viernes, 27 de noviembre de 2015

Una Europa que envejece, mientras los musulmanes crecen

Por mucho que nos ufanemos en Occidente de nuestra democracia y nuestras libertades, no podemos ocultar el profundo vacío que ha producido la eliminación de lo trascendente. Si todo se reduce a comprar y disfrutar, a poder repetir  las opiniones de este o aquel político, de este o aquel periódico, de esta o aquella cadena de televisión, ello resulta insuficiente para una alguna parte de nuestra conciencia que  nos empuja a buscar algo bueno que nos justifique.

Eliminado Dios de nuestro horizonte vital, proclamado el relativismo que borra las diferencias y una tolerancia capaz de aceptarlo todo menos la predicación pública del evangelio; convencidos de que la voluntad de la mayoría fluctuante es la única autoridad que decide sobre el bien y el mal, lo justo y lo injusto, la verdad y la mentira, buscamos desesperadamente algo en lo que sentir que somos buenos, pero no necesitados de conversión. ¿Han comprobado que la palabra pecado ha sido descatalogada por vieja y desagradable?
Nos sentimos buenos porque nos decimos ecologistas, porque estamos en contra de las corridas de toros, porque defendemos los derechos de los animales, porque podemos salir a gritar: no a la guerra, no a los desahucios, no a la violencia de género… Acciones todas ellas promovidas por astutos vendedores que saben ofrecer la mercancía que demandan muchos ciudadanos para sentirse mejor. No lo hacen sin beneficio pues se dirán: si nos siguen en la protesta y la algarada, también podrán seguirnos con su voto, cuando se lo pidamos.
Pero lo cierto es que entretenidos con nuestras proclamas democráticas y occidentales cada vez somos unos países más envejecidos que no somos capaces de conseguir una tasa de natalidad que mantenga la población. Europa se está suicidando mientras canta la Marsellesa.
Los atentados que acaban de ocurrir en Paris muestran la inconsistencia de nuestras ideas sobre el multiculturalismo. Por esa necesidad de sentirnos buenos por nosotros mismos, abrimos nuestras fronteras a otros pueblos, pensando que la convivencia iba a homogeneizarlos, a hacerlos igual de relativistas, cómodos, hedonistas y consumistas que nosotros, pero no tuvimos en cuenta que ellos iban a comprobar que mientras nosotros somos cada vez menos, ellos son cada vez más, que lentamente van imponiéndonos que respetemos sus modos de vivir o de comer, sin apenas resistencia por nuestra parte.
Los musulmanes más pacíficos están convencidos de que acabarán conquistando Europa con los vientres de sus mujeres, como dijo Gadafi en alguna ocasión. Los más violentos predican el califato, la guerra santa, la muerte de los infieles y comprueban que pueden hacerlo con éxito. La respuesta europea a este último atentado ha sido más histérica que valerosa.
 Parece más fácil organizar un bombardeo que erradicar de las ciudades europeas las mezquitas que incitan a terminar con los infieles o establecer una política de inmigración seria y rigurosa que evite el establecimiento de guetos. Acoger refugiados exige saber primero quién o quienes los traen hasta nuestras fronteras, pues no vienen de Siria, ni de Turquía, andando hasta las alambradas.
¿Reaccionará Europa alguna vez buscando sus raíces cristianas? O con la excusa de no enfadar a los musulmanes,  ¿nos dedicaremos a borrar cualquier vestigio de cristianismo en nuestras ciudades, incluida la navidad?  Piénsenlo, por favor.
Francisco Rodríguez Barragán



  




La violencia de género y la fragilidad de las parejas

Con demasiada frecuencia recibimos noticia de la muerte de mujeres a manos de sus parejas, acompañada de manifestaciones de repulsa, minutos de silencio e instrucciones en las que se insta a las mujeres a denunciar en el juzgado a sus maltratadores y utilizar un teléfono de ayuda

Pero lo cierto es que estos hechos lamentables no disminuyen, por lo que quizás habría que reflexionar sobre la cuestión, encuadrándola en la situación general de las rupturas de pareja que alcanzan cifras escandalosas: más de 100.000 en 2014, duplicando las que se producían en 2004, a causa de la Ley de divorcio exprés que introdujo el gobierno como una medida “progresista”.

Las rupturas sangrientas nos conmueven, pero en cambio nadie parece preocuparse de la extrema fragilidad de las uniones conyugales y sus causas, que a mi parecer estriba en la aceptación social de que la vida en pareja solo se mantiene mientras duran las mutuas satisfacciones, pero en cuanto surgen dificultades de convivencia no hay voluntad ni preparación para superarlas. Cada uno por su lado intentará una nueva relación, que se espera más satisfactoria, aunque resulte muchas veces tan efímera como la anterior.
Pero las rupturas suelen ser a menudo traumáticas, no hay mutuo acuerdo, cuando existen hijos, bienes a repartir o sentimientos de ultraje, de humillación de uno de los miembros de la pareja, de infidelidad o de engaño, que pueden resultar insoportables.
Llevamos muchos años transmitiendo la idea de que hay que “vivir la vida” aunque ello represente para cada uno usar del otro como mero objeto de usar y tirar. Con goce si responsabilidad ni ataduras es imposible construir una familia que necesita estabilidad.
En la falsificación del lenguaje que padecemos se dice “hacer el amor” al mero ejercicio de la sexualidad, cuestión de la que se instruye en el colegio. Pero el amor es otra cosa, para la que no se educa. El amor es salir de sí mismo para darse al otro y encontrar la felicidad en la propia donación. ¿Verdad que suena raro a los oídos actuales?
Pienso que si se redujeran las rupturas de pareja, también disminuiría la llamada violencia de género. El machismo no es más que la falta de amor llevada al paroxismo. Nadie puede ser obligado a amar pero solo el amor es lo que nos hace personas.
Buscar activamente el bien de quien se ama y encontrar en ello la felicidad es el ideal a proponer a la juventud en lugar del actual goza, disfruta y vive solo para ti mismo.
Idear un proyecto de vida en común, ─de toda la vida─, estar dispuestos a superar las dificultades, decididos a transmitir la vida y el amor en la familia. Esta es una tarea para hombres y mujeres de verdad, capaces de dominarse a sí mismos, capaces de vivir la integridad y la fidelidad.
Si no robustecemos los valores que nos constituyen en personas responsables, la violencia de género será una lacra difícil de extirpar a pesar de todas las medidas judiciales y policiacas que se les ocurran a nuestros gobernantes. Eso es lo que pienso.
Francisco Rodríguez Barragán



martes, 10 de noviembre de 2015

La familia en crisis. Nupcialidad y ruptura



Los españoles cada vez se casan más tarde, la edad media es de casi 37 años para los hombres y 34 para las mujeres, pero la sexualidad se ejerce sin cortapisas desde la adolescencia, lo que da como resultado el crecimiento espectacular de la natalidad extramatrimonial. Nada menos que 4 de cada 10 niños que nacen son extramatrimoniales, sin contar con más de cien mil abortos por año, de los que la mayoría probablemente son de embarazos también extramatrimoniales.
Cada vez se producen menos matrimonios en España. En diez años han descendido más del 25% y de cada tres matrimonios dos lo realizan por lo civil. La catolicidad “estadística” de los españoles es, al menos, dudosa. Decirse católico y no casarse por la Iglesia no es congruente.
Lo que aumentan son las parejas de hecho, cuyo número se ha triplicado en los últimos 13 años. Uno de cada 7 hogares es de parejas de hecho. La sociedad parece haber aceptado el establecimiento de parejas que viven juntos sin casarse, quizás para evitarse problemas si la convivencia no resulta satisfactoria o desean probar suerte con otra persona.
De cada diez parejas cuatro no tienen hijos, siendo esta situación más acentuada en las parejas de hecho. La tasa de natalidad española es de las más bajas de Europa, sin posibilidad de reposición generacional y con un envejecimiento creciente que hace insostenible el manoseado estado de bienestar.
Se producen más de 105.000 rupturas familiares cada año lo que ha representado aumento espectacular desde la “progresista” ley de divorcio exprés del gobierno de Rodríguez Zapatero. Esta ley no ha sido derogada por el gobierno del Partido Popular, con su mayoría absoluta, seguramente por falta de sensibilidad para los problemas familiares.
Las parejas de hecho que rompen su relación no necesitan del divorcio por lo que las rupturas contabilizadas deben de referirse a los que formalizaron su matrimonio. De cada 10 matrimonios que se rompen 6 tienen hijos y acuden al divorcio, sin duda,  para regular la situación de estos hijos cuya cifra es de cada 100.000 cada año, de los que 85.000 son menores.
He sacado estos datos del informe Nupcialidad y Ruptura en España 2015 que ha publicado el Instituto de Política Familiar.
Es una situación de fragilidad creciente de la institución familiar que nos está llevando a una situación insostenible. Somos una sociedad cada vez más envejecida que se suicida mientras que disfruta del placer sexual sin responsabilidad, de la contracepción hasta el aborto, que se distrae ante el televisor contemplando cualquier espectáculo, que se moviliza para reclamar más derechos del estado-providencia, que trata mejor a sus mascotas que a los hijos concebidos y satisface su buenismo con la ecología, el animalismo o los orientalismos.
Sin duda que hay quienes piensan, reflexionan y trabajan, quienes sirven a sus prójimos y dan de comer al hambriento, pero el tono general de nuestra sociedad me resulta deplorable, quizás porque soy un pesimista.
Francisco Rodríguez Barragán


El órdago independentista y la reforma federal



Todos los espacios noticiosos aparecen repletos de lo que Carlos Herrera viene llamando “pasión de catalanes” tanto por su loca pretensión de independencia como por haberse puesto de manifiesto lo que todo el mundo sabía, que el nada honorable Pujol es la cabeza de una organización familiar para delinquir desde la quiebra de Banca Catalana, Barcelona 92 y todas las obras, inversiones y concesiones de ese montaje llamado pomposamente Generalitat...
Es un esperpento que proclamen que se van a desconectar de España pero que España le siga pagando sus derroches y malversaciones. No tienen dinero para pagar sueldos y facturas, por habérselo gastado en agit-prop, embajadas, esteladas y otras zarandajas y exigen que el gobierno de España le entregue el fondo destinado a todas las autonomías...
Inconfesables intereses, compra de votos  y cobardías han propiciado esta situación que ha llegado demasiado lejos, que ha buscado hacerlo en el momento en que el gobierno de España ha convocado nuevas elecciones y disuelto las cámaras legislativas y resulta más débil.
Por otro lado, desde las elecciones europeas, autonómicas y locales se ha ido perfilando una situación inédita, la crisis del bipartidismo. Los profesionales de la demoscopia andan atareados con sus cábalas para anticipar el resultado del 20 de diciembre que, sin duda, será muy distinto que lo ocurrido antes.
Pero el órdago catalán ha activado los reflejos de todos los partidos que esperan sacar algo en votos de su posicionamiento ante lo que está ocurriendo en Cataluña. El Sr. Rajoy, que no se ha atrevido antes a parar la deriva catalana, llama a consulta al líder de los socialistas Sr. Sánchez Castejón que dice una cosa en la Moncloa y otras variadas ante según qué auditorios. Su liderazgo es débil y saca la matraca de la reforma federal sin percatarse de que: 1 no tiene apoyos suficientes para ninguna reforma,  2 de que el estado autonómico ha ido por desgracia más allá de lo federal, 3 que no sabe nada historia ni lo que pasó en la I Republica “la federal”.
Después cita al líder de Ciudadanos que muestra una postura gallarda y al de Podemos, que se cree capaz de cualquier cosa porque es el más listo de la clase. Otros líderes de partidos mucho más débiles también pasarán por la Moncloa, sin grandes pretensiones.
Quizás merezca la pena revisar lo que pasó en 1873. Las buenas intenciones de los republicanos unitarios y los republicanos federales, acabó en un cantonalismo de mala ley. No solo fue el cantón de Cartagena, también Granada, mi ciudad, se constituyó como Cantón Granadino. Según las la obra “Efemérides granadinas” su programa constitucional se concretó en cinco puntos: 1) Imponer una contribución de cien mil duros contra los ricos; 2) Derribar todas las iglesias; 3) Establecer una fábrica de moneda; 4) Incautarse de la ad
ministración de Hacienda y de todos los bienes del Estado; y 5) Dejar cesantes a todos los magistrados de la Audiencia. El comité del cantón se declaró soberano y única autoridad de la provincia, pero municipios como Baza y Loja no lo aceptaron.
¿De qué federalismo habla el Sr. Sánchez Castejón?
Francisco Rodríguez Barragán



El Comité de Derechos Humanos de la ONU



El Centro para la familia y los derechos humanos  (C-Fam), acreditado en las Naciones Unidas, informa cada semana de las noticias que se producen en la ONU acerca de los temas humanos y familiares a través de su publicación Friday Fax, que puede recibirse de forma gratuita por la red.
El pasado viernes informaron sobre la comparecencia de los expertos “independientes” del Comité de Derechos Humanos, con Sede en Ginebra, ante la Asamblea General de la ONU, en la que las delegaciones de varios países les acusaron de promover el aborto y la homosexualidad y tratar de imponer a los estados miembros nuevas obligaciones que jamás fueron acordadas en tratados de las Naciones Unidas con un indudable abuso de autoridad por parte de los funcionarios que se exceden en su mandato.
Las visitas de los expertos y funcionarios de Ginebra a la Asamblea General podría suponerse que se trata de un dialogo amistoso para recibir felicitaciones por su labor, pero no ha ocurrido así porque los burócratas de la Organización amplían los límites de lo que es aceptable para los estados miembros, ya que el Comité de Ginebra busca que los estados incluyan en sus legislaciones el aborto libre y los nuevos derechos relativos a las preferencias y conductas sexuales de quienes se identifican como lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, sin fundamento alguno en el derecho internacional vinculante, sin respetar los contextos sociales, culturales y religiosos de cada país.
Como puede suponerse, ─añado por mi parte─ la oposición no es de los estados miembros occidentales, que hace tiempo fueron aceptando el aborto libre o las uniones homosexuales y que están interesados en promover políticas anti-familiares y anti-natalistas a través de los “expertos independientes” situados en lugares claves como el Comité de Ginebra.
Otro organismo de la ONU dedicado a promover la planificación familiar (UNFPA), aludió en un nuevo informe sobre el SIDA que sugiere que la promiscuidad y las prácticas sexuales de riesgo son parte dominante de la vivencia homosexual masculina, cuestión que si hubiera sido alegada por alguna agrupación cristiana hubiera sido tildada de odio, pero el mismo informe hace caso omiso al hecho de que tener múltiples parejas sexuales aumenta el riesgo de infección.
El informe comienza con una definición de los hombres que tienen sexo con hombres y que debe entenderse que incluye a los jóvenes comprendidos entre los 10 y los 24 años y en reiteradas ocasiones este organismo habla de fortalecer los sistemas comunitarios y potenciar a los grupos para promover la aceptación cultural de la conducta homosexual.
Es curioso advertir que estos organismos creados para prevenir la diseminación de enfermedades, en cambio procure convertir conductas de alto riesgo en una “comunidad” que abarca a niños de diez años que son abusados o vendidos.
Bajo la capa de la defensa de los derechos humanos se llega a pedir la despenalización de la prostitución y del comportamiento homosexual y añado yo ¿aunque este comportamiento implique el abuso de menores en tales “comunidades”?.
Francisco Rodríguez Barragán


La lógica de la supresión de la religión


Andaba rumiando en este tiempo preelectoral sobre los problemas de España: la economía, el desempleo, la corrupción, el envejecimiento de la población, el fracaso escolar, el separatismo, el poder judicial o el ocaso del bipartidismo, pero no, lo importante para Don Pedro Sánchez Castejón es la eliminación de la asignatura de religión y de los acuerdos Iglesia-Estado de 1979.
Luego me he dado cuenta de la lógica que encierra su propuesta. Los partidos son tan democráticos que no pueden aceptar que exista una instancia superior como fuente de la verdad y del bien y la única institución que lo recuerda es la Iglesia. Resulta más progresista que sean las mayorías parlamentarias las que decidan sobre lo bueno, lo malo, lo justo o lo injusto, sin apelación posible.
Como la Iglesia enseña que el matrimonio es una comunidad permanente de vida y amor entre un hombre y una mujer y la familia la célula base de toda sociedad, pues hay que terminar con tal “arcaísmo” y el todopoderoso parlamento decide que también son  ¿matrimonios? las uniones entre personas del mismo sexo y legislan sobre diversos tipos de familia, adopciones, inseminaciones artificiales, que las parejas puedan separarse con el divorcio exprés… y lo que nos quedará que ver.
Si para la Iglesia la sexualidad es la transmisora de la vida y la vida es sagrada desde su concepción hasta la muerte natural, es para los demócratas otro “arcaísmo” a eliminar legislando sobre la licitud del aborto y la eutanasia, utilizando eufemismos como el derecho de la mujer a decidir sobre el concebido o la muerte digna para los enfermos incurables.
Al parecer nadie se alarma de que la Junta de Andalucía adquiera lubrificantes anales y vaginales para no sé qué programas de formación sexual en la enseñanza pública o que la Comunidad de Madrid, regida por el Partido Popular, esté más preocupada por los derechos de los animales y de los homosexuales, bisexuales y transexuales que por la espantosa carnicería de los abortorios.
Entre los partidos con opción de gobierno no hay diferencias sustanciales respecto a todas estas cosas, si acaso los del PP dirán que las cosas se queden como están creyendo que así contentan a sus potenciales votantes, pero no moverán un dedo para derogar las leyes de las legislaturas de Zapatero para demostrar que puestos a “progres” ellos los primeros.
Todos piensan en las próximas elecciones pero nadie en las próximas generaciones. Los musulmanes residentes en España van consiguiendo de forma lenta e imparable terminar con nuestras tradiciones contando con la complacencia de los gobernantes convencidos, al parecer, de las maravillas de la multiculturalidad. Pero los musulmanes seguirán creciendo, reproduciéndose más que los españoles, sin contar con los refugiados que nos asignen y llegará el momento de que lo que se enseñe en las escuelas será el Corán y la sharia. Tiempo al tiempo. Otros países de Europa nos llevan la delantera.
Solo me queda pedir para que los cristianos españoles, muchos o pocos, sigan apostando por su fe, su concepción de la familia, el respeto a la sexualidad y a la vida. A pesar de nuestros super-demócratas, los todopoderosos parlamentos y sus efímeras mayorías no pueden decidir sobre el bien y el mal, la verdad y la mentira, aunque cada vez más ciudadanos lo acepten.
Francisco Rodríguez Barragán


El Papa en la ONU


Cuando veo el edificio de la ONU me acuerdo siempre de la Torre de Babel, aquella construcción que pretendieron levantar los hombres que llegara hasta el cielo y dejara constancia de su fama. No era un recordatorio del castigo que recibió la humanidad en forma de diluvio cuando se corrompieron por sus violencias, sino un alarde de su soberbia: llegar hasta el cielo. No llegaron a entenderse ni se terminó la torre.
A lo largo de toda la historia de la humanidad la violencia ha sido permanente entre los pueblos, los imperios, las civilizaciones y después de cada periodo más o menos largo de guerras y enemistades, los vencedores han pretendido organizar el mundo en paz (en su beneficio) acuñando la desvergonzada frase  “si vis pacem, para bellum”, si quieres la paz prepárate para  la guerra. El ensayo de Kant sobre la Paz Perpetua, bastante razonable, no ha servido de mucho.
Fracasó la Sociedad de las Naciones creada después de la I Guerra Mundial ya que fue incapaz de evitar  la cruenta  II Guerra Mundial y al acabar ésta se crea la Organización de las Naciones Unidas que  despertó algunas esperanzas, pero que también ha sido incapaz de establecer una paz mundial basada en la justicia.
El Papa Francisco ha ido a la ONU a recordar a las naciones que es necesario que el Consejo de Seguridad, los organismos financieros y los grupos o mecanismos creados para afrontar la crisis económica, que progresen en la búsqueda de la equidad para limitar todo tipo de abuso o usura sobre todo con los países en vías de desarrollo, buscando un desarrollo sostenible y no la sumisión asfixiante de estos sistemas crediticios que lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia.
También ha recordado que si bien la ONU quiere presentarse como el agente del  desarrollo y promoción de la soberanía del derecho, el panorama mundial nos presenta muchos falsos derechos y ─a la vez─ grandes sectores indefensos, víctimas de un mal ejercicio del poder que provoca la exclusión.
Sobre el medio ambiente, bandera que agita constantemente la ONU, y de acuerdo con su encíclica Laudato Si, dijo que la defensa de la vida debe preceder al discurso sobre el ecologismo. La defensa de la vida implica necesariamente la defensa de la familia y del matrimonio natural.
También ha dicho el Papa que para que los hombres y mujeres concretos puedan escapar de la pobreza extrema, hay que permitirles ser dignos actores de su propio destino sin ninguna imposición, respetando el derecho primario de cada familia a educar.
Frente a todas las medidas e indicadores de la agenda  de objetivos para el Desarrollo de la ONU el más simple y adecuado, dice el Papa, será el acceso afectivo, práctico e inmediato a todos los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda propia, trabajo digno, alimentación adecuada y agua potable; libertad religiosa y de educación.
Después de leer el discurso del Papa que contiene muchas más cosas, pienso que los soberbios constructores de la Torre de Babel, hoy también están presentes y  dispuestos a establecer a su capricho un Nuevo Orden Mundial, vestidos de mandil y adornados de escuadras y compases, en el que la vida humana pueda ser reducida según los cálculos de los antinatalistas y los cadáve
res de los niños en gestación ser vendidos para experimentación clínica, a que desaparezca la familia natural y se ofrezca a una parte de la humanidad consumo, sexo y bienestar  a costa de los excluidos.
Francisco Rodríguez Barragán


España y los españoles

El pasado día 12 vi el desfile militar de Madrid a través de la televisión y se me ensanchó el alma ante la gente que ha elegido servir a España como militares, gente que ama a nuestra patria al igual que el público que ocupaba el recorrido.

Después leo los exabruptos de otros españoles que muestran su ignorancia de nuestra historia y se dejan inocular el odio, también muy español, para denigrar lo que España ha sido y es. Pienso si estas cosas son las que se están enseñando ahora en las escuelas. Se me encoge el alma al ver a personas, que ocupan determinados cargos, revivir los viejos demonios, aquellos que en la transición pensamos que habían sido echados fuera. Ignorancia y mala fe.
Es una desgracia que los derechos y libertades de los españoles que estableció el pacto constitucional de 1978 se utilicen para desunir y destruir todo lo que a lo largo del tiempo hemos ido construyendo y peor aun que los gobernantes se inhiban cobardemente, incluso premien en metálico, a quien confiesa no sentirse español y desear que en la guerra de la independencia hubieran ganado los franceses.
El día siguiente, trece y martes, la televisión nos ofrece el golpe de estado catalán a cámara lenta. Pienso que en ningún país de nuestro ámbito cultural pueda darse la desvergonzada presión sobre el poder judicial que realizaron los políticos catalanes. ¿Quedarán impunes? La segunda república, cuya bandera agitan determinadas opciones políticas, condenó a treinta años de prisión a Lluis Companys.
El  mismo día también nos enteramos que la juez Alaya ha sido apartada del caso de los ERES y otras corrupciones andaluzas y sustituida por otra juez con larga experiencia en juzgados de familia. La juez Alaya ha estado demasiado tiempo instruyendo el caso que, mucho me temo, termine disolviéndose. No hay verdadera democracia sin división de poderes pero el caso andaluz proyecta sombras inquietantes sobre este principio fundamental.
Volviendo al Día de la Hispanidad no puedo renunciar a la gloria del mestizaje de los españoles con los indios de la América hispana, la defensa que hizo de ellos la reina Isabel frente a indudables abusos. Es una gozada oír hablar el castellano, el español, en los variados acentos de aquellas tierras con un vocabulario más rico que el que hablamos aquí, disfrutar de la belleza de su literatura o acaso no sentimos como nuestros a Borges, a García Márquez, a Neruda o a Rubén Darío. ¿No es un español el inca Garcilaso de la Vega?
Allá siguen los nombres de nuestras provincias Granada, Cartagena, Valladolid, Extremadura y tantos otros, las universidades que se fundaron, las catedrales que se construyeron. ¿Genocidio? Desde México a la Patagonia hay millones de descendientes de aquellas etnias. Quizás fue en otras latitudes donde se aniquilaron a los indios de las praderas y sus búfalos, magnificando aquellas luchas en películas que todos hemos visto.
Por favor dejemos de denigrar a nuestra patria. Amar a España es servirla y conocerla. No se dejen engañar y lean todo lo bueno que nuestros antepasados hicieron en América. Lo mismo que muchos españoles emigraron allá, ahora son ellos los que vienen acá y quizás consigan rejuvenecernos a nosotros, cada vez más viejos.
Francisco Rodríguez Barragán




Una muerte digna, un eufemismo en alza.


El diccionario de la Real Academia define la palabra eufemismo como manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. Si ponemos atención podremos advertir que de forma permanente recibimos mensajes que evitan la recta y franca expresión de ideas duras y por nuestra parte las utilizamos sin percatarnos de que las palabras eufemísticas van configurando sin resistencia nuestra forma de pensar.
Hay cientos de eufemismos. Resulta menos agresivo hablar de actualización de precios que hablar de subida de precios, hablar de apropiación indebida que llamarlo lisamente robo, para evitar decir: despidos, hablamos de regulación de empleo o de amortización de puestos de trabajo.  Para no decir que las cosas van mal en la economía se habla de crecimiento económico negativo o se llama pomposamente residencia para la tercera edad a lo no pasa de ser un asilo.
La interrupción voluntaria del embarazo  (IVE) se utiliza sin empacho evitando decir que se trata de la destrucción de un feto en gestación por medios físicos o químicos a petición de la embarazada. En este caso se ha ido mucho más allá, llamándolo derecho a decidir de la mujer o justificándolo con eso de proteger su salud sexual y reproductiva que utilizan los voceros antinatalistas. Presentado el aborto como signo progresista está produciendo réditos políticos a los partidos a quienes importan más los votos que la vida.
Un suceso de estos días ha lanzado a los medios y a la gente el eufemismo muerte digna y algún partido ya anunciado que si llega al poder legislará sobre ello, aunque ya exista mucho camino recorrido por los gobiernos autonómicos y su propaganda sobre el derecho de cada persona a dejar establecido un testamento vital en el que exprese su voluntad de ser enviado al otro mundo por medios expeditivos cuando alguien dictamine que está en las últimas.
La palabra eutanasia parece que no ha tenido demasiado éxito y desde los medios se está usando profusamente la de muerte digna para no decir muerte rápida y así nos evitamos demoras y complicaciones.
Si el abuelo está en las últimas y ya ni nos conoce, pues muerte digna  y dejan de sufrir el abuelo y su parentela y podemos seguir con nuestras vidas y nuestras vacaciones. Dicho así ¿verdad que suena duro y desagradable?
Hay países de Europa en los que si una persona tiene determinada edad no le harán ninguna costosa intervención ni le facilitarán siquiera un marcapasos. Aquí en España se les atiende, cualquiera que sea su edad (por ahora). La sostenibilidad de los servicios sociales está siempre presente y el envejecimiento de la población también.
Lo mismo que la llamada interrupción voluntaria del embarazo ha producido más de cien mil muertos en el año, habrá que estar preparado por si la muerte digna aligera la nómina de las pensiones.
Si hemos callado ante la muerte de los niños en gestación ¿tendremos derecho a protestar si a nosotros, los mayores, se nos aligera la muerte?
Desde que comenzamos a creer que  el bien y el mal lo deciden los parlamentos democráticos y que podemos decidir sobre la vida y la muerte sin reconocer que es un don de Dios que nos pedirá cuentas, seguiremos buscando eufemismos para no llamar recta y francamente a las cosas por su nombre.
Francisco Rodríguez Barragán