Con motivo de la visita del
Papa a Turquía se han publicado muchos artículos pero me ha impactado leer en
Páginas Digital, que la Santa Sede no se plantea pedir la restitución de los
bienes confiscados por Ataturk, sino el simple reconocimiento jurídico y que,
preguntado sobre esta cuestión, el ministro turco de urbanismo, ha respondido que el asunto se había vuelto superfluo, ya
que el cristianismo ya no es una religión, sino más bien una cultura, por lo
que no procedía su reconocimiento jurídico como entidad religiosa.
Esta afirmación contundente
de que el cristianismo ya no es una religión, por más que desde una visión
islamista tenga la idea de que la religión es algo que se inserta en la organización
misma del estado, me ha dejado preocupado.
Para el Islam radical que
persigue a los cristianos que viven dentro del área musulmana, está claro que
entienden que se trata de una religión a la que destruir, y los cristianos unos
infieles que merecen la muerte por no abrazar el Corán o por haberse separado
de él.
Pero Turquía, a caballo
entre Europa y Asia, que ha mostrado sus deseos de formar parte de la Comunidad
Europea, debe referirse a su percepción del cristianismo en nuestros países
occidentales en los que hemos de reconocer que estamos perdiendo, o ya hemos
perdido, el alma cristiana que nos constituyó.
Aunque conservemos
catedrales y monumentos, fiestas populares y fachadas cristianas, vivimos muy lejos de los valores cristianos.
Impera el relativismo más absoluto, todo vale, no se acepta nada como
verdadero, se imponen valores de nuevo cuño, extraños derechos como el
matrimonio homosexual, la ideología de género, el aborto, el cambio de
sexo, el respeto a las no sé cuantas
orientaciones sexuales, la anticoncepción que está envejeciendo a nuestros
países…
La familia, piedra fundamental de la sociedad,
sufre constantes ataques para reducir su papel de transmisora de valores,
aunque quizás haya cada vez menos familias que puedan transmitirlos: aumentan
las parejas sin hijos o con un solo hijo. El consumismo, el hedonismo, la
sexualidad sin responsabilidad, se van enseñoreando del ambiente y hablamos del
estado de bienestar, nuestra gran aportación, que cada vez es más insostenible en un mundo
globalizado y desigual.
Hay una irresistible presión
para que el cristianismo se reduzca a espacios privados, mientras que los
musulmanes, que van ocupando las ciudades de Europa, hacen cada vez más pública
ostentación de su religión.
La profecía de Gadafi de que
Europa caerá en manos del Islam como una fruta madura, conquistada por los
vientres de sus mujeres, parece en camino de cumplirse. Las musulmanas tienen
más hijos que las europeas y con sus velos y vestidos se consideran mejores que
las europeas que no paren y exhiben sus cuerpos sin pudor.
La respuesta del ministro
turco que considera que el cristianismo no es ya una religión no podemos
pasarla por alto, todos tendríamos que reflexionar seriamente sobre los valores
que se nos imponen y los que hemos perdido.
Creemos solo en nuestras
propias realizaciones y hemos abandonado a Dios, el único que es garantía del
bien y de la libertad.
Francisco Rodríguez Barragán
http://www.elguadalope.es/2014/12/10/sigue-siendo-el-cristianismo-una-religion-en-europa/#more-61057