Mientras tanto nuestras
iglesias se van quedando vacías, nuestros conventos cierran sus puertas, los
confesionarios tienen poca utilidad
Creo que la vieja división
entre derechas e izquierdas quizás haya dejado de existir y ha dejado su lugar
a los que aceptan y aprueban las nuevas ideas que se van difundiendo sin obstáculo
en la sociedad, mientras que aquellos
que se atrevan a discutirlas serán condenados al ostracismo y a ser combatidos
sin piedad por todos los medios de comunicación, que no ahorrarán ningún
vituperio contra ellos.
Me refiero a la ideología LGBTI,
al matrimonio entre personas del mismo sexo, a la manipulación selectiva de la
historia, a la ley contra la violencia de género, al feminismo y la lucha de
sexos, al desmedido amor a las mascotas, a una nupcialidad cada vez más
inexistente, una natalidad decreciente junto a un envejecimiento imparable de
la población.
Son los nuevos tiempos, se
dice, en los que el hombre ha renegado
de Dios y de sus preceptos para anunciar al mundo la buena nueva de que el hombre es el único dios en cada momento
evolutivo de la humanidad y por tanto con capacidad para decidir lo que le
parezca sobre el bien y el mal, sin tener en cuenta preceptos ni valores que se
dan por caducados.
Nada de hablar del pecado pues
cada cual encuentra en su propia conciencia la justificación de sus acciones.
Vivir juntos sin casarse, cambiar de pareja a voluntad, gozar del sexo sin
cortapisas, utilizar cualquier método anticonceptivo, incluido el aborto, para
evitar la incomodidad de la crianza ni el cuidado de los hijos.
Si hay que decidir alguna norma
con carácter general no hay que recurrir a la ley natural ni a la divina sino a
nuestros propios sistemas legislativos, siempre al albur y capricho de
gobiernos y parlamentos. El papel lo soporta todo y el Boletín Oficial del
Estado, de las autonomías y de los ayuntamientos sobrepasa con mucho el millón
de páginas anuales. Los mandamientos de la ley de Dios solo son diez y su valor
permanente.
Una mutación tan grande de
nuestro mundo no me creo que sea producto de la simple evolución, de la ciencia
ni de la psicología. Hay, sin duda, poderosos intereses, que deciden desde la
sombra un nuevo orden mundial (NOM) ¿Quiénes? ¿Los banqueros? ¿Los masones? ¿El
mismísimo Satanás? Pues no lo sé, yo no creo en brujas, pero haberlas haylas.
Mientras tanto nuestras
iglesias se van quedando vacías, nuestros conventos cierran sus puertas, los
confesionarios tienen poca utilidad. Pero me dirán: nunca han desfilado tantas
procesiones como ahora ni tantas cofradías dirigidas por prebostes con vara alta
y es verdad sobre todo en mi Andalucía. Hay quien defiende que la religiosidad
popular es una especie de rescoldo que puede avivar la vivencia de la fe
cristiana. Tengo mis dudas al mismo tiempo que la certeza de que estas
manifestaciones ¿religiosas? son rentables para el turismo: la gente viaja,
llena los hoteles y las terrazas de los restaurantes, mientras pasa el
Crucificado..
Id al mundo entero y predicad
el evangelio, dijo Jesús, pero entre la caridad y la solidaridad cada vez hay
más confusión. Entre predicad el evangelio y organizar la ONG de Cáritas hay
algo que no me cuadra. Qué tiempos más confusos nos ha tocado vivir. Usted que
me lee ¿cree que el hombre es dios?
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en