martes, 26 de mayo de 2020

Me preocupa más el futuro de España que la desescalada


            Invito a todos a preguntarse ¿después de la pandemia, qué futuro nos   espera a los españoles?

Mariano Rajoy no quiso, no supo o no pudo barrer todo el batiburrillo de leyes y normas que nos impuso el nefasto Rodríguez Zapatero. Consiguió remontar el desastre económico que dejó a todos los españoles el infausto personaje de la ceja alzada. Ahora se pasea por Hispanoamérica, asiduo visitante del tirano Maduro y asistente, no sé para qué, a las reuniones que celebran los estados americanos más escorados hacia dictaduras personales.
La moción de censura socialista que desalojó a Rajoy de la Moncloa no alumbró ninguna idea de convivencia para todos los españoles sino su división cada vez más profunda. Para mantenerse en el mando no ha tenido empacho alguno en aliarse con los nacionalistas y separatistas enemigos declarados de la unidad de España y después de jurar y perjurar, siempre en falso, que no pactaría con Podemos se abrazó a Pablo Iglesias en un largo y efusivo abrazo.
La pandemia que se nos coló de rondón, fue aprovechada por el tándem Sánchez-Iglesias para dictar el estado de alarma quincenal, renovable todo lo que se pueda para mantenerse en la Moncloa y observar como puede ser manipulado todo un pueblo por el miedo y la ineficacia de un gobierno con más ministerios que ninguno anterior.
Algunos piensan que puede romperse el gobierno de coalición social-comunista aunque no lo creo porque ambos “líderes” no buscan la revolución como lucha de clases (obreros contra patronos) sino el Nuevo Orden Mundial (NOM), la globalización.
Solo hablan de luchar contra “los poderosos” a los que hay que hacer la vida imposible, pero no de los poderosos de verdad, como el señor Soros que se apresuró a ser el primero que visitase a Pedro Sánchez en la Moncloa.
En realidad solo están en contra de los empresarios emprendedores que han triunfado y de todos los que no piensen como ellos, como es el caso de VOX, donde no veo que militen ricos, banqueros, ni especuladores.
El descontento de un número creciente de españoles, pienso que los ha descolocado un tanto, pues en lugar de aplaudir en los balcones hacen sonar las cacerolas y la unanimidad de los medios de comunicación a favor del gobierno, que los financia generosamente,  puede irse al traste cuando los  periodistas vayan comprendiendo que la única arma de que disponen para sobrevivir es la verdad y si resultan repudiados por sus oyentes y lectores ¿Dónde irán?
Ahora dicen que hay que unir fuerzas para la “reconstrucción económica” pero los que el gobierno ha encargado para ello tienen “poco valor añadido”, salvo que lo que de verdad pretendan sea la destrucción de todo el tejido productivo en manos de emprendedores para promover una economía planificada y estatalizada.
La estatalización necesita de estómagos agradecidos cuyo horizonte sea la obtención vitalicia de una prestación de mínimo vital y… votar siempre a los que se la concedan.
La pandemia pasará pero lo que habría que evitar es que continúe este nefasto gobierno por más tiempo.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 19 de mayo de 2020

Gobernar sin control lleva a la tiranía


            Hay que espabilar, reflexionar y no dejarse embaucar
Cuando me dispongo a escribir este pequeño artículo no sé si el presidente del gobierno habrá conseguido del parlamento una nueva y más amplia prórroga para “su estado de alarma” Seguramente lo conseguirá ya que este personaje no da puntada sin hilo. Los votos pueden ser solicitados, chantajeados o comprados por favores futuros.
Este presidente declaró que no podría dormir tranquilo con Iglesias en el gobierno pero, sin duda, esta declaración ya estaba pactado con su socio, para no asustar a los ciudadanos antes de tiempo, ya que cuando llegó el momento suscribió el pacto de gobierno de coalición social-comunista con largo y efusivo abrazo.
Hay que reconocer la astucia con que han sabido aprovechar la desgracia de la pandemia para dictar un decreto de alarma que le ha facultado para hacer un gobierno a la medida de ambos y colocar en puestos claves a sus conmilitones.
Gobernar sin sujeción al control parlamentario es el sueño dorado de todos los dictadores, por eso tratan de mantener la situación el mayor tiempo posible, para inicia, en su beneficio, la reconstrucción de la ruinosa economía que se avecina con la posible ayuda de la Comunidad Europea que exigirá controles que acabaremos pagando los de siempre.
Cuando he visto en televisión las largas colas de gente en Madrid para recoger alimentos que reparten la Cruz Roja o Cáritas, he sentido la desagradable sensación de que podemos terminar como Venezuela u otros países de Hispanoamérica, donde sus dirigentes se enriquecen con el hambre de sus ciudadanos.
Quizás el hecho de formar parte de Europa lo impida. Si siguiéramos con nuestra vieja peseta en lugar del euro,  pronto sería devaluada añadiendo a su derecha un creciente número de ceros, como pasa con los bolívares.
La democracia del 78, para que siga siendo garantía de los derechos de todos los españoles, necesita ser defendida cada día, aunque sea en tiempos de pandemia o de crisis económica. Si olvidamos nuestra propia historia y creemos que el gobierno de España es solamente cosa de los partidos políticos y no de todos los ciudadanos, estaremos marchando por el camino de la servidumbre.
El poder necesita ser controlado para que no pueda convertirse en tiranía. Para controlar a los partidos hay que conocer sus programas de gobierno. Como decía Julio Anguita, muerto hace unos días, desde la tribuna del Congreso “programa, programa, programa” y cotejar en todo momento el programa y su realización.
No basta con votar una vez cada cuatro años, llevados casi siempre por la inercia de sentirse de derechas o de izquierdas, sin tener mucha idea de lo que ello signifique, sino apoyando a los que cumplen sus promesas electorales en beneficio del bien común.
Esta crisis puede servir para hacernos más conscientes, más reflexivos, más difíciles de embaucar. La política la decidimos nosotros y no los medios de comunicación comprados por los gobiernos de turno. Hay que alejarse todo lo posible de las redes sociales especializadas en difundir bulos y mentiras. Como se dice ante los tribunales hay que pedir a los periodistas que prometan decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad y al que se coja en un embuste borrarlo para siempre de nuestra lectura.
Francisco Rodríguez Barragán

martes, 12 de mayo de 2020

De la renta básica universal y otras cosas


            Mientras nos ejercitamos en la desescalada tratemos de avizorar el          futuro

A punto de entrar en el problemático campo de una economía maltrecha oigo hablar de renta básica universal y me quedo espantado de la barbaridad que algunos social-comunistas quieren implantar.
Una cosa es un salario mínimo suficiente y otra cosa una renta básica. El salario siempre tiene una contrapartida: el trabajo al que todos estamos llamados. La renta o el ingreso básico universal no tienen contrapartida de trabajo.
Una pensión de jubilación o invalidez sigue siendo una contrapartida al trabajo realizado a lo largo de la vida hasta que llega el momento, por la edad o la enfermedad, de no poder seguir realizándolo.
Dar dinero sin contrapartida de trabajo sería gravar al emprendedor con altos impuestos y dedicarlos a quien no trabaja. Por tanto cualquier ayuda que pueda darse a alguien no puede ser ni universal ni permanente sino limitada en el tiempo y por causas tasadas.
Cuando el gobierno del estado se lanza por la pendiente de impuestos crecientes para mantener una administración gigantesca y dedica alguna parte a los que no trabajan, bien porque no buscan, bien porque se acomodan a un sistema asistencialista, normalmente lo hace por cálculo electoral buscando el voto cautivo de estos perceptores de la renta o ingreso básico universal: si no nos votas, no cobras. Hay ejemplos.
También quiero apuntar a que, mientras el gobierno nos confinaba en nuestras casas en una especie de arresto domiciliario, los mayores asilados en residencias morían irremisiblemente sin asistencia ni medicamentos. Oí contar a un representante de estos establecimientos que solo les enviaban morfina y sedantes y mientras se está pergeñando en el congreso una ley para ¡despenalizar la eutanasia! y seguramente lo conseguirán, lo mismo que despenalizaron el aborto que provoca cada año el triple de muertes que las causadas por el virus que nos azota.
Algunos ecologistas iluminados hablan sin pudor de que se trata de la venganza de la madre tierra (¿la Pachamama?) porque el planeta tiene demasiada gente. En la línea de Malthus o Paul Erlich, los globalistas, que manejan todos los hilos, buscan una vacuna contra el Coronavirus-19 que además impida la fecundación humana.
Para ver cosas estar vivos: los que no creen en Dios adoran a nuestro planeta y quieren descargarlo de habitantes ¡Qué manía!
Los mismos que pregonaban la libertad absoluta en la vida diaria hoy quieren tenernos militarizados. Los que han impuesto el cierre de todo, incluidas las iglesias, han excluido las clínicas abortivas como servicios esenciales, porque hay que salvar vidas ¿las de los bebés no nacidos, las de los ancianos?
Muchos que denunciaban toda forma de censura por atacar a nuestras libertades constitucionales, ahora quieren censurar  toda manifestación discrepante y hasta el intercambio de mensajes por las redes para evitar bulos y críticas al gobierno. Los bulos del gobierno tienen ”bula”.
Quizás la pandemia esté sirviendo para conocer mejor a nuestros gobernantes,  sus ideas y sus proyectos, pues la ocasión les ha facilitado un ensayo general del totalitarismo que quisiera imponernos este gobierno de coalición social-comunista.
Por desgracia seguiremos bastante tiempo teniendo que hablar de estas cosas y no de la belleza de la primavera ni del veraneo y hasta del futbol, aunque yo no sea aficionado.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 5 de mayo de 2020

Pensando en la pos-pandemia



            Reconstruir la economía y levantar España
Ha bastado un virus llegado de China para destruir nuestras orgullosas seguridades. Nuestra economía parece que se irá al garete tras el confinamiento a que estamos sometidos. Habrá que reconstruir nuestra economía.
Pero hablar de reconstruir es hablar de construcciones se pueden levantar sobre roca firma o sobre arena. Podemos construir una España sobre la roca firme de la verdad, del amor a nuestra tierra desde el Cantábrico al Mediterráneo, de la colaboración y el compromiso. Lo malo es que intentemos reconstruir nuestro país sobre las arenas movedizas del rencor, del ansia de poder, utilizando materiales de desecho como las ideas colectivistas que tanto dolor y miseria han traído al mundo o las ideas del gran capital que siempre juega a ganar y el que venga detrás que se fastidie.
Tampoco se puede reconstruir el país aumentando el número de gobernantes y controles pues se hundiría con estrépito o tristeza. La roca firme es el respeto radical a los derechos y libertades de cada persona, anteponer el bien común a todo interés particular o bastardo.
La argamasa que puede mantenernos unidos es la verdad radical no los bulos ni la propaganda pagada con nuestros impuestos a los medios de comunicación para que nos adoctrinen, nos engañen, nos entretengan con sandeces y frivolidades. ¡Por favor, no se conecten a las tertulias de sabihondos! Tampoco a las que alardean de impudicia y lascivia.
Nuestra maltrecha democracia puede funcionar sin alarmas alarmantes si consigue una conexión fluida con los ciudadanos.
Los presupuestos tienen que ser claros y diáfanos, como los de cualquier comunidad de vecinos. Tanto se ha cobrado y a quienes, tanto se ha gastado para tales y tales necesidades, pero clarito, que lo entiendan todos y si hay gastos que no debían haberse realizado, pues solo han servido para comprar voluntades o montar chiringuitos, que podamos hacérselo saber a los que dicen gobernarnos.
La economía no debe ser algo esotérico, lleno de porcentajes y siglas, sino totalmente entendible para el ciudadano que quiera informarse seriamente.
Pero la forma en que los ciudadanos debemos expresarnos antes lo gobernantes no pueden ser encuestas “cocinadas por el  actual CIS” sobre confusas muestras de población que dan siempre un resultado favorable al gobierno.
Otra cuestión es la electoral pues por mucha rapidez que los medios modernos puedan imprimir al recuento de votos los resultados de las últimas elecciones me dejaron un regusto añejo de “pucherazo”. No solo hacen falta interventores en las mesas electorales sino en el proceso mismo de totalización de los resultados.
La pandemia ha sido una desgracia pero también una oportunidad, no para una alarmante actuación política continuada, como algunos sueñan, sino para un replanteamiento global de nuestro aquí y ahora, sin aplausos ni cacerolas, con mesura, con buena conciencia, con positividad.
Que este tiempo que comenzó desenterrando innecesariamente a un muerto y después enterrando a una multitud no se nos olvide nunca y nos ayude a obrar en consecuencia.
No dejemos de recordar la parábola de Jesús sobre los dos hombres que se pusieron a edificar su casa y uno lo hizo sobre arena y otro sobre roca, sabiendo que la roca eterna es el mismo Jesús, al que olvidamos a menudo.
Francisco Rodríguez Barragán
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