sábado, 25 de noviembre de 2017

La campaña contra la violencia de género

No parece que esté teniendo mucho éxito: siguen muriendo mujeres

Desde hace algún tiempo, tanto los diarios como los noticiarios parecen haber incluido una sección fija dedicada a la violencia de género, en la que repiten varias veces cualquier hecho relativo a que una mujer ha sido asesinada por un hombre.

A pesar de la campaña permanente en la que se invita a las mujeres a denunciar los malos tratos, el número de asesinatos no parece descender, por lo que quizás debían replantear la cuestión y también la ley que se dictó sobre el asunto.

No creo que se trate de que exista una propensión innata a matar a las mujeres con las que se ha convivido. Debe haber causas que determinen que, lo que empezó como una relación de pareja, tenga un desenlace tan funesto.

También habría que observar la frecuencia del acoso escolar y las relaciones entre los alumnos de distinto sexo. La orientación sexual que, al parecer, se imparte en los colegios es una mera información de cómo practicar sexo sin riesgo de embarazo. Antes de terminar la enseñanza secundaria no sé cuantos serán los alumnos que no hayan tenido relaciones sexuales completas con los compañeros y compañeras.

Por otro lado, el fácil acceso a la pornografía y el intercambio de imágenes eróticas a través de las redes sociales crean un ambiente hipersexualizado al alcance de la gente joven.

Ni en la casa ni en el colegio se promociona el respeto entre los sexos ni la fidelidad en las relaciones. Por supuesto que hablar de castidad como dominio de sí mismo ni se menciona.

¿Qué puede haber pasado para que la relación termine en un crimen? Decir que se trata del machismo, palabra que parece explicarlo todo, pero que en mi opinión no explica nada. Se abomina del resultado, un asesinato, pero no se averigua lo que haya pasado entre ellos. Si no se actúa sobre las causas no habrá manera de terminar con las consecuencias.

En muchos casos hay hijos por medio, victimas del odio en que se haya transformado algo que comenzó como amor, o más bien como amorío. Es fácil compartir momentos de placer pero resulta más difícil aceptar las consecuencias de nuestros actos, sobre todo si la unión solo tenía como objetivo el placer pero ningún proyecto de vida en común, ninguna promesa de fidelidad.

Romper una relación de común acuerdo puede darse, ¡hasta se ha facilitado el divorcio exprés!, pero si no hay matrimonio no hay divorcio ni se llega a pactar nada respecto a obligaciones. La ruptura no es consensuada, habrá reproches y exigencias de todo tipo y el arma que se ha puesto en manos de las mujeres: ¡te denunciaré por malos tratos y verás cómo te detienen! Se desata la espiral de violencia, cada uno busca el daño del otro y todo se va al traste. ¿Hay o no denuncias falsas por malos tratos? Esto no se airea demasiado.

Creo que la aberrante ley de violencia de género que eliminó el viejo aforismo de que a quien acusa corresponde la prueba, debía de ser revisada en profundidad a la vista de los resultados y formar a la juventud para la vida, en lugar de limitarse a informarles para el sexo.

Comentarios
Anonimo20/nov/17    13:23 h.
Gema Rodriguez Prieto20/nov/17    12:28 h.

jueves, 16 de noviembre de 2017

La vejez: última etapa.


            En un momento te das cuenta de que has llegado a la vejez y que no     hay marcha atrás
Hay cursos de preparación para todo, pero que todos sirvan para algo está por ver, pero estoy seguro de que no existe ningún curso que nos prepare para la vejez,  que cada vez será más larga y en la que los cambios serán tan rápidos que no habrá manera de asimilarlos, quizás tan solo sufrirlos.
Entré en la vejez cuando me jubilé al inicio de este siglo y sentí el júbilo de poder tener tiempo para todo: viajar, organizar mis libros, mi colección de sellos y monedas. Pronto pasó todo eso: los libros siguen apilándose sin orden ni concierto, las colecciones de sellos y monedas están abandonadas desde hace años, sin que ninguno de mis hijos o nietos haya mostrado el más mínimo interés ni en los libros, ni en los sellos, ni en las monedas que no sean de curso legal.
Durante unos años disfruté de los viajes con mi esposa, bien en nuestro coche o en los organizados por el INSERSO, pero luego empezaron las limitaciones físicas. Dejamos de viajar,  pues cada vez se me hacía más difícil conducir y aparcar el coche. Las excursiones en grupo, que habían sido tan agradables hubo que dejarlas ya que cada vez caminábamos más despacio y quedábamos descolgados del grupo. Ahora dependemos de los demás para ir a cualquier sitio.
Nos dedicamos con entusiasmo a trabajos voluntarios y a asumir responsabilidades y,  aunque seguimos colaborando, ya cedimos el paso a gente con más empuje y energía.
Cuando nos reunimos con los amigos la conversación suele girar sobre nuestros achaques ¿Cuándo te operan de cataratas? Ya me han puesto la prótesis de rodilla y lo lentas que son las lista de espera en la sanidad pública.
De los ideales e ilusiones que compartimos de jóvenes acerca de construir un mundo mejor, pues parece que son otros los que lo han construido y no nos gusta demasiado. Tragamos a regañadientes cosas que nos habrían resultado impensables como la ideología de género, el juntarse sin casarse, el matrimonio entre personas del mismo sexo,  la libertad sexual o el día del orgullo gay.
La experiencia que hayamos podido acumular sirve de bien poco ya que no es  fácil que la gente más joven nos haga caso. Llevar más de cincuenta años casados resulta algo raro. Quizás piensen: ¿cómo habrán podido aguantarse tanto tiempo? Ahora vemos que las uniones son efímeras. Amores de usar y tirar que se disfrutan mientras resultes placenteros y se sustituye por nuevas experiencias. Aunque siga habiendo parejas cimentadas en la fidelidad y el compromiso de por vida, no es esto la tónica dominante.
Nuestras parroquias languidecen, solo viejos, pocos jóvenes y colas de rumanos o musulmanes para recibir la ayuda del banco de alimentos.  Las iglesias solo se llenan para los funerales.
No tendremos que renovar ya nuestro documento de identidad y pienso que ya son pocas las ocasiones en que nos pedirán el voto. ¿Qué nos queda de vida? Un par de legislaturas como mucho.
¿Qué futuro nos espera? Que uno muera antes que el otro y el que sobreviva se encuentre en la soledad. Desde que pienso en estas cosas, he descubierto el valor de la virtud de la esperanza que me habla de un cielo nuevo y una tierra nueva, donde ya no habrá llanto ni dolor y nos encontraremos con Dios y con los que amamos y nos precedieron en el viaje definitivo. Creo en la vida eterna.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 7 de noviembre de 2017

¿Malos y buenos en el conflicto catalán?

            Tanto en una parte como en otra hacen falta mejores políticos
Estamos soportando a través de las redes sociales un diluvio de declaraciones sobre el conflicto catalán. Me llamó la atención que el ex vicepresidente señor Junqueras dijera en forma solemne que hay que luchar para que el bien venza al mal. Estaba claro que él estaba convencido de encarnar el bien y todos los que no piensen como él son el mal.
En todo conflicto, grande o pequeño, en el que las partes terminan en los tribunales, todos piensan que llevan la razón, que el bien está de su parte y que hay que aprovechar todos los medios, legítimos o no, verdades o mentiras, para triunfar en el pleito.
Lo cierto es que el bien y el mal son conceptos que están entretejidos de forma inextricable en la vida de las personas y de las instituciones. Las personas necesitan una cura de humildad y un riguroso examen de conciencia para evitar el mal sin que logren erradicarlo completamente. Las instituciones, todas, están también aquejadas por el mal del egoísmo, la mentira, el ansia de poder.
La institución de la Generalitat de Cataluña lleva cuarenta años en el proceso de crear una nación diferente a España recurriendo a la mentira, la manipulación, el saqueo del 3% o más, desde el poco honorable Pujol.
El sistema autonómico se pensó como una forma de aproximar la administración a los ciudadanos para facilitarles con eficacia loa servicios básicos que necesitan: educación, sanidad, servicios sociales y sobre todo trabajo. Esto sería el bien a realizar pero el mal realizado ha sido obligar a los ciudadanos a usar la lengua catalana tratando de que olvidaran su lengua materna, manipular la historia hasta el ridículo e inculcar el odio a todo lo español presentándolo como zafio, incompleto, despreciable. Es el cáncer del nacionalismo.
El gobierno central, en manos siempre de partidos nacionales, fue incapaz de poner coto a las políticas nacionalistas desde el principio y toleró los desafueros de la imposición de la lengua, de la historia y de los medios de comunicación a cambio de conseguir el poder, tanto la izquierda como la derecha, con los votos de los partidos catalanes. Este es el mal que corroe al gobierno español que ha reaccionado cuando comprobó que los separatistas iban a romper España, pero no lo hizo desde el principio con decisión.
El gobierno de España tampoco ha revisado el funcionamiento de la democracia durante cuarenta años, ni ha conseguido una ley electoral más justa que la vigente de fecha anterior a la constitución, para establecer que gobierne el partido más votado que haga innecesario el mercadeo de votos.
Me pregunto si la prisa que les entró a los separatistas por declarar la independencia no estaría motivada por parecerles mejor ser acusados de independentistas que de ladrones y saqueadores del presupuesto. Ojalá paguen por ambos delitos.
La otra parte, los malos según el Sr. Junqueras, también deben de pagar por su falta de empuje, por su falta de decisión para abordar a tiempo los problemas, por haber demostrado que están muy lejos de ser los estadistas que necesitamos. Necesitamos  nuevos políticos con nuevas ideas, capaces de ilusionar a los ciudadanos de toda España, incluida Cataluña, que también debe deshacerse de los que tanto daño les han causado y pueden seguir causándoles si esto no se termina.
Francisco Rodríguez Barragán
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Comentarios
Antonio Gsllegos 08/nov/17    21:01 h.
Paco Huertas 06/nov/17    18:59 h.

Una necesidad urgente: revisar la Constitución

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            El problema autonómico hay que abordarlo a fondo
Parece haberse conjurado el intento de Cataluña de constituirse en estado independiente y digo parece porque puede ocurrir que vuelvan a intentarlo en otra ocasión, con la experiencia que hayan acumulado de este episodio fallido. Naturalmente que no tenía que haberse llegado a los límites a que se ha llegado si el gobierno de España hubiera tomado las medidas necesarias desde el principio y si los políticos, de todos los colores, hubieran tenido en cuenta el bien común antes que sus intereses partidarios. Hay muchos políticos y pocos estadistas, si es que hay alguno.
Quizás la tarea más urgente sería la de revisar la Constitución de 1978, cuyo rodaje de 40 años  ha puesto al descubierto sus fallos y carencias.
Se dice en ella que los españoles son iguales ante la ley, pero en las disposiciones adicionales y transitorias se dice que la Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales. Aunque hable de territorios, tales derechos históricos serán de las personas, con lo que el solemne principio de igualdad de todos los españoles deja de cumplirse. Si el territorio tiene un privilegio, los que gozan de él son sus ciudadanos y tales privilegios son motivo de discriminaciones inaceptables, respecto a los españoles de otras regiones autonómicas.
El artículo 15 dice que toda persona tiene derecho a la vida pero habría que añadir que este derecho es desde su concepción hasta la muerte natural. No pensamos en aquel momento que el aborto se convertiría legalmente en un derecho y la eutanasia está a pique de serlo también. Somos un país que se suicida sin descendencia y envejece rápidamente. ¿Habrá estadistas que asuman el problema?
¿Dónde queda la libertad de conciencia y expresión si nos quieren obligar a aceptar la ideología de género, incluso con amenazas?
El derecho de los padres a decidir la formación religiosa y moral de sus hijos resulta cada vez más problemático. Por un lado por la fragilidad de las familias y por otro la manipulación permanente de la educación para inculcar los que se dicen “nuevos valores” o educación para la ciudadanía.
¿Las autonomías han sido beneficiosas para los ciudadanos? Para los políticos no hay duda. Pienso que su coste, a cargo de los ciudadanos, no se justifica. Habría que revisar a fondo el título VIII de la Constitución.
Se han traspasado tantas competencias que España se ha convertido en una maraña de leyes, decretos y reglamentos sobre todas las cosas que han dado lugar a aventuras como la “construcción nacional catalana” a través de la manipulación educativa y el control de los medios de comunicación, a la imposibilidad de establecer un régimen hidrológico para todos, ya que cada comunidad autónoma defiende a ultranza sus ríos. Hay un egoísmo autonómico patente.
Para asegurar la igualdad de todos los españoles es necesario que el poder central vuelva a recuperar competencias en educación, en sanidad, en servicios sociales y solo traspase aquellas cosas que realmente signifiquen un acercamiento de la administración a los administrados.
También habría que revisar la vigente ley electoral que es anterior a la misma Constitución. El reparto de parlamentarios por provincias, cuando la población resulta heterogénea, da resultados que no resultan lógicos.
A ver si se deciden a efectuar las oportunas  modificaciones, sin querer volver a ningún tipo de federalismo. El desastre de la Primera República que nos sirva de escarmiento.
Francisco Rodríguez Barragán
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