En el cuestionario que he
recibido con una parte del documento preparatorio del Sínodo sobre la familia, se
pregunta si es posible estimar numéricamente un porcentaje de parejas que se
unen “ad experimentum”, es decir sin formalizar su unión en forma civil o
religiosa.
Pienso que, de forma explícita,
las parejas no se unen por vía de experimento, aunque de forma tácita tengan la
idea de convivir solo mientras les resulte satisfactorio, aunque lo mismo les
pasa a los que se casan por lo civil e incluso por lo religioso.
Si en otros tiempos existía un
periodo de noviazgo anterior al matrimonio, en la actualidad los jóvenes salen
juntos a divertirse, sin excluir la sexualidad sin consecuencias ulteriores,
gracias a los métodos anticonceptivos. Algunos emparejamientos pueden resultar
más duraderos, aunque sin convertirse en verdadero noviazgo, ya que no se
proyecta la constitución de una familia ni la ilusión de unos hijos, solo
pasarlo lo mejor posible, dure lo que durare.
Muchas de estas parejas, en
cualquier momento, deciden vivir juntas por lo que pasan a ser parejas de hecho
a efectos legales, que pueden inscribirse como tales en las delegaciones
provinciales de asuntos sociales o los ayuntamientos. Para cuantificar esta
realidad social he buscado los datos de Andalucía, comunidad autónoma en la que
resido, en la que se han producido en el año 2010, último que he encontrado,
5.361 inscripciones y en la serie 1996-2010 se ha pasado de 60 a 5.361 con un
total acumulado de 25.234 a las que hay que deducir 2300 bajas en el mismo
periodo.
Pero dado que no existe ninguna
obligación legal de inscribirse en tal registro, aunque pueda reportar algunos
beneficios legales, di por supuesto que el número sería mucho mayor.
He recurrido a los datos del
Instituto Nacional de Estadística que, una nota de prensa con los indicadores
de 2011 y su variación respecto al 2001, según el Censo de Población y
Viviendas, arroja datos de interés respecto a las parejas de hecho que han crecido
desde 563.785 en 2001 a 1.667.512 en 2011. Pero hay otros muchos aspectos
relevantes: las personas entre 25 y 34 años que viven en pareja sin hijos han
aumentado de 1.003.329 a 1.394.865 en el mismo periodo y el total de parejas
sin hijos han pasado de 3.042.409 a 4.413.304, las parejas con 3 hijos o más
han descendido desde 994.665 en 2001 a 631.186 en 2011.
El aumento de parejas sin hijos,
la disminución de las familias numerosas y la mayor esperanza de vida 82 años,
está produciendo un envejecimiento de la población que al mismo tiempo se
reduce ya que no hay crecimiento.
Otra nota de prensa del INE con
los indicadores demográficos básicos de 2012, resultan preocupantes respecto a
la familia, ya que la edad media del primer matrimonio en España es de 32,71
años (casi 33) y la edad media a la maternidad es de 31,56 años (casi 32) a
todas luces excesivamente elevadas y una fecundidad que solo llega a 1,32 hijos
por mujer, cuando sería necesario más del 2 para asegurar la tasa de reposición
de la población.
Todo esto es el resultado de
unas variaciones enormes en las pautas del comportamiento social. La familia
pierde peso mientras que la tendencia al hedonismo y al consumismo se
generaliza, los niños sobran ya que impiden disfrutar de comodidades y resultan
una carga, si acaso uno solo. La mayor parte de los niños actuales no tiene
hermanos, pero quizás tengan mascotas.
Francisco Rodríguez Barragán