lunes, 24 de mayo de 2021

Pentecostés, una fiesta cristiana que quizás pasa desapercibida

 


Dejemos de pensar en la pandemia, la vacuna o las vacaciones y
escuchemos al Espíritu Santo
El pasado domingo, cincuenta días después de la resurrección de Jesús, los
cristianos celebramos la fiesta de Pentecostés recordando el hecho
extraordinario que se narra en el libro de los Hechos de los Apóstoles diciendo
que estando los discípulos juntos de repente, un ruido del cielo, como de
viento recio, resonó en toda la casa y vieron aparecer unas lenguas
como de fuego que se repartían posándose encima de cada uno, se
llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en
diferentes lenguas y eran entendidos por todos los forasteros que
estaban en Jerusalén.
Pienso que el Espíritu Santo, que con el Padre y el Hijo forman la Santísima
Trinidad, resulta bastante desconocido para los cristianos, pues su
representación en forma de paloma no alcanza la emoción de un Crucificado o
una Dolorosa, pero es clave en la vida de Iglesia cuya llegada nos fue prometida
por el mismo Cristo.
Su actuación significa un reparto de dones, de regalos, para todos los cristianos
que nos enriquecen. Por desgracia cada vez hay más gente que no cree en Dios,
ni en Cristo ni en el Espíritu Santo, quizás solo en una cierta devoción a la
Virgen que se materializa en fiestas y romerías.
Los que aprendimos el Catecismo de la Doctrina Cristiana que escribió el Padre
Ripalda en el siglo XVI, recordamos que los dones, los regalos, del Espíritu
Santo son siete: el primero don de Sabiduría, el segundo, don de
Entendimiento, el tercero don de Consejo, el cuarto don de Fortaleza, el
quinto don de Ciencia, el sexto don de Piedad y el séptimo don de Temor de
Dios y que eran dádivas preciosas con que enriquecer nuestras almas.
Hay quien busca la sabiduría o la ciencia, pero las entienden tan solo como el
conocimiento sobre alguna materia, pero rara vez como humilde actitud de
saber lo necesario para una vida virtuosa. Lo mismo podemos decir del don de
entendimiento: entender de todo aquello que sea útil y beneficioso para uno
mismo y los que no rodean.
Quienes han recibido y cultivado los dones de sabiduría y entendimiento
tendrán el suficiente don de consejo para ayudar al prójimo y poseerán la
fortaleza para resistir las tentaciones y engaños del maligno.
Los dones de piedad y de temor de Dios nos hacen cumplir la voluntad de Dios y
no la nuestra y menos aún de los que pretenden dirigir nuestra conducta según
sus intereses.
Estos regalos del Espíritu Santo producen en nosotros, según el catecismo que
vengo citando, doce frutos preciosos: Caridad, Paz, Longanimidad, Benignidad,
Fe, Continencia, Gozo, Paciencia, Bondad, Mansedumbre, Modestia y Castidad.Sobre cualquiera de estos frutos valdría la pena extenderse y profundizar en su
significación y utilidad para nuestra propia vida, pero estamos lejos de ello ya
que nos preocupa mucho más el dinero, el placer, la comodidad o las vacaciones.
Si hay quien me lea, y haya llegado hasta aquí, le invito a que dedique cada día
unos minutos en pensar sobre estas cosas. El consejo es gratis y no necesita
publicidad. El Espíritu Santo nos regala sus dones y nosotros los hacemos
fructificar.
Francisco Rodríguez Barragán
Publicado en
https://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/2901219/pentecostes-
fiesta-cristiana-quizas-pasa-desapercibida
http://www.sotodelamarina.com/Francisco_Rodriguez_Barragan/Articulos/20
210524Francisco_Rodriguez_Barragan.htm
http://www.camineo.info/news/207/ARTICLE/38969/2021-05-24.html

martes, 18 de mayo de 2021

Paseando por Granada como un turista mas

             La edad y los achaques me han tenido sin salir de mi barrio hasta hoy.

Ha entrado el buen tiempo y es una pena estropearlo escribiendo sobre las cosas que nos pasan y que no está en nuestras manos resolverlas ni siquiera influir en ellas.

Después de mucho tiempo sin salir a la calle por la incurable enfermedad de la edad, hoy he salido y me he alegrado de ver que mi ciudad sigue bonita y hermosa.

En el boulevard que va desde el Hospital Virgen de las Nieves a la Gran Vía he contemplado las estatuas que allí plantó un buen alcalde. Está Frascuelo el torero de esta tierra que seguirá por siempre en bronce iniciando el paseíllo. Luego, de cuerpo entero, aquella granadina que “fue más que reina” Eugenia de Montijo esposa de Napoleón III.

También está la gitana María la Canastera acompañada casi siempre de algún turista que se sienta en las sillas de bronce, aparentando anea, de cualquier cueva del Sacromonte.

Sentado en su banco podemos ver al accitano Pedro Antonio de Alarcón con su libro de Memorias de la guerra de África y serio y meditativo a Don Manuel de Falla que, con las manos cruzadas, parece estar recordando la Danza del Fuego.

De pie, como hizo siempre para recitar sus poemas, el albaycinero Manuel Benítez Carrasco que recorrió buena parte de Hispanoamérica pregonando las bellezas de Granada y cerca de él, Federico García Lorca el del Romancero Gitano, las bodas de sangre o poeta en Nueva York.

Sentada en un banco Elena Martín Vivaldi con un libro en sus manos, poetisa que nos deleitó con sus versos llenos de encanto y emoción.

En lado contrario del boulevard, San Juan de la Cruz, el fraile que vivió en el Convento de los Mártires en la colina de la Alhambra y escribió sus poesías místicas que transmiten la emoción del santo enamorado de Dios. Es curioso que siempre tiene flores entre sus manos que le coloca la gente que pasa.

Cerrando el paseo antes de entrar en la Gran Vía, como presidiéndolo todo, la cabeza, solo la cabeza en bronce, del Gran Capitán Don Gonzalo Fernández de Córdoba, el héroe de tantas gloriosas batallas que le merecieron el título de “Terror de los turcos y los franceses” como puede leerse en el templo de San Jerónimo donde fue enterrado, aunque los soldados napoleónicos quizás lo profanaron a principios del XIX.

 Cruzando donde termina o empieza el boulevard, también podemos ver la explanada del Triunfo, con otros bronces de interés: una escena de San Juan de Dios y una imagen de Fray Leopoldo de Alpandeire, uno dedicado a los enfermos y otro franciscano limosnero que recorría las calles de Granada con su bolsa al hombro y que yo aún recuerdo.

También en esta explanada, donde hubo una plaza de toros, hoy tenemos en lo alto de una columna de mármol a la Virgen María: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.

Bajo esta columna mariana impresionante hay una fuente con múltiples chorros de agua que se ilumina de colores por la noche y detrás el magnifico edificio del Hospital Real, hoy Decanato de la Universidad de Granada.

Merece la pena pasear por Granada, mi tierra, en este tiempo de primavera.

Francisco Rodríguez Barragán

 Publicado en

http://www.sotodelamarina.com/Francisco_Rodriguez_Barragan/Articulos/20210517Francisco_Rodriguez_Barragan.htm

 https://www.diariosigloxxi.com/firmas/franciscorodriguez

 

martes, 11 de mayo de 2021

Un derecho fundamental: trabajo para todos

 


            Para todos significa para todo el mundo, sin excepción.

El primero de mayo pienso que es un buen día para escribir sobre el derecho al trabajo, anejo siempre al deber de trabajar. Claro que cuando el desempleo avanza imparable lo más importante es el derecho al trabajo.

La pandemia ha provocado mucho desempleo, pero no solo la pandemia sino la nefasta gestión de la economía en la que lo más importante es conseguir, como sea, una buena cuenta de resultados, aunque ello signifique dejar sin medios de subsistencia a mucha gente que se ve obligada a formar parte de las colas del hambre a las puertas de Cáritas y otras organizaciones de beneficencia.

Aunque los políticos de unas y otras tendencias intenten conseguir los votos de los ciudadanos para, según dicen, llevar a cabo la puesta en práctica de diversas formas de organización social, todo resulta bastante inconsistente ya que ni el capitalismo ni los distintos tipos de socialismo han conseguido unos resultados exitosos, capaces de soportar situaciones imprevistas como las actuales.

Claro está que muchos de los que, ahora o luego, mendigaran el voto ciudadano han vivido con frecuencia del presupuesto y pocos trabajaron. Es necesario un cambio de modelo de producción y desarrollo que no termine con el planeta ni condene a la población a partirse en dos clases antagónicas: la de los poderosos y la de los trabajadores, en peligro siempre de perder su puesto de trabajo o ver disminuidos sus ingresos hasta hacerlos insuficientes para atender los gastos de manutención y vivienda de su familia.

Sería necesario exigir responsabilidades a los culpables del hundimiento de la economía, ya se trate de los miembros del gobierno que no supieron administrar con prudencia el presupuesto cuya administración les fue confiada o los dirigentes de las grandes corporaciones que buscan mantener su cuenta de resultados, triplican sus sueldos y al mismo tiempo abandonan a buena parte de sus trabajadores.

Sustituir a trabajadores por ordenadores parece la solución digna de cualquier novelista de ciencia-ficción, pero eso lleva consigo la esclavitud de los ciudadanos y la omnipotencia del “gran hermano” que nos vigila desde una pantalla. Realmente el gran hermano imaginado por Orwell ya lo tenemos aquí, aunque no ha sido necesaria una pantalla vigilante sino muchas pantallas que repiten a todas horas una propaganda política agobiante, sin duda pagada con nuestro dinero, difusora de datos poco comprobables.

Muchos ponen su confianza en la Unión Europea que nos ayudará a resolver nuestros problemas, pues si por un lado ofrecen dinero (que les resulta fácil imprimir o convertir en deuda) por otra exigen la aceptación de posturas que no tenemos por qué compartir sobre la familia, el aborto o la ideología de género.

Aparte de todas estas dificultades vivimos en un mundo lleno de problemas en el que hay más motivo para el enfrentamiento que para la colaboración. Aquella gran esperanza en la ONU no la veo avalada por palpables resultados: sigue habiendo países pobres y ricos, emigración incontrolada, que tiene poca cabida en países que también están llenos de problemas y para resolverlos se trata de implantar el control de la natalidad y me temo que también el control de la alimentación para “salvar el planeta”.

El derecho al trabajo para todas las personas del mundo parece un ideal cada vez más lejano.

Francisco Rodríguez Barragán

 Publicado en

http://www.sotodelamarina.com/Francisco_Rodriguez_Barragan/Articulos/20210501Francisco_Rodriguez_Barragan.htm

https://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/2866261/derecho-fundamental-trabajo-todos

 

 

LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y AMOR A LA VERDAD


Los obispos españoles tienen todo el derecho a publicar unas orientaciones morales respecto a las próximas elecciones. Tanto los católicos como los que no lo sean, pero conozcan estas orientaciones, podrán ignorarlas o tenerlas en cuenta a la hora de votar.

 

Entre los derechos inalienables de la persona, que la Constitución reconoce y protege, está el de expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción (Art. 20 a)  Por ello resulta rotundamente rechazable la zaragata organizada por el Gobierno contra la Conferencia Episcopal.

 

Si lo que dicen los obispos no le gusta a nuestros gobernantes, están en su derecho de razonar y argumentar para probar que su postura es mejor que la que defiende la Conferencia Episcopal. Pero en lugar de dar razones, profieren amenazas y, amparados en los medios de comunicación afines, propalan cosas que la nota no dice, callan otras que sí dice y movidos por intereses electorales excitan el viejo y “casposo” anticlericalismo de los españoles, en una vuelta al pasado más negro que sufrió España y que pensábamos superado, hasta que llegó el Sr. Rodríguez Zapatero con su ley de memoria histórica para revivir odios y rencores.

 

También reconoce y protege la Constitución el derecho a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La veracidad de las informaciones es bastante problemática pues existen verdaderos especialistas de la manipulación al servicio de los más variados intereses políticos. El pluralismo de los medios es relativo ya que están fuertemente mediatizados desde el poder político y el económico. La difusión de información es siempre una actividad comercial que busca beneficios.

 

Solamente el esfuerzo del ciudadano que ame la verdad podrá determinar, siempre con un margen de error, acerca de las informaciones que se le ofrecen. Pero el amor a la verdad y el esfuerzo no son las actitudes habituales de la mayoría de las personas. Es mucho más fácil aceptar lo que otros dicen que pensar por nuestra cuenta. Una vez decidida nuestra inamovible ubicación política, para toda la vida, tendemos a dar como cierto y seguro todo aquello que nos dicen nuestros mentores, sin más examen ni esfuerzo. ¿Cuántas personas se han leído la nota de la Conferencia Episcopal antes de opinar? Me refiero a las personas de a pie y no a los profesionales de la opinión… y la manipulación. Los medios lanzan, sin tregua, una mezcla de información y opinión política, de acuerdo con sus propios intereses, que el público, en general, no tiene tiempo ni ganas de examinar y como está feo no tener opiniones, pues se acepta, sin más las de nuestro periódico o emisora de cabecera.

 

Sería necesario un esfuerzo ingente para que, desde la familia y la escuela, todos sus miembros se educaran en la búsqueda de criterios orientadores para enfrentarse a la compleja realidad con un insobornable amor a la verdad. Buscar el triunfo de “mis colores” a costa de lo que sea, lleva inevitablemente a vivir en la mentira o a quedarse inhabilitado para distinguir lo verdadero de lo falso, el bien y el mal. Es una forma de degradación muy extendida y potenciada por el relativismo que, como no cree en la verdad, considera equivalentes todas las opiniones. Los predicadores de la tolerancia, basada en el relativismo, no toleran a las personas que manifiestan su propio criterio y la fortaleza de sus convicciones.

 

Las libertades si no se ejercitan se pierden. Hay que tomarse el duro, pero gratificante trabajo de pensar por nosotros mismos para expresar y difundir con argumentos y razones, nuestras ideas y opiniones, examinar la veracidad de las informaciones que recibimos y sopesar cuidadosamente las opiniones de los demás para ver si nacen de la verdad y buscan el bien.

 

Francisco Rodríguez Barragán