martes, 24 de noviembre de 2020

La agenda 2030 y los organismos supranacionales.

 

 

            Hay poderosos que se creen por encima del bien y del mal y pretenden organizar el mundo a su antojo.

Seguramente están oyendo con frecuencia en las redes, que el plan de ayudas económicas a los países de la Unión Europa puede irse al traste por culpa de dos países, Polonia y Hungría, cuya legislación no se adecua a las normas europeas, pero no dicen claramente cuáles sean tales normas.

Cada país entró en la UE con su propia constitución, por lo que tendría que ser en el momento de la adhesión cuando se señalaran sus dificultades de encaje en el organismo supranacional, cosa que no ocurrió.

En cualquier caso, la oscura advertencia a Hungría y Polonia sobre la ayuda económica por la pandemia no tendría que afectar a los demás, aunque algunos medios lo den así a entender.

La constitución española, si resulta modificada en el sentido que busca hacerlo el actual gobierno, quizás significaría un problema ya que estaría borrando o atenuando la división de poderes al someter el poder judicial al ejecutivo en detrimento de una auténtica democracia, en cuyo caso entendería que la UE pusiera reparos.

Pero pienso que el caso de Hungría y Polonia, a las que con toda rapidez tachan de populistas de extrema derecha, las razones son más bien la resistencia de estos dos países a la aceptación de la promoción del aborto y de la ideología de género, que promociona por todos los medios a su alcance la ONU y sus organismos como “cuestiones indiscutibles para la supervivencia de la humanidad y la salud del planeta” y forma de eliminar la influencia cristiana. La Unión Europea ya no sería la cristiandad sino otra cosa.

Muchas veces me he preguntado la razón que pudo tener el Sr. Rajoy, al no derogar ni cuestionar las leyes socialistas, especialmente las que se aprobaron por el gobierno del Sr. Rodríguez Zapatero, habiendo conseguido el Partido Popular la mayoría absoluta y llevarlo en su programa.

Las dificultades económicas que heredó el Sr. Rajoy de la nefasta gestión del Sr. Zapatero, le llevaron a solicitar la ayuda de la Unión Europea que, sin duda, le exigió conservar las leyes abortistas y de género del anterior gobierno, en sintonía con los demás socios europeos.

En Estados Unidos el Sr. Trump se declaró “pro-vida” y durante su mandato eliminó cuanto pudo las ayudas a la Organización Mundial de la Salud y a la central mundial del aborto -Planned Parenthood- que se presentan engañosamente como promotores de la salud sexual y reproductiva de la mujer, aunque luego negocie y comercialice los fetos abortados “enteros o por piezas”. Naturalmente el Sr. Trump tenía que perder las elecciones ¡como fuera! Y en esas estamos.

Todo esto forma parte de la Agenda 2030 del foro de Davos que pretende organizar el mundo de forma globalista. En este foro están los que de verdad mandan en el mundo, siendo los gobiernos de las naciones meros ejecutores de sus órdenes y ¡peor para quien no obedezca!

Por mi parte no estoy en absoluto de acuerdo en que los que se consideran amos del mundo pretendan manipular mi libertad, ni la de mis conciudadanos.

Francisco Rodríguez Barragán

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miércoles, 18 de noviembre de 2020

No conocemos a los que están dominando el mundo

 


            Ya no se trata de imperios y conquistas sino de cambiar a las personas.            

Cada vez que un pueblo se ha sentido poderoso y ha tenido unos dirigentes ambiciosos, han intentado construir un imperio, ya se trate de Nabucodonosor, Alejandro Magno o Gengis Khan o más próximos a nosotros El Imperio Romano o Napoleón Bonaparte.

Con sus diferencias cada imperio ha tratado de  imponer a los vencidos sus leyes y sus gobernantes, situación que ha durado unas veces más y otras menos.

Con la difusión de las ideas comunistas Lenin, pero sobre todo Stalin, sometieron a muchos pueblos a su feroz dictadura y hemos sido testigos del fin aparente del imperio soviético, en cuya órbita podría haber caído también España si no hubiera triunfado la rebelión militar del 36.

De una manera más solapada los países capitalistas que vencieron a Hitler han ido imponiendo su poder en cuantos sitios han podido penetrar no tanto por las armas como por los intereses de una clase internacionalizada que hace y deshace en el mundo de las finanzas. Aquí no se trata de pueblos conquistadores acaudillados por reyes o césares, sino de minorías poderosas emboscadas tras decorados democráticos que la gente creemos que, por el hecho de votar cada equis años, somos quienes decidimos lo que han de hacer nuestros gobernantes.

Nada más falso. El tinglado democrático es una especie de teatro de polichinelas manejado por hilos o manos ocultas. Naturalmente los cristobitas que hacen de gobernantes mientras resulten bien pagados disfrutarán del espectáculo que protagonizan. Todo ello  es fácilmente observable para cualquiera que dedique algo de su tiempo a pensar.

Los avances técnicos resultan eficacísimos para dominar a la gente como nunca se había hecho. Las ubicuas redes sociales se encargan de mantenernos en la ignorancia atiborrándonos de noticias sobre las que se discute acaloradamente no solo en la calle sino en los parlamentos nacionales y supranacionales.

Los que mandan, o creen que mandan, no quieren que exista una educación plural que adiestre a las nuevas generaciones en el pensamiento crítico ni en valores morales. Los que destaquen en la ciencia pronto serán fichados para que pongan sus conocimientos al servicio de la causa general, que no es otra, que inculcar a todos que al planeta le sobran millones de personas que es necesario ir eliminando, especialmente a los mayores que somos una carga económica inútil, como dice la directora del FMI, que hay que poner remedio al calentamiento global y hacerle caso a Greta Thunberg, la niña mal encarada que se paseó por todo el mundo, poco antes de la pandemia. Cualquier cosa que se venda como moderna nos la tragamos.

Incluso pienso que la pandemia es algo programado, como un ensayo general, para hacernos tragar el sometimiento más absoluto al poder de los amos del mundo, a quienes no hemos votado ni nos representan,  pero manejan el dinero, el crédito, la inversión y los planes de destrucción masiva que tienen en mente.

Por supuesto que las religiones, especialmente la cristiana, es un escollo para sus planes, pero tienen medios para que el número de cristianos disminuya poco a poco. Cerrar las iglesias ya lo hicieron en la Francia revolucionaria, en la España del XIX con Mendizábal y así en casi todos los países de Europa. En la América española ya lo están intentando. Aquí y ahora ya veremos.

Desconfíen: las cosas no son como parecen.

Francisco Rodríguez Barragán

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martes, 10 de noviembre de 2020

El nuevo orden mundial avanza imparable

 


        Desconfíen de todo, por favor. Quizás estamos asistiendo al fin        de una época y la que viene no me gusta.

Trump ha perdido las elecciones y nuestros medios de comunicación se felicitan,  pero los que están de enhorabuena son los que dirigen la internacional del aborto, Planned Parenthood, de la que forma parte España.

La que se dice planificación familiar y servicios de salud reproductiva no es otra cosa que el asesinato de niños desde su concepción al momento del parto. Es el gran objetivo de esa tropa descuartiza-niños, Obama,Clinton, Bill Gates, Soros y de la que ahora toma la jefatura Mr. Biden, que se declara ¡católico! Para ver y oír cosas, estar vivo. ¿Cómo se puede compaginar la fe católica con el aborto? A lo peor alguien lo ha decidido así.  (Hay tantos cambios ahora)

El derecho de toda persona por nacer entiendo que es haber  sido concebido por sus padres conscientemente, por amor, pero al parecer muchos son concebidos por error y para borrar la equivocación ahí tienen el aborto. Son millones los bebés que se abortan en el mundo, cuya sangre tiene que llegar ante Dios en forma de grito.

La matanza de inocentes que decretó Herodes es una fruslería frente a esta matanza planificada para, según dicen, salvar el planeta. Esta gentuza ha decidido reducir la población con la misma frialdad que toma medidas para  reducir el CO2.

Mr. Trump, a pesar de su extravagante figura, pensó que podía terminar con todo esto y ya se ve que los otros son más y ocupan todo el mundo para establecer un Nuevo Orden Mundial (NOM), el globalismo, una dictadura feroz, una combinación de socialismo, comunismo y capitalismo, que establecerá sin remisión lo que tenemos que pensar, sentir o cantar.

Ni Hitler ni Stalin tenían en sus manos los resortes de este globalismo que se aproxima al Mundo Feliz de Huxley, repartiendo sexo y soma (hachís) para abandonar la funesta manía de pensar, como decía el Manifiesto de los Persas y esa élite que se está formando, hinchada de orgullo  y prepotencia ante nuestros ojos y ¡no nos damos cuenta!

Ahora estamos preocupados con la pandemia pero muchos nos preguntamos si ella también forma parte del designio manifiesto del Nuevo Orden Mundial. Cuando la ruina de nuestra economía ponga a la venta nuestro patrimonio ¿de qué color será el capitalismo que se quedará con él a precio de saldo?

Este trasiego de personas que trae a nuestras costas, especialmente de Canarias, grandes cantidades de emigrantes, ¿será el anuncio de que España puede perder estas islas a manos de otros vecinos de la zona porque así lo haya decidido Soros y sus fundaciones?.

No habrá otra guerra mundial ya que no se perfilan dos bloques enfrentados sino una marcha imparable del globalismo que arrollará a los que piensen por su propia cuenta.

La ONU, la UE, la OMS y demás estructuras internacionales  ya están al servicio del globalismo, del NOM,  que decide a través de grupos discretos de gente con mandil, escuadra y compás, las medidas a tomar.

No pido que me crean sino que observen lo que pasa y desconfíen de este gobierno y de todos los gobiernos.

Francisco Rodríguez Barragán

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martes, 3 de noviembre de 2020

Oficio de difuntos

 


            Si está seguro de que no hay otra vida después de la muerte no lo lea, si           tiene dudas lea, por favor

El salmo 90 dice que “aunque uno viva setenta años y el más robusto hasta ochenta, todo es fatiga inútil porque pasan aprisa y vuelan.” Puedo personalmente certificarlo porque ya pasé de los ochenta y se me han pasado casi sin darme cuenta, han volado,  y ya son mis hijos los que se van haciendo viejos, aunque aún no se den cuenta.

Mientras que uno se siente joven camina a la búsqueda de una plenitud que nunca llega a alcanzar. Solo quedan los recuerdos de los momentos felices y los desgraciados, aunque ya no sea uno capaz de enlazarlos. En mi duermevela de cada madrugada recuerdo con nitidez juegos y canciones de mi infancia, familiares que murieron hace mucho, lugares que ignoro si se conservan como yo los contemplo y por el contrario olvido lo que hice hace un rato o lo que tengo que hacer cuando me levante.

Esa hambre de plenitud creo firmemente que solo la podré colmar cuando descanse en Dios, pero si Dios me excluye de su compañía mi vida habrá sido un fracaso, por muchos años que haya vivido. Ochenta o noventa años no son nada frente a la eternidad.

Mucha gente con la que hablo no me toma en serio si me refiero a la vida futura, a la vida tras la muerte y me pregunto para qué visitan en estas fechas los cementerios. Si los cadáveres de los que se fueron ya no son nada, puedes recordarlos mirando algún álbum de fotos. También yo necesito revisarlos para evocar los momentos felices y comprobar los cambios que he experimentado desde que me casé, desde que me jubilé, desde que visitamos aquellos lugares a los que no vamos a volver, o los nacimientos de mis hijos o de mis nietos.

La Biblia entera es la gran respuesta al significado de nuestras vidas. Cristo es la garantía de que Dios nos ama y quiere que vivamos con El por toda la eternidad. Nuestra libertad para elegir entre el bien y el mal, la gloria o el infierno, no son cuestiones baladíes.

Pero si queremos seguir distrayéndonos con las repetitivas historias que nos traen las cadenas de televisión o reenviando cada día por el móvil tonterías y cuchufletas, allá cada cual.

Calderón de la Barca nos dejó en su obra titulada “La vida es sueño” el monólogo de Segismundo que dice: “sueña el rico en su riqueza que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende, y en el mundo en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende”.

Ahí está el problema: no entender nuestra propia vida, vivirla como un sueño, que puede tener un final dichoso si pasamos por ella amando a Dios y al prójimo o un final desdichado si  vivimos haciendo el mal.

No, nuestra vida no se acaba con la muerte sino que en ella empieza la eternidad. Ahora que tanto se habla de muertos pensemos más allá de la vacuna o de la Unidad de cuidados intensivos, pensar en aquello que aprendí de niño: mira que te mira Dios, mira que te está mirando, mira que te has de morir, mira que no sabes cuándo.

Francisco Rodríguez Barragán

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