sábado, 23 de enero de 2010

¿EL PUEBLO SOBERANO?

No es necesario tener un máster en ciencias políticas para reflexionar sobre la realidad de nuestra democracia; es más, todos los ciudadanos tenemos el derecho de juzgar la política y los políticos, ya que sus acciones y sus omisiones repercuten en nuestras vidas. Aunque la Constitución diga que la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado, pienso que el pueblo cada vez pinta menos en el ámbito político.

También dice la Constitución que el Congreso de los Diputados y el Senado representan al pueblo español, pero en realidad los Diputados y Senadores a quienes representan es a los partidos políticos, cuyas cúpulas dirigentes los incluyeron en unas listas cerradas y bloqueadas. La mayor parte de los españoles desconocemos a los diputados y senadores a quienes votamos. Realmente votamos con ovejuna fidelidad a unos partidos cuyos intereses no sabemos si se identifican con los nuestros, ni cuales son realmente sus programas, ni examinamos si llegaron a cumplirlos ni siquiera en parte, ni el uso que han hecho de nuestra sedicente representación.

Un voto consciente no revalidaría una y otra vez a partidos que, en el poder o en la oposición, no fueron coherentes con los programas que decían defender, no ajustaron su conducta a unos principios éticos que debían exigirse de forma radical, no buscaron el bien común, no administraron con transparencia los fondos que pusimos en sus manos los ciudadanos, no respetaron los valores que forman el entramado básico de la sociedad, sino que pretenden alterarlos en nefandas operaciones de ingeniería social.

Quizás la crisis económica y financiera que padecemos nos haga reflexionar a todos y empecemos a utilizar el sentido común. Podemos darnos cuenta de que no podemos vivir por encima de nuestras posibilidades, ni como personas ni como país. Descubriremos que la sobriedad y la honestidad tienen más futuro que el enriquecimiento injusto. Que el mejor seguro social es la familia, a la que hay que proteger en lugar de atacar. Que los intereses particulares, ya sean de personas, entidades o regiones, tienen que subordinarse al bien común. Que el poder político lleva en sí mismo peligrosos gérmenes de corrupción por lo que hay que controlarlo y vigilarlo. Que hace falta un poder judicial independiente que haga justicia con imparcialidad y rapidez.

Por el camino que vamos los ciudadanos cada vez estaremos más marginados. Por eso hay que terminar con los partidos como estructuras de poder en la que medran sus dirigentes, sus clientes, sus familiares y sus paniaguados. También hay que terminar con un sistema autonómico, caro, despilfarrador, caciquil, en el que se enriquecen oligarquías y politicastros.

Necesitamos una educación de calidad, que la sociedad misma debe organizar, para evitar que los gobiernos quieran utilizarla para adoctrinar a las nuevas generaciones. Hay que reivindicar el principio de subsidiariedad, para impedir que el estado omnipotente ocupe el espacio de acción de los ciudadanos.

Tenemos que exigir la libertad religiosa y la neutralidad del Estado y reaccionar contra la imposición desde el Gobierno de las creencias laicistas, la ideología de género, la difusión de políticas antinatalistas, la incitación a una sexualidad precoz y descomprometida.

Aunque es grave la crisis económica que nos azota, más grave me parece que se perpetúen en el poder o en la oposición estos partidos que, a mi parecer, están más preocupados por disfrutar de sueldos y privilegios que por encabezar una regeneración a fondo de esta democracia que recibimos con tanta ilusión pero nos decepciona más cada día.

Francisco Rodríguez Barragán

miércoles, 13 de enero de 2010

¿QUÉ PODEMOS HACER?

El Estatuto Catalán fue aprobado el 19 de julio de 2006, recurrido ante el Tribunal Constitucional por el Partido Popular, El Defensor del Pueblo y otras Comunidades Autónomas. Este Tribunal, cada vez más desprestigiado, lleva más de tres años sin resolver los recursos de inconstitucionalidad o anti-constitucionalidad presentados, mientras que tal Estatuto se va desarrollando y aplicando para hacer imposible cualquier vuelta atrás. Si el Tribunal Constitucional lo declarara ajustado a la Constitución Española, será ella la que habrá dejado de ajustarse a la nación que le dio vida. Si por el contrario lo declarara anti-constitucional, el problema será irresoluble. También puede salir una sentencia enrevesada que necesitará al menos un siglo para entenderla y aplicarla.

Pero no es este asunto el que lleva más tiempo sobre la mesa del Tribunal Constitucional, ya que la Ley de unión entre personas del mismo sexo, aprobada en 1º de julio de 2005, contra todos los dictámenes, desde el Consejo de Estado a la Real Academia, fue igualmente recurrida y allí sigue sin resolverse el recurso, mientras que el gobierno sigue dando vueltas de tuerca a aquel engendro “tan progresista” que eliminó de nuestro ordenamiento jurídico las palabras padre y madre, esposo y esposa, para sustituirlas por las esperpénticas “cónyuge A y cónyuge B”, “progenitor A y progenitor B”, devaluando el concepto básico de matrimonio y de familia para incluir otras realidades absolutamente diferentes.

Este gobierno ignoró las protestas ciudadanas ante tamaña barbaridad y siguió imponiendo a los ciudadanos su ideología de género, el feminismo radical, su adoctrinamiento de la juventud, con la aberrante asignatura de educación para la ciudadanía o la reciente ley del aborto. Comprendo que no es justo que la mayoría imponga sus ideas a las minorías, pero aún es más inaceptable que sean éstas las que consigan imponer sus actitudes y resentimientos a los demás. Han conseguido que, con la excusa de luchar contra cualquier clase de discriminación, se añada siempre la coletilla “u orientación sexual”, la cual pude incluir como dignas de protección la poligamia, la pedofilia, el matrimonio de grupo o la zoofilia. En la pirueta terminológica habitual lo que siempre se llamaron aberraciones, están llegando a la categoría de “orientaciones sexuales”.

Hasta tal punto estas minorías quieren doblegar a las mayorías que tratan de criminalizar a los que no comparten sus nuevos modelos de familia, el “derecho” a abortar, la incitación al sexo irresponsable o al sexo homosexual, como “ampliación de derechos”. La inefable ministra de Igualdad ha concedido una subvención para organizar un “feminario contra el Vaticano” y los grupos de gays, lesbianas y transexuales, en cualquier oportunidad, se manifiestan con pancartas en los que tildan de homofobia y discriminación a quienes rechazan sus postulados. En cualquier momento invocarán el artículo 515.5 del Código Penal para acusarlos y meterlos en la cárcel.

Son las minorías convertidas en grupos de presión las que consiguen de este gobierno, débil e inepto, unas leyes injustas y aberrantes, mientras que la sociedad civil ve con tristeza que sus movilizaciones por la vida, por la familia o por la educación son sistemáticamente ignoradas.

O son las minorías financieras las que consiguen cuantiosas ayudas, mientras que la mayoría de los trabajadores por cuenta propia o ajena no pueden superar la crisis. O son las minorías sindicales, de unos sindicatos con exiguos afiliados, los que imponen, más que sus escasas ideas, sus intereses. O son las minorías de titiriteros, peliculeros o cantantes, las que consiguen subvenciones, ayudas e incluso leyes tributarias que les favorecen.

Y no pasa nada. Los poderes que podrían servir de contrapeso para una convivencia democrática, no existen. La justicia, cada vez más lenta, no genera demasiadas ilusiones en los ciudadanos. El Tribunal Constitucional, desde la sentencia de Rumasa hasta ahora, no concita ningún entusiasmo. La clase política cada vez se ve más como problema que como representación de los ciudadanos. La corrupción es tan habitual que hasta ha perdido interés y el modesto papel moderador de la Corona tampoco se advierte.

¿Qué podemos hacer?

Francisco Rodríguez Barragán

LA TOMA DE GRANADA

El dos de enero de cada año conmemora Granada la entrega de la ciudad, que hizo Boabdil a los Reyes Católicos en el 1492, completando con ello la reconquista de España invadida en el 711 por los musulmanes.

La celebración consiste en un acto religioso y otro civil y festivo. La Corporación Municipal desfila desde el Ayuntamiento a la Catedral para la función religiosa, portando el pendón de Castilla escoltado por el ejército, luego vuelve a la Casa Consistorial y desde el balcón principal el edil más joven dice: ¡Granada! ¡Granada! ¡Granada! ¡Granada por los ínclitos reyes de España Don Fernando II de Aragón y Doña Isabel I de Castilla! ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva Andalucía! ¡Viva Granada! Y tremola el pendón por tres veces, mientras suena el himno nacional. Los granadinos que abarrotan la Plaza del Carmen, cada vez que el concejal dice ¡Granada! responden festivamente con un estentóreo ¿qué? Ha sido siempre una fiesta popular y las jóvenes han subido a tocar la Campana de la Vela para casarse en el año.

Desde hace varios años algunas minorías han tratado de empañar la fiesta. Unos para reivindicar la unidad de España puesta en crisis por la división autonómica y otros para denigrar aquella vieja conquista cristiana que consideran injusta. Este año ha aparecido además otro grupo que desea una autonomía distinta para la Andalucía Oriental.

La minoría que lleva tiempo tratando de eliminar esta fiesta silba e insulta al ejército que rinde honores con gritos de ¡fascistas, racistas, no a la Toma! Pero este año el General Jefe del MADOC se encaró con los que gritaban diciéndoles: “Soy General de un ejército democrático y no consiento que me chiflen, yo entré en Sarajevo para dar agua y luz a los musulmanes.” Callaron los autotitulados antifascistas, hubo algunos momentos tensión, pero con el fuerte aplauso de la mayoría la fiesta continuó.

Las facilidades a la emigración han hecho que cada vez sea mayor el número de musulmanes residentes en Granada, que formen parte de la población haciéndose notar las mujeres con su atuendo, que ocupen determinadas calles con sus comercios, que tengan una gran mezquita en un lugar emblemático del Albaycin, que hayan anunciado la creación de un partido político, que creo se titula Renacer de Granada, con el que pretenden concurrir a las próximas elecciones municipales. Hasta el momento no hay problemas con ellos, aunque de forma permanente reciban las consignas de recuperar Al Andalus para lo cual no tienen que hacer otra cosa que esperar, como ha dicho Gadafi.

Lo curioso es que, como en tiempo de los godos, haya facciones españolas que están dispuestas a ayudar a estos nuevos invasores. Son esos que gritan contra la Fiesta de la Toma, los que vituperan la conquista, los que inventan una Granada musulmana culta y tolerante en el siglo XV que los “perversos cristianos” destruyeron. Hasta un sesudo profesor y político propone conceder no sé que beneficios a los descendientes de los moriscos que salieron de España en 1609, expulsados por el peligro que representaban ante la alianza de Francia con el Imperio Otomano.

Hay una realidad que actúa a favor de los musulmanes en Europa, y por tanto también en España, que es el envejecimiento de nuestra población. No hacen falta grandes estudios demográficos para comprender que si cada pareja solo tiene un hijo, la población se reducirá a la mitad en una generación y si la siguiente sigue la misma tónica se reducirá a la cuarta parte. En cambio los musulmanes con una tasa muy superior de natalidad, irán cubriendo los huecos demográficos de todos los países europeos. Es una invasión silenciosa pero imparable.

Ahora no se trata de las invasiones de los pueblos del Norte, que terminaron por asumir la cultura de Roma, incluido el cristianismo, en un largo proceso. Por el contrario vienen dispuestos a conservar a ultranza su propia cultura e imponerla a los demás en cuanto puedan. De Occidente solo le interesan los adelantos técnicos. Si Europa continúa con su relativismo, su laicismo y su envejecimiento acelerado, no tendrá nada que oponer ante el Islam.

Esta Fiesta de la Toma de Granada de 2010 puede hacernos reflexionar, no tanto sobre el pasado de 1492, sino sobre nuestro futuro.

Francisco Rodríguez Barragán

http://www.camineo.info/news/160/ARTICLE/5897/2010-01-07.html
Publicado en Bitácora de Rebelión Digital el 07-01-10
Publicado en Análisis Digital el 08-01-10
http://www.analisisdigital.com/Noticias/Noticia.asp?id=44925&idNodo=-5
http://elguadalope.wordpress.com/2010/01/11/la-toma-de-granada/