martes, 30 de junio de 2020

No me gusta la bandera arco iris


            Ni me gustan las leyes que se van dictando y aceptando para conseguir            la eliminación de nuestros valores y nuestra Patria
La bandera arco iris está presente estos días hasta el empacho a pesar de ser una pura contradicción. Ignoro si han salido las zafias mojigangas en la que algunos individuos dan rienda suelta a sus más bajos instintos.
Yo estoy de acuerdo con la reivindicación feminista, que defendía Lidia Falcón, de que las mujeres tienen unas cualidades intelectuales idénticas a los hombres para aspirar a cualquier puesto por sí mismas, sin necesidad de cuotas.
Pero el reconocimiento de esta igualdad básica no puede generar al mismo tiempo la desigualdad que predica que el hombre heterosexual es machista y maltratador.
Por desgracia, cuando no se tiene razón, se dicta una ley mordaza, la nefasta ley contra la violencia de género que anula la presunción de inocencia del varón y que se utiliza para arruinarle la vida a cualquier hombre. Las denuncias de mujeres arteramente asesoradas por profesionales para quedarse con la casa o el dinero son de sobra conocidas en los juzgados. Las que los jueces consideran denuncias falsas no se publican, pero si algún varón al verse perdido frente a su pareja la asesina, será proclamado en todos los telediarios como crimen machista sin más para escarnio y vilipendio. Si el asesino es extranjero se oculta.
¿No hay mujeres que matan a sus parejas? Seguramente, pero al dato no se le da publicidad alguna. Los que han alzado la voz pidiendo que el enfoque correcto sería hablar de violencia intrafamiliar, han sido rápidamente motejados de ser extrema derecha y por tanto silenciados.
Pero al mismo tiempo que se abusa de esta ley que exige la existencia de hombres y mujeres, se introduce el bodrio de la ideología de género, en la cual cualquier hombre puede autodefinirse como mujer y cualquier mujer como varón. Este movimiento que va alargando su denominación LGTBI… para incluir todas las desviaciones posibles es el que está presente con su bandera en los edificios públicos, las furgonetas de correos,  las cadenas de televisión, las fachadas de los partidos y hasta ¡los logos de la Guardia Civil!
Otro bodrio fue autorizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, lo cual es una absoluta contradicción. Son parejas estériles que luego buscan vientres de alquiler para presumir de descendencia o si se trata de lesbianas consiguen hijos por inseminación artificial.
Para que estos “nueves derechos” se puedan inculcar a los niños desde pequeñitos quieren  proclamar leyes que eduquen en estas teoría disolventes de la familia, tal y como ha sido siempre, pero hay que ser progresistas, avanzados, seguir las directrices de los globalistas que quieren eliminar la institución familiar y la religión para hacer un mundo diferente e irreconocible.
Estos globalistas que ocupan los puestos más influyentes en los organismos internacionales, están empeñados en disminuir la población del planeta a través del aborto y la eliminación de los mayores y lo van consiguiendo: los niños que han sido abortados superan a los muertos de las guerras mundiales y los mayores de 70 años los hemos visto caer como chinches en las residencias y si esto falla se dicta una ley de legalización de la eutanasia.
Lo curioso de todo esto es que no es cosa solo de la izquierda, que sigue el libro rojo de Mao, sino también de la derecha incapaz de defender los valores ni la patria. Atentos a lo que hagan con la ley-mordaza de la memoria histórica. ¡Fascista quien se oponga!  Y además se les multa, se les detiene, se les encarcela y… todos callarán, como hasta ahora.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 23 de junio de 2020

Una nueva Ley de Educación


            El engendro que trata de hacer aprobar la ministra confirma la idea de    que todo puede empeorarse.
Cuando comenzaba el siglo XX se creó el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes que subsistió hasta 1939 en que pasó a denominarse Ministerio de Educación Nacional hasta 1966. Después se ha titulado de diversas maneras: Educación y Ciencia, Educación y Universidad,  Educación, Cultura y Deporte, etc.
Posiblemente los que lo pensaron por primera vez comprendieron que el Estado debía garantizar la Instrucción pero la Educación era cosa de los padres, la parroquia o el colegio religioso. Instruir es transmitir conocimientos útiles para la vida, desde leer y escribir a las cuatro reglas para sumar, restar, multiplicar y dividir. Con estos conocimientos podía irse adentrando en las matemáticas, la geografía y la historia, una preparación para hacer el ingreso y comenzar el viejo y venerable  bachillerato cuya superación abría las puertas de la Universidad o la Formación Profesional.
Todo esto, a fuerza de leyes de escasa duración, nos ha llevado hasta el momento actual en el que una ministra “iluminada”, la Sra. Celaá, quiere hacer una nueva ley de educación y comienza por negar que los hijos sean de sus padres y que es al Estado a quien corresponde educar, más bien en adoctrinar a los niños y los jóvenes, dentro del más rancio neomarxismo.
Los valores de esta nueva educación tienden a la comodidad y no al esfuerzo, a la exigencia de derechos y relativización de los deberes, proclamando que nadie se quede atrás, se desprecia el talento. Se promueve el hedonismo, la búsqueda del placer desde las más tempranas edades y la abolición de todas las reglas, especialmente las religiosas. Tenemos más licenciados que nunca que han llegado con la nota de “progresa adecuadamente”,
La historia se retuerce hasta hacerla irreconocible. (Nadie ha reivindicado la labor de España en América). Se pueden hacer doctorados, tesis y másteres de encargo que no sirven para nada. Su pueden multiplicar las universidades hasta el infinito pero sin que ninguna destaque por su excelencia. Los cerebros más brillantes huyen de España y buscan acogida en Universidades europeas y americanas en las que puedan desarrollarse.
No nos gobiernan los mejores cerebros sino los mediocres que han sabido acogerse a la sombra de partidos (o partidas) donde disfrutar de las prebendas del presupuesto, mero populismo que habla de la ecología y el medio ambiente, pero que no ha sido capaz de contar los muertos de la reciente pandemia.
La Constitución vigente en el número 3 del artículo 27 establece que los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. ¿Cómo casa esto con la afirmación de la Sra. Celaá de que los niños no son de los padres? ¿Sobra la Constitución del 78 o la ministra?
Para hacer posible los deseos populistas de esta ministra van derechos a la eliminación de la enseñanza concertada y hasta la educación especial para niños con discapacidad. Si no hay más escuelas que las estatales nadie podrá elegir. Avanzamos a pasos agigantados hacia la imposición dictatorial de este gobierno social-comunista, que odia la libertad, ignora la historia, no defiende la lengua común de todos los españoles, inculca, desde los tiempos de ZP, la educación afectivo-sexual y persigue a quienes se opongan a la ideología de género y al feminismo feroz.
¡Menudo futuro nos espera!
Francisco Rodríguez Barragán
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http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/38718/2020-06-26.html

martes, 16 de junio de 2020

La Constitución en el punto de mira de otra crisis


            Vamos a ver como salimos de este embrollo.

En estos tiempos recios que nos ha tocado vivir, las crisis están siempre presentes. La última la anunció en sede parlamentaria el ministro de Justicia,  ¡la crisis constituyente! Por lo visto la Constitución de 1978 ha dejado de servir a los políticos que nos gobiernan.
Es claro que a un gobierno social-comunista, apoyado por separatistas, la constitución vigente es un estorbo que están dispuestos a eliminar, aunque en esta operación lo que caiga sea la nación entera, incluido el rey.
Entre la democracia, como poder de los ciudadanos que eligen sus representantes para gobernar en beneficio de todos, podemos pasar a una demagogia en la que los gobernantes busquen el poder por encima de todo, sin freno ni control.
Para ello es necesario contar con una gran cantidad de población dependiente del gobierno, los que reciban el IMV pueden ser la gente que votará servilmente para conseguir las migajas que con gesto magnánimo les otorgará el “gran Hermano” que al mismo tiempo exprimirá a otros ciudadanos con cargas insoportables, con impuestos crecientes, con nacionalizaciones ruinosas.
Y todo esto con un permanente enfrentamiento entre derechas e izquierdas que no augura nada bueno. La izquierda se presentará, ya se está presentando, como salvadores de la nación, mientras la derecha que ha ido dejando en el camino la defensa de valores esenciales: familia, educación, religión, mérito, capacidad, respeto institucional, etc. sigue empeñada en parecer moderna y progre, feminista y abortista, aceptando hasta la ideología de género…
Como bajo la vigencia de la Constitución de 1978 ha existido un cierto turno de partidos en que han alternado el PSOE y el PP, piensa que eso sigue vigente y que ya ganará otras elecciones, pues después de la izquierda gobernará la derecha… ¿seguro?
Pero la izquierda social-comunista actual ha conseguido dominar buena parte de los medios de comunicación y la derecha ninguno. Las próximas elecciones, que no sabemos cuándo serán, y menos si se formaliza la crisis constituyente, ¿cree sinceramente la derecha que podrá ganarlas en solitario, sin atreverse a aliarse con el partido que ha sido demonizado como extrema derecha?
Resulta curioso comprobar que solo se habla de una extrema derecha pero nunca de una extrema izquierda que a la vista de todos se confiesa comunista y republicana y que está ahora compartiendo el poder.
Una auténtica democracia es posible en un Estado de Derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana. Un Estado de Derecho no puede concebirse sin una eficaz división de poderes ni sin un respeto absoluto de los derechos de los ciudadanos tal y como están formulados en la Constitución de 1978. Pero todo esto está en juego. El gobierno cada vez tiene más rasgos dictatoriales y demagógicos que se han acentuado en estos últimos meses.
Muchos piensan que la Unión Europea nos sacará de la crisis económica y no va a aceptar un gobierno no-democrático, ni la desmembración de España. ¡Pues ya veremos! El golpista Puigdemont sigue libre en Europa a costa de los impuestos que pagamos todos los españoles, Cataluña mantiene sus embajadas, el Sr. Torra sigue de presidente, los Pujol no han sido imputados, en el Parlamento español siguen sentados y cobrando los independentistas vascos y catalanes… ¿Qué Constitución querrán redactar?
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 9 de junio de 2020

No hay mal que por bien no venga



            El bien que puede venir es que los españoles seamos capaces de          pensar por nuestra cuenta, sin dejarnos influir por promesas ni cantos de          sirena
Escribo desde Andalucía donde hemos entrado en la tercera fase de la desescalada. La palabra desescalada no la he encontrado en el diccionario. Si escalamos algo luego descendemos pero no desescalaremos. Imagino que la RAE incluirá el verbo desescalar cuando lo tenga por conveniente.
En cuanto a las fases desde siempre he sabido que la luna tiene cuatro, luna nueva, cuarto creciente, luna llena y cuarto menguante, por lo que si estamos en la tercera será de luna llena, es decir que no la vemos, aunque para los que dicen gobernarnos deben referirse a otra cosa.
En esta fase tercera es obligatorio seguir saliendo con mascarilla, no sé si para evitar contagios o para taparnos la boca. Si cada español dijera lo que piensa resultaría todo una algarabía incomprensible, desde los que piensan que de esta pandemia saldremos más fuertes, como mienten los gobernantes, a los que pensamos que se nos avecinan malos tiempos.
Por si a ese virus le ocurre volver a infectarnos en el otoño, los que dicen gobernarnos,  ya se están curando en salud con el traspaso de la responsabilidad a las pobres comunidades autónomas. Si esto ocurre ya veremos como aquellas gobernadas por partidos distintos al del gobierno lo harán fatal. Ojalá no tenga ocasión nuestro gobierno social-comunista de bramar contra ellas.
Para aquellos que el confinamiento no la han utilizado para caer en adiciones como la pornografía o la droga, quizás pueden haber aprendido algo sobre la fugacidad de la vida y como llega la muerte “tan callando”. Nuestras vidas penden de un delgado hilo que puede ser cortado por Dios o “pueden cortárnoslo cumpliendo con el protocolo de instrucciones de las autoridades sanitarias, especialmente a los que, como yo, ya hemos pasado de los ochenta”.
Ya sé que el personal sanitario se ha dedicado con valiosa actitud a cuidar de los enfermos, después del “triaje” de la edad. El “triaje” también es una palabreja que no he encontrado en el diccionario. Imagino que viene del verbo “triar” que significa escoger, separar o entresacar. La primera vez que la leí en la sala de espera de urgencias de un hospital, me dio cierto repelús, ya que no sabía cuándo sería  escogido o entresacado de entre las personas que esperábamos.
En casa de mis padres, decía mi abuela “que no hay mal que por bien no venga”. Seguramente la pandemia traerá bienes en una “nueva normalidad”, que Dios conocerá con su divina providencia. Quizás los españoles dejemos de odiarnos unos a otros y nos apliquemos a hacer el bien, sin mirar a quién, pero de los que nos gobiernan me parece que lo que quieren sobre todo es conservar el poder, todo el poder, sin trabas ni contrapesos. ¡Vamos, una dictadura! Por mucho que se les llene la boca de la palabra democracia.
En un memorándum que presentaron al nefasto Fernando VII, que ha pasado a la historia como El manifiesto de los persas, comenzaba diciendo “lejos de nosotros la funesta manía de pensar” lo que significaba la absoluta sumisión al papel de súbditos en lugar de ciudadanos.
Por ello, no nos dejemos seducir por ningún canto de sirena y utilicemos nuestra cabeza para pensar y decidir por nuestra propia cuenta. Que ningún partido político tenga asegurado el voto de ninguno de los españoles.
Francisco Rodríguez Barragán
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martes, 2 de junio de 2020

Los problemas no han acabado y las soluciones problemáticas



            ¿Habrá empresarios que se decidan a invertir en España?
Con alharacas y redobles de tambor nuestros gobernantes han decidido aprobar el Ingreso Mínimo Vital (IVM) con el cual piensan resolver el terrible problema económico que tenemos después de la pandemia.
Ya me he pronunciado contra esta medida, ya que dar dinero sin contraprestación no resuelve los problemas sino los eterniza. Los españoles necesitan trabajo y para eso hacen falta empresas e inversiones,  pero no parece fácil que con un gobierno que ha demostrado su incompetencia y que está trufado de comunistas que no se recatan en defender la nacionalización de empresas, nadie en su sano juicio invertiría ningún capital en España.
Un presidente obsesionado por seguir en el poder al precio que sea (precio que pagamos todos los españoles) y un vicepresidente cuya divisa es: cuánto peor, mejor. Politizar el dolor y el descontento es su divisa. Luego, él se encargaría de tomar medidas como las que han llevado a la ruina a varios países de la América española. Cuando la gente no tiene para comer se vuelve dócil y apoya a cualquiera que le dé una cartilla de racionamiento, sobre todo si además este “salva-patrias” es apoyado por fuerzas armadas revolucionarias, (cosa poco probable en España)
La gran obsesión de la extrema izquierda que padecemos es eliminar la constitución del 78, la monarquía, la independencia judicial y todas las garantías y libertades de los ciudadanos.
Forma parte de este juego la permanente descalificación de los políticos de derecha a los que, en el colmo de la desfachatez acusan de querer perpetrar un golpe de estado, cuando quien quiere llevarlo a cabo, si llega la ocasión, son el señor Iglesias y sus conmilitones.
La gestión de la pandemia ha puesto de manifiesto que la sanidad pública de la que tanto presume este gobierno, y los anteriores, no estaba preparada para la contingencia que se presentó de improviso, ni fue capaz de gestionar con rapidez, eficacia y honestidad, los medios que necesitaba. Solo los militares fueron capaces de levantar hospitales de campaña con más rapidez que los chinos.
Por otro lado están los mayores, en residencias o no, un auténtico escándalo al impartir instrucciones sobre la prioridad en los tratamientos, que ha llevado a la tumba a mucha gente a la que solo se le facilitó morfina y tranquilizantes, quizás como un ensayo para la eutanasia que viene.
(Los que formando parte del amplísimo consejo de ministros que contrajeron el virus ninguno, que yo sepa, acudió a los hospitales de la Seguridad Social)
Los poderes extraordinarios que consiguió el gobierno con la aprobación del estado de alarma y sus prorrogas, se han utilizado para fines que nada tenían que ver con la pandemia como por ejemplo: leyes de educación, eliminación de la enseñanza especial, colegios concertados etc. y ¡ah! el nombramiento del vicepresidente para manejar el Centro Nacional de Inteligencia.
Por último el escándalo organizado por un juez, convertido en ministro del interior, que quería conocer los informes que la policía judicial tenía que reportar solo y exclusivamente a la juez que tramita una denuncia contra el delegado del gobierno en Madrid. Esta denuncia es solo la primicia del alud de cuestiones judiciales que se avecinan al gobierno y sus ministros.
Hay que ir a nuevas elecciones pero, quienes no han sido capaces de contar 30.000 muertos ¿serán capaces de mantener un escrupuloso recuento de 30 millones de votos?
Francisco Rodríguez Barragán
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