado vistieron a las que participaron en el Día de la Mujer.
Mientras que hemos padecido una derecha acomplejada e incapaz, cuyas actitudes eran coincidentes con la izquierda: tener el poder para repartir prebendas y el Boletín Oficial para obligarnos a pagar impuestos, no se dijo nunca que el PP fuera de extrema derecha ni que el PSOE y Podemos fueran la extrema izquierda, pero cuando ha aparecido otro partido que parece que toma en serio los problemas de España, a éste se le tacha de “extrema derecha” desde todas las terminales mediáticas.
Querer terminar con la ideología de género, el sistema autonómico, las mil y una organizaciones que viven del presupuesto y que no sirven para nada, los demás partidos piensan que eso hay que pararlo, que no siga creciendo, que puede terminar con nuestro poder y nuestros intereses.
Se acercan las próximas elecciones y aunque las listas de candidatos las confeccionan las cúpulas de los partidos todos podemos tratar de conocer a los que nos proponen y averiguar lo que se pueda de sus ideas. Hay que desconfiar de aquellos que han vivido siempre de la política, del presupuesto y preferir a los que han trabajado como patronos o como asalariados, que conocen la vida y sus dificultades, que pretenden acceder a la política para hacer algo útil y por tiempo limitado.
Por favor, pasemos de todos aquellos que presentan una conducta dudosa o acomodaticia: no son de fiar. Pero exijamos una administración en manos de cuerpos profesionales de prestigio, sin puertas giratorias, que garanticen el control de lo que se ingrese por impuestos y lo que se gaste en personal, en prestaciones sociales  y en inversiones rentables.
Francisco Rodríguez Barragán
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viernes, 8 de marzo de 2019

Cambiar a España hasta hacerla irreconocible


            El proceso de cambio a peor está avanzando. Hay que volver al espíritu             de la transición y alejar el peligro del enfrentamiento.
Cuando, tras el hundimiento de la UCD, comenzó a gobernar el partido socialista bajo la presidencia de Felipe González, el dicharachero vicepresidente Alfonso Guerra dijo aquello de que los socialistas iban a dejar una España que no la iba a conocer ni la madre que la parió. Los cambios que se produjeron durante la larga presidencia de González pienso que los aceptamos sin mayor problema.
La presidencia siguiente en manos de José María Aznar, aunque terminó de forma un tanto abrupta con el accidente del Prestige y el “no a la guerra”, en la que realmente no participamos, nos trajo de nuevo al partido socialista bajo la presidencia de Rodríguez Zapatero, que llegó en un tren de cercanías y con el que España cambió a peor de manera no solo en lo económico sino introduciendo leyes nefastas que su sucesor, Mariano Rajoy, no quiso eliminar a pesar de que las había impugnado en el Tribunal Constitucional y figurar en el programa con que su partido, el Popular, se presentó a las elecciones y ganó por mayoría absoluta que no quiso aprovechar o alguien le ordenó que no lo hiciera, ¿quién? Misterio.
Como las desgracias no vienen solas, a la nefasta gestión de Zapatero le siguió la de Rajoy que gestionó bien, a mi juicio, el desastre económico que encontró, evitando la intervención de la Unión Europea, pero se topó con el separatismo catalán, un monstruo que ha ido creciendo de la mano del ex honorable Pujol y de la complicidad de los dos partidos, PP y PSOE, que compraron los votos catalanes con concesiones imprudentes y onerosas.
Ahora, aupado al poder el socialista Pedro Sánchez con los votos de separatistas y del partido de Pablo Iglesias, podemos comprobar que España ha cambiado hasta parecerse más que a su madre a su abuela, la segunda república, con el enfrentamiento de derechas e izquierdas que se está formalizando delante de nuestros ojos. Lo que intentó enterrar para siempre la transición  para que todos pudiéramos vivir en libertad, se está malogrando con la manía de desenterrar a Franco y estigmatizar a un partido como extrema derecha y a los otros como franquistas, fascistas y otras lindezas por el estilo, mientras que sigue buscando el apoyo de los secesionistas catalanes, sin que a los de Podemos se les tacha de extrema izquierda sino de compañeros de viaje.
La memoria histórica que invocan no me lleva a ningún recuerdo idílico de la II República sino a los convulsos años de la revolución de Asturias, al asesinato de Calvo Sotelo,  las checas de Madrid, Paracuellos, la quema de iglesias el desmadre y el enfrentamiento. Ningún socialista de hoy me recuerda a Julián Besteiro pero Sánchez sí me recuerda a Largo Caballero, el Lenín español, Álvarez del Bayo, Giral o Negrín o el derrotado Azaña que cuando todo lo vio perdido pedía paz, piedad y perdón.
Tenemos la oportunidad de evitar la catástrofe en las próximas elecciones, meditemos nuestro voto, pensemos que es necesario volver al espíritu de la transición donde sea posible la colaboración y el diálogo y jamás el enfrentamiento ni el odio. ¡Cuidado: cuando las cosas empiezan no sabemos cómo pueden terminar!
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/38204/2019-03-09.html 




sábado, 2 de marzo de 2019

Todos queremos más


            Pero la sabiduría, la prudencia, el buen sentido, que tanto necesitamos no las             buscamos con el mismo interés que la riqueza.
Recuerdo que a mediados del pasado siglo un cantante argentino, Alberto Castillo, cantaba un vals de mucho éxito: Todos queremos más, el que tiene un peso quiere tener dos, el que tiene cinco quiere tener diez, el que tiene veinte busca los cuarenta, el de los cincuenta quiere tener cien.
Esta ansia permanente de riqueza la tienen los pobres y los ricos, todos quieren más. En cambio hay otros bienes que no tienen tanta demanda: el buen juicio, la moderación, la actitud de servicio, el cabal cumplimiento de las obligaciones, el respeto al prójimo y sobre todo la sabiduría. Pareciera que todos están conformes con lo que tienen, incluidos los que quieren gobernar a los demás, que da la impresión de que saben de todo, que pueden solucionarlo todo y todo lo hacen la mar de bien.
Quisiera que nuestros gobernantes fueran realmente personas sabias y amantes de la sabiduría, pero no parece que sea el caso, ¿verdad?
Ahora que volvemos a ser llamados a las urnas tendríamos que examinar con atención si entre los nombres que se ofrecen en las variadas papeletas hay quienes sean realmente sabios y virtuosos y elegir solo a estos. Claro que el sistema no nos permite individualizar a ninguno de los candidatos que realmente solo van a servir para hacer número y elegir al presidente del gobierno que, ya veremos si es sabio o solo lo parece .
Realmente ¿a quién votamos? ¿A una persona? ¿A un programa? ¿Qué posibilidades tenemos los votantes de controlar a los que se dicen nuestros representantes?
Enredados en una permanente lucha por el poder ¿quién se preocupa seriamente y a jornada completa por el bien común? Y esos que dicen preocuparse por nosotros ¿tienen una formación adecuada para buscar las medidas convenientes en cada momento?
En la Biblia hay varios libros llamados sapienciales que tratan precisamente de la sabiduría cuyo principio es el temor del Señor y tienen buen juicio quienes lo practican y esto no es cuestión de estudios, másteres ni cursos, sino de fe y humildad, cosas de las que andamos bastante escasos.
Como cada cual se cree su propio dios, hemos expulsado de nuestras vidas al Señor que hizo el cielo y la tierra y a cada uno de nosotros y ¡así nos va! Cuando se deja de creer en Dios se cree en cualquier cosa: 1) que nadie nos va a pedir cuenta de nuestra vida cuando ésta termine, 2) que el mundo está en un constante devenir y se regula solo, 3) que con la muerte volveremos a la nada 4) que hay que llegar a la fraternidad universal dirigida por tinglados internacionales como  la ONU, la UNESCO o la UE etc.
Mientras tanto continúa la violencia, la opresión, la pobreza, en buena parte del mundo que terminará por ocupar esta otra parte, la opulenta, que solo ofrece diversión, droga, sexo, se mata a los niños por nacer y envejecemos sin remedio.
Si empecé recordando la canción de Alberto Castillo que decía que todos quieren duplicar su riqueza, a ver si también queremos duplicar nuestra sabiduría y nuestras virtudes, nuestro amor a los demás y nuestro sentido del deber, sin olvidar en ningún momento que el principio de la sabiduría es el temor del Señor y que tienen buen juicio los que lo practican.
Francisco Rodríguez Barragán

Publicado en

http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/38199/2019-02-28.html