sábado, 25 de noviembre de 2017
jueves, 16 de noviembre de 2017
La vejez: última etapa.
En un momento te das cuenta de que has
llegado a la vejez y que no hay marcha
atrás
Hay cursos de preparación para
todo, pero que todos sirvan para algo está por ver, pero estoy seguro de que no
existe ningún curso que nos prepare para la vejez, que cada vez será más larga y en la que los
cambios serán tan rápidos que no habrá manera de asimilarlos, quizás tan solo
sufrirlos.
Entré en la vejez cuando me
jubilé al inicio de este siglo y sentí el júbilo de poder tener tiempo para
todo: viajar, organizar mis libros, mi colección de sellos y monedas. Pronto
pasó todo eso: los libros siguen apilándose sin orden ni concierto, las colecciones
de sellos y monedas están abandonadas desde hace años, sin que ninguno de mis
hijos o nietos haya mostrado el más mínimo interés ni en los libros, ni en los
sellos, ni en las monedas que no sean de curso legal.
Durante unos años disfruté de
los viajes con mi esposa, bien en nuestro coche o en los organizados por el
INSERSO, pero luego empezaron las limitaciones físicas. Dejamos de viajar, pues cada vez se me hacía más difícil conducir
y aparcar el coche. Las excursiones en grupo, que habían sido tan agradables
hubo que dejarlas ya que cada vez caminábamos más despacio y quedábamos
descolgados del grupo. Ahora dependemos de los demás para ir a cualquier sitio.
Nos dedicamos con entusiasmo a
trabajos voluntarios y a asumir responsabilidades y, aunque seguimos colaborando, ya cedimos el
paso a gente con más empuje y energía.
Cuando nos reunimos con los
amigos la conversación suele girar sobre nuestros achaques ¿Cuándo te operan de
cataratas? Ya me han puesto la prótesis de rodilla y lo lentas que son las
lista de espera en la sanidad pública.
De los ideales e ilusiones que
compartimos de jóvenes acerca de construir un mundo mejor, pues parece que son
otros los que lo han construido y no nos gusta demasiado. Tragamos a
regañadientes cosas que nos habrían resultado impensables como la ideología de
género, el juntarse sin casarse, el matrimonio entre personas del mismo
sexo, la libertad sexual o el día del
orgullo gay.
La experiencia que hayamos
podido acumular sirve de bien poco ya que no es
fácil que la gente más joven nos haga caso. Llevar más de cincuenta años
casados resulta algo raro. Quizás piensen: ¿cómo habrán podido aguantarse tanto
tiempo? Ahora vemos que las uniones son efímeras. Amores de usar y tirar que se
disfrutan mientras resultes placenteros y se sustituye por nuevas experiencias.
Aunque siga habiendo parejas cimentadas en la fidelidad y el compromiso de por
vida, no es esto la tónica dominante.
Nuestras parroquias
languidecen, solo viejos, pocos jóvenes y colas de rumanos o musulmanes para
recibir la ayuda del banco de alimentos.
Las iglesias solo se llenan para los funerales.
No tendremos que renovar ya
nuestro documento de identidad y pienso que ya son pocas las ocasiones en que
nos pedirán el voto. ¿Qué nos queda de vida? Un par de legislaturas como mucho.
¿Qué futuro nos espera? Que uno
muera antes que el otro y el que sobreviva se encuentre en la soledad. Desde
que pienso en estas cosas, he descubierto el valor de la virtud de la esperanza
que me habla de un cielo nuevo y una tierra nueva, donde ya no habrá llanto ni
dolor y nos encontraremos con Dios y con los que amamos y nos precedieron en el
viaje definitivo. Creo en la vida eterna.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
martes, 7 de noviembre de 2017
¿Malos y buenos en el conflicto catalán?
Tanto en una parte como en otra hacen falta mejores
políticos
Estamos soportando a través de
las redes sociales un diluvio de declaraciones sobre el conflicto catalán. Me
llamó la atención que el ex vicepresidente señor Junqueras dijera en forma
solemne que hay que luchar para que el bien venza al mal. Estaba claro que él
estaba convencido de encarnar el bien y todos los que no piensen como él son el
mal.
En todo conflicto, grande o
pequeño, en el que las partes terminan en los tribunales, todos piensan que
llevan la razón, que el bien está de su parte y que hay que aprovechar todos
los medios, legítimos o no, verdades o mentiras, para triunfar en el pleito.
Lo cierto es que el bien y el
mal son conceptos que están entretejidos de forma inextricable en la vida de
las personas y de las instituciones. Las personas necesitan una cura de
humildad y un riguroso examen de conciencia para evitar el mal sin que logren
erradicarlo completamente. Las instituciones, todas, están también aquejadas
por el mal del egoísmo, la mentira, el ansia de poder.
La institución de la
Generalitat de Cataluña lleva cuarenta años en el proceso de crear una nación
diferente a España recurriendo a la mentira, la manipulación, el saqueo del 3%
o más, desde el poco honorable Pujol.
El sistema autonómico se pensó
como una forma de aproximar la administración a los ciudadanos para
facilitarles con eficacia loa servicios básicos que necesitan: educación,
sanidad, servicios sociales y sobre todo trabajo. Esto sería el bien a realizar
pero el mal realizado ha sido obligar a los ciudadanos a usar la lengua
catalana tratando de que olvidaran su lengua materna, manipular la historia hasta
el ridículo e inculcar el odio a todo lo español presentándolo como zafio,
incompleto, despreciable. Es el cáncer del nacionalismo.
El gobierno central, en manos
siempre de partidos nacionales, fue incapaz de poner coto a las políticas
nacionalistas desde el principio y toleró los desafueros de la imposición de la
lengua, de la historia y de los medios de comunicación a cambio de conseguir el
poder, tanto la izquierda como la derecha, con los votos de los partidos
catalanes. Este es el mal que corroe al gobierno español que ha reaccionado
cuando comprobó que los separatistas iban a romper España, pero no lo hizo
desde el principio con decisión.
El gobierno de España tampoco
ha revisado el funcionamiento de la democracia durante cuarenta años, ni ha
conseguido una ley electoral más justa que la vigente de fecha anterior a la
constitución, para establecer que gobierne el partido más votado que haga
innecesario el mercadeo de votos.
Me pregunto si la prisa que les
entró a los separatistas por declarar la independencia no estaría motivada por
parecerles mejor ser acusados de independentistas que de ladrones y saqueadores
del presupuesto. Ojalá paguen por ambos delitos.
La otra parte, los malos según
el Sr. Junqueras, también deben de pagar por su falta de empuje, por su falta
de decisión para abordar a tiempo los problemas, por haber demostrado que están
muy lejos de ser los estadistas que necesitamos. Necesitamos nuevos políticos con nuevas ideas, capaces de
ilusionar a los ciudadanos de toda España, incluida Cataluña, que también debe
deshacerse de los que tanto daño les han causado y pueden seguir causándoles si
esto no se termina.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
Comentarios |
Antonio Gsllegos | 08/nov/17 21:01 h. |
Es probable que Rajo y diera compases de espera, pensando que saliera a la luz todos los desmanes de los separatista, y hacer evidencia de las falsedades , injusticias , manipulaciones, etc. de los independentista esperando a copiar más méritos para la causa de España. No ha sido así, porque los independentistas han sacado al pueblo secesionista a la calle, consiguiendo que entre ca comunidad superará la mentira sobre la realidad. Pienso que algo así haya podido suceder. Ahora cuesta imponer la verdad sobre la mentira.
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Paco Huertas | 06/nov/17 18:59 h. |
Me ha parecido un artículo de gran lucidez y claridad. La gran perdedora de cualquier conflicto es la verdad. Cuanta humildad haría falta para solucionar el problema catalán.
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Una necesidad urgente: revisar la Constitución
.
El problema autonómico hay que abordarlo a fondo
Parece haberse conjurado el
intento de Cataluña de constituirse en estado independiente y digo parece
porque puede ocurrir que vuelvan a intentarlo en otra ocasión, con la
experiencia que hayan acumulado de este episodio fallido. Naturalmente que no
tenía que haberse llegado a los límites a que se ha llegado si el gobierno de
España hubiera tomado las medidas necesarias desde el principio y si los
políticos, de todos los colores, hubieran tenido en cuenta el bien común antes que
sus intereses partidarios. Hay muchos políticos y pocos estadistas, si es que
hay alguno.
Quizás la tarea más urgente
sería la de revisar la Constitución de 1978, cuyo rodaje de 40 años ha puesto al descubierto sus fallos y carencias.
Se dice en ella que los
españoles son iguales ante la ley, pero en las disposiciones adicionales y
transitorias se dice que la Constitución
ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales. Aunque
hable de territorios, tales derechos históricos serán de las personas, con lo
que el solemne principio de igualdad de todos los españoles deja de cumplirse.
Si el territorio tiene un privilegio, los que gozan de él son sus ciudadanos y
tales privilegios son motivo de discriminaciones inaceptables, respecto a los
españoles de otras regiones autonómicas.
El artículo 15 dice que toda persona tiene derecho a la vida
pero habría que añadir que este derecho es desde su concepción hasta la muerte
natural. No pensamos en aquel momento que el aborto se convertiría legalmente
en un derecho y la eutanasia está a pique de serlo también. Somos un país que
se suicida sin descendencia y envejece rápidamente. ¿Habrá estadistas que
asuman el problema?
¿Dónde queda la libertad de
conciencia y expresión si nos quieren obligar a aceptar la ideología de género,
incluso con amenazas?
El derecho de los padres a decidir la formación religiosa y moral de
sus hijos resulta cada vez más problemático. Por un lado por la fragilidad
de las familias y por otro la manipulación permanente de la educación para
inculcar los que se dicen “nuevos valores” o educación para la ciudadanía.
¿Las
autonomías han sido beneficiosas para los ciudadanos? Para
los políticos no hay duda. Pienso que su coste, a cargo de los ciudadanos, no
se justifica. Habría que revisar a fondo el título VIII de la Constitución.
Se han traspasado tantas
competencias que España se ha convertido en una maraña de leyes, decretos y
reglamentos sobre todas las cosas que han dado lugar a aventuras como la
“construcción nacional catalana” a través de la manipulación educativa y el
control de los medios de comunicación, a la imposibilidad de establecer un
régimen hidrológico para todos, ya que cada comunidad autónoma defiende a
ultranza sus ríos. Hay un egoísmo autonómico patente.
Para asegurar la igualdad de
todos los españoles es necesario que el poder central vuelva a recuperar
competencias en educación, en sanidad, en servicios sociales y solo traspase
aquellas cosas que realmente signifiquen un acercamiento de la administración a
los administrados.
También habría que revisar la
vigente ley electoral que es anterior a la misma Constitución. El reparto de
parlamentarios por provincias, cuando la población resulta heterogénea, da
resultados que no resultan lógicos.
A ver si se deciden a efectuar
las oportunas modificaciones, sin querer
volver a ningún tipo de federalismo. El desastre de la Primera República que
nos sirva de escarmiento.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
miércoles, 25 de octubre de 2017
A vueltas con nuestra democracia
Unas modestas reflexiones
sobre el poder y las leyes
Aunque se dice que la
democracia la inventaron los griegos, lo cierto es que solo hará unos
doscientos años que comenzó a instaurarse en el mundo occidental, aunque de
forma bastante imperfecta.
En cualquier conjunto humano se
plantea siempre la cuestión del poder, ¿quién manda aquí?. Durante siglos fueron los reyes los que,
amparándose en una sanción divina, tuvieron el poder de mandar y el resto de la
gente súbditos cuya obligación era obedecer. Claro que esta obediencia fue poco
a poco variando, en unos países más que en otros. Los súbditos buscaron la
forma de hacerse oír, aunque no todos, pues las relaciones de poder establecían clases
sociales con límites bastante fuertes.
En la Grecia del siglo V a C.
su famosa democracia, el poder del pueblo, no entendía por pueblo más que
determinadas clases y aunque se dice que el sistema democrático puso freno a la
tiranía, lo cierto es que no duró demasiado y volvieron tiranos y dictadores,
reyes y aristócratas.
Cuando en Occidente el pueblo
se organizó frente al derecho divino de los reyes, retomaron la viejísima idea
de la democracia griega y consiguieron, en algunos casos, establecer un embrión
de parlamentos, que en ocasiones solo sirvieron para dar cobertura legal a la
imposición de cargas y gravámenes a los ciudadanos.
Aunque el parlamento británico
siguió un proceso largo y eficaz de representación del pueblo, diferenciando a
los nobles del resto, en parte de Europa se comenzó a hablar de democracia
desde la revolución francesa, pero de forma intermitente a lo largo del siglo
XIX, un siglo esencialmente convulso y revolucionario.
El sufrago universal no llegó a
imponerse hasta fechas bastantes recientes. El voto se ejercía por los varones
con determinada renta y las mujeres no tuvieron voto hasta tiempos bien
recientes.
De todos modos un sistema en el
que el poder pudiera cambiar de titular sin recurrir a la fuerza, fue un avance
importante, aunque no exento de adulteraciones, trampas y engaños.
Lo mismo que en toda sociedad
se planteó siempre quién manda, también se planteó la necesidad de una ley básica
que regulara los derechos y deberes de los ciudadanos y el funcionamiento del
sistema: la Constitución. Si tal constitución es la norma suprema de
convivencia resulta imprescindible su acatamiento, sin perjuicio de posibles
modificaciones realizadas de acuerdo con la misma.
También la constitución
determina que la forma en que se accede al poder y se pueden aprobar o derogar
leyes, es a través del juego de mayorías y minorías que no deja de plantear serios
problemas. Los parlamentarios, convertidos en legisladores, ¿pueden imponer su voluntad si cuentan con la
mayoría 51%, al otro 49%? aunque para alcanzar la mayoría hayan tenido que
comprar votos de partidos llamados bisagra y las leyes que se aprueben no
tengan mucho que ver con los programas que presentaron los partidos para pedir
nuestro voto. Es, a mi juicio, una flagrante corrupción que sería necesario
depurar.
Si nuestro sistema democrático,
que solo tiene un rodaje de menos de cincuenta años, ha representado un avance,
es necesario que produzca también políticos que sepan ver, por encima de sus intereses partidarios, el
interés general de la nación y evitar que ningunos aventureros quieran deshacer
lo conseguido.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
martes, 24 de octubre de 2017
El progreso de estos tiempos
Progresar es desarrollar nuestra capacidad de ser mejores
Hoy quizás debería escribir
algo sobre los problemas de Cataluña o sobre los voraces incendios de Galicia,
pero pienso que sobre todo ello hay mucha gente que escribe sesudos artículos o
exabruptos incomprensibles, por ello dedicaré mi pequeño artículo semanal a
otras cosas, que pienso pueden resultar útiles a los que se les ocurra leerme.
Cada vez que muestro mi
desagrado por algunas de las cosas que pasan hay quien me advierte que estamos
en otros tiempos, que hemos progresado y que esta es la época de la “pos
verdad”, expresión que no logro entender, pues para mí las cosas son verdaderas
o falsas.
Respecto del progreso, de que
tanto se alardea, me parece que no hay tal progreso sino cambio. Progresar sería
el proceso de llegar a ser cada vez de mejor manera mediante el desarrollo
armónico de su propia naturaleza, pero lo que observo es que lo que hay es un
mero cambio.
Nos dicen que hemos progresado
al admitir que hay varios tipos de familia, pero la familia
progresaría si desde su intima naturaleza fuera desarrollando cada vez con más
plenitud su papel de célula básica de la sociedad, donde los esposos consiguen
unificar sus vidas en el amor y transmitirlo a sus hijos, pero si llamamos
familia a cualquier tipo de unión temporal y evanescente, no hay tal progreso
sino mero cambio, al que siguen denominando familia de forma engañosa e
inapropiada. ¿Progresa la institución familiar con parejas del mismo sexo, que
por su propia naturaleza no pueden procrear e intenten crear una falsa
descendencia?
También nos quieren vender como
progreso el divorcio, cada vez más exprés, cuando lo que nos ofrecen es
simplemente el cambio de pareja, en una especie de poligamia sucesiva. La ruptura
de una relación de pareja no es ningún progreso sino un fracaso lamentable y si
hay descendencia una desgracia para los hijos. Las rupturas de pareja, con
divorcio o sin divorcio, siempre son traumáticas.
También nos vende como progreso
la libertad sexual y me pregunto si el ejercicio de la sexualidad como simple
búsqueda de placer, sin freno ni compromiso,
¿hace progresar a las personas para llegar a ser mejores? Seguro que no.
La sexualidad como algo sagrado para intercambiarlo en una relación de amor
estable, en el que cada uno busca el bien del otro, sería un auténtico progreso
personal. El libertinaje es destructivo, aunque se le llame “hacer el amor”.
Por supuesto que también pasa
por progreso la difusión de todos los métodos anticonceptivos, incluido el
aborto, que ha pasado de delito a derecho en una pirueta sorprendente. La
rentable industria de los anticonceptivos facilitó la explosión de la libertad
sexual, que no creo que nos haya hecho progresar como personas sino todo lo
contrario. No hay tal libertad sino esclavitud y dependencia.
Habrá ocasión de reflexionar
sobre otros muchos cambios en educación, en historia, en economía o en política
que nos quieren hacer pasar como progreso, para lo que cuentan con multitud de
medios de difusión.
Hay que utilizar la propia
razón para no dejarnos engañar. Las cosas solo pueden ser verdad o mentira,
nada de pos-verdades tramposas. Quizás sea más necesario ejercitarse en
descubrir trampas que distraerse con vaciedades televisivas.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
De una ética indolora a un voluntariado comprometido
Vivir para sí mismo o vivir para los
demás
He vuelto a hojear el libro que
Lipovetsky escribió hace veinticinco años con el título “El crepúsculo del
deber” que lleva como subtítulo: “La ética indolora de los nuevos tiempos
democráticos” y la realidad confirma todas sus apreciaciones. La gente sigue
hablando de la ética, pero de una ética que no nace de ninguna moral eterna
sino de decisiones personales y autónomas.
En esta línea pienso que se ha
abandonado la transmisión categórica del deber como obligación ineludible de
hacer el bien al prójimo o realizar el bien común, sustituida por la búsqueda
de la propia felicidad como razón última de nuestra existencia, sin cortapisas
morales ni sociales.
La aceptación incondicional del
sistema democrático nos ha llevado a sustituir una moral eterna por las leyes
que apruebe el parlamento. El deber de pagar impuestos, el deber de aceptar la
ideología de género, el divorcio exprés, el aborto como derecho, el feminismo
que criminaliza siempre al varón, la unión de parejas del mismo sexo llamando a
tal cosa matrimonio, la imposición de la mayoría sobre la minoría.
Mucho hablar de libertad de
expresión pero si te opones a cualquiera de las nuevas leyes de género puedes
verte acusado y condenado. Creo que la sustitución de la vieja moral por la
nueva solo sirve para justificar el hedonismo, una sexualidad sin límites, la anulación
de la familia como transmisora de valores, la brusca caída de la natalidad. La
mujer puede denunciar al marido, los hijos a sus padres, las hijas pueden
abortar sin conocimiento de sus padres y si ha aumentado la esperanza de vida
también podemos esperar que nos apliquen la eutanasia.
No obstante todo ello, creo que
las personas sienten un vacio de deber que tienen que llenar con algo. Para
ello se promociona a través de los medios multitud de campañas que invitan a la
gente a la ecología, salvar el planeta, a amar a los animales, oponerse a las corridas
de toros, pero seguir comiendo chuletón, donar la cantidad que decidan para
luchar contra el hambre en África, la malaria, el cáncer o el matrimonio infantil.
Participar en cualquier acción
benéfica o filantrópica nos transmite una agradable sensación. Son acciones que
nadie nos obliga a realizar y que decidimos por nosotros mismos y que en
principio no nos complican la vida.
Dentro de estas acciones, nacidas
de una ética indolora, ocupa un lugar preferente el voluntariado. Son muchas
las personas que deciden realizar acciones voluntarias, hasta el punto de que
se han dictado leyes reguladoras de estas actividades, para darles un respaldo
legal ya que ocasiones pueden entrar en conflicto con los trabajadores
asalariados y sus sindicatos.
En muchos casos los voluntarios
son personas jubiladas que no se resignan a estar pasivos y aportan sus
conocimientos previos y en otros casos son personas jóvenes que quizás esperan
rellenar su currículo con esta actividad a la hora de buscar trabajo.
El voluntariado puede ser una
actividad gratificante e indolora ya que puede dejar de realizarla cuando
quiera o puede llevar a un compromiso creciente, a implicarse en los problemas
de los beneficiarios de su acción, hasta convertir la actividad voluntaria en
un auténtico compromiso de vida y dedicación, en un deber.
Francisco Rodríguez Barragán.
Publicado en
La primera víctima de un conflicto es la verdad
Rechazar
la mentira y buscar juntos la verdad es el único camino para evitarlo
En cualquier conflicto la
primera víctima es la verdad. Antonio Machado dijo con gran sabiduría: ¿Tú verdad? no, la verdad; y ven conmigo a
buscarla. La tuya guárdatela. Y es que una verdad que no sea buscada en
común y compartida es una mentira que degenerará en enfrentamiento, ya se trate
de un divorcio, de una disputa partidaria o de una guerra.
Cuando no se busca honradamente la verdad sino “mi verdad” o “tu verdad”
no se puede esperar nada bueno pues estaremos en el reino de la mentira, donde
todo abuso, truco o artimaña es posible con tal de hundir al adversario.
La verdad no tiene más que un camino pero la mentira puede discurrir
por muchos y tortuosos. En la verdad podemos encontrarnos, en la mentira cada
vez nos alejaremos más unos de otros. En la verdad podemos descubrir que el
otro, los otros, son un bien para mí, para nosotros, pues nos complementamos,
nos enriquecemos mutuamente. En el desencuentro todos saldremos perjudicados.
Que una mentira repetida miles de veces puede parecer una verdad, pero
una falsa verdad nos lleva al precipicio. Una mentira inculcada desde la
infancia es una manipulación criminal. Algo satánico y monstruoso. Recuerdo la
película Los gritos del silencio, en la que el sádico dictador Pol-Pop consigue
que los niños denuncien a sus padres o los asesinen metiéndoles la cabeza en
una bolsa de plástico. No es solo una película: ocurrió realmente.
Lo mismo que las cámaras de gas donde unos rubios alemanes asesinaron a
los judíos, convencidos de la gran mentira de que la raza aria tenía que
dominar el mundo.
Todos los que llaman a la revolución son sumamente peligrosos ya que
quieren imponer su verdad, pero no buscan la verdad y tratarán de imponerla por
la fuerza y perseguirán a todo aquel que se atreva a gritar que todo es una
mentira, una patraña.
La historia debía de ser maestra de la vida. Todo lo ocurrido en el pasado
va dejando una enseñanza que nos puede evitar caer en los mismos errores, pero
si falseamos la historia con la mentira, estamos perdidos. Los historiadores
deberían ser los fieles buscadores de la verdad para ofrecerla a la
consideración de las siguientes generaciones.
Podemos comprobar la permanente manipulación de la historia por grandes
mentirosos entusiastas permanentes de la leyenda negra, no solo de los siglos
pasados sino de otros hechos bien recientes, como, por ejemplo, la transición
del 78 que es presentada desde los tonos más sombríos y así se les enseña a los
niños y a los jóvenes.
Expandir el descontento, clamar por la revolución y diseminar mentiras,
es el programa de personajes bien conocidos que atizan el odio en lugar del
bien común, que no nos convocan a buscar juntos la verdad, sino a que aceptemos
como verdad su gran mentira.
Cuando el conflicto nos acecha, convoquemos a todas las personas de
buena voluntad para buscar juntos la verdad y la verdad nos hará libres.
Francisco Rodríguez Barragán
Los demonios son más listos que nosotros
Ellos juegan en los dos lados del
tablero de nuestros enfrentamientos y consiguen
su propósito: que nos odiemos.
La inteligencia debe estar muy
bien repartida ya que casi nadie se cree tonto, aunque todos estemos de acuerdo
en que el número de idiotas es infinito. Fuera bromas, lo cierto es que los
humanos nos consideramos en lo más alto de la cadena de las especies que
pueblan el planeta y pensamos que no
existe nada más allá de nosotros y, aunque todos tenemos miedo a la muerte,
pocos se preocupan seriamente por lo que se pueden encontrar cuando ocurra.
En nuestro mundo occidental pienso
que cada vez menos gente cree en Dios,
incluso entre los que creen en la Madre de Dios y van a las procesiones. Si
creyéramos que Alguien nos hizo y nos tomará cuenta de nuestra vida, las cosas
cambiarían.
Quizás haya quien piense que
debe existir algo o alguien que puso en marcha el universo y que nosotros
estamos aquí, no para averiguarlo, sino para conocer cómo funciona y
felicitarnos por todo lo que vamos descubriendo.
Si no creemos en Dios, mucho
menos creemos en la existencia de los ángeles creados por Dios como espíritus
que no están sujetos a nuestras limitaciones materiales, inteligencias puras que
existen para alabar al Dios que los creó. Pero además de inteligencias también
tienen voluntad y parte de ellos la usaron para rebelarse contra Dios, quizás
cuando supieron que Dios iba a crear otros seres de barro a los que también iba
a amar y llamar a su presencia.
Si no descubrimos las huellas
de Dios en el universo, aunque su grandeza y complejidad son manifiestas,
tampoco descubrimos la existencia de los demonios, ángeles rebeldes
capitaneados por Satán, aunque su influencia este presente y actuante en
nuestro mundo. Demostrando que son mucho más inteligentes que nosotros, han
logrado pasar desapercibidos para poder engañarnos mejor. Los que rezamos el
Padrenuestro, que nos enseñó Jesús, lo terminamos con dos peticiones: que no
nos deje caer en la tentación y que nos libre del mal. La tentación es obra de
los demonios y el mal es Satanás mismo.
Su naturaleza inmaterial solo
está sujeta a dos pecados: la soberbia de saberse por encima de todas las demás
criaturas y la envidia, que consiste en la tristeza del bien ajeno. Los
demonios están tristes y resentidos de que Dios haya tomado un cuerpo de hombre
y nacido de una mujer. ¡Otorgarle tal distinción a unos seres que necesitan
comer, que se cansan, que sufren, es ponerlos por encima de los espíritus angélicos!
¡Qué humillación!
Por eso se dedican a destruir a
cuantos más hombres, mejor. Para eso nos tientan sin descanso, pero como muy
inteligentes, nos seducen con cada cosa y su contraria. A los partidarios del
aborto les convencen de que están haciendo algo bueno: defender el derecho de
las mujeres y a los que se oponen al aborto les convencen de que llevan razón y
deben de terminar con todos los abortistas. Con esta táctica los demonios
siempre ganan si consiguen establecer una relación de odio entre unos y otros. Y
lo que se dice del aborto puede decirse de los sistemas políticos y económicos,
de los partidos políticos, de las disputas territoriales, etc.
El precepto cristiano de amar
al prójimo, aunque sea mi enemigo, es lo único que puede librarnos del poder de
los demonios. Lo que se nos pide no es tratar de imponer nuestras ideas por
todos los medios, sino estar dispuestos a morir por ellas. No es fácil la cosa,
pero el que pierda su vida por la buena nueva del evangelio se salvará de todos
los demonios.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
La amenaza de una proposición de ley
La ideología de género es un ataque a nuestras mismas
raíces.
Cuando comenzó a hablarse de la
ideología de género pudo parecer una ocurrencia sin mucho futuro. Craso error.
Esta ideología ha crecido cada vez más amenazante en todo occidente. También en
España donde algunas comunidades autónomas se apresuraron a legislar sobre ello
y ahora trata de imponerse a nivel
nacional mediante una proposición de ley, elaborada por Podemos, y apoyada por
toda la oposición y quién sabe si hasta por el partido del gobierno.
Algo que siempre estuvo claro
de que todas las personas se dividían en dos sexos: machos y hembras, hombres y
mujeres, está siendo atacado y eliminado por una noción diferente: el género
como construcción social que mantiene que el sexo es lo de menos, lo importante
es lo que cada cual decida ser y así aparecen hombres que se sientes mujeres,
mujeres que se sienten hombres, otros que se siente bisexuales…
No se trata de eliminar la
discriminación por razón de la orientación sexual sino de alzarse con un ímpetu
reivindicativo y agresivo que pretende inculcar esta ideología en lo niños,
dese la infancia, por encima de lo que puedan opinar sobre el asunto sus padres.
Es más, los activistas de esta
ideología tratan, y lo están consiguiendo, de impedir la expresión de cualquier
opinión en contra, acusándolos de diversas fobias que se han inventado, pero
que pueden hacer recaer castigos y multas sobre los opinamos de distinta
manera.
En el diario Ideal de Granada
la Diputación provincial lleva meses insertando un anuncio que dice “Se necesitan bisexuales, gays,
heterosexuales, intersexuales, lesbianas, transexuales y que cualquier opción es válida., y después
del logotipo de la Diputación dice: Campaña contra la incitación al odio por
motivos de orientación e identidad sexual.
No se me alcanza la necesidad que
pueda tener la Diputación de tales
personas ni su afirmación de que cualquier opción es válida ¿seguro? Hay a quienes le gusta la
pederastia o la poligamia o la pornografía infantil, o la zoofilia, ¿todas son
válidas?
No veo que nadie incite al odio
contra los homosexuales, siempre que su orientación sexual no comporte ningún
abuso respecto a otras personas, pero lo que si veo es que algunos elementos
exaltados de estas minorías odian a los que no compartimos sus teorías sexuales
que ellos llaman de género.
Creo que parte de estas
minorías están siendo instrumentalizadas por los que siguen soñando con
revoluciones imposibles. Si la lucha de clases no trajo ningún paraíso a la
tierra, pues a convencer a los que puedan de que hay que tratar de incitar a la
lucha de las mujeres contra los hombres,
de los gays, las lesbianas, etc. contra todos los demás, de la gente contra la
casta, de los antirreligiosos contra la Iglesia y los creyentes.
Todos estos revolucionarios
actuales han oído y creído que la revolución comunista no funcionó por culpa de
la institución familiar o el arraigo de las creencias religiosas. Por ello
cualquier motivo es suficiente: socavar a la familia, instaurar una sexualidad
sin trabas, poner en circulación nuevos “derechos”: derecho al aborto, derecho
a la eutanasia, derecho a cambiar de sexo y ¡lo qué nos queda que ver!
Si la proposición de ley de
Podemos se aprueba será un paso más en la destrucción de las raíces mismas de
nuestra civilización.
Francisco Rodríguez Barragán
De vuelta al paganismo
Ahora, más que nunca, anunciar el
evangelio de Jesús
A fuerza de querer ser modernos
cada vez somos más antiguos, hemos vuelto al paganismo romano y como ellos
hemos sido entregados a pasiones degradantes, hemos cambiado las relaciones
naturales por otras innaturales entre hombres y mujeres, como está a la vista,
en las que cualquier aberración ha sido elevada a categoría de modernidad digna
de defenderse.
En un mundo paganizado donde
florece la injusticia, la codicia, la envidia, los homicidios, las discordias,
está claro que estorba la Iglesia que recuerda, o debe recordar, dos verdades
fundamentales: que somos criaturas de Dios y que esta vida no termina con la muerte,
sino que seremos juzgados para la eternidad.
Vivimos en un mundo regido por
leyes complicadas y amenazantes de sanciones penales y económicas, pero no
podemos soportar que se nos recuerde la necesidad de las virtudes para ordenar
nuestra vida. Nuestra razón y nuestra libertad nos deberían llevar a buscar el
bien y la verdad y rechazar el mal y la falsedad. Pero parece que esto no
funciona.
Si me creo el único dueño de mi
vida, mi propio dios, solo aceptaré las reglas morales que yo mismo me imponga
y todo se reduce a disfrutar sin medida de todos los placeres. Comamos y
bebamos que mañana moriremos, convencidos de que tras la muerte no hay nada.
La gente ha abandonado los templos
y los sacramentos. Pérdida la conciencia de pecado ¿para qué confesar?
Jesucristo ¿quién es Jesucristo? Solo pueden hablarles de Jesús los que lo han
encontrado y les ha cambiado la vida, pero muchos que dicen que creen en Jesús
no se atreven a anunciarlo a los demás.
Por supuesto que es más difícil
seguir a Jesús que seguir al mundo y en eso estamos. Pero el mundo nos dejará
tirados y sin esperanza mientras que Jesús nos ofrece perdón y ayuda. Ya nos
dijo que el que quiera ganar su vida, por su cuenta, la perderá pero el que le
siga, con todas sus dificultades, la ganará para toda la eternidad.
El misterio de Jesús consiste
en que siendo Dios se hizo hombre y murió crucificado para salvar a los hombres
del pecado y de la muerte. Creer esto es una cuestión de fe que se ofrece a
todos, aunque muchos la rechacen.
Este mismo artículo es una
invitación a creer en Jesús y cambiar de vida, a dejar las promesas engañosas
del mundo y convertirse de corazón a Dios, el Dios que nos hizo, que está
dispuesto a perdonarnos y ayudarnos y que nos espera con los brazos abiertos como
al hijo pródigo. Confesar nuestros pecados no es una humillación sino una auténtica
liberación.
Además Jesús nos prometió el
Espíritu Santo para enriquecernos con sus dones y sus frutos que están al alcance de quienes lo acepten
con fe. También contamos los cristianos con la poderosa intercesión de la
Virgen María a la que podemos acudir en todas nuestras dificultades.
Y por encima de todo el
mandamiento nuevo: amar a todos, amigos y enemigos, como a nosotros mismos y
buscar activamente el bien de todos, aunque nos vaya en ello la vida.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
Gobernantes e ingenieros sociales
Cada vez desconfío más de todo lo “políticamente
correcto”
Parece que el mundo es una
lucha permanente en el que unos buscan el poder para disfrutarlo y otros
siempre resultan dominados. Bien es verdad que los que buscan el poder aseguran
que lo hacen para conseguir organizar mejor la sociedad y la convivencia, pero
hasta el momento no parece que sea así.
Digan lo que digan, los que se
empeñan en gobernarnos, lo que de verdad le importa es el poder. Invocando la
sacrosanta democracia, cada formación política,
pide nuestro voto prometiendo cosas de las que pronto se olvida. Esto es algo así como el proyecto de
construcción una ciudad en la que cada líder, como gran arquitecto, quiere
hacerla a su gusto y mientras discuten pasa el tiempo y nada se acaba y vuelven
a pedir nuestro voto y así una vez y otra. Unos ganan y otros pierden y siempre
estamos en lo mismo.
No quiero decir que nos hayamos
quedado estancados, al contrario, la sociedad está siendo sometida a constantes
cambios. Cosas que parecían impensables se aceptan sin discusión. La familia
estable: padre, madre e hijos, que fue la base de la sociedad, ha sido
deconstruida, como se dice ahora, sustituida por una libertad sexual desenfrenada,
en la que se aceptan como equivalentes cualquier clase de uniones. Hoy triunfa
el feminismo y la ideología de género que son lo políticamente correcto y quien
se resista puede resultar vilipendiado, perseguido y condenado.
Seguramente la riqueza y el
trabajo siguen tan mal distribuidos como siempre pero hay libertad para copular
todo lo que se quiera y con cualquier orientación. El problema de mantener una
familia puede ir desapareciendo si no hay hijos… ni familias. Nacen menos de
los que se mueren y envejecemos, a cambio recibimos emigrantes que, al parecer,
no tienen ningún interés en integrarse ni adoptar nuestra forma de vida. ¿Es
esto lo que hemos pedido democráticamente a nuestros gobernantes?
Por aquello de: “ mal de
muchos, consuelo de tontos”, vemos que pasa lo mismo en cada vez más países,
que se anotan como un tanto progresista el derecho al aborto y el matrimonio
entre personas del mismo sexo.
Los organismos internacionales,
que tienen tan escaso éxito en evitar las guerras y defender los derechos
humanos de feroces dictaduras, consiguen a través de sus comisiones y
conferencias extender el aborto, que ellos le llaman proteger la salud sexual y
reproductiva y reducir la población del planeta que, dicen ellos, no puede
soportar tanta población, para lo que se alían con los defensores del cambio
climático, empeñados en que si hace calor es por nuestra culpa. Aquella
truculenta historia del agujero de la capa de ozono, de la que ya no se habla,
¿qué pasó?
Por mi parte cada vez desconfío
más de lo “políticamente correcto”, del
calentamiento global y la llamada a salvar el planeta. También desconfío del
sistema democrático que tenemos, enredado constantemente en dimes y diretes,
mientras cobran de nuestros impuestos, desconfío de la educación que se
imparte, de la lentitud de la justicia, de tanto dato estadístico que no puedo
comprobar, de tanto embuste y tanta corrupción. Desconfío hasta de los
telediarios y su sospechosa unanimidad.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
domingo, 3 de septiembre de 2017
La fuerza del silencio
Frente a la dictadura del ruido.
Dada la aversión que padece
nuestra sociedad a todo lo religioso es posible que el libro que he leído este
verano del Cardenal Robert Sarah, que fue arzobispo de Conakri y desde 2014
Prefecto de la Congregación para el culto divino en Roma, sea ignorado por
mucha gente y no lleguen a gustar de su profundo contenido. Se trata de La fuerza del silencio (frente a la
dictadura del ruido).
Vivimos sumergidos en una
gigantesca ola de palabras e imágenes en la que no conseguimos escucharnos a
nosotros mismos y, mucho menos, escuchar a Dios. No podemos vivir sin oír la
radio, ver la tele y atender el teléfono móvil que suena miles de veces para
avisarnos de que hemos recibido correos, avisos o mensajes de WhatsApp con cualquier agudeza o chorrada que alguno de
nuestros amigos piense que puede interesarnos.
También están llamando
constantemente nuestra atención los que cuelgan cualquier cosa en Facebook y
nos urgen a que hagamos algún comentario o al menos indicar que nos gusta.
Otros quieren ser nuestros amigos, pues
son amigos de otros amigos y cada vez le dedicamos más tiempo, para no quedar
mal. Y no hablemos del twiter, tan en boga, en el que cualquiera escribe lo que
se le antoja para pavonearse del número de los que lo siguen.
Es posible que toda esta madeja
de redes sociales, palabras e imágenes,
termine decayendo algún día, pero mientras tanto estamos sometidos a la
dictadura del ruido, sin tiempo ni voluntad para escucharnos a nosotros mismos
y así nuestra vida de criaturas dotadas de razón y libertad se va empobreciendo
cada vez más.
El hombre fue creado a imagen y semejanza de
Dios según nos dice el Génesis y esta semejanza con Dios consiste en el
silencio que existe en fondo del corazón de cada uno y la única forma de entrar
en contacto con El es, precisamente, en el silencio, que no es una forma de
vacío, sino la más alta forma de comunicación. También entre las personas,
cuando no es necesario decir nada para sentirnos unidos hemos llegado a una
satisfactoria plenitud.
Todo lo verdaderamente
importante transcurre en silencio. En silencio crece el trigo y los árboles y
madura la fruta y un pequeño óvulo fecundado se convierte en persona, pero
nosotros queremos arreglarlo todo hablando, gritando, discutiendo, imponiendo
nuestras ideas. De hablar es seguro de que nos arrepentiremos muchas veces,
pero de callar seguramente ninguna.
Preocupados por nuestra vida
exterior olvidamos cultivar nuestra vida interior y así podemos ver lo que
abundan las vidas vacías, inútiles, perniciosas. Seguramente que esto de la
vida interior les sonará a muchos a antigualla rancia, pero a fuerza de ignorar
las profundidades de nuestro propio ser perdemos la vinculación con Dios y nos
creemos capaces de organizar el mundo a nuestro antojo y así vamos nosotros y
el mundo.
Si fuéramos capaces de dedicar
cada día un rato al silencio, seguro que nuestra vida cambiaría. San Agustín,
uno de los grandes cerebros de la iglesia, dejó escrito para siempre su “tarde te amé hermosura tan antigua y tan
nueva, tarde te amé, Tú estabas dentro de mí y yo afuera” es decir volcado
en las cosas exteriores no se daba cuenta de que Dios lo estaba esperando en el
silencio del fondo de su corazón.
Lean, por favor, el libro de
Sarah. Me lo agradecerán.
Francisco Rodríguez Barragán
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